Publicado en «Rubio de bote», colaboración quincenal para magazine ON (diarios Grupo Noticias)
Estaba pegado con celo en una marquesina. “Abeslari bila”, decía el cartel. Se busca cantante. Me froté lo ojos. ¿Qué era aquello? ¿Una alucinación, un viaje en el tiempo? Desde hacía unos días mi ordenador me daba un error al teclear la dirección de algunas páginas web, decía que tenía el reloj atrasado. Había intentado cambiar la fecha una y otra vez, pero el error persistía, así que comencé a preguntarme si no estaría entrando y saliendo de una brecha temporal. Y ahora ese cartel. ¿Quién pegaba, en plena era digital, carteles como aquel en las marquesinas, en los bares, las farolas? ¿Estábamos en 1985? No, en 1985 no habría también en la parada del autobús varias personas comentando la reciente caída de WhatsApp, Facebook e Instagram y cómo habían sobrevivido a tan terrible catástrofe.
Volví
a mirar el cartel. Me emocioné (soy un sensiblero y un nostálgico, lo
reconozco; a veces siento deseos de abrazar a la gente que vuelve del quiosco
con los periódicos bajo el brazo; o a quienes leen novelas en los transportes
públicos). Me imaginé a dos o tres chavales pegando más carteles como aquel,
cortando con los dientes pequeñas tiras de celo, manteniendo a pesar del sabor
amargo de este en la boca una sonrisa soñadora, fantaseando, en fin, con la
idea de que alguien respondía al anuncio y era su Freddy Mercury, el astro que
faltaba en su constelación y les dirigía irremediablemente al estrellato.
Yo
mismo tuve deseos de llamar al número de contacto, tal era el entusiasmo, la
fe, la pasión que me pareció que transmitía aquel anuncio, el hecho de que
alguien se hubiera tomado el trabajo de patearse la ciudad colocándolo aquí y
allá…
Pero,
como comparado conmigo un perro afónico es la reencarnación de Julián Gayarre,
me conformé con colgar en mis redes sociales la foto del cartel, por si podía
echar una mano. Aproveché de paso para hacer una pequeña encuesta y pedir a mis
diez o doce seguidores que me dijeran si conocían grupos que hubieran reclutado
a sus cantantes o músicos de esa manera, es decir, a través de anuncios. Ozzy
Osbourne (Black Sabbath), James Hetfield (Metallica), Mike Mars (Motley Crue),
la mayoría de los Dead Kennedis, Alan Wilder (Depeche Mode)… fueron las
respuestas. Pero entre todas ellas, ¡oh, sorpresa!, también llegó la de… ¡uno
de esos chavales que habían pegado el cartel en la marquesina!
Creo
que a eso le llaman la magia de twiter (¡haz tu magia, twiter!), pero lo cierto
es que los componentes de este grupo, según me explicaron, también habían
intentado recurrir a ella y no habían obtenido respuesta alguna. Por eso habían
utilizado, tras intentarlo en internet,
los métodos tradicionales: el cartel, el celo y las marquesinas. Y
gracias a ellos habían conseguido ya contactar con varias cantantes.
“Pues
ya me iréis contando”, les dije. Porque de repente me sentía muy unido a aquel
grupo y a su destino y me parecía una idea genial hacer una especie de
reportaje en construcción, ir siguiendo sus evoluciones… Quién sabe, tal vez
lleguen lejos, o tal vez no, qué más da, lo importante es el camino y a mí un
cartel en una marquesina de la parada de un autobús me había unido al suyo para
ir dando cuenta de los pasos. Así que, con el permiso de todos ustedes, amables
lectores, de vez en cuando iré informándoles en este “Rubio de bote” (que, dicho sea de paso y si
los cálculos no me fallan, hoy cumple doscientas colaboraciones).
“Las canciones viven por sí mismas, yo no mando en ellas»
Robe Iniesta presentará en los próximos días en Iruña y Bilbao su último trabajo, Mayéutica, una sinfonía de 43 minutos que interpretará en directo “del tirón” y que remite a un trabajo anterior: La ley innata (2008) de Extremoduro.
Mayéutica es un disco optimista, lleno de luz, de momentos que te llevan —y te llevan y te llevan— , de canciones de amor y agradecimiento (“Todo lo que te hace sonreír me vale la pena”, dice en una de ellas), que pueden interpretarse también como canciones de amor a la música, a la plenitud y el misterio de la creación, a las propias canciones (“De vez en cuando encuentro una canción que me eleva y me lleva y me lleva”, añade más adelante). Un trabajo compuesto por un interludio (que lo hila con La ley innata), cuatro movimientos y una coda y que presentará el 23 de octubre en Iruña (Navarra Arena)) y el 5 de noviembre en Bilbao (Bilbao Arena-Miribilla).
