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Crónica de «Mitoaroa» (concierto de Zetak en Navarra Arena, 04/05/2025)

Ene 7, 2025   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
Reparaz, ura leporaino zeukala kantatzen.
Argazki: Jagoba Manterola / Foku
Publicado en Naiz 05/01/2025

ZETAK CONVIERTE EL NAFARROA ARENA EN UN AKELARRE DE SENSACIONES

Tras los dos exitosos conciertos del espectáculo Mitoaroa en Iruñea el grupo anuncia una nueva fecha en Donostia.

Cuando el pasado junio Zetak sacó a la venta las entradas de Mitoaroa para este 4 de enero en el Nafarroa Arena de Iruñea, el papel se agotó en apenas una hora, de modo que programaron otra actuación para el día anterior. Y las quince mil localidades volaron a la misma velocidad. Las dos fechas se prometían únicas e irrepetibles, pero, sorprendentemente, tendrán continuidad al menos en una nueva cita en Donosti (Ilumbe) el próximo 6 de septiembre, tal y como anunció ayer el grupo desde el mismo escenario del que se despidió con el público a sus pies y todavía en una especie de shock emocional por lo visto y vivido, al igual que sucedió la tarde-noche anterior. De hecho, durante las horas previas a este segundo concierto por las redes ya habían corrido como la pólvora vídeos, imágenes y comentarios referidos al del viernes (“Mundiala!” “Benetan izugarria!…), anticipando lo que nos aguardaba.

Una propuesta más allá de lo musical

Hubo también junto con esos mensajes alguna queja por las largas colas de acceso, en las que este sábado se pudo volver a ver esperando pacientemente a un público intergeneracional: chavalería, treinteañeros, espectadores de mediana edad e incluso algún que otro txiki acompañado de sus amatxis o aitatxis. Una buena muestra del público al que Zetak ha conseguido llegar con una propuesta que va más allá de lo musical. Con los dos conciertos de Mitoaroa en el Navarra Arena (a los que podríamos llamar, si se nos permite el chiste malo, Mitoharea) el grupo, además de celebrar su quinto cumpleaños, ponía el broche a la gira de presentación de su tercer trabajo, Aaztiyen; gira enel transcurso de la cual también hubo una emocionante parada en Unanu para el preestreno de Mitoaroa, con la cual Zetak quiso agradecer a este pequeño concejo de Sakana su aportación al imaginario del disco y del espectáculo, pues los trajes blancos, los pañuelos y las máscaras o katolak que usan músicos y bailarines están inspirados en los mamuxarroak, personajes del carnaval de Unanu, quienes junto con los zipoteroak de Tutera, los momotxorroak de Altsasu, los joaldunak de Ituren y Zubieta, los txatarrak de Arbizu o los personajes del inauteriak de Lantz también estuvieron presentes en el concierto de ayer, entre otros numerosos invitados (más de ciento cincuenta personas, en total).

De la desesperanza a la euforia

A las 22:00h arrancaba con puntualidad Mitoaroa, con Pello Reparaz incorporándose desde una de la gradas laterales−donde permanecía sentado entre el público como un espectador más− a la larga pasarela que se prolongaba desde el escenario principal hasta la mitad de la abarrotada pista. Reparaz recorrió lentamente dicha pasarela hasta cruzar el telón, para reaparecer tras él sumergido en una gran pecera desde la que con el agua al cuello interpretó el primero de los temas: Zu.

Los diferentes espacios escénicos (por encima del escenario principal se levantaba otro) fueron alternándose dinámicamente entre sorprendentes efectos y juegos de luces y acogiendo en las canciones posteriores a muchos de los protagonistas: seres mitológicos –como el interpretado por el actor Javier Botet−, bailarines −Kukai Dantza−, colaboraciones musicales −Neomak, Marala…−)… Con todos ellos interactuaron Reparaz y el resto de su banda (Leire Colomo en la percusión, Iban Lerraburu en la batería y Gorka Pastor en teclados y sintetizadores), siguiendo un hilo narrativo dividido en diferentes capítulos (“Igarolekua”, “Erbesteko biztanleak”, “Epifania”…), que Pello escenificó con diferentes registros, desde la desesperanza de Non sartu zara a las energéticas Zoriontasun o Errepidean, tema con el que, como explicó el cantante de Arbizu “todo empezó” para Zetak, para dar paso a continuación a la popular y pegadiza Begitara begira, canción del repertorio de Vendetta, su anterior grupo, junto a cuyos integrantes la interpretó.

Erramun, Erramun!

Fue uno de los grandes momentos del concierto, pero sin duda el pico emocional llegaría más tarde, con la aparición en el escenario de Erramun Martikorena quien tras entonar junto con Reparaz Itzulera, acompañados únicamente por un piano, sobrecogería a todo el Arena con Xalbadarorren heriotzean, cantada al unísono por quince mil gargantas en piel de gallina.

Esa fue una de las grandes dudas a lo largo del concierto: saber si Zetak conseguiría mantener la épica. Pero sí, el corazón seguía latiendo con intensidad tema a tema, alternando las palpitaciones electrónicas de los sintetizadores con las de instrumentos tradicionales como la txalaparta o de los propios golpes contra el tablado de las makilak de momotxorroak o mamuxarroak. Aaztiyen, el título del disco que vertebra Mitoaroa, significa en el euskera de Arbizu “Hace poco”, y es uno de los ejes sobre los que gira todo: cuestionar conceptos como la tradición (instrumentos como la trikitixa o la alboka solo forman parte del folklore vasco desde hace poco más de un siglo) o la identidad, abriéndoles puertas, tornándolas líquidas, que en realidad es una manera de consolidarlas, de mantenerlas vivas. Quién sabe, tal vez dentro de otro siglo canciones como Zeinen ederra izango den o Hileta Kantu Nafarra (que Reparaz cantó junto a Maixux Zugarramurdi y en la que se representó uno de los ritos funerarios tradicionales vascos) formen parte también de esa tradición…

E o a, ee oa

En la parte final del concierto llegaron temas que pusieron a saltar a todo el pabellón como Akelarretan, con la aparición de practicamente todos los invitados en los diferentes escenarios, Deskontrola, con Pello Reparaz bajando a la pista, o Itzulera, de nuevo, ya sin el pastor de Baigorri y con todo el Arena entonando el famoso “e o a ee oa”… Pero aún habría tiempo para dos sorpresas más. La primera, la aparición de un misterioso enmascarado que tras descubrirse resultó ser Jagoba Arrasate, el añorado en Iruñea exentrenador de Osasuna, quien cantó varios bertsos, en uno de los cuales −“Euskara da Nafarroa”− puso el acento sobre el que es otro de las vigas maestras de Mitoaroak y de Zetak: el euskera como eje de transmisión de todo el proyecto (y que vino a sumarse a uno de los momentos quizás más desapercibidos del concierto, el sampler de una entrevista a Iñaki Perurena que se escuchó mientras Reparaz manipulaba un theremin, ese curioso instrumento que se articula con ondas electromagnéticas, y en la que el harrijosatzaile de Leitza defendía la identidad vasca de Nafarroa frente a un entrevistador indocumentado).

El 6 de septiembre en Donostia

La segunda de las sorpresas fue la que adelantábamos al principio: el anuncio al finalizar el concierto a través de un vídeo de una nueva fecha de Mitaroa: será el próximo 6 de septiembre en Ilumbe, en Donostia, y las entradas saldrán a la venta el próximo martes 7 de enero a partir de las 08:00h (de 08:00h a 10:00 para quienes asistieron a los conciertos de Iruñea, de 10:00h en adelante para público general). Zetak anticipaba además que a todo el imaginario del carnaval y la mitología de Nafarroa se sumará la participación de otros personajes y seres mitológicos del resto de Euskal Herria.

Una nueva oportunidad, pues, para no perderse este espectáculo que va mucho más allá de los que es un concierto musical, tras el que se palpa un proyecto ambicioso y valiente y se perciben muchas horas de trabajo, muchas capas y detalles que resulta imposible describir tras una crónica como esta; un espectáculo, en definitiva, que no tiene nada que envidiar, al contrario, a los de grandes estrellas internacionales y que recompensa al espectador con enormes dosis de sorpresa y emoción, o conmoción, pues es una emoción compartida con Pello Reparaz y su equipo, que se han dejado la piel y el alma en este Mitoaroa, y a quienes solo queda darles las gracias: Mila esker, Zetak! Zeinen ederra izan zen!

OSTINATO

Ene 7, 2025   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
Ad Libitum | Lapso Producciones
Lapso Producciones

169. Ese es el número de veces que se repite la misma secuencia rítmica en el famoso “Bolero” de Ravel. Lo contaban hace unos días los miembros de la compañía Lapso Producciones en su divertidísimo, didáctico y talentoso espectáculo “Ad libitum”, en el que también escenificaban una supuesta carta que el músico de Ziburu dirigía a la bailarina rusa Ida Rubinstein, quien fue la que le encargó dicha pieza musical. En esa carta apócrifa Maurice Ravel venía a decir que, teniendo en cuenta la raquítica compensación económica que iba a recibir por su trabajo, había decidido componer una breve secuencia, una célula rítmica, y ejecutar con ella un ostinato in crescendo, es decir, repetirla una y otra vez incrementando poco a poco la intensidad; en otras palabras: que para lo que le pagaba era todo lo que podía ofrecerle.

La historia en realidad no fue exactamente así, hay que entenderla en el contexto humorístico de “Ad libitum” (aunque sí es cierto que a Ravel le daba bastante pereza componer y el que a la postre resultaría genial “loop” de “Bolero” tuvo algo que ver con su vagancia), pero me hizo recordar algo que me sucedió hace unas semanas cuando desde un colegio de Sevilla se pusieron en contacto conmigo para invitarme a ofrecer una charla a sus alumnos, a cuenta de uno de mis libros, que habían leído y al parecer les había divertido bastante. Como en el mensaje no detallaban nada respecto a las condiciones económicas les advertí de que tendrían que cubrir al menos los gastos del viaje y el alojamiento, a lo que respondieron que habían pensado que podríamos realizar el acto por una videollamada, lo cual me pareció lógico. No tanto que añadieran que no podían pagarme nada por la charla, y que de lo que se trataba era de inculcar en los alumnos el valor de la cultura (lo cual es paradójico, porque el valor de la cultura debe de ser de acuerdo con esto, cero); o que, en cuanto a mí, los alumnos ya habían tenido que comprar mi libro previamente (otra paradoja, porque la editorial que lo publicó no acostumbra a pagarme los derechos de autor).

Esta es una situación a la que solemos enfrentarnos a menudo numerosos artistas, escritores, ilustradores, músicos, actores… quienes al parecer estamos obligados a ofrecer nuestro trabajo por amor al arte, nunca mejor dicho, algo que nunca se le exige a un carpintero o una empresa de catering cuando se trata de celebrar actos o jornadas de carácter solidario, educativo o sociocultural (¿se imaginan, por ejemplo, que ese colegio pidiera a su compañía de la luz no pagar las facturas, puesto que se dedican a alumbrar las mentes de sus alumnos?).

Fue algo parecido lo que le expuse educadamente en mi respuesta. Nunca más volví a saber de ellos, pero por curiosidad días después entré en su página web y me encontré con una cabecera en la que, bajo una foto en la que aparecían varios alumnos uniformados sosteniendo una gran bandera rojigualda, el colegio se describía a sí mismo como un centro de formación de futuros líderes con una metodología inspirada en valores culturales y humanísticos. Y eso, en fin, es lo que vienen aprendiendo e inculcando desde hace siglos, en un ostinato histórico, nuestras élites (y no solo ellas): a «respetar» la cultura sin respetar a sus creadores, algo ciertamente asombroso.

Publicado en Rubio de bote, colaboración quincenal para magazine ON (diarios Grupo Noticias), 05/01/2025

Entrevista con Amaia Oloriz

Dic 31, 2024   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Para escribir tengo que empatizar con el dolor de los protagonistas”

En El eco de la huida Amaia Oloriz novela la desbandá (o la huida, como prefiere llamarlo), un terrible episodio histórico sucedido en 1937 en la carretera entre Málaga y Almería en el que miles de personas fueron masacradas cuando huían de la barbarie fascista

Publicado en Gara/Naiz, 30-12-24)
Patxi Irurzun. Iruñea

Por primera vez la escritora de Atarrabia aleja el foco de sus novelas de Nafarroa. En sus anteriores obras, también publicadas por Txalaparta, había abordado otras historias relacionadas con la memoria histórica, como la fuga del Fuerte de Ezkaba, o la emigración de las ainarak, desde los valles pirenaicos navarros a Iparralde. Ahora, lleva a sus lectores hasta Andalucía, pero con el mismo propósito: dar voz a través de la ficción a protagonistas -por lo general mujeres y niños- a los que el olvido o los libros de historia intentaron arrebatársela.

