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Archive from julio, 2020

¿EH, CARI?

Jul 27, 2020   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
Supergirl Sky Flight en Six Flags Mexico: Opiniones e Info ...

Publicado en «Rubio de bote», colaboración quincenal para magazine ON (25/07/20)

¿Y, cari, te acuerdas de aquellas otras vacaciones, en Navidad, que fuimos a Madrid, al parque de atracciones? ¿Cuando nos subimos a los columpios voladores? ¡Qué frío hacía! ¡Y a quién se le ocurre! Como no había nadie en la cola, para allí que os lanzasteis como becerros tú y los niños —yo no, porque ya sabes que a mí las alturas me dan yuyu—… De hecho, me monté renegando, como siempre. Y luego aquello comenzó a subir y a subir y a llenarse de niebla y parecía que nos estaban metiendo al fondo de un frigorífico. Pero aún fue peor cuando la atracción empezó a dar vueltas y a coger velocidad.

—El aire era un lanzador de cuchillos miope— dijo la niña, que ha salido medio poeta, como tú.

Bueno, en realidad lo dijo después; entonces, allí arriba, ella y el niño lloraban como condenados. No era para menos. Recuerdo que a mí me dolían tanto las orejas que me las tocaba todo el rato, para ver si todavía seguían enteras. Y que me aguantaba las ganas de vomitar solo para no descalabrar a nadie abajo, a donde las potas iban a llegar convertidas en barras de hielo. También recuerdo que tú empezaste a hacer gestos al operario. Y que los niños le gritaban “¡Bájanooooos!”, pero el atontado aquel nos hacía señales con el pulgar hacia arriba, porque se creía que le estábamos pidiendo más vueltas…

Así que allí estuvimos, olvidados al fondo de la nevera, casi un cuarto de hora, hipotérmicos perdidos.

Mira que fuimos canelos… Pero lo que nos hemos reído, después, recordándolo, ¿eh, cari?

Este verano habrá que hacer turismo así, recordando.

Me acuerdo ahora también, por ejemplo, del día que nos conocimos, tú y yo, en aquel concierto de Kiko Veneno, otro verano, y que después nos fuimos a las barracas porque tú querías subirte a la noria. De solo pensarlo, el bocata de txistorra que me había zampado en las txoznas me hizo el pino-puente dentro de la tripa. Pero no dije nada. Estabas tan guapa… En la noria aquella al menos no hacía frío, pero yo me mareé igual, cuando llegó a lo más alto del todo y el mundo se puso del revés y las nubes bajaron al suelo. A pesar de todo, a mí se me ocurrió que aquel era un buen momento para besarte y lo intenté —pálido como estaba debí de parecerte un vampiro—, pero la boca se me llenó de serpentinas y de fuegos artificiales y de kalimotxo de ese en polvo y tuve que apartarme para vomitarlo todo barandilla abajo.

Siempre he sido un romántico.

A ti, de todos modos, no te importó, no corriste de vuelta con tus amigas cuando bajamos de la noria.  Esa noche la pasamos juntos de bar en bar, bailando y derramando cubatas. Cada vez que me pongo gel hidroalcóholico en las manos —ahora lo hago a todas horas, te lo juro—me acuerdo de esa noche. Y me acuerdo también de que, al volver a casa, nos entretuvimos por el camino, enamorados de la vida. Al final fuiste tú la que me besó, porque a mí la boca aún me sabía a pólvora y me olía a baño químico y porque me daba miedo subir otra vez a las alturas. Pero lo hice, y en el cielo de tu paladar se me pasó el vértigo —ya ves, al final tú nos has hecho a todos un poco poetas—.

Y así hasta hoy, cari. Este verano habrá que aguantarse y quedarse en casa, bueno, aquí, en el hospital, qué le vamos a hacer. La vida es también una noria, y ahora nos toca estar abajo —o arriba, yo ya no sé muy bien—, pero luego todo esto pasará, la rueda volverá a girar y se acabará otra vez el yuyu, ya verás. Y entonces nos iremos de vacaciones, a algún parque de atracciones, con los niños. Y yo renegaré cuando me hagáis subir al Shambhala. Y luego en casa nos reiremos mucho recordándolo…

¿Te acuