• Subcribe to Our RSS Feed
Browsing "Blog"

CORAZÓN VIAJERO

Nov 4, 2009   //   by admin   //   Blog  //  No Comments
Unas primas lejanas de mi Dockers
Bien, bien, esto es como lo de los zapatistas, hay que taparse la cara para que alguien te mire a ella, desparecer para hacerse visible… En serio, muchas gracias a todos los que habéis dejado comentarios o me habéis escrito o invitado a participar en vuestra revistas durante estos días, es algo ciertamente nutritivo y reconfortante (y eso que solo me he ido unos días de turista). Hablando de turismo y viajes, a modo de coda a la anterior entrada va esta cortita solo para añadir que al volver de Nueva York decidí jubilar una maleta que me ha acompañado por medio mundo y de la que voy a hacer publicidad – era marca Dockers– porque, sencilla y sinceramente, lo ha aguantado todo, kilómetros de polvo por caminos de Papúa Nueva Guinea o Chiapas, vapuleos de agentes de aduanas y mozos de aeropuerto, vasos de mojito y ron cubano derramados sobre ella, la arena de las playas navarras (o sea, Zarauz, Lekeitio, Hondarribia…), el olor como una segunda piel de basureros y más de una vez –quizás eso haya sido la peor- el peso de mi cabeza sobre ella, mientras echaba alguna cabezadita o dormía la mona.
Y eso que la cosa empezó mal, la maleta o mochila con ruedas, más bien, tenía una especie de clon de la mitad de tamaño que se unía a ella por una cremallera, y el día de su estreno las siamesas se desgajaron nada más echármelas al hombro. Pero luego cada una siguió su propio camino, la más pequeña hoy la utiliza mi hijo Hugo para guardar sus Clics de Famobil, que ahora son de Playmobil, y la mayor aguantó como una campeona hasta el otro día en que, de regreso de la gran manzana, viéndola hecha una piltrafilla, decidí, no sin pensármelo una y dos veces, bajarla a la basura.
Como la maleta no entraba en ningún contenedor la dejé apoyada en uno de ellos, y subí a por una segunda tanda de basura –hay que ver la cantidad de mierda que generamos- y cuando volví, me puse tontorrón y quise echarle un último vistazo, pero ¡había desaparecido! Miré a mi alrededor y vi entonces un camión de “Remar”, en cuya parte trasera estaba mi Dockers, de pie, mirándome orgullosa, dispuesta a continuar recorriendo mundo. Eso es lo que se llama tener corazón viajero. Y yo me alegré por ella. ¡Buen viaje, compañera, y larga vida!

CONSERVA LA CHISPA

Nov 2, 2009   //   by admin   //   Blog  //  13 Comments

Las diez o doce personas que, con suerte, siguen este blog, habrán observado que lleva varios días sin actualizarse. Bueno, tengo una excusa, una boda –la mía- y un viaje en el que a pesar de llevarme el portátil no tuve ganas ni tiempo de contar mis andanzas por Nueva York, que por lo demás fueron de los más comunes, no voy a decir que descubrí tal o cual garito superenrollado, ni que encontré en alguna librería auténticas rarezas ni nada por el estilo, esta vez no fui un viajero sino un turista, una diferencia que a veces se marca para separar al que es guay y al que no, al borrego, al miembro de la masa… no, para mí lo guay esta vez fue provocarme una tortículis por Times Square, ir a una misa góspel (donde, de todos modos, una parroquiana, la más barullas de la iglesia metodista, se empeñó en convertirme a su fe, agarrándome de la mano, invitándome a vocear con ella aleluyas y amenes, etc… qué mal lo pasé, qué calores, y qué ataques de risa contenidos, que son los peores), hacer un picnic en Central Park, etc. Lo más alternativo y canalla en que incurrí fue sacarme una foto en el Hotel Chelsea, ir a un concierto de Leonard Cohen, que era un señor de un tamaño de un click de Famobil allá abajo en el escenario, sacarme otra foto debajo de los pantalones de Janis Joplin en el Hard Rock Café (para cerrar el círculo, por eso de que Janis Joplin se la chupó a Leonard Cohen en el Hotel Chelsea)… y visitar Coney Island y su museo friki (y acordarme de mi broder Vicente Muñoz, que la habría gozado allá), además de alojarme en Queens, que es un barrio multirracial, que se dice… Bueno, también estuve en una librería llamada Revolution Books, en la que tenían libros en español (muchos de ellos de una editorial en la que he publicado, Txalaparta) y de la que salí escopeteado cuando la dueña intentó, también, convertirme a su fe, venderme con una insistencia algo molesta el nuevo manifiesto del partido comunista americano, lo cual –darme a la fuga- no me sirvió de mucho porque a la vuelta en el aeropuerto me hicieron una inspección de aduanas “special”, tuve que descalzarme, ver cómo frotaban un algodón en mis botas y mi mochila, en plan CSI, vaciar mis bolsillos, ser manoseado, todo ello mientras el resto de pasajeros pasaban sin problemas y me miraban, dentro de una cabina, como si fuera un mujaidín sin demasiado apego a la vida, o una mula humana, o la reencarnación de Trostki. Por lo demás, como digo, fui a un musical (El fantasma de la ópera, y confieso que eché una lagrimita con el atormentado y enamoradizo hombre de la cara quemada, aunque no entendí un pijo de lo que decía), a un partido de la NBA (en el que había animadoras normales, bueno, con curvas y melena rubia y eso, y otros saltarines infantiles y de la tercera edad), a comerme un sándwich Woody Allen en el Carnegie Deli y a la estatua de la libertad, y al Empire, qué hostias, han sido unos días maravillosos, una burbuja, un paréntesis, en el trabajo, con los niños, y también para la cosa literaria… Después, al volver, además de encontrarme a una niña que era un bebé cuando me fui y que ahora anda, va a donde quiere, se ha convertido en una personita, me he dado cuenta de que no pasa nada si uno deja el blog unos días en pause, a nadie le importa demasiado, lo cual me parece normal, pero es un poco desesperante, como lo es comprobar que tampoco pasa nada sin uno se desengancha de los blogs que suele visitar, el mundo sigue girando y además la distancia a la que te lleva te hace plantearte ciertas cosas, la endogamia de los blogs de la que hablé hace unos días, el valorar si merece la pena dedicarles un tiempo que podrías emplear en algo de más provecho, escribir una esas novelas que tienes paradas, por ejemplo, aunque bien mirado, tampoco esto compensa demasiado, ahí están los datos de las ventas de tus libros, con todo eso uno hasta se plantea tirar la toalla, pero se pasa pronto, sabes que nunca lo harás, porque no puedes, porque lo necesitas (y de hecho aquí estoy, escribiendo de nuevo en el blog), y porque ahí está el viejo Bukowski, en un documental, diciendo cómo, cuando todo le iba mal y también pensaba en abandonar, guardaba una chispa, que no permitía que le arrebataran, para avivar el fuego cuando fuera necesario, cuando volvieran las ganas de calentarse, o de tener un poco de luz, o de quemar todo; Bukowski, al que por cierto, redescubro en Fragmentos de un cuaderno manchado de vino; creo que si leyera ese libro con quince años, no me hubiera enganchado a Buk, como lo hice, hay otro Bukowski, un Bukowski que me viene bien a mis cuarenta tacos, un escritor que se aleja del estereotipo de tipo duro que él mismo forjó para sobrevivir, Bukowski, cabronazo, tenías más ases en la mangas, gracias por las trampas, siempre estás ahí cuando te necesito…En fin, la rentré me ha salido algo aturullada y caótica, disculpadme, mis diez o doce, con suerte, amigos, solo era una señal de humo, una llamada perdida, un s.o.s doméstico… para comunicaros que el fuego sigue vivo, y que habrá que volver a atizarlo, ya veremos cómo.

KIRMEN URIBE Y LOS POETAS PIRATAS

Oct 15, 2009   //   by admin   //   Blog  //  2 Comments


Tengo una novela de aventuras, una novela de piratas, varada en una playa salvaje, a la que solo se llega después de abordar la nave enemiga y robarles el tesoro del tiempo. Algún día me echaré al monte o al mar y la escribiré, como se merece. Mientras tanto la imagino, y oigo a mi protagonista, un músico bucanero, cantar las canciones que les prestan otros poetas piratas. Kirmen Uribe, ahora en pleno abordaje, fue el primero de ellos (y en la tripulación espero enrolar a otros, como mi camarada Vicente Muñoz y sus Canciones de la gran deriva), Kirmen, decía, me cedió en su día, hace ya dos o tres años, uno de sus poemas, para poner la música a esa novela agazapada. Ahí va:
Ez eman hautatzeko
Itsasoa eta Lehorraren artean.
Gustura bizi naiz itsaslabarrean,
Haizeak mugitzen duen zinta beltz honetan,
Gizandi errata bati eroritako ile luze honetan

Itsasoarena maite dut batez ere bihotza.
Inozoa, haur handi batena bezain
Orain temoso, orain ezinezko pisaiak
marrazten.
Lehorrarena berriz
Esku handi horiek ditut gogokoen

Ez eman hautatzeko
Itsasoa eta Lehorraren artean
Badakit hari fin bat dela nire bizilekua,
Baina Itsasoarekin bakarrik galduko nintzateke,
Lehorrarekin ito.

Ez eman hautatzeko. Hemen geratuko naiz.
Olatu berde eta mendi urdinaren artean.[1]

[1] No puedo elegir/entre el Mar y la Tierra/Vivo feliz en la línea que las une/En esa cinta negra que mueve el viento/En este largo cabello de un gigante desorientado/ Del Mar me gusta sobre todo su corazón de niño grande/A veces rabioso, a veces capaz de dibujar/paisajes imposibles/De la tierra, sus manos/ No puedo elegir/entre el Mar y la Tierra/Sé que mi lugar es un hilo fino/pero en el mar me perdería/y en la Tierra me ahogo/No puedo elegir/Me quedo aquí/Entre olas verdes y montañas azules

A CHANKETE LE OLÍA EL ALIENTO

Oct 15, 2009   //   by admin   //   Blog  //  1 Comment

Aquí va la crítica que hace Kebran, comedor compulsivo de libros, activista poético, Kebran, el del corazón icombustible, al comic que mi amigo del alma Kalvellido y yo publicamos hace unos años.
Tremendo. Espectacular. Rompedor. Este cómic es la caña. Historias de Patxi Irurzun dibujadas por Kalvellido. Ironía fina, mucha mala ostia. Y un trabajo muy duro detrás de todo esto. Lo pillé directamente en la web de Kalvellido. Y no pude leerlo hasta ahora. Pero te aseguro que es de lo mejor que he hecho. Es muy divertido, cómo antes puse, un proyecto con alma, corazón y muchos huevos. Así que ya te está moviendo y te haces con él.

ÉL LADRÓN (DE LIBROS) ACCIDENTAL

Oct 14, 2009   //   by admin   //   Blog  //  7 Comments

Hoy he robado un libro… sin querer. No voy a decir en qué librería ha sido para que me dejen volver. Pero juro que ha sido sin darme cuenta. La cosa es que me he puesto a mirar algunas cosillas, libros de bolsillos, me ha tentado mucho El lado oscuro del amor, de Rafik Schami, que es un tocho considerable pero en edición rústica se quedaba en la mitad de precio, y El nido de la serpiente de Pedro Juan Gutiérrez, que ya lo leí, de la biblioteca, pero por seis euros me lo podía permitir en propiedad, y El ladrón de chicles, de Douglas Coupland, también de bolsillo… Y ahí andaba yo, ¿será mucha pasta?, puf, lo dejo, venga que no, joder,ese dinero te lo gastas cualquier día en chorradas, bueno, cualquier día, no y en chorradas, tampoco, la cosa no está para tirar, cohetes, lo dejo, total que me salgo sin los libros de la librería -o eso creía yo- y cuando llevo ya recorridos unos quinientos metros, noto que llevo en la mano algo que antes no estaba ahí (creo que no me he dado cuenta antes porque suelo portar a menudo libros, uno no sabe cuando la vida le dará un respiro, uno de esos tiempos muertos, en el autobús, las colas, etc. para leer unas líneas). Es El nido de la serpiente, ya puestos podía haber sido uno que no hubiera leído (El ladrón de chicles, por ejemplo, pegaba mucho más), y se había adaptado perfectamente a mi mano, como una segunda piel, el código de barras tapado por la manga del abrigo… Todo un cleptómano profesional.

Dios, que susto, y qué vergüenza, ¿me vuelvo para atrás y explico lo que ha pasado?, hostia, no, no, va sonar raro, si lo hago me voy a ver metido en alguna situación petersellerniana, tendré que dar explicaciones, ay, dios, qué dilema…bah, no ha sonado la alarma, que yo sepa no hay cámaras, y todo escritor que se precie tiene que robar alguna vez libros (y pasar hambre en París, y cogerse una tuberculosis, y así).

Lo malo es que… a ver si me voy a aficionar… No creo, si lo planeo no me sale tan bien y me pillan, fijo..

Páginas:«1...246247248249250251252...274»
ga('create', 'UA-55942951-1', 'auto'); ga('send', 'pageview');