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BIZARDUNAK

Abr 17, 2025   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

(LOS SUSODICHOS EN ACCIÓN)

No iba muy tranquilo, la verdad, a cubrir el concierto que el grupo Bizardunak ofreció por sorpresa el pasado miércoles en el Kafe Antzokia, después de que los navarros hubieran aparecido en las redes sociales quemando ejemplares de los periódicos que no se habían hecho eco de su vuelta a los escenarios, tras doce años de ausencia, por fortuna para nuestros oídos y para sus hígados.

Abanderados de lo que dieron en llamar Folk Radikal Vasco, Bizardunak debutaron en 2009 con un disco de título homónimo. Su propuesta era una traslación a la escena vasca de la música de grupos irlandeses como The Pogues, una mezcla de folk, punk y alcoholismo (en esto último, y en lo feos que estaban algunos de los componentes del grupo con esas barbas desastradas, fue en lo que más se aproximaron a Shane MacGowan y los suyos). Ahora, en 2025 regresan con una gira a la que han bautizado como “Hasta que nos canceléis Tour”, algo que no va a pasar, y ellos lo saben, porque los barbudos ya no asustan ni a un niño de teta.

El público, que soprendentemente había agotado las entradas, estaba compuesto por una horda engorilada y espirituosa. Algunos ocultaban sus caras con tote-bags con agujeritos para los ojos y otros se ensombreraban a rosca txapelas rojas en la cabeza, imbuidos por el batiburrillo ideológico que proclama el grupo en sus letras (independentismo navarro, filocarlismo marxista, contra-modernidad…). El fondo del escenario lo cubría una lona con el rostro de un personaje que no supe si era una de las monjas cismáticas de Belorado o el cura Santa Cruz (en un concierto anterior, para que se hagan una idea de sus referentes y contradicciones, la lona mostraba el careto de Stalin).

Apenas sonaron los acordes de la primera canción, la sala se convirtió en una cazuela hirviendo, con los brincos y los berridos asilvestrados del irrespetable, a los que los músicos correspondían del mismo modo, en una especie de ritual de apareamiento. A mí todo me pareció terrible, aunque −olvidándome de algunos pequeños detalles como que a los cantantes parecía que los estaban sacrificando en un matatxerri, que las letras de las canciones invitaban al asesinato en masa y que la sala olía a cortauñas usado− reconozco que llegué a pensar que estar allá abajo, disfrutando como hacían todos aquellos vándalos, debía de ser una de las cosas más divertidas y liberadoras que uno puede hacer hoy en día.

Al acabar el concierto, por lo demás, cuando me acerqué a recabar las impresiones del grupo, uno de los Bizardunak, uno con la cabeza en llamas, me amenazó y me golpeó con tal cólera que perdí el conocimiento y, ahora mismo, no estoy muy seguro de si todo esto que he contado sucedió o me lo estoy inventando, la verdad.

SOLO GILIPOLLAS

Abr 17, 2025   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
iLUSTRACIÓN: Pedro Osés. Artículo Publicado en Rubio de bote (magazine ON, 13/04/2025)

Yo estoy a favor del rearme: con todo ese chorro de millones que, digan lo que digan, tendrán que recortar, o al menos no destinar a otros gastos como la sanidad o la educación públicas, estoy seguro de que es posible inventar una bomba que mate solo gilipollas, como decía UGE en aquella canción (o Eskorbuto en esta otra: “¡Venga la guerra, sobran estúpidos!”).

Quién nos iba a decir que, después de tantos años, tendríamos que desempolvar del baúl de los recuerdos la chapita de Mili KK… En realidad nunca deberíamos habérnosla quitado, pues ese vampiro que es la industria armamentística ha estado siempre amorrado a la yugular del dinero público, chupándole la sangre a los presupuestos generales, debilitándolos, engordando el monstruo del militarismo, al que de cuando en cuando sacan a pasear para aterrorizarnos y para justificar su siniestro negocio.

Hace unos días un periodista se paseaba por la calle preguntando a los transeúntes su opinión sobre el rearme (o sobre los eufemismos que se usan para referirse a él, como el “doble uso”, que viene a ser algo así como “fabricamos tanques pero en un momento dado también los podemos usar como autobuses urbanos”). Pues bien, buena parte de los encuestados se encogían de hombros y contestaban resignados “Si es necesario…”, e incluso algunos de los más jóvenes se mostraban favorables al regreso de aquel secuestro legal que era el servicio militar obligatorio, ignorando sin duda que muchos de quienes lo padecieron salieron de los cuarteles trastornados y algunos con los pies por delante.

El miedo, aventado con fantasmas como el del kit de las setenta y dos horas (¿y por qué setenta y dos, qué misterio es ese, quién no tiene en casa un paquete de pasta o unas latas de atún con las que apañarse durante tres días?), nos absorbe también la sangre de la cabeza. Y así, anémicos, zombis perdidos, aceptamos que nuestros gobernantes hablen con naturalidad de “atraer industria militar” a nuestras comunidades o que en los últimos veinte años las fábricas de armas en Euskadi se hayan triplicado, según informa el colectivo antimilitarista Gasteizkoak (por cierto, uno de los mejores clientes de estas fábricas es Israel, cada cual que saque las conclusiones que quiera, yo solo apunto aquí otra canción, en este caso de La Polla Records: “Los hombres trabajan pa poder vivir en fábricas de armas que los matarán” −o que matarán a otros, podríamos apostillar−).

El miedo, en fin, no hace olvidar cuáles son nuestras verdaderas guerras, nuestras batallas de cada día: conseguir una cita en el médico o una plaza para nuestros hijos en la escuela infantil. En realidad, la industria militar ya inventó hace mucho tiempo las bombas que matan solo gilipollas. El problema es que igual los gilipollas somos nosotros.

Entrevista en Gara/Naiz

Mar 31, 2025   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

CHOLITA VOLADORA MARCIANA TENDRÍA QUE PERDURAR, HACER UNA MUESCA”

Patxi Irurzun, en Iruñea.
Argazkia: Jagoba Manterola

https://www.naiz.eus/eu/info/noticia/20250331/cholita-voladora-marciana-tendria-que-perdurar-hacer-una-muesca

El escritor Patxi Irurzun y el dibujante Ernesto Murillo “Simonides” unen sus talentos en Cholita voladora marciana, una novela con casi cien ilustraciones y una historia delirante y sarcástica en la que una Iruña futurista se ha convertido en un parque temático de los sanfermines

M. Lacalle/ Iruñea

“Mezclar a Patxi Irurzun y a Simonides es combinar lejía con amoniaco… con resultados positivos”, escribe en una de las solapas de Cholita voladora marciana el dibujante y escritor granadino Juarma. Y lo cierto es que el artefacto que estos dos navarros flacos e irreverentes acaban de publicar en Pepitas de Calabaza es tan descacharrante como incendiario. Estamos seguramente antes una de las novelas más marcianas -nunca mejor dicho- y divertidas del año, pero que bajo el colorido y exagerado traje del payaso esconde un cinturón explosivo. Claro que a quien conozca las trayectorias del escritor de Iruñea y del komikilari de Murchante tampoco les sorprenderá.

Ciencia ficción gamberra

Cholita voladora marciana es y no es una novela de ciencia ficción, una novela negra, una novela de humor… Todas esas etiquetas se le pueden colgar y a la vez ninguna de ellas sirve para definirla en toda su dimensión. En ella se cuentan las peripecias de Samy Lamuy Grourgrour, una mestiza, mitad extraterrestre, mitad euskoboliviana, que en una Iruñea futurista, convertida en un parque temático permanente de los sanfermines, sufre una extorsión sexual por parte de un grupo de fanáticos ultra-religiosos (o requete-católicos), a los que se enfrenta. Ese podría ser la sinopsis rápida de una historia, ilustrada con casi noventa dibujos de Ernesto Murillo “Simonides”, y en cuyo hilo argumental se insertan perlas como la facultad de periodismo Belén Esteban o el PNE (Partido Nacionalista Español).

“¿Pero cómo se le ocurren todas esas majaradas”, preguntamos a Patxi Irurzun. “Por necesidad”, nos contesta. “El escritor boliviano Claudio Ferrufino-Coqueugniot me pidió un relato para una antología que estaba coordinando con la visión de autores extranjeros sobre su país. “¡Pero si yo nunca he estado allí!”, le dije. “¡Pues te lo inventas”, me contestó él. Y eso fue lo que hice, me traje Bolivia a Iruña, imaginé Bolivia-Txikia, un barrio boliviano en un futuro en la que los barrios de la ciudad se amontonan unos sobre otros, en estratos subterráneos (cuanto más abajo más pobre) y en el que convivían humanos y alienígenas. El cuento no se publicó nunca, pero a mí me gustaba mucho, enredé un poco con ese mundo y la ciencia ficción-gamberra, escribí algún otro relato (Patapún, que apareció en Once millones de ejemplares vendidos, y donde ya anticipaba algunas cosas que uso en la Cholita), y al final me di cuenta de que ese cuento en realidad estaba sin cerrar y era más bien el primer capítulo de una novela”.

