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Un viaje intergenaracional del papel a la piel

Oct 7, 2024   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

¡¿PERO QUIÉN SE VA A QUERER TATUAR MIS MONIGOTES?!

El tatuador iruindarra Mikel Edorta López de Vicuña ha recopilado y llevado al papel −y a la piel de decenas de su clientes− los dibujos de su abuela, Josefina Altuna, una artista navarra autodidacta de arte outsider que lleva medio siglo dibujando en secreto y que ahora es descubierta para el gran público en el libro “Una ventana. La luna. Mis luceros” o en la exposición que le dedicó recientemente el Salón del Cómic de Nafarroa.

Patxi Irurzun. Publicado en 7ka (06/10/24)

Foto: José Delou

“Dibujando a los políticos me meo. Hace tiempo que no he pintado a ninguno. Siempre pinto a los asquerosos. A Trump también le pinté porque era tan malo…Me sale bien su peinado. Pero no me parece que mis dibujos tengan valor para nada. Pienso que la gente se va a reír”, dice Josefina Altuna, la joven promesa de la ilustración navarra. Tiene 92 años. Lo dice Josefina y lo transcribe su su nieto, Mikel Edorta López de Vicuña, en el libro que autoeditó hace dos años y en el que recoge la obra y la historia de esta sorprendente artista outsider, nacida en 1932 a las faldas del monte Ezkaba, en Berriosuso, y vecina del pamplonés barrio de la Txantrea durante buena parte de su vida.

Vergonzosa y desenfadada

Mikel Edorta nos recibe en Aizkora, su estudio de tatuaje en la Plaza de la Navarrería de Iruñea, de donde han salido decenas de personas con uno de los diseños de Josefina Altuna impresos en la piel, después de que Mikel los diera a conocer, primero en las redes sociales, y luego en su libro “Una ventana. La luna. Mis luceros”. Además, durante la última edición del Salón del Cómic de Navarra, celebrada el pasado mes de septiembre, una de las exposiciones estuvo dedicada a la obra de esta autora secreta, que durante cincuenta años ha pintado para sí misma, llenando sus libretas de coloridos dibujos, con un aire entre naif y gamberro. En ellos aparecen mujeres que fuman − “Cuando me salen con el morro feo les pongo un cigarro”−, chicas con cabeza de pollo −”Chicos no, porque no me salen”−, gente en pelotas − “Porque así venimos al mundo”−, y también pájaros con barba, animalitos defecando, lobos con jersey…

Foto: Mikel Edorta López de Vicuña

El Salón del Cómic programó también una charla sobre este original y fecundo imaginario de Josefina Altuna, charla en la que, como en este reportaje, fue su nieto, Mikel, quién actuó como portavoz: “Josefina es ya muy mayor, está bastante sorda, es muy vergonzosa…”, explica, pero también añade que la visibilización de su trabajo le ha hecho muy ilusión: “Ella vive todo esto con felicidad, con orgullo,y está encantada, a pesar de su timidez. A mucha gente le sorprende cuando digo que Josefina es vergonzosa, porque sus dibujos son muy desenfadados”.

Un viaje en el tiempo

La historia de esa proyección pública de la obra de Josefina Altuna arranca hace cinco años, cuando a Mikel un redescubrimiento de los dibujos de su abuela lo transporta en una máquina del tiempo hasta su infancia: “Tengo un recuerdo de los sábados, que era cuando íbamos a casa de mi abuela, en la Txantrea, muy cerca de la nuestra, y después de comer nos pegábamos como cuatro o cinco horas pintando con ella. Luego, en la adolescencia, cuando empiezas a interesarte por otras cosas, yo dejo de ir a comer a su casa y todo eso queda un poco enterrado, aunque sí me sonaba que ella seguía dibujando, y también escribiendo poemas. Más tarde, a los diecinueve, yo empiezo a tatuar. Era todavía muy joven y al principio, en los primeros años, estás aprendiendo el oficio, dando bandazos. Pero allá por el año 2019, poco antes de la pandemia, ya con un bagaje como tatuador, en una visita a mi abuela veo otra vez sus dibujos y es cuando tengo ese viaje en el tiempo, me acuerdo de mis vivencias con Josefina y me doy cuenta de que esas imágenes podrían funcionar muy bien como tatoos. Se lo digo a ella y, aunque no recuerdo exactamente su respuesta, debió de ser algo así como: “¡¿Pero quién se va a querer tatuar mis monigotes?!”. Despúes puse los dibujos en las redes, e inmediatamente comencé a recibir mensajes de gente interesada, que querían reservar cita. Así es cómo comenzó la rueda”.

Arte outsider

Mikel recuerda también al primero de los clientes que llevó del papel a la piel una referencia de Josefina Altuna. Fue Ibai, un chico de Unzué a quien él ya había tatuado anteriormente, en aquella ocasión un dibujo de Henry Darger. “Era una especie de niño con alas de mariposa, cuernos de carnero. Es curioso, porque ahí ya me empezaron a resonar cosas de mi abuela. Luego ya he comprendido que el mundo artístico de ella tiene mucho que ver con eso que se denomina arte outsider o marginal”.


Foto: Mikel Edorta López de Vicuña

Henry Darger es, en efecto, uno de los artistas más destacados del llamado arte outsider o marginal, aquel que surge fuera de la academia o la cultura oficial, por medio de artistas autodidactas o naif, colectivos marginales, racializados, etc. y en el que también tiene cabida el Art Brut, un término para describir el arte originado en instituciones psiquiátricas, carcelarias…, en definitiva, un arte que describe la obra de personas ajenas al mundo artístico, sin formación académica. “Me parece gente muy interesante”, señala Mikel, quien sí estudió un grado superior en la Escuela de Artes, “porque no están contaminados, es algo muy puro, la gente cuando crece o entra en centros de enseñanza, aprende muchos conceptos, imágenes, y a veces es difícil recuperar esa esencia, esa naturalidad que tienen los artistas outsider, que son gente muy libre. Todo eso es lo que hace tan especiales, tan llenas de imaginación y de corazón esas obras de artistas como Darger o mi abuela”.

