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CAPITANES DE LA ARENA, de Jorge Amado (y otros libros sobre y de sintecho)

Ago 13, 2020   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Club de lectura de verano

Capitanes de la arena - 89071 - Biodiversidad Virtual / Etnografía

Publicado en magazine On, suplemento semanal de diarios de Grupo Noticias (15/08/20)

Uno de los libros más emocionantes y bonitos que he leído es, sin duda, Capitanes de la arena, de Jorge Amado. Pero no me hagan mucho caso. Lo que a uno le parece bonito a otros les puede parecer un horror. Tengo comprobado, además, que hay un nada despreciable (en cuanto a número) grupo de lectores a los que no les gustan los libros que hablan sobre desgracias (es decir, el ochenta por ciento de la literatura universal), a los cuales les recomiendo que no sigan adelante con este artículo en el que, además de esta novela del escritor brasileño Jorge Amado, vamos a hablar de literatura sobre sintecho o escrita por sintecho.

Capitanes de la arena cuenta las peripecias de una banda de niños de la calle, de meninos da rua de Salvador de Bahía (el libro se publicó en 1937, pero, por desgracia, sigue siendo terriblemente actual), sus temores, sus sueños y las razones que les llevaron a la marginación y la delincuencia. Las novelas de Jorge Amado, el gran narrador de la ciudad de Bahía, pobladas por prostitutas, vagabundos, campesinos, obreros, siempre lo hacen, siempre nos enseñan que tras cada una de esas historias hay una injusticia y que nadie nace ni se hace pobre por vocación. En el caso de Capitanes de la arena, por ejemplo, hay dos momentos de la novela que resumen perfectamente la misma: la escena de los meninos da rua subidos a un tiovivo en el que por unos momentos son capaces de olvidarse de la miseria, la violencia, el hambre en la que viven sumidos; o el capítulo en el que uno de ellos, Sin-Piernas,  es adoptado por una acomodada familia y se debate entre la misión por la que se deja acoger por esa familia: marcar la casa y facilitar al resto de la banda el asalto de la misma, y la felicidad que, repentina e inesperadamente, encuentra al sentirse por una vez querido —más allá de la camaradería de sus compinches—. Los niños de la calle, se puede concluir, son solo niños, y lo que le añade la apostilla “de la calle” es la persistencia a lo largo de los siglos de miseria, desigualdades y atropellos.

El pan desnudo de Mohamed Chukri
Jorge Amado narra la historia desde una óptica cercana al realismo social e incluso socialista, y así algunos de los capitanes de la arena evolucionarán a lo largo de la narración hasta convertirse en una brigada de choque de lucha obrera. Todo ello sin que de las páginas de esta novela se borren nunca los trazos profundamente líricos con que es contada.

Al igual que en las novelas de Jorge Amado, la literatura se ha ocupado en muchas otras ocasiones de quienes no tienen nada: vagabundos, alcohólicos, mendigos…, a veces con un halo romántico que se desvanece cuando los propios autores han sido sintecho y han escrito sobre ello, como el escritor bereber Mohamed Chukri, que fue otro niño de la calle y escapó a la pobreza a través de la literatura (aprendió a escribir con veinte años) dejándonos una obra memorable, a la altura de Capitanes de la arena  como es El pan desnudo (o El pan a secas, así ha sido traducido en sus últimas ediciones). 

Tom Kromer y Victor Hugo Viscarra
Otro escritor sintecho es el estadounidense Tom Kromer, autor de Nada que esperar, un clásico de la literatura de la Gran Depresión, que narra los cinco años que el autor pasó deambulando por albergues, vías de ferrocarril, descampados o pensiones de mala muerte. 

La vida de los vagabundos estadounidenses de ese periodo (retratada también en otros libros, como el magnífico Tallo de hierro, de Willian Kennedy, adaptado al cine por Héctor Babenco e interpretada en su papel protagonista por Jack Nicholson), está escrita en Nada que esperar sobre papeles de fumar o en los márgenes de los folletos religiosos de los albergues cristianos. Kromer refleja la desesperanza de un ejército de pobres vencido por el hambre y el desempleo, sus triquiñuelas para pedir limosna, la muerte de algunos compañeros, desmembrados al intentar subir en marcha a trenes de mercancías, las palizas de la policía…

homenaje a victor hugo viscarra Marco Tóxico | Victor hugo ...