¿Cómo llega un episodio como el que narra, después de ubicar sus anteriores obras siempre en entornos más cercanos?

El golpe de estado del 36, la mal llamada guerra civil, es un tema que me interesa mucho y suelo seguir todo tipo de información sobre ella, así que un día me encontré con un documental de la televisión andaluza sobre la carretera de la muerte. Yo ya había oído hablar de ello, por ejemplo en un libro de Almudena Grandes, creo que era El lector de Julio Verne, pero me impresionaron los testimonios de este documental. Comencé a preguntar en mi entorno sobre este episodios y había a quien le sonaba ligeramente, aunque en general era desconocido, en mi círculo, al menos. Eso fue lo que me hizo interesarme por esa historia.

¿Ha sido complicado cambiar de escenario?

El salto fuera de Nafarroa me daba vértigo, pero me di cuenta de que muchos de los testimonios de aquella violencia eran calcados a otros más cercanos, como en Lodosa, Cascante, Sartaguda… En mis novelas me gusta más hablar de los sentimientos que del entorno, pero sí intento conocer los espacios en que se van desenvolver los protagonistas. En este caso, como la ficción me permite ubicarlos donde quiero y conocía en parte Málaga, coloqué en esa ciudad algunos de los escenarios, por ejemplo la librería en la calle Marqués de Larios. Y luego, hoy en día, tenemos internet, documentales, que son de gran ayuda. Yo creía que me iba resultar más difícil de lo que luego realmente ha sido.

¿La librería, o la participación de uno de los personajes en las Misiones Pedagógicas, simbolizan una especie de contraposición a la barbarie?

Era una manera de suavizar el drama, a mí me encantan las librerías, el olor, el papel, son lugares que desprenden magnetismo, que me despiertan tranquilidad, y quería denunciar en cierto modo la persecución de los regímenes dictatoriales a todo lo que es cultura.

Una de las constantes o los propósitos en sus novelas anteriores es dar voz a personajes o historias silenciadas

Sí, siento ese compromiso, desde la sencillez de mi escritura, de poner mi granito de arena y denunciar que esas cosas han pasado e intentar que no se vuelvan a repetir…

Hay quien, respecto a estos temas, habla de pasar página, pero en muchos caso esas páginas ni si quiera se han escrito.

A mí me da mucha rabia, porque hay quienes, sobre todo las mujeres, no han podido hablar del dolor y el sufrimiento que padecieron, todas esas viudas que se quedaron solas, con hijos, pocos recursos, señaladas… Son historias que me llegan y yo para escribir tengo que sentir eso, empatizar con ese dolor, así me resulta más sencillo contarlo.

Las mujeres y los niños siempre están en un primer plano en sus historias…

Sí, porque me parecen los más vulnerables en las situaciones de conflicto. Las mujeres, porque adquieren ese papel de protectoras de la familia y los niños porque dependen de las decisiones de los mayores. En el caso de esta novela me impresionaba cómo muchas de esas mujeres toman esa decisión de abandonar Málaga para salvar a sus hijos y se encuentran con ese infierno, me preguntaba, por ejemplo, cuántas se habrían culpabilizado por ello… Me identifico con su dolor, y como madre y ahora abuela, también con el desamparo de todos esos niños perdidos en la huida.

La huida, por cierto, que es como prefiere llamarla, en lugar de la desbandá, como es más conocido este episodio histórico. ¿Por qué?

Sí, de hecho en el título uso la palabra huida, desbandá es un término que usaron los golpistas, de manera despectiva o victoriosa. Pero no fue una desbandada, fue una huida de ciento cincuenta mil personas, y ese es el término que prefieren usar los descendientes de quienes participaron en ella.

El episodio sucedió hace ya casi noventa años, pero todavía siguen sucediendo otros semejantes, por ejemplo en Palestina.

Sí, eso es algo que me provoca mucho dolor y mucha impotencia, que no podamos hacer nada antes ese poder que da el dinero y las armas, es increíble que Israel se haya saltado todos los protocolos. Cuando veo esas imágenes, de las huidas, los bombardeos… O ese otro gran drama que es la inmigración. Nosotros hemos sido un país de emigrantes, todos tenemos a alguien en la familia que ha ido a Argentina, a Francia, a Alemania… Pero todas ellas son situaciones, como la que cuento en el libro, en las que no queda otra salida que huir.

¿Por eso alterna o liga en sus novelas situaciones y protagonista del pasado con otras actuales?

Sí, yo creo que las personas en el fondo tenemos un sentimiento humanitario que nos hace empatizar con el dolor ajeno, y en mis novelas aparecen siempre personas que mantienen una preocupación por lo que sucedió, porque algunas historias no se olviden. Yo creo que frente a la injustica, la violencia y el dolor que impone una parte de la sociedad siempre hay otra parte que pelea contra eso, y en mis historias hay un homenaje a esas personas, que admiro.

Incluye al final de la novela la figura de un detective, que investiga casos de memoria histórica, ¿existe esa figura?

No lo sé, realmente, yo cuando escribo no tengo definida la obra, parto de unos personajes, o creo otros sobre la marcha, según lo que me pida la trama, o las relaciones de esos primeros personajes y me dejo llevar, y el personaje del detective surgió de esa manera, fue la manera en que pude hacer que mis personajes principales se encontraran… Durante la escritura del libro tropecé también, por ejemplo, con los llamados internados del miedo, niños solos que recogieron de la carretera, y que fueron tratados de una manera inhumana, que yo he tenido incluso que suavizar…

También habla de los bebés robados, sobre los que ya ha escrito anteriormente…

Sí, es un tema que ya apareció en una de mis primera novelas, que ni siquiera he reeditado, porque eran novelas a las que les faltaba desarrollo… Yo empecé a escribir muy tarde, sin preparación, con una escritura de andar por casa, diría. Voy aprendiendo con cada novela, no me importa desechar cosas que leo y me parecen horribles. Y me apasiona escribir, a veces por las noches me desvelo y pienso en mis personajes, es como que vivo a través de ellos otras vidas. Luego igual al día siguiente empiezo a escribir y no sucede nada de lo que había pensado para ellos, pero eso me gusta, me dejo llevar, me cuesta mucho más empezar las novelas que acabarlas.

¿Y ahora tiene alguna obra en marcha?

Hay quienes me dicen que cambie de tema, pero la inmensa mayoría me anima a seguir por aquí. Hay historias relacionadas que se me cruzan o me llaman, y aunque para mí actualmente escribir es una necesidad, por otra parte también intento no desprenderme todavía de los personajes de la última novela, disfrutar todavía de ellos, con las presentaciones, los clubs de lectura… Pero sí, creo que seguiré con el tema de la memoria histórica “hasta que se nos seque la boca”, como dice Nieves Conscontrina.

TONTO EL QUE LO LEA

Dic 30, 2024   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments


Publicado en «Rubio de bote», magazine ON (diarios Grupo Noticias) 21/12/24

“¡Arriba Heráclito, abajo Parménides!”, leo en la puerta del baño de la cafetería que hay frente al instituto de mi hija. ¡Hay que ver qué juventud, tan procaz y maleducada! Porque supongo que la frasecita la ha escrito alguno de los alumnos, durante el recreo, en lugar de pintarrajear la puerta con el “Tonto el que lo lea” de toda la vida o el clásico “Caga bien, caga contento, pero caga dentro” (o su variante inclusiva “Caga bien, caga contenta, pero caga dentra”).

Fuera bromas, lo cierto es que la filosófica reivindicación me provoca un brote de antiedadismo a la inversa. Me emociona que haya alguien, un chaval de quince años, que al hacer esa pintada haya adornado su humorismo con ese ribete intelectual y heterodoxo. Y mientras voy camino de la reunión con la tutora de mi hija imagino que al entrar al instituto me toparé con jóvenes vestidos con camisetas con el rostro de Simone de Beauvoir o de Diógenes de Sinope, o con grupitos debatiendo acaloradamente sobre la naturaleza del alma humana, incluso con alguna violenta pelea de gallos entre partidarios de Góngora y de Quevedo.

Pero me he flipado un poco y, una vez dentro, lo más que llego a encontrarme es a una muchacha con una sudadera de Tupac y un mural que no sé si es una reproducción de un cuadro de Basquiat o una pared vandalizada por grafiteros egomaniacos.

No obstante, mientras espero a la profesora suena el timbre de salida. Y, de repente, por las escaleras veo emerger una ola negra de adolescentes, un tsunami de mochilas y acné, un ciclón de berridos y risas, un huracán que arrastra un olor espeso a hormonas en flor, a zapatillas sudadas y sobaco, una marea imparable que me arrastra, pasa por encima de mí, me sumerge a las profundidades de la nada más absoluta, me torna insignificante e invisible…

Allá van, con sus tormentas interiores y sus carcajadas soleadas, con el cadáver del niño o la niña inocentes que fueron todavía caliente dentro de sí mismos, con el instinto carnívoro de quienes temen y quieren devorar al mismo tiempo la vida.

Allá van, los veo pasar a mi lado, son una masa informe que dentro de unos años, dentro de nada, se hará jirones, se definirá en mujeres y hombres que tendrán hijos, fabricarán o inventarán cosas, publicarán libros o discos, irán a la cárcel, se divorciarán, practicarán sexo fluido, destruirán el heteropatriarcado y el turbocapitalismo, se convertirán en adictos a algo, tendrán depresiones y carcinomas, militarán en sindicatos o en oenegés, se caerán y se levantarán, morirán jóvenes en accidentes de tráfico o atragantados por un hueso de aceituna con ciento veinticinco años, serán, en fin, por todo ello y a pesar también de todo ello, en general mejores que nosotros y conseguirán que la vida siga, que todo fluya y nada permanezca.

ME GUSTA

Dic 30, 2024   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Publicado en «Rubio de bote», magazine ON (diarios Grupo Noticias) 07/12/24

Me gusta cuando al final de los programas de radio ponen una canción y consiguen que esta termine justo un segundo antes de que suene la señal horaria. Me gusta leer primero la última línea de las novelas. Me gusta cuando en la ducha subes un poquito más la temperatura del agua caliente. Y cuando te despiertas en mitad de la noche y ves que todavía quedan algunas horas para dormir. Me gusta pintar los dientes de la gente con un rotulador negro en las fotos de las revistas, es como una especie de photoshop o meme prehistórico.

Me gusta −soy un raro− la fruta escarchada del roscón de reyes. Y me gusta que a la mayoría de la gente no le guste porque así puedo comerme la que dejan orillada en sus platos (por cierto, quienes no se comen la fruta escarchada del roscón de reyes y sacan la figurita deberían devolverla, porque en realidad no han comido un auténtico roscón de reyes sino un sucedáneo). Me gusta el olor de la gasolina. Y el de los libros nuevos (aunque a veces huelan como a basura; lo malo es cuando el olor es una advertencia y los libros son en realidad una basura). Me gusta el sonido de la impresora cuando la enciendes, es como un robot desperezándose. Y el de un balón de baloncesto botando contra el suelo, es como el latido de mi corazón cuando tenía quince años. Me gusta el baloncesto, ese estornudo de la red, ¡zas!, cuando la canasta entra limpia (aunque me gustaba el baloncesto mucho más antes de que pusieran la línea de tres y las canchas se llenaran de francotiradores).

Me gusta ponerme ropa que hace tiempo que no he usado y encontrarme en los bolsillos un ticket de la compra antiguo o la entrada de un concierto en el que no recordaba que había estado. Siempre llevo los bolsillos llenos de papelitos. Me gusta que mi ropa sea una máquina del tiempo.

Me gusta ese puntito de la primera cerveza o de un vermú, un mediodía soleado. Me gustan esos tres segundos del propofol atravesando la vena, en las colonoscopias. Me gusta la primera vez que orino después de la tercera o cuarta caña. Y ese escalofrío, ese repelús que a veces sacude el cuerpo al hacerlo (podríamos llamarlo “repegús”).

Me gustan los chistes malos que hacen gracia de lo malos que son. Y usar expresiones desactualizadas, por ejemplo “efectivigüonder” o “yavestruz” (me parecen mucho más ridículas otras en boga como “¿sabes cómo te digo?” o “aburrido −o cualquier otro adjetivo− no, lo siguiente”).

Me gusta esa sensación pletórica, cuando acabo de escribir algunos artículos, pero no me gusta tener que acabar ya este. Me gustan lo gatos, la comida cuando la cocinan otros, el viento golpeando en la persiana, los pantalones pitillo… Me gustan −como a todo el mundo− tantas cosas…

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