El tatoo de Hofe

Si la primera de las personas en tatuarse un dibujo de Josefina Altuna fue Ibai −quien repitió después en cuatro o cinco ocasiones más, calcula Mikel− uno de los últimos ha sido el artista y cantante Igotz Méndez, Hofe, autor de temas como “Joven lehendakari”, o “Vampireando”, incluidos en sus EP “Amodioa” y “Amorrua”, y a quien preguntamos qué fue lo que le llamó la atención de los dibujos de Josefina Altuna: “Yo tengo bastante cercanía con Mikel, somos colegas, y supe de la historia de Josefina a través de él y su hermana Izaskun. Me fui interesando mucho por el tema, más todavía cuando Mikel publicó el libro contando su historia. Vi también un vídeo, un reportaje en EITB Kultura en el que explicaban no solo esa historia, sino también el proceso de dibujo, cómo Mikel llevaba después eso al tatuaje. Me pareció muy guay ese gesto de Mikel de trasladar el arte de su abuela a la piel de mucha gente y hacer de esa manera que se conociera, por eso lo hice, porque me interesaba ese relato y quería contribuir a hacerlo más grande. Y, bueno, además de todo eso porque me gustan mucho los dibujos de Josefina, claro”.

Hay, como señala Hofe, un componente intergeneracional en esa transmisión entre abuela y nieto de un relato y unas imágenes que también ha contribuido a que algunas personas decidan tatuarse los dibujos de Josefina: “El de Josefina seguro que no es un caso aislado, hay mucha gente que dibuja y no lo muestra, el otro día, por ejemplo, vino un chico con un diseño de un dibujo que había hecho su abuelo. Ha venido también gente que tenía vínculos muy fuertes con su abuela y esta historia les ha llenado el corazón. Ese factor también existe”, explica Mikel.


Foto: Mikel Edorta López de Vicuña

Las creaciones de Josefina Altuna despiertan, en efecto, el interés entre aquellos que deciden tatuarse uno de sus diseños por diferentes motivos: “Hay clientes a los que les ha gustado algún dibujo concreto, otros se tatuan alguna de las mujeres que ella dibuja, porque ven en ellas una especie de fuerza implícita, a otros les ha hecho gracia un diseño porque descubren un estilo o un aire de cierta época… Yo, por ejemplo, cuando veo esos personajes que mi abuela dibuja de cuerpo entero me transportan un poco a los 80, me recuerdan el vestuario de las pelis de Almodóvar… Tiene un universo muy rico, con diseños fantásticos, otros más divertidos…

El dibujo como terapia

Al respecto de esto último, una de las vertientes más llamativas de las creaciones de la artista navarra son sus dibujos más desenfadados, con un toque gamberro e incluso punk, que son una expresión de su carácter, aunque introvertido, alegre, o que funcionan como espita o mecanismo de compensación para esa timidez: “Sí, el sentido del humor que tiene, su felicidad, es algo que yo creo que le ha hecho estar viva hasta esa edad tan avanzada, ella es una persona a la que conoces y desde el minuto uno está echando carcajadas, sonriendo, y es algo que se refleja en su obra. Ella, de todos modos, se ha sentido en todo este proceso no diría contraria a enseñar sus dibujos, pero sí que le daba cierta vergüenza, porque cree que no valen nada. Es algo que comparte con todo este tipo de artistas que mencionábamos antes, que dibujan al final como un hobby, y no dan valor a lo que hacen. Aunque también es cierto que cuando empezó todo esto ella empezó a motivarse un poco, por ejemplo si yo tatuaba una cara de una chica y se lo decía, iba a la semana siguiente a su casa y había dibujado muchas caras de chicas, porque veía que interesaban a la gente… En el libro cuento que todo esto ha sido algo que le ha dado vida, un pequeño fueguito al que hemos ido echando leña, y que Josefina ha cogido como fuerza, de hecho ahí está con sus 92 años y sigue dibujando.”.

El arte, y la escritura, esas vocaciones tan arraigada e intuitivas de Josefina Altuna, han tenido, pues a lo largo de su vida cierto carácter terapéutico. En “Una ventana, la luna, mis luceros”, el libro editado por Mikel, se recogen, por ejemplo, algunas de las cartas que ella escribió a su marido, cuando este falleció:


Foto: cedida por Mikel Edorta López de Vicuña

“Querido Santi: Han pasado dos años. Una eternidad. El pasado aporta la vida que pasamos juntos criando una familia maravillosa. Pero hace dos años que nos dejaste. Nunca te olvidaremos. Siempre, hasta en los sueños, te hablo y no me contestas. Te quiero, te quise, siempre en el corazón como árbol fecundo para el presente y para el futuro de esta tierra exigiendo justicia y libertad. Eso es lo que decía Santi, quien no se perdió una manifestación recogiendo el testigo de la lucha por la dignidad, porque al fin y al cabo esta es es la historia nuestra del 36”.

Josefina y la fuga del monte Ezkaba

La trayectoria vital de Josefina, que contaba cuatro años cuando tuvo lugar el golpe militar, se recoge también en una de las tres partes en que está dividido “Una ventana. Las luna. Mis luceros”. Josefina recuerda, por ejemplo, la histórica y multitudinaria fuga del Fuerte de San Cristóbal, en el monte Ezkaba, cuando todavía vivían a las faldas del mismo, en Berriosuso. Su casa era la primera al bajar del monte y a las puertas de la misma se juntaron diez o doce fugados. “El que mandaba en el pueblo, que trabajaba en Diputación y era más malo que el sebo, le dijo a mi madre: “Benita, no cures más, que nosotros los vamos a curar enseguida”. Los llevaron al cementerio y empezaron: pim, pom, pim, pom… Antes de eso, mi padre había escondido a uno en casa, entre la paja. Estuvo toda la noche sin dormir, mirando por la ventana. Cuando estaba aún oscuro, mi padre le dijo por dónde tenía que ir para escaparse y el hombre se marchó. Años después, cuando mi padre murió, se lo volvieron a encontrar. Vivía en Pamplona y tenía dos hijas”.

Rememora también Josefina cómo le arrebataron el euskera: “Me gustaba mucho, lo aprendí de pequeña, porque mis padres no hablaban otra cosa. Pero cuando vinimos a Pamplona dejé de hablarlo. No nos dejaban usarlo, estaba prohibido y en el colegio nos pegaban con la regla si lo hablabas”.

Tal vez por eso, Josefina recuerda también como uno de sus paraísos perdidos las temporadas que pasó con su tía en Ultzama, aquejada por una enfermedad provocada por las humedades que sufrió en su infancia en los pisos de Iruña en que vivió, en la calle Nueva o en la de la Merced. De aquella época tiene un gran recuerdo y una profunda añoranza, ligados a la vida en libertad y en comunión con la naturaleza y los animales. “En sus dibujos también refleja esa vida rural, en ellos salen pueblitos, animales, de hecho ella tiene todavía algo de paquete a la ciudad, a Pamplona, incluso a la Txantrea, donde se instaló más tarde, cuando se casó”, señala Mikel, quien recogió todos estos recuerdos transcribiéndolos tras una larga y fluida conversación con Josefina que grabó sin que ella lo supiera. “Si lo hubiera sabido se habría puesto nerviosa, no habría sido lo mismo, la transcripción es una selección de sus propias palabras, con la naturalidad que ella habla, y también con ese punto poético que tienen alguna de sus frases”.


Foto: Mikel Edorta López de Vicuña

Una ventana. La luna, Mis luceros.

Esa pequeña biografía de Josefina Altuna conforma uno de los tres capítulos en que se divide “Una ventana. La luna. Mis luceros”, el titulado “La Luna”, en el que también se da cuenta del momento en que Josefina comenzó a dibujar, a una edad en realidad bastante avanzada, con cuarenta años, ayudando a su hija, la madre de Mikel, en una tarea escolar: “Yo nunca en mi vida había dibujado. Cogí un papel e hice un dibujo. Le dije: “Esto es muy fácil. Empiezas por el río, después la orilla del río, después las chozas, luego los negros, el misionero…”. Hice el dibujo con lápices de madera y… ¡ganó el premio del colegio!. Pero era más feo… Eso es la pura verdad”.

En otro de los capítulos del libro, el primero de ellos, “Una ventana”, Mikel introduce a los lectores contando cómo ha sido el proceso de redescubrimiento de la obra de su abuela y cómo llevo esta a su salón de tatuaje, así como lo que ha supuesto para él toda esta experiencia. En el tercer capítulo, “Mis luceros” −una referencia al modo en que Josefina se refiere a sus nietos− se incluyen dibujos y poemas de Josefina, y en la parte final hay un apéndice con fotografías de tatuajes realizados a clientes, como muestra de agradecimiento a estos.

El libro fue autoeditado en 2022, con la ayuda de diferentes amigos del tatuador navarro, en una pequeña tirada que Mikel Edorta López de Vicuña no tienen intención de reimprimir, a pesar de que ya apenas le quedan ejemplares: “Era como un pequeño secreto, no quería que circulara demasiado”, dice, aunque algunos de los ejemplares han llegado a otros países, como Estados Unidos: “La edición es trilingüe, en castellano, euskera e inglés. Lo del inglés me interesaba porque en Estados Unidos, que es con diferencia el lugar de fuera al que más libros he mandado, tienen mucha más cultura del tatoo que aquí, y también porque está más familiarizados con el arte outsider, han tenido más artistas de ese tipo…”, dice.

Una historia, en definitiva, la de Josefina, única y al mismo tiempo universal, que nos abre una ventana a la historia de una mujer que de un modo natural e intuitivo consigue encontrar en el arte uno de sus fundamentos y sus razones de ser: expresar un mundo interior, una trayectoria vital, un modo de estar en el mundo y transmitirla, en este caso, primero a los seres más cercanos y queridos y a través de estos, de su nieto y sus tatuajes, a otras personas. “El título del libro viene de ahí. A mi abuela le gusta dormir con la persiana subida porque de ese modo ve a través de la ventana la luna. Me parecía que era una buena metáfora, que a través de la ventana podías entrar al universo de Josefina”, concluye Mikel.

Henry Darger - Petullo Art Collection

Quiero que la manzanas tengan vodka”. La pinturitas y otros ejemplos de arte outsider local


Los dibujos de Josefina Altuna, como señala su nieto, el tatuador Mikel Edorta López de Vicuña, pueden catalogarse dentro del llamado arte outsider o marginal, una corriente a la que dio nombre el historiador Robert Cardinal, ampliando el concepto de Art Brut que etiquetó el pintor francés Jean Dubuffet y con el que se refería al arte realizado por enfermos mentales (si bien antes psiquiatras como el portugués Miguel Bombarda o el alemán Hans Prinzhorn ya habían trabajado en ese campo). Cardinal amplia el espectro para referirse a todo tipo de artistas que carecen de formación académica. Uno de los exponentes más destacados del arte outsider es el estadounidense Henry Darger. Darger fue un anónimo trabajador de la limpieza a cuya muerte fueron encontrados en su cuarto, en Chicago, cientos de acuarelas y dibujos que constituían las ilustraciones de un manuscrito de más de catorce mil páginas, “La historia de los Vivians”, a la que dedicó toda una vida. Batallas épicas, fugas imposibles, brutales torturas a niños esclavizados… La obra de Darger revela un don natural para el dibujo, que lo convirtió en uno de los artistas marginales más destacados. Pero no es el único. Entre nosotros también podemos apuntar varios ejemplos que podrían incluirse dentro de esta corriente. Por ejemplo, el artista donostiarra José Luis Zumeta ilustró en su obra “Oi! Bihotz” 38 poemas de varios de los internos del hospital psiquiátrico de Arrasate, publicados en la revista Globo Rojo de dicho establecimiento (en la que también participó activamente el poeta Leopolo María Panero). “Quiero que las palabras tengan vodka/ Quiero una manzana negra”, escribe, por ejemplo, uno de los pacientes. Aunque si hay un ejemplo notorio y cercano de Art Brut es la obra de María Ángeles Fernández Cuesta, más conocida como La Pinturitas, una artista que a lo largo de varios años ha pintado las paredes de un antiguo restaurante abandonado en la carretera nacional que atraviesa el pueblo navarro de Arguedas. Los dibujos de La Pinturitas (un colorido y caótico entramado en el que se mezclan rostros grotescos y superpuestos de enormes pestañas, labios con forma de pez, nombres de personajes famosos escrito con tipografía animal… y que renueva cada cierto tiempo, como un enorme palimpsesto) llaman la atención de conductores y curiosos. Hasta hace relativamente poco no era extraño encontrarse a La Pinturitas trabajando en su “estudio”, ni que ella accediera a contar su vida a quienes se acercaban al mismo (o a cantarles un tema de Rocío Jurado), pero desde hace algún tiempo el antiguo restaurante aparece cercado, según nos cuenta el propio Mikel Edorta López de Vicuña, que a partir de la obra de su abuela Josefina Altuna, comenzó a interesarse por otras manifestaciones de arte marginal y ha visitado de vez en cuando Arguedas, sin llegar a toparse con La Pinturitas. Hace apenas unos días, sin embargo, se encontró con las vallas que protegían la obra de la artista ribera. “Nos dijeron que solían entrar chavales, que habían quemado un colchón… Pero, cuando preguntamos por La Pinturitas, nos llevaron hasta su casa y estuvimos hablando un poco con ella. Ha pasado una racha mala, está cuidando a su marido y lleva sin pintar un par de años”, nos cuenta. No sabemos, pues, si la artista volverá a retomar su obra, pero esta, en todo caso, ya ha sido reconocida y recogida por artistas como el fotógrafo Hervé Couton, quien publicó un libro recopilando la obra de La Pinturitas, o de galerías como la parisina Galerie Du Moineau Écarlate, especializada en Art Brut, que le dedicó una exposición en 2022.

Entrevista a Santi Escribano

Oct 7, 2024   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

“Es muy fácil cantar proclamas, pero menos llevarlas a cabo”

Santi Escribano (periodista)

Foto: Montse García

Santi Escribano reúne en “La hoguera” varias historias de canciones que usan la música como herramienta de combate o hablan de luchas políticas y sociales

Patxi Irurzun/ Iruñea

La hoguera, editado por Ovejas Negrax, forma parte de una trilogía que se inició con “La Mecha” y culminará con una tercera parte en la que sumará nuevas “Historias de política y rock”, ese es el subtítulo de esta serie de libros. El periodista madrileño desglosa en esta segunda entrega qué relato se esconde o cuál fue el chispazo que hizo prender temas como “Solidarity”, de Angelic up stars o “Bahía de Pasaia”, de Barricada, entre otros… En la selección, por cierto, hay canciones de varios grupos vascos: La Polla, Negu Gorriak, Piperrak… o se hace alusión a otros como los estadounidenses Body Count, con el conocido rapero Ice T al frente, quienes decidieron ofrecer su único concierto en Europa en 1994 en el Gazte Topagune de Zaldibia.

Cuéntenos cómo surge este proyecto y con qué objetivo.

Lo que busco es reivindicar cómo el rock – y variantes – han sido una parte fundamental en la formación política, cultura, social, personal… de mucha gente. En mi caso, vería el mundo de un modo distinto de no haberme topado en mi adolescencia con Reincidentes, Negu Gorriak o algo después Sin Dios. Desde entonces me divierte buscar, ampliar, qué nos contaban esas canciones en tres minutos, qué referencias tenían explícitas u ocultas. Y para no darle la barrila a mis colegas, desde 2016 lo hago en “100Fuegos, política y rock” programa que ahora emitimos en Radio XATA, emisora comunitaria de Pinto, y quise llevarlo al formato libro porque lo impreso luce mucho más y creo que escribo mejor que hablo.

Libro La Hoguera

El rock, o una parte del rock ha sido a menudo una herramienta política, o una manera de denunciar, mostrar disconformidad… ¿Cree que eso se sigue manteniendo?

Creo que sí, aunque también haya un rock conservador, reaccionario, comercial e individualista. Cada generación de gente protestona ha tenido su banda sonora: coplas antifascistas en los años 30, cantautores y folk en los 70… y el punk rock ha sido en buena parte la de quienes nacimos en los 70 u 80. Sigue habiendo rock de denuncia, aunque (salvo quizá en el streetpunk) la media de edad es alta. Ahora la chavalería con ganas de mostrar esa disconformidad lo hacen con la música urbana o el indie. Y bien que hacen.

Además de hablar de diferentes luchas, también hay un componente sentimental o biográfico en muchas de las historias que cuenta. ¿Cómo ha sido la selección de las diferentes canciones?

Hay canciones que te ponen la historia en bandeja: “Ustelkeria” de Negu Gorriak, “Bahía de Pasaia” de Barricada, “Reggae fi Peach” de Linton Kwesi Johnson o “Solidarity” de Angelic Upstarts… Otras veces es menos obvio: Agua Bendita contando cómo “Billy Joe” se engancha a la heroína me lleva a narrar cómo lo hizo el que era mi mejor amigo de adolescente; Extremoduro mencionando “Cáceres II, Alcalá Meco, Puerto de Santa María” me sirve para hablar del sistema penitenciario español; o descubrir que “Canto” de El Último Ke Zierre era el último poema de Víctor Jara fue la excusa perfecta para recordar su nada rockera pero muy política figura.

En esa selección llama la atención que haya varias historias relacionadas con grupos vascos, ¿el Rock Radikal Vasco, por ejemplo, ha sido un referente para mucha gente, también fuera de Euskal Herria?

Desde luego, el rock vasco, y mucho más allá de la etiqueta del RRV, es un referente imprescindible. Por hablar de mi entorno, Madrid, somos muchas las personas que en un momento dado hemos sufrido de “vasquitis”, viendo con envidia sana esa combinación de “jaia ta borroka”, esa fuerza para dotar de contenido social lo musical y lo lúdico, que hay en EH.

¿Piensa que el rock, o cierto tipo de rock, puede estar ligado a una clase social, a la clase obrera, en concreto?

En su momento el punk, el rock, el heavy… eran cosas de barrio obrero, aunque siempre hubiera pijos disfrazados. Ahora es todo muy raro, ves precios de festivales, las zonas VIP acotadas para Metallica ¡o a La Raíz! y piensas en qué momento esto se nos fue de las manos. Imagino que en el mismo en que alguien por tener una hipoteca a treinta años para un pisito pasó a creerse clase media y más cercano al patrón que a quien friega las escaleras.

¿Y cree que las canciones pueden ser una herramienta de transformación, que pueden llegar a cambiar algunas cosas?

A veces nos flipamos, porque es muy fácil cantar proclamas, pero menos llevarlas a cabo, y llega la decepción al ser tres mil en el concierto y treinta en la manifestación. Pero, cuando me puede el pesimismo, recuerdo que el enemigo sí tiene claro que lo cultural es una herramienta política de primerísimo orden: el rock como arma contra el bloque soviético con “Wind of change” de los Scorpions acompañando la caída del muro de Berlín, Israel haciendo “pinkwashing” en Eurovisión… Si a ellos les sirve, ¿por qué no a nosotras?

¿Hay alguna historia de las que recoge por la que sientas especial predilección?

Del volumen 1, “La Mecha”, mi favorita es la del peluquero Vidal Sassoon pateando fascistas en el Londres de posguerra, a la que metí con calzador la canción “Antinazis” de KOP. En este volumen 2 me gusta cómo hilo lo personal y lo local con una causa mucho mayor, la de los deportados de Pinto, Pego y Guiamets a campos de concentración nazis, con banda sonora de La Gossa Sorda. También la fascinante historia de la anarquista vizcaína Julia Hermosilla, que “casi nos libra de Franco en dos ocasiones” y sale en el himno feminista “Las que faltaron” de Mafalda. Y “Bahía de Pasaia”, porque es un buen ejemplo de cómo, a través del rock, se ha conseguido que no se olvide un caso gravísimo de guerra sucia y represión.

¿Y alguna que se haya quedado fuera?

Quise dedicar un capítulo al 3 de marzo de Vitoria-Gasteiz, con Betagarri, S.A. o Mossin Nagant como gancho; y uno a Comandos Autónomos con Hertzainak, pero como finalmente hay un capítulo dedicado a los crímenes de la Transición con los leoneses Hachazo de percha, me pareció redundante. Quizá vayan al tercer volumen, como otras historias que tengo en mente como Banda Bassotti y los años de plomo italianos, los Rolling Stones y Angela Davis, Estopa como héroes de la clase obrera o la revolución que supuso la fecundación in vitro cantada por Toy Dolls. 

INVENTARIO DE SONIDOS

Sep 16, 2024   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
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Publicado en Rubio de bote, magazine ON diarios Grupo Noticias (14/09/24)

Hace unos días, en una entretenida y divertida conferencia sobre la relación de la pelota vasca con la Iglesia, el ponente, Santiago Lesmes, iniciaba su intervención botando una pelota contra el suelo (que era además el del refectorio de la Catedral de Pamplona) y hablando del poder evocador de los sonidos, capaz de retrotraernos a otras épocas de nuestra vida, de remover recuerdos, de unirnos incluso de una manera atávica con la tierra o con nuestros ancestros… Hay algo de todo eso en el repique y el eco, como un disparo, de una pelota contra el frontón: la piedra, el cuero, el impacto contra la chapa cuando se yerra el golpe (los errores siempre resultan más estruendosos).

Al escuchar a Lesmes comencé a pensar en mis propias magdalenas acústicas de Proust y me acordé, por ejemplo, del bote de un balón de baloncesto. Durante muchos años de mi infancia y adolescencia el baloncesto fue mi vida, todo giraba alrededor de él, y ese sonido lo percibía como el latido de un corazón. Años más tarde viví durante algún tiempo en un piso cuyas ventanas daban a unas pistas con canastas en las que a todas horas había grupos de chavales jugando. A algunos de mis vecinos aquel ruido les molestaba. A mí, por el contrario, me gustaba, me tranquilizaba, era una especie de cordón umbilical que me conectaba con mi juventud. A nadie le molesta el sonido de su propio corazón.

Las evocaciones acústicas, no obstante, no siempre o no solo traen buenos recuerdos, a menudo dejan en la memoria un regusto agridulce. El ruido de una llave en la cerradura puede suponer un alivio para quien espera con los ojos abiertos y el alma en vilo el regreso de una hija o un hijo desde los abismos de la noche, pero también puede ser angustioso para quien ha vivido algún infierno doméstico.

El inventario de sonidos terroríficos o inquietantes podría ser interminable: el tic-tac de un reloj de pared en una noche blanca de insomnio, el murmullo peligroso de las muchedumbres, la canica o la moneda rodando en el piso superior, el rumor del viento despeinando los árboles antes de la tormenta, el rugido de los estómagos en los exámenes, las toses recorriendo los pasillos en las noches de hospital, el ulular de las ambulancias atravesando la ciudad, la llamada telefónica en mitad de la madrugada…

Aunque puestos a evocar, ¿por qué no quedarnos -volviendo al baloncesto- con el suspiro de la red tras una canasta limpia? ¿O por qué no con el aplauso fervoroso y unánime al artista talentoso, con la carcajada contagiosa como un virus, con el chorro vigoroso de la orina largamente contenida? ¿Y por qué no, en fin, con algunos sonidos en peligro de extinción: el crujido de la aguja sobre el vinilo, el chiflo del afilador, el remache de la tecla de la máquina de escribir poniendo el punto final de un artículo?

Un cartel bordado para el XV Salón del Cómic de Nafarroa

Sep 9, 2024   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
Cartel XV Salón del Cómic de Navarra

Publicado en Gara/Naiz 09/09/24

Entre el 6 y el 28 de septiembre se celebra en Iruñea el Salón del Cómic de Nafarroa. Es ya la decimoquinta edición y en esta ocasión han bordado, literalmente, el cartel, con la presencia de invitados como la autora de dicho cartel, Bea Lema, una docena de exposiciones o algunos descubrimientos sorprendentes, como el de la joven promesa local Josefina Altuna, de 91 años.