Los dibujos de Simonides

“¿Y cómo entra Simonides en toda esto?”. “No lo recuerdo muy bien, si sé que, con la novela acabada, yo quería hacer algo parecido a lo de Sempé y Goscinny en El pequeño Nicolás, dibujitos casi en todas las páginas, pero para adultos, y pensé en Simonides, del que soy muy fan. Pero no recuerdo cómo se lo propuse”, explica el autor navarro. Es el propio Simonides, histórico komikilari, fundador del TMEO y creador de inolvidables personajes como El Zestas o Paco el Txota, quién lo aclara desde Gasteiz, donde vive desde hace años: “Fue poco después de salir Once millones de ejemplares vendidos, precisamente, en donde yo había hecho un dibujo para uno de los cuentos. Recibí su “proposición indecente”: ilustrar una novela en la que iríamos a medias en las ganancias. Esas ganancias eran muy dudosas, porque todavía no disponía de editorial ni de posible distribución. A pesar de ello, como soy fiel lector de Patxi, comencé a leer la novela. Antes de acabar el primer cuarto le contesté que sí. Mi primera impresión fue que Cholita voladora marciana era graciosa y la escritura fluía como el agua. Conforme me adentraba en la lectura descubrí que, además, tenía buenas dosis de rebelión y mala hostia”.

Vocación de perdurabilidad

El dibujante señala efectivamente una de las claves de la novela. Su carcasa es la de una novela de humor, pero bajo ella y bajo el género de la ciencia ficción se agazapan una serie de temas de actualidad y de profundo calado que nos van asaltando con fiereza: el auge de la extrema derecha, el racismo y la xenofobia, la gentrificación, el turismo de masas… “Sí, seguramente habrá quien se quede en esa primera capa, el humor, a veces algo bruto, muy navarro, a veces escatológico, y al que que la novela le parezca una gansada, pero me parecería una lectura muy pobre de la misma. Es un riesgo que se corre siempre con el humor: que no se tome en serio. O que no permita apreciar el valor literario, el trabajo, las referencias, las figuras y recursos estilísticos. La novela, en general, creo que es arriesgada, bastante marciana, pero yo ya no tengo nada que perder. Sí es cierto que estoy algo nervioso, más que con otros libros, porque no sé muy bien a dónde o a quién va a llegar mi cholita. Desde luego, no es un best-seller para todos los públicos, pero −aunque está mal que lo diga yo− sí que creo que es una novela que puede o que debería perdurar, hacer una muesca, a la que no debería tragarse esa vorágine que engulle las novedades en un mes: primero porque si no la primera −que no lo sé−, es una de las primeras, o de las pocas novelas en el Estado en usar lenguaje inclusivo, o no sexista, aunque sea solo como un rasgo de estilo, un rasgo futurista; y después por la conjunción de astros −bromea−: Simónides y yo. Eso no se ve todos los días, es como cuando cantaron juntos Freddie Mercury y la Caballé (o bueno, igual mejor Albert Pla y Manolo Kabezabolo)”.

Una conjunción de astros, añadimos, a la que se suma Pepitas de Calabaza, una editorial −se define a sí misma− con menos proyección que un cinexin, pero que se ha convertido en un sello de referencia y calidad. Cholita voladora marciana se publica de su mano y se presentará en Iruña el día 22 (12:00 h, Elkar Descalzos), el 10 de abril en el Komiki Boom de Antsoain y el día 8 de mayo en Zuloa de Gasteiz.

Despiece

Nosotrxs lxs marcianxs

En las últimas páginas de Cholita voladora marciana aparece una supuesta nota de la RAE, fechada en 2085, en la que esta recomienda el uso del lenguaje inclusivo de género y fija una serie de normas al respecto. El mismo lenguaje inclusivo (con, por ejemplo, los plurales en x: nosotrxs, marcianxs, etc.) que se utiliza en la novela de Patxi Irurzun. “No es que yo escriba o hable habitualmente así. Lo empleo como un rasgo de estilo, futurista, una hipótesis según la cual este uso del lenguaje se habrá normalizado dentro de unos años. Una de las pocas cosas que aprendí cuando estudié la carrera de Filología fue que no es la norma la que hace el uso, sino al revés, y yo creo que el lenguaje inclusivo se va abriendo camino, de una forma natural y lógica, y tarde o temprano llegará a naturalizarse, le pese a quien le pese. Lo que no se puede negar u ocultar, o excusar con argumento como la economía del lenguaje, es que el español ha sido a lo largo de la historia un idioma machista, eso es una evidencia. Otra cosa es que las soluciones que vayamos aportando o proponiendo sean más o menos prácticas, pero de eso, de volverlas prácticas, también se encargará la propia lengua y su uso. Yo, en la novela, simplemente lo dejo caer, imagino el futuro del idioma de ese modo, como una posibilidad”, concluye el escritor iruindarra.

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