A las palizas de la policía, precisamente, achacaba otro escritor vagabundo, el boliviano Víctor Hugo Viscarra, su ruina física, en lugar de a los treinta años malvividos en las calles de La Paz, o al alcohol trasegado durante todo ese tiempo. Víctor Hugo Viscarra, que murió en 2006 a los 49 años cuando parecía que tenía 70, dejó títulos como Alcoholatum y otros drinks, en los que describe la vida de los borrachos, delincuentes y vagabundos de La Paz, es decir, su propia vida: los bares como pudrideros (bares con nombres como El pezón de la mariposa o El Averno; bares en los que es posible encerrarse bajo candado para beber hasta reventar, literalmente); el sexo indigente,  buscando calor en la pestilencia y la llaga; el mundo y el lenguaje del pequeño hampa paceño… De Víctor Hugo Viscarra, una leyenda de la noche y de la literatura maldita boliviana, se han ocupado más y mucho mejor otros autores como Alex Ayala o Miguel Sánchez-Ostiz; y la editorial gasteiztarra Mono Azul, con Jabo H. Pizarroso al frente, publicó su título quizás más conocido y accesible, Borracho estaba, pero me acuerdo.

El escritor apestado, y Miquel Fuster
El mexicano Carlos Flores Vargas no es propiamente un escritor sintecho, pero sí se puede decir que vive y trabaja en la calle, que la recorre cada día de arriba abajo con sus libros a cuestas, y con los recortes de prensa que hablan de “su caso”. Ganador del prestigioso concurso internacional de cuentos Max Aub en 1988, Flores firmó un contrato con la editorial mexicana Diana, pero esta retuvo sus cuentos, dilató ad infinitum la publicación de los mismos, ante lo cual el escritor inició una huelga de hambre frente a sus oficinas e incluso amenazó con amputarse y comer su propio brazo si la editorial no cumplía el contrato. La editorial finalmente indemnizó al escritor pero su pequeña victoria fue a la vez su tumba, pues a partir de ese momento ninguna otra editorial quiso publicar a un autor con fama de conflictivo como Flores Vargas. Desde entonces, este vende de manera ambulante sus libros, que él mismo edita bajo sello propio (El patito feo), por el Zócalo de México DF. Por cada uno de ellos pide 0,60 pesos, y además tiene una página web, www.elescritorapestado.com, en las que se pueden leer algunas de sus obras, como Cuentos de sexo o Estela y la sangre.

Un caso más cercano es el del dibujante e ilustrador barcelonés Miquel Fuster, que tras entrar como aprendiz con dieciséis años en la Bruguera y trabajar como ilustrador durante un tiempo en otras editoriales de prestigio, como Norma, o agencias de prestigio como Selecciones Ilustradas, se vio en la calle a causa de una acumulación de desgracias: una ruptura sentimental, el refugio en el alcohol, el incendio fortuito de su vivienda… Miquel Fuster pasó quince años viviendo al raso, sobreviviendo gracias  a la mendicidad, hasta que en 2007 comenzó a publicar sus vivencias en un blog que finalmente se convertiría en una novela  gráfica titulada Miquel, 15 años en la calle. Miquel mantiene además un blog  (www.miquelfuster.com) en el que se pueden ver algunas páginas de este trabajo, y otras ilustraciones de trazo desgarrado y oscuro que dejan constancia de sus años como sin techo.

invisible libro homeless codigo nuevo

Fuster, Viscarra, Flores, Jean-Marie Roughol, cuya autobiografía se convirtió en un best-seller en Francia, los cuatro vagabundos polacos autores de Invisible, un curioso libro cuya tinta solo es visible bajo cero, de modo que quienes lo lean sientan qué es vivir a la intemperie, el Diario de una vagabunda de la japonesa Fumiko Hayashi… Hay, en definitiva y por desgracia, muchos capitanes de la arena y, para disgusto de esos “lectores” que citábamos más arriba, nos tememos que, como decía el tango de Discépolo, puesto que “el mundo fue y será una porquería”  seguirá habiendo también quien, afortunadamente, dé cuenta de ello en novelas crudas y hermosas como las de Mohamed Chukri o Jorge Amado.