¿En qué ha afectado la pandemia a este nuevo trabajo?
En realidad en lo único que
le ha afectado es en que se ha ido retrasando su salida: el disco está
compuesto en el 2018, se grabó en el 2019 y después se quedó en un cajón
esperando a que pasara la gira de Extremoduro. Luego ocurrió todo esto, así que
Mayeútica ahí siguió, guardadito. Hasta
que se ha escapado él solo del cajón.
¿Y usted cómo ha llevado personal y creativamente este año y medio?
Me imagino que como a todo
el mundo, esto nos ha jodido a todos, a unos más que otros, y como todos he
sentido estrés, incertidumbre, pero por otra parte lo he llevado bien porque yo
puedo trabajar en casa y he currado mucho, tengo prácticamente otro disco
preparado, en ese sentido bien, no hacía otra cosa que tocar la guitarrita, así
que… Yo creo que en general este ha sido un tiempo que los creadores hemos
aprovechado y que cuando pase todo se verá ese fruto, en todas las artes, la
cultura. Intuyo que va a haber una explosión, porque han pasado cosas gordas,
que te remueven la cabeza, y sobre las que hemos podido reflexionar, porque la
mayoría de los artistas trabajamos en casa y hemos tenido tiempo para ello. Sí,
creo que, dentro de lo malo, creativamente este habrá sido un tiempo
fructífero…
Curiosamente, después de esa época oscura y de incertidumbre, Mayéutica es un disco muy optimista, muy
vitalista
Bueno, en realidad no se le
puede buscar a eso una explicación, o una relación con lo que está pasando,
porque el disco está hecho antes de la pandemia. Pero sí, es un disco
vitalista, con buen rollito, aunque yo en esas cosas no mando, no tengo mano,
me sale lo que me sale, no puedo plantearme hacer una canción alegre, triste,
marchosa… ahí soy un poco espectador, me pongo a trabajar y veo qué me va
saliendo… Luego igual lo analizo e igual entiendo lo que he hecho, si puedo,
porque hay veces que yo mismo tampoco lo sé.
Pero supongo que le influyen las circunstancias personales, este es por
ejemplo un disco de canciones de amor
Sí, claro que me influye,
pero no sé cómo, no es que tú estés triste y por cojones tiene que salir una
canción triste, no tiene que ver, sí que influye, pero no hay una lógica…
De hecho usted canta en uno de los temas que no es el dueño de sus
emociones. ¿Qué siente cuándo se desprende de esas canciones y otros las hacen
suyas?
Las canciones siempre pienso
que la gente las hace suyas y las interpreta como quiere y que yo no tengo por
qué tener más razón que tú, si la canción te sugiere ciertas imágenes o
emociones o sensaciones, las canciones viven por sí mismas, en eso tampoco
mando yo.
A mí, por ejemplo, me parece que el disco además de un disco de amor es
un disco de amor a la música
Bueno, sí, claro, es que en la
poesía todo son metáforas, no es un periódico.
¿Cómo establece esa conexión con La
ley innata, era aquel un trabajo sin cerrar, algo en estado latente?
Yo tampoco lo entiendo
mucho, nunca me imaginé que después de hacer una canción de cuarenta minutos
iba a hacer una segunda parte. Hay creadores que son parecidos a un alfarero,
que dicen, voy a hacer un botijo, y hacen un botijo, mejor o peor, yo no hago
botijos, yo escarbo y busco a ver qué sale y nunca sé qué estoy buscando, a mí
con que lo que salga me emocione me vale. En el caso de Mayeútica a medida que iba saliendo lo fui interpretando y viendo esas
conexiones con La ley innata.
Supongo que creativamente es satisfactorio encontrar esos hilos…
Es satisfactorio hacer cosas
que emocionen y que hagan pensar un poco, eso son las dos claves, lo demás es
secundario, ahora, por ejemplo, las canciones nuevas que tengo han salido de
otro modo, son independientes, tampoco busco con ellas un estilo o una forma,
lo principal es que sientas cosas.
En ese sentido, en su carrera en solitario, como Robe, las canciones
están revestidas con esa instrumentación sinfónica, ¿seguirá por ese camino?
Ahora estoy muy a gusto con
esta banda y esta instrumentación, en los dos discos primeros sí había un
cambio muy radical en la forma, respecto a lo anterior, en este la diferencia
con ellos es que la guitarra tiene otro sonido, me gusta mucho como suena junto
con el violín, me parece que tiene un rollazo, en los otros discos era más
clarinete y violín, o saxo y violín, ahora creo que tenemos un sonido muy
bonito y mucha facilidad en la banda para poder jugar e ir buscando en cada
canción su sonido, experimentar…
¿Hace planes de cara al futuro?
Intento hacerlos pero a
veces salen y a veces no, ahora es la idea hacer esta gira, están también los
temas nuevos, y cuando haces temas nuevos siempre tienes la impaciencia de que
la gente los escuche, yo creo que antes de retomar la gira en primavera sacaremos
un par de ellos, como hacen ahora los chavales, canciones sueltas, y luego,
cuando acabe la gira, quiero meterme en el local a enredar con los temas,
después grabarlos, y ver si valen, y si valen volver a tocar, otra gira…
En todo ese proceso, tan largo, desde que escribe la canción hasta que
la toca en directo, llegar a despegarse de las canciones, a perder ese
“enamoramiento” o subidón del momento inicial
No, porque una canción hasta
que no la tocas en directo no acaba de ser ella misma, hasta entonces no las ves realmente como es,
luego igual puede cansarte un poco o puedes dejar de sentirla del mismo modo
que cuándo la hiciste, pero no, no, más bien es la impaciencia de ver cómo
funciona en directo, por ejemplo con Mayéutica
no tenía la experiencia de hacer una canción así, tan larga, en directo, y nos
está encantando tocarla…
¿Cómo la tocan, entera?
Sí, del tirón. Y mola mucho.
De hecho me pasa que me pongo a tocarla en casa y también me sale del tirón, no
me paro a pensar “puedo cambiar o mejorar esto”, en ese aspecto rueda mejor que
La ley innata. Y la gente también la
está disfrutando mucho.
¿Cómo está siendo presentar el disco en estas condiciones, con gente
sentada en algunos lugares, en otros no, con las mascarillas? ¿Influye eso en
los músicos?
La mascarilla es lo de
menos, lo de estar sentado o de pie sí que influye, pero la verdad es que me ha
sorprendido, pensaban que iba a ser más raro, porque sí ves que la gente
disfruta, y entonces tú también lo haces… Pero ver a la gente en las primeras
filas saltando, bailando, cantando, no tiene comparación… En ese sentido creo
que es importante aceptar lo que toca en cada momento y disfrutar de lo que
hay. Y por eso me ha parecido un acierto la manera en que estamos vendiendo las
entradas, con quince días de antelación, incluso solo una semana, para que la
gente sepa realmente cómo van a ser los conciertos, que cambian mucho según los
sitios, en unos piden pruebas de antígenos, en otros el público está sentado,
de pie, con barra, sin barra…Las cosas van cambiando día a día y creo que es
importante que el público sepa exactamente a qué va a ir y aceptar en qué
condiciones va a estar.
Dejando por un momento la música a un lado, usted publicó hace años,
con gran éxito, una novela, ¿se plantea volver a escribir?
No sé, la verdad es que
disfruté mucho y no estoy cerrado a hacer otra o escribir otra cosa, pero para
escribir hace falta, o al menos a mí, tener esa chispa de ponerte con algo que
tengas muchas ganas, que te apetezca mucho,
porque el montón de horas que le echas… Si algún día encuentro esa
motivación… Disfruté mucho de aquel libro. La prosa es muy agradecida, el
tiempo de creación es muy largo, no es como un poema, que lo haces lo puedes
retocar, arreglar, pero que es un momento muy corto de creación, con la prosa
te vas a la cama, piensas “Jo, qué bonito lo que he hecho hoy”, sigues al día
siguiente… Además es más fácil, no tienes que juntarte con nadie, preparar
nada, estás en casa viendo una película, ¿que no te gusta?, enciendes el
ordenador, escribes…
Una novela, casi una veintena de discos, su etapa en un grupo
referencial como Extremoduro… ¿Son muchos años ya en el camino, echa usted de
vez en cuando la vista atrás, hace balances?
Echo poco la vista atrás, me
gusta más vivir el momento, si acaso la echo adelante, planifico, porque cuando
haces una gira comprometes a mucha gente, pero, bueno, tampoco es planificar, tengo canciones y es de
cajón, quiero sacarlas, es decir, es algo natural, que sigue su curso, pero
atrás no echo la vista, tampoco para ver errores, lo hecho, hecho está, y creo
que me ha valido para algo…
¿Y se ha preguntado alguna vez qué habría sido de Robe si en su vida no
se hubieran cruzado el rock y la poesía?
PUBLICADO EN RUBIO DE BOTE, COLABORACIÓN QUINCENAL PARA MAGAZINE ON (DIARIOS GRUPO NOTICIAS) 02/10/21
¿Te acuerdas? Cuando íbamos al instituto el curso comenzaba
por estas fechas, en octubre, así que durante casi todo septiembre, cuando las
vacaciones ya habían terminado para los demás, la ciudad, sus calles vacías y
tristes, sus parques amarillos, sus estanques que comenzaban a cubrirse de
hojas, nos pertenecían. Era una sensación extraña. Como si nadie se ocupara de
nosotros. Nos sentíamos libres y melancólicos, disfrutando de aquellos días con
extrañeza, pues nos parecían tan irreales y fugaces que ya entonces
comenzábamos a añorarlos. Era como una metáfora de nuestra propia adolescencia,
aunque entonces no nos diésemos cuenta.
Un año, sería en segundo o tercero de BUP, nos compramos
unas chupas vaqueras para campar a nuestras anchas por la ciudad desierta, como
un ejército invencible y despiadado, humillando con nuestra insolencia juvenil
a los derrotados, a los sometidos por sus trabajos, sus rutinas, sus
costumbres, que aceptaban con resignación, con sus trajes grises y sus rostros pálidos,
en los que ya habían comenzado a borrarse la huella del verano sobre la piel…
Nosotros, a diferencia de ellos, todavía éramos inmortales,
todavía conservábamos el calor del sol en el pecho, por eso atormentábamos con
nuestras burlas a los calvos, creyendo que nuestras cabezas nunca clarearían o
se cubrirían con la ceniza del tiempo, que en ellas resplandecería eternamente
la llama y el pelazo de la juventud.
¿Te acuerdas? Aquellas
chupas vaqueras nos quedaban grandes. Nuestros cuerpos todavía estaban sin
acabar de hacer, cambiaban cada día, se llenaban de granos y vello, de olores y
secreciones… Dentro de ellos arrastrábamos el cadáver todavía caliente de un
niño, que se corrompía lenta y trágicamente. De aquello tampoco nos dábamos
cuenta entonces, pero eso era la adolescencia, el duelo por la infancia
perdida, el luto por todo los que nos era arrebatado: el juego, la inocencia,
el sueño… Por eso nos comportábamos así, de esa manera tan errática. A veces
jugábamos al hinque en los descampados y a otras nos fumábamos en ellos chinas
de hachís. A veces robábamos en las tiendas de chuches caramelos y otras
botellas de cerveza de los camiones de reparto. Queríamos ser mayores pero solo
jugábamos a ser mayores. Y a veces el juego era peligroso. Tú no tardarías mucho
en darte cuenta.
Yo, por el contrario,
nunca me encontré cómodo dentro de aquella chupa de navajero, siempre
sentí que me quedaba grande, y sabía que en el fondo solo era un disfraz, que
yo sólo era un impostor, un buen chico, responsable, temeroso, callado,
obediente, incapaz de sacarle la faca al destino. Era además un chico pensativo y con la cabeza
llena de tormentas, de modo que creo que ya entonces comprendía que nosotros
nos poníamos aquellas cazadoras vaqueras para aterrorizar a los demás, pero que
en realidad solo era una manera de ahuyentar, de disimular nuestro miedo.
Después pasó el tiempo y nos perdimos la pista. Tú
continuaste jugando al hinque en los descampados, pero esta vez eran
jeringuillas lo que clavabas en el barro de tus venas.
Una vez nos encontramos en la vieja estación de autobuses. ¿Te acuerdas? Te acercaste a pedirme una moneda y no me reconociste, o simulaste no hacerlo. Fue apenas unos meses antes de tu muerte, de que tú mismo te matarás para no quedarte calvo, es decir, para continuar siendo inmortal. Yo también simulé no conocerte. Fui un mierda, lo sé. Pero te juro, que cada año, al llegar el otoño me acuerdo de ti, querido amigo, y de aquellas semanas de septiembre en las que éramos los reyes de la ciudad. Te lo juro por nuestras chupas vaqueras.
“Las
andrómedas de hoy en día se levantan a las seis de la mañana para
ir a trabajar en precario”
Foto: David Muñiz
Publicado en magazine ON, suplemento semanal de diarios de Grupo Noticias (26/09/21)
El
próximo 28 de octubre se estrena en el Palau de la música de
Barcelona “Andrómeda encadenada”, una ópera basada en el
poemario del mismo título de la escritora donostiarra-pamplonesa
Fátima Frutos. Es la primera vez que la obra literaria de una autora
vasca es adaptada para una ópera contemporánea.
No es
lo habitual. Nadie pregunta ¿qué te ha gustado más, el libro o la
ópera? Lo habitual suele ser que las adaptaciones literarias lo sean
al cine, al teatro, que acaben convirtiéndose en una serie para
televisión… Y normalmente suele tratarse de novelas negras,
históricas, románticas… En el caso de Fátima Frutos el texto
original es un poemario, que se llevará a escena en una ópera de
pequeño formato que la OBCN (Opera de Butxaca i Nova Creacio)
estrenará el próximo 28 de octubre en el Palau de la Ópera de
Barcelona.
“Estoy enormemente orgullosa” se sincera la autora. “A veces hablo de esto con mi hijo y se me saltan las lágrimas. En cierta manera estamos haciendo historia, primera autora de Euskal Herria adaptada a la ópera contemporánea… Uf, conlleva una responsabilidad importante. En estos momentos me acuerdo de mi barrio en San Sebastián, donde mi abuela y yo pasamos muchas penurias y lo mucho que me costó llegar a la Universidad. Yo comía de Cáritas… Recuerdo a sor Teresa, mi primera profesora de literatura de las Hijas de la Caridad de la calle Prim en Donostia y de los vasos de colacao que me daba, luego de enseñarme lo que era un endecasílabo heroíco… Yo soy hija del exilio y del hambre y todos mis logros se los debo a una mujer analfabeta que luchó por sacarme adelante como una jabata; se llamaba Feli Frutos y fue pobre toda su vida”, recuerda, agradecida, Fátima.
Un mito de plena actualidad Andrómeda encadenada es uno de los seis poemarios que hasta el momento ha firmado esta autora donostiarra, afincada desde hace años en Pamplona (actualmente, de hecho, es la presidenta de la Asociación Navarra de Escritores), y probablemente el que más alegrías le haya dado. En 2011 la obra fue galardonada con el Premio Ciudad de Irún; y años más tarde cayó en manos del compositor y doctor en Historia del Arte Agustí Charles, quien llevaba tiempo pensando en llevar a la ópera el mito de Andrómeda y buscando textos literarios que pudieran inspirarle. “El tema del mito de Andrómeda me parecía un tema tremendamente actual”, cuenta el músico catalán. “Se da la casualidad, además, que de este mito se han escrito muy pocas óperas (no más de cinco) en el pasado, y la mayoría de ellas no tratan sobre Andrómeda, sino sobre Perseo. El problema era encontrar un texto que fuera lo suficientemente convincente, o que al menos lo fuera para mí. Dediqué varios días a indagar en librerías y en Google para ver todo lo que había sobre el asunto, en busca de algo interesante, y en ese viaje por la red me encontré de golpe con una autora que había publicado un libro de poemas que se llamaba Andrómeda encadenada. Me quedé fascinado por la elegancia de su escritura, por los mundos poéticos que contenía dentro de sí cada frase”, destaca.
Con estos mimbres, Agustí Charles se puso de inmediato en contacto con Frutos, la cual por su parte señala: “Él me comentó que le llamó poderosamente la atención el hallarse ante una Andrómeda del siglo XXI. Y que era justo lo que buscaba para componer su ópera. También me habló de Marc Rosich como libretista y de que respetarían la línea que aparece en el poemario: una Andrómeda contemporánea que se libera de los mandatos de género a través de la literatura”.
Ambos, Frutos y Charles, coinciden por tanto en la importancia de actualizar el mito griego. ¿Pero quién era Andrómeda? ¿Y quiénes son las andrómedas de hoy en día?
Andrómedas empoderadas Respecto a lo primero, el mito griego nos cuenta la historia de la hija de Casiopea y Cefeo, el rey de Etiopía. Su madre estaba tan orgullosa de la belleza de su hija Andrómeda, y de la suya propia, que declaró que ambas eran más hermosas que las Nereidas, lo cual desató la furia de Poseidón: tormentas, inundaciones o un monstruo marino que amenazaba con destruir el reino, y al que Cefeo solo pudo calmar ofreciendo en sacrificio a su amada hija –quizás no la amaba tanto—, a la cual encadenó a una roca. En este punto es donde la mitología y la reinterpretación que hace Fátima Frutos en su poemario difieren, pues mientras en la mitología clásica Andrómeda es heroicamente rescatada por Perseo, en Andrómeda encadenada ésta lucha para liberarse por sí misma de sus amarras, con toda la significación que esto supone. “El hecho diferencial aquí recae en que el dolor sirve como oportunidad de superación y no como servidumbre. La Andrómeda víctima de otras épocas en mi obra pasa a ser una Andrómeda empoderada, no sin un reconocimiento del sufrimiento, pero liberada precisamente por haberlo vencido. Marcada sí, pero no hundida, un tanto subversiva”, explica la escritora, la cual añade a continuación quiénes son a su juicio las andrómedas de hoy en día: “Las andrómedas de hoy en día se levantan a las seis de la mañana para ir a trabajar en precario. Las andrómedas del siglo XXI calientan un biberón, mientras hacen cuentas para pagar el alquiler y leen en el autobús, mientras respiran hondo pensando en lo bien que hicieron al echar de casa a aquel tipo que les gritaba. La Andrómeda que yo conozco no se da por vencida a pesar de la mala salud, el amor a cuentas gotas y toda una sarta de caciquillos ultraderechistas zumbándole en internet. La Andrómeda que debiéramos reconocer es una loba desahuciada que sigue aullando porque venirse abajo nunca es su opción de vida”.
Una ópera novedosa Es también esta Andrómeda empoderada la que convenció a Dietrich Grosse, director de OBCN, la entidad cultural que produce la obra: “El tema es muy actual. Vivimos un momento en el que por fin la mujer parece empezar a liberarse en serio de muchas cadenas que tanto le han obstaculizado el desarrollo de sus cualidades creativas y organizativas en iguales condiciones que los hombres”.
Grosse
apunta además algunos detalles técnicos y logísticos sobre
Andrómeda
encadenada.
Tanto él como la autora y Agustí Charles, el compositor musical,
destacan la importancia en todo el proceso del libretista Marc
Rosich, quien ha adaptado el texto original, al cual ha sumado versos
de otros poemarios de Frutos y citas de clásicos como Lope de Vega o
Calderón de la Barca sobre el mito de Andrómeda, convirtiendo todo
ello en un monólogo musical, que será interpretado por la soprano
María Hinojosa. La puesta en escena corre a cargo deJordi Pérez y
la dirección musical de José Rafael Pascual-Vilaplana.
En cuanto a este apartado,
el puramente musical, la ópera cuenta con una serie de
particularidades. “Está
escrita para una soprano, acompañada de un violín, un arpa y
dispositivo de instrumentos electrónicos y amplificados que hacen
que el oyente se encuentre en el centro del espacio sonoro, a modo de
inmersión”, explica Agustí Charles. “En la función el
escenario se encuentra en el centro y el público rodea a los
intérpretes”. Charles hace, en ese sentido, una serie de novedosas
aportaciones técnicas, como sistemas de instrumentos electrónicos y
sensores que utilizan los propios intérpretes, voz incluida, de modo
que ellos mismos llegan a modificar los sonidos que emiten dando
énfasis al propio texto y discurso musical; o el uso de un
instrumento de percusión ideado por él mismo, el ePad-Wood, que
emplea un sistema de amplificación inmersivo.
Esperando el estreno Andrómeda encadenada se estrenará en el Palau de la música de Barcelona el próximo día 28 de octubre. Tanto Agustí Charles como el director de OBCN, Dietrich Grosse, aguardan con expectación y entusiasmo ese momento, convencidos de que todas estas innovaciones sorprenderán gratamente a los espectadores. “Al público le encanta que se les sorprenda; en nuestro caso hay una cercanía, que en la gran ópera no se experimenta. Aquí se vibra con los intérpretes y lo aparentemente difícil se convierte en un camino iniciático, ligero”, dice Grosse.
En cuanto a Fátima Frutos,
espera también inquieta el día del estreno, tal vez con el regusto
en la memoria de aquellos colacaos que sustentaron sus primeros pasos
literarios o el recuerdo de aquellas otras andrómedas –ella
también lo es- cuyo esfuerzo, cuya lucha por liberarse de las
cadenas, la han traído hasta aquí.
“He escuchado ya a María
Hinojosa en otras óperas”, nos cuenta cuando le preguntamos si ha
seguido los ensayos de cerca y si está nerviosa. “Es una gran
intérprete y una gran soprano. Sinceramente, no me imagino a mi
Andrómeda en otra voz. Además, ella tiene una personalidad muy
marcada y conecta bien con el ineludible feminismo que hay en la
protagonista. Y lo de los nervios va por rachas. Conociéndome, te
diré que cuando falten pocos días para el estreno estaré a medio
camino entre el entusiasmo, el nerviosismo y la expectación. No
obstante, prometo entrar al estreno habiendo brindando con Chardonnay
navarro, que eso siempre ayuda mucho”, concluye.
El Drogas presenta su
nuevo trabajo, “189 escritos con una mano enferma”, un libro-disco con textos y
ocho canciones maquinados durante el confinamiento, en el que aborda, entre
otros temas, la reciente muerte y
despedida de personas cercanas, como su madre o Boni, su compañero en
Barricada.
Patxi Irurzun/ Gara 27/09/21
Llegamos a la cita a pecho descubierto, con el libro-disco
todavía en fábrica y habiendo escuchado solo la canción que el músico txantreano
adelantó hace unos días y leído apenas un puñado de poemas que Desacorde, la
editorial vallecana que los edita nos anticipa. Pero es suficiente. El Drogas
es buen conversador y sabe contar su mundo, transmitir la pasión y la
minuciosidad que pone en cada uno de sus trabajos. Tras un quíntuple disco,
cuya presentación y gira se quedó a medias por culpa del confinamiento, el
encierro forzoso fue precisamente el que determinó la gestación de este nuevo
trabajo, el que encendió la fiebre por escribir de Enrique Villareal y puso el
ratón en su cabeza a dar vueltas: escribir-tocar-escribir… El resultado, “189
escritos con una mano enferma”, que se edita en formato de libro+CD (las
canciones además aparecerán también en otro formato independiente, un vinilo
bajo el título “El largo sueño de una polilla”), que verá la luz el 1 de
octubre y que comienza a presentarse en público con una gira que arranca este
mismo miércoles en Oñati y ofrecerá tres conciertos los días 5, 6 y 7 de
octubre en el teatro Gayarre de Iruña.
¿Qué nos vamos a encontrar en este trabajo?
Es el curro de un año. Todo empezó durante el confinamiento, cuando me pregunté qué podía hacer yo encerrado por obligación en casa para no volver loca a la familia. Así que comencé a hacer una recopilación de escritos que encontré en cuadernos, el ordenador, y di con catorce textos, algunos antiguos, en los que vi que estaba bien el fondo, pero la forma, no tanto, pues la propia estética de mi escritura ha ido cambiando. Pero la lectura de esos poemas es lo que me dio el chispazo de volver a coger el boli. Me puse, pues, a escribir como un loco, a corregir (aunque no me gusta mucho corregir, porque considero lo que escribo como un jarro de agua echado al papel, al contrario que las canciones, que las manoseo más). En fin, el caso es que cuando me cansaba de escribir cogía la guitarra o me ponía en el piano y con tres o cuatro acordes, sacaba una melodía, una canción, y eso se convirtió un círculo vicioso: escribir, tocar para descansar de escribir, escribir para descansar de tocar… Luego, ya es cuando me convertí en anacoreta voluntario, recopilé los textos, las canciones que había ido escribiendo… Y en el proceso de grabación de esas canciones para la maqueta sucede lo de Boni, que muere en enero. Entonces me comentan que se va a hacer un disco de recuerdo, me invitan a participar, y yo decido coger una canción suya en acústico y la disecciono, la hago mía, en un proceso muy emocionante que me absorbe durante dos meses, más otro más grabando con la sinfónica de Bilbao. En fin, un curro enorme que me saca un poco de donde estaba, hasta que pude volver a retomar la historia.
¿Ese círculo escribir-tocar-escribir quiere decir que las
canciones y los textos guardan relación entre sí?
Esa es la única unión, que está todo currado a la vez, pero
mientras que en los escritos no hay un denominador común, las canciones están
muy relacionadas con lo que me ha sucedido durante la pandemia, la muerte de mi
madre, la de Boni, los aplausos durante el confinamiento (de qué manera el
ruido de las cacerolas o los altavoces tapa ese gesto físico del aplauso, ese
apoyo tan físico a los sanitarios, que se convierte en otra cosa)… Las letras
no hablan tanto de la muerte en sí, como
de mi relación con ella, con la muerte de personas cercanas a mí, cómo la he vivido, la relación
que he tenido con ellos, y también cómo ha sido la despedida, o la no
despedida…
¿Esas pérdidas tan cercanas le hacen pensar también en su
propia muerte, preocuparse por ella?
No me como mucho el tarro con eso, pero sí pienso en que sí
me apetece cada vez más disfrutar lo que tengo y con las personas que tengo más
cerca…Esa es mi única preocupación en este momento. No me importa tanto lo
que la gente pueda pensar sobre lo que hago, sino disfrutar de todo eso y
transmitir lo que quiero como yo creo que debo hacerlo…
¿Piensa en el futuro?
No, siempre digo que la vida es un camino de aprendizaje, lo
sucedido con la pandemia lo viene a corroborar, nunca sabes qué puede pasar, el
futuro para mí es lo que pueda hablar dentro de un rato con mi socia o el hecho
de juntarme con mi gente a tocar en la bajera…
¿Y creativamente eso como le afecta, hace planes a medio
o largo plazo?
Eso va viniendo y como yo no me ciño a un estilo concreto…
Cada vez me aburre más la visión de mí mismo metido en mi traje, así que
procuro prostituirme y serme infiel a mí mismo. No me preocupa para nada lo que
pueda pensar la peña que se quedó con El Drogas en Barricada, para mí Barricada
fue una anécdota, con sus cosas buenas y malas, más buenas que malas, pero toda
la parte final fue una mierda del copón y cada cierto tiempo vuelve otra vez,
cuando ya creo que lo tengo superado, en este caso vuelve debido a un hecho
concreto, lo de Boni, con quien yo ya había hablado de todo lo que teníamos que
hablar durante los dos últimos años, por eso digo que lo de Barricada es una
anécdota, y no lo digo de manera peyorativa, otros lo llaman experiencias, yo
no le quito importancia alguna, pero a veces hay gente que no tiene donde
rascar en su vida e intentan rascar en las de otros, a esos yo ya lo dije hace
tiempo: si quieres mis cuatro focos, toma, todos para ti…
No hemos hablado aún de los “189 escritos con una mano
enferma”, la parte literaria de este trabajo. ¿Qué nos cuenta en esos textos?
Son escritos, textos cortos, pero realmente no sabría
explicarlos, sí hay dos que hice cuando muere mi madre y cuando muere Boni,
pero los demás si alguien entiende algo,
cuando los lean estaría bien que me los explicara…
Comienza a presentarlo en unos días ¿cómo son las nuevas
canciones y cómo va a ser la puesta en escena?
Las nuevas canciones están trabajadas con productor, en lugar de con un grupo, es decir, yo he ido grabando todo en el local y después se las he ido pasando a Haritz Harreguy para las mezclas, etc. para que pueda darle una amplitud que yo no alcanzo… Yo mismo he grabado casi toda la instrumentación, las guitarras (aunque cuando necesitaba un toque especial recurría a Txus Maraví), me hecho mis propios coros… Con el piano me defiendo para sacar estructuras y melodías, pero todavía estoy aprendiendo, dando clases, así que a la hora de grabar hay dos canciones que las toca Germán San Martín, otras dos Mikel Isaba, otra Selva Barón… Respecto a la puesta en escena, es una mezcla de diferentes cosas que he ido haciendo. Yo ya he ido solo otras veces, de vendedor de crecepelo, en formato acústico, con el piano, la guitarra, haciendo monólogos entre canción y canción, y con Txus Maraví también había probado a tocar los dos en bares, o he hecho acústicos con la banda, pero ahora quería hacer algo diferente, más elaborado y al final somos siete músicos, El Drogas Akustik Fraktion, tocando en acústico: el Flako con el contrabajo, acústica y coros, Germán San Martín con teclado y acordeón, Nahia Ojeta, percusión acústica y coros, las voces de Selva Barón y Patricia Graham y Txus Maraví con la guitarra. En el repertorio hay cuatro de las canciones nuevas y un compendio de canciones preparadas para este formato, de todo tipo, por ejemplo La hora del carnaval con cuatro guitarras, piano y voces, sin percusión. Arrancamos este mismo miércoles en la Azoka Kultura Gunea de Oñati.
Si ya sea
Me pisaron
la garganta;
fuerte tacón
en la nuez.
Si ya no sirven
para desencadenar
un incendio
no quiero
palabras que absuelvan
voces culpables
ni frases
vulnerables
de cobarde. Con
la imaginación
que vuela sola
con el viento
nadie puede
jugar al engaño.
Sea el papel ya
la sentencia
para llenar
botellas
y botellas
con sangre inútil
porque hacia el ocaso
solo va
consciente
el borracho.
Y de él,
todos los fracasos
ríen.