Mientras a solo unas horas del inicio del Salón del Cómic de Nafarroa, su director Javier Pérez de Zabalza, atiende alguna llamada o da los últimos toques a alguna de la exposiciones que ocupan las tres plantas del Palacio de Condestable de Iruñea, su cabeza está ya puesta en la edición del próximo año. Esta es la decimoquinta cita del que es ya un evento cultural asentado en la ciudad y también en el mundillo del cómic estatal, pero que a pesar de su veteranía mantiene toda la efervescencia, frescura e ímpetu propios de los quinceañeros. Pérez de Zabalza no cree que sea él quien deba decir que el Salón es un festival de referencia para los autores y aficionados al noveno arte pero sí reconoce que a los artistas no les cuesta demasiado acercarse a una capital de provincias, pequeña y apañada, como Iruñea. “Creo que en parte tiene que ver con que los tratamos muy bien. Como el festival es largo, dura casi un mes, podemos recibirlos por separado, llevarlos de un lado a otro, incluso a veces emborracharnos con ellos. Nosotros, en el fondo, somos fans y estamos encantados de conocerlos, esa es de hecho una de las principales motivaciones para invitarlos”.

El kiliki Demonio y los bordados de Bea Lema

Por el Salón del Cómic, organizado por la Asociación de ilustradores navarros TIZA, además de la nutrida y talentosa escena local, han desfilado a lo largo de sus diferentes ediciones lo más granado del cómic estatal (Paco Roca, Alfonso Zapico, Flavita Banana…) y también estrellas internacionales como Edmond Baudoin. Y este año la programación no le va a la zaga. La gallega Bea Lema, autora de la premiadísima El cuerpo de Cristo, una novela grafica publicada por Astiberri en la que aborda una dura historia familiar utilizando de manera brillante recursos gráficos como el bordado a mano, ha recurrido también a esa técnica artesanal para elaborar el cartel anunciador, en el que ha elegido como protagonista al kiliki Demonio de Irurtzun. “Ha sido una sorpresa, nosotros esperábamos una ilustración y nos hemos encontrado con este bordado, que ella misma ha hecho, al igual que en su cómic. En el Salón vamos a aprovechar ese recurso y a Bea Lema la tendremos impartiendo un taller de arpilleras en Condestable el 14 de septiembre, y el día anterior en el Museo del Carlismo de Lizarra dialogando con Esther Vital, directora de cine navarra que también está utilizando bordados en sus obras de animación”.

El increíble Hulk en el balcón de Condestable

Talleres, charlas, firmas y encuentros con autores… La lista de eventos es larga. En lo que se refiere a las exposiciones, este año son diez, “doce si tenemos en cuenta los escaparates que algunos ilustradores locales están pintando en comercios de la ciudad o la expo virtual que recogerá las crónicas gráficas que van a realizar alumnos de la Escuela de Artes de las diferentes charlas”, aclara Pérez de Zabalza. El Palacio de Condestable, en la Calle Mayor de Iruña, a uno de cuyos balcones se asoma durante estos días una figura fallera del Increible Hulk, será la sede que acogerá todas estas expos, como por ejemplo la del humorista gráfico e ilustrador Riki Blanco, “un autor brillante, muy versátil y superocurrente, con una mente muy loca”, quien junto con Candela Sierra ofrecerá además una performance sorpresa -ni siquiera los propios organizadores saben en qué consistirá- titulada Nanoespectáculo el día 18 a las 19:00h.

Los tatoos de Josefina Altuna
Otra de las exposiciones, la dedicada a la artista local Josefina Altuna, es una de las más sorprendentes y entrañables de este año. Iruindarra de 91 años, Josefina ha dibujado desde que era una niña. Su obra fue redescubierta por su propio nieto, Mikel Edorta López de Vicuña, quien se recordaba a sí mismo de txiki compartiendo lápices con su amatxi y que, ya adulto, se sorprendió al comprobar que Josefina no había abandonado nunca su pasión y quiso compartir las ilustraciones de su abuela -pequeñas y coloridas ilustraciones de carácter naif, cercanas al arte bruto u outsider– en redes sociales. Mikel Edorta regenta un estudio de tatuaje, Aizkora, en el barrio de la Navarrería de Iruñea, y de inmediato comenzó a recibir encargos de clientes que querían tatuarse los dibujos de Josefina. Recientemente, sin ir más lejos, uno de los artistas más destacados de la pujante escena de música urbana de la capital navarra, Hofe, ha estampado en su piel un diseño de Josefina Altuna. Una bonita historia que podremos conocer de primera mano con el propio Mikel Edorta el día 17 a las 19:30h en Condestable, y cuyo carácter intergeneracional se suma el taller que otro ilustrador iruindarra, Belatz, impartirá en la Casa de Misericordia, en la que residentes de la tercera edad compartirán sus experiencias con menores tuteladas por la asociación Haziak.

Haciéndose el sueco por Iruñea

Pero si la historia de Josefina Altuna resulta increíble, no lo es menos la del dibujante sueco Charlie Christensen. Autor de éxito en su país, donde su personaje Arne Anka, una parodia del Pato Donald, es toda una institución, lleva viviendo, convertido en un auténtico desconocido, en Iruñea desde 1988 (ha vivido, de hecho, más tiempo aquí que en su país natal). “Para que te hagas una idea -nos cuenta el director del Salón- hay una película que fue candidata a los Oscar, La peor persona del mundo, en la que el protagonista es un dibujante, y en la que los dibujos que salen son suyos, por ejemplo, con un guiño a su obra que los suecos reconocen inmediatamente. Por aquí Christensen no es conocido, porque no está traducido, pero en la expo que le hemos dedicado sí hay algunas páginas en castellano y además unos pequeños textos que ha hecho y que explica el origen de algunas de sus historias y en algunas de las cuales hay cosas que tienen que ver con Pamplona”. Además de la exposición, Christensen mantendrá una entrevista con público moderada por el propio Javier Pérez de Zabalza el día 20 a las 18:30h, también en Condestable.

Arne Anka - Wikipedia

El reloj de la estación de autobuses

A Charlie Christiansen se le puede considerar, en cierto modo, un autor local, y una de las características del Salón es reconocer y reivindicar el talento autóctono (el propio Christiansen fue autor del cartel de una de las primeras ediciones del festival). Las vías para ello, además de las exposiciones, charlas, talleres, es la edición del fanzine Zart!, con historietas e ilustraciones de dibujantes navarros y que en este número, el sexto ya, está dedicado a las calles y barrios de Iruñea. Pero en esta edición, además, podemos encontrar otra publicación, Las lámparas llegaron sin novedad, que ha visto la luz con la ayuda del Instituto Navarro de la Memoria, y en la que colaboran en una obra colectiva diecisiete artistas navarros. “La idea parte de algo que hicimos el año pasado en Geltoki, la antigua estación de autobuses”, explica Pérez de Zabalza. Sergio Biurrun “Amplio” escribió un guion a partir de una historia real que sucedió allí, la del militante de izquierdas y republicano Enrique Cayuela, quien tras el golpe militar del 36 se ocultó en el hueco del reloj de la estación, donde permaneció tres meses, antes de poder huir a Iparralde. Cada autor dibujó una página del guion “in situ”, sobre unas planchas, y como nos pareció que quedó una cosa chula lo propusimos al Instituto de la Memoria, que ha editado 2000 ejemplares”. Ambas publicaciones, que se distribuirán de manera gratuita, se presentarán el día 11 de septiembre.

El reloj que salvó dos vidas

Como colofón el día 28, también en Geltoki, donde se gestó Las lámparas llegaron si novedad, se celebrará Komikitoki, una feria de autoedición y de segunda mano -con caricaturas, Djs, murales participativos, un podcast sobre fanzines y otras sorpresas-, que supondrá el finde fiesta de este XV Salón del Cómic de Nafarroa, cuya programación completa se puede consultar en www.salondelcomicdenavarra.com

Entrevista con La Furia

Ago 18, 2024   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
La Furia' o cómo reinventar la industria musical con rap feminista: "Hay  que ser osada para crear canciones que no dan estabilidad"

Publicado en Igandea+ (diarios Grupo Noticias) 18/08/24

El capitalismo y la creación artística son una nefasta combinación”

La rapera navarra se encuentra metida de lleno en el proceso creativo de su nuevo disco, que verá la luz a final de año, y del que ya ha adelantado algún tema, como Promenade.

Patxi Irurzun

La Furia, el nombre artístico (o en su caso podríamos llamar de combate) con el que es conocida Nerea Lorón Díaz deja claro qué significa para esta rapera de Cascante afincada en Arrasate la música: una herramienta con la que se otorga a sí misma la posibilidad de gritar, expresar su rabia, plantar cara al capitalismo y el heteropatriarcado, pero también de indagar en sus dudas y contradicciones. Tras varios discos como No hay clemencia, Vendaval o Pecadora La Furia trabaja sin prisas ni presiones en un nuevo proyecto en el que a sus canciones las moverán otros motores, como el deseo, o en las que abordará temas que le preocupan, como los sentimientos identitarios y sus encrucijadas.

En sus redes sociales avisaba hace unos días de un verano en el que le esperaban varios conciertos, un nuevo disco… ¿En qué momento creativo se encuentra?

Metida de lleno en el disco, en un lugar lejos de casa donde he venido sola con mi tarjeta de sonido y cuatro cosas para grabar y componer y tirarme en el suelo a esperar con paciencia al estado necesario para crear. Nos pasamos la vida haciendo cosas productivas (yo por lo menos) sin darnos tiempo a mucho más. El trabajo creativo requiere de otros tiempos y de un estado más libre. Si pretendo hacer canciones sin salir de la cotidianeidad (que también lo hago porque no tengo otras opciones) estoy abocada a la frustración… El capitalismo y la creación artística son una nefasta combinación.

Ya ha dado algún adelanto de ese nuevo trabajo y también ha comentado que ahora le mueven más motores además de la furia o la ira, que está dejando entrar en las canciones a otros sentimientos como la tristeza, el deseo… ¿Cómo ha sido ese proceso?

Me voy moviendo, voy viviendo y lo que hago se mueve conmigo. Lógicamente lo que sale de una tiene que ver con los lugares vitales que atraviesa. El proceso en el que sientes que, de alguna forma, tus movimientos se trasladan a las canciones, está plagado de inseguridad y duda. Puedes pensar, que si les gustaste por furiosa quizás no les interese otra de tus capas. También en momentos se me antoja complicado abandonar la percepción que yo misma he tenido de mi como creadora y dejarme ir a otros sitios. Yo sé enfadarme y mostrarlo, eso lo manejo, pero escribir desde otros sentimientos o estados ha sido algo novedoso para mí y en ocasiones difícil de abordar. Lo hago y lo seguiré haciendo porque pretendo acercarme a la creación de forma honesta y comprometida conmigo y con el resto. Y porque me gusta un reto. Y también porque si no sería aburridísimo.

En todo caso, su nombre artístico, La Furia, deja claro desde donde parte…

Entiendo el arte como la posibilidad, y yo decidí hace tiempo darme la posibilidad. En mí la música tiene ese lugar… a través de ella me doy la posibilidad, me lo permito, lo digo, lo disfruto, lo grito, subo el volumen, lo bailo, lo encarno, me libero, lo vomito, lo siento y cuando quiero, lo apago y sigo. Pero hay transformación siempre.

Y al otro lado, en quién recibe sus canciones, ¿le parece que la música puede tener la capacidad de cambiar a las personas, de disponerlas a plantearse cosas sobre su vida, o a despertar conciencias?

La música, como el arte en general, tiene la capacidad de relatar realidades y también de crearlas. ¡Vaya dos cosas! Furia primero, para protestar, denunciar, quemar demonios y encontrarnos en la rabia compartida. Y fantasía después, para imaginar vidas, horizontes, lugares… y encontrarnos ahí también. Esta es una idea que rescato de conversaciones que he tenido con Elisa Coll al hilo de charlas que hemos facilitado juntas sobre procesos creativos feministas y queer y su capacidad de resignificación y transformación.

Supongo que en ese sentido en un género como el rap, que tan basado en el mensaje, es difícil establecer un límite entre lo que es la expresión personal de una idea, un pensamiento, la rabia personal… y la arenga, o incluso una especie de superioridad moral, no sé si eso es algo en lo que se piensa al escribir canciones…

No debemos obviar el contexto del que parte nada, en este caso el rap. El rap está basado en un tipo de sonidos más o menos reconocibles y en una forma, una métrica, unos tipos de rimas… El rap es un estilo de música, punto. Si queremos ser rigurosas y justas nos iremos a entender al rap dentro de la cultura Hip Hop y sobre todo a mirarlo desde su origen. O desde quién parte en cada caso. Nos daremos cuenta de que cuando un sistema capitalista colonial te ha arrebatado todo y te ha abocado a la miseria, escribir de una forma que muches entienden como “ególatra”, quizá sea mucho mas político y necesario que otras formas de hacerlo que la mayoría acepta como transgresoras. Dicho lo cual, niño pijo, blanco, heterosexual rapero o viene a decir algo que ponga en cuestión sus privilegios o por mí podría callarse para siempre. De ese ego que solo perpetúa ese mismo sistema capitalista colonial y heteropatriarcal no necesitamos más.

¿Cómo empieza usted a escribir canciones, tenía relación con la escritura, la música, desde niña?

Mi madre trajo la poesía y mi padre la música. Toda la vida pensando que no respondía a sus expectativas y me acabo de dar cuenta de que encarno una bonita combinación de ambos, ja, ja.

Nació en Cascante, un pueblo que es una cantera de rebeldes (Sanchicorrota, Lucio Urtubia…), ¿Eso marca de algún modo su camino, su estilo combativo?

Supongo, no lo sé… Lucio, ya que lo nombras, forma parte del mapa humano de mi infancia. Por aquella casa familiar pasaba mucha gente y a mi me interesaban siempre mucho las conversaciones de las mayores. De todas formas creo que mi “estilo combativo” está mas impregnado de las mujeres feministas y los maricas de mi vida, (desde recién nacida) que por los señores importantes. Quizás porque un referente es alguien a quien puedes aspirar a parecerte. A esos señores importantes empecé a cuestionarles ciertas cosas desde bien pequeña, porque de sobra sabemos que lo izquierdoso no te quita lo machista. La primera rebelde de Cascante que marcó mi vida y ha sido crucial en mi forma de ser feminista es mi bisabuela Emilia (con permiso de mi madre), a la que solo conozco por los relatos que he oído de ella. Imagínate si hubiera podido sentarme en sus rodillas…

En sus canciones y entrevistas alude a menudo a un tema como es el de la identidad. Parece que tener una identidad consiste en sentir algunas convicciones muy arraigadas dentro de una misma, pero me da la impresión de que usted plantea que quizás lo interesante es poner en cuestión todas esas convicciones.

Me gusta que lo abordes… sobre todo porque estoy absolutamente atravesada por este tema en este momento y eso va a reflejarse de forma rotunda en el disco. No es que plantee que es mejor una cosa que la otra, ni siquiera tiene ese mérito. Es sencillamente que yo me encuentro en encrucijadas identitarias y he decidido atenderlas, asumirlas. Hay una especia de culpa y mucho deseo de pertenencia en mi recorrido. Esto me ha hecho adoptar lugares ajenos como propios y poner picas como un caballero que llega al destino después de la batalla. ¡A la mierda los caballeros y sus picas en Flandes, paso de la idea de llegar al destino! Y de clavar nada en ningún sitio para quedarte para siempre. Aunque la falta de definición identitaria es a menudo un lugar solitario y farragoso prefiero transitar ese camino que quedarme donde no es del todo. Rechazo también a estas alturas la idea de quedarme. Creo en el movimiento y en el descubrimiento y sobre todo he aprendido a darme el permiso de dudar. Se me antoja que quizás seamos mas cómodas como habitantes cuando estamos situadas, identificadas totalmente con algo, inamovibles de nuestras identidades. Todo eso nos coloca en un lugar mucho mas fácil para quienes nos quieren gobernar (en el peor sentido de la palabra). En cualquier caso no es un afán de rebeldía lo mío, sino de búsqueda de cordura y paz que contrariamente a lo que pensaba también son posibles en los lugares frontera de la identidad. Por dar una pincelada a lo concreto, estoy escribiendo en euskera sobre esto y lo podréis oír dentro de poco.

Sus letras me parecen muy cuidadas, con metáforas y frases muy potentes, huyendo de las rimas facilonas, ¿qué hay detrás de todo eso, es lectora, hay otras disciplinas que le influyen además de la propia música?

Ojala fuera un poco mas empollona… A veces (cada vez menos) me doy unos pocos latigazos por leer poco y no hacer cosas de chica lista. Creo que he aprendido más en los bares que en las bibliotecas y he sido mas de barro y noche que de conferencias. No me parece reseñable esto, es lo que soy. También es cierto que cuando dejé de odiar todo lo académico (por traumas que tiene una que no vienen al caso) empecé a abrir libros que sí me hacían devorarlos y encontré mis tótems donde me quedo a vivir algunas temporadas. Pero sobre todo tengo buen ojo para la gente, me rodeo de sabias y sabios y les escucho embelesada y les quiero y nos compartimos. Me inspiro y aprendo mucho de las otras en lo cotidiano y tengo la humildad suficiente para no creerme más que nadie, eso me ha traído grandes saberes.

Y aparte esta su propia experiencia personal o vital, que también vuelca en tus temas, en canciones como Ama, en la que hablas de un tema no muy frecuente en el rap, como la maternidad…. ¿Su carrera es una especie de trabajo en construcción con su propia biografía detrás?

Claramente. Aunque casi inconscientemente siempre he plasmado lo que me parecía político plasmar. Hay cosas que considero que pertenecen a la intimidad y no interesan a nadie, que no transforman nada, que no aportan. Pero lo cierto es que esto es a veces es difuso… Me interesa pensar sobre ello y sus límites.

Para acabar, ¿cómo se plantea su carrera musical en el futuro, mira a largo plazo, tienes proyectos en la cabeza, o va poco a poco, haciendo canciones de una manera natural?

El futuro es el final de este año en el que sacaré un disco. Luego me gustaría presentarlo en directo, si se dan las condiciones para hacerlo. Después de una época difícil para mí (las que nos dedicamos a esto estamos regular de la cabeza) de mucho desencanto con esta industria por capitalista, por patriarcal y por caníbal, creo que estoy en un bueno momento. Reconectada. A pesar de todo. A pesar de ellos y de sus lógicas de mucha mierda y poca música. Me merezco lo bueno y vosotras también.

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