EL OSO MITROFÁN

Ago 13, 2020   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Publicado en Rubio de bote, colaboración quincenal para magazine ON (diarios Grupo Noticias) 23/08/20

Yo lo supe años después, pero en una ocasión estuve a punto de ser denunciado acusado de injurias al rey, a cuenta de un cuento en el que hablaba del cabrón del rey (me refiero a un macho cabrío —¿o era un oso?, no recuerdo bien— que este abatió en una de sus cacerías, que nadie piense mal; bueno, que cada uno piense lo que quiera, a ver si al final también van a estar penado pensar). La cuestión es que alguien leyó en una radio mi cuento, que yo había publicado previamente en un fanzine revoltoso, y algún jefazo de la cadena, al que no le hizo ninguna gracia el juego de palabras, amenazó con emplumarme. Por suerte, para mí, quien leyó ese cuento —el mismo que me lo contó años después— al parecer no solo intercedió en mi favor sino que ofreció a cambio su cabeza, es decir se le invitó a dejar de colaborar con la emisora.

El rey, por entonces, era intocable, a pesar de que se caía mucho. Sigue siéndolo, de hecho, ahora que su figura parece tambalearse más que nunca (en realidad es el falso balanceo de un tentetieso que es a la vez una muñeca rusa y que al final dejará todo en su sitio; la única manera de acabar con la monarquía es tirar el juguete a la basura).  El rey, decíamos, sigue siendo intocable, hace apenas unos días, por ejemplo, hemos sabido que la fiscalía investiga a dirigentes de varios partidos por sus comentarios sobre el emérito, que es de momento a quien nos referimos, luego ya le tocará al preparao. El rey nos trajo la democracia, el rey nos salvó del golpe de estado, el rey era un tío cojonudo, como los espárragos a los que daba nombre una de sus ocurrencias, el rey era un profesional, ¡viva el rey! Y si no a la audiencia nacional. Como los del oso Mitrofán.

La Audiencia Nacional reabre la causa del 'Osito Mitrofán'

Porque, ahora me acuerdo, sí, al final, era un oso (y esto no es un cuento, es rigurosamente cierto). El oso Mitrofán. Lo emborracharon con cóctel de vodka y miel —eso fue al menos lo que reveló un funcionario ruso— para que don Juan Carlos-escopeta caliente lo abatiera en una cacería a quinientos kilómetros de Moscú. Y así fue, el oso Mitrofán, que era “bondadoso y alegre”, de ese modo lo describen las crónicas, cayó muerto de un solo disparo. “Estaba cocido”, rotularon, junto al sonrosado rostro del monarca, en una viñeta que apareció publicada en los diarios Deia y Gara. Y sus autores, claro, fueron llamados a declarar, daba igual que evidentemente se refirieran al oso, del mismo modo que yo en mi cuento me refería al cabrón, es decir, al macho cabrío.

Por cierto, y por si a alguien se le ocurre rematar la faena y demandarme ahora, la denuncia contra aquellos humoristas no prosperó (claro que el acojone, en plan matón togado, no nos lo quita nadie). Eso es en el fondo, lo que perpetúa la monarquía, no tanto la propia familia real (da lo mismo, en realidad, si quienes la componen son ejemplares o unos golfos, la institución per se es anacrónica y antidemocrática, ni siquiera deberíamos plantearnos un referéndum, del mismo modo que no se vota sí o no al cinturón de castidad), sino sus palanganeros y porteadores. Los “yo no soy monárquico sino juancarlista”, aquellos a los que les parecían tan graciosos la peineta en Vitoria y el ¿por qué no te callas? en Chile, o un negocio redondo para el país los chanchullos con sus hermanos los señores feudales saudís… Muchos de ellos son los que ahora han colaborado en la huida del campechano; otros meten tanto ruido como antes era atronador su silencio. Y todos, en cuanto pase este agostazo mal medido pero agostazo a fin de cuentas, volverán a doblar lacayunos la cerviz ante el preparao, del que a su vez airearán otros sus miserias —es un decir— cuando le hayan hecho hueco en el trono al culo trasparente y constitucional de la que venga detrás por la gracia de Dios y de Francisco Franco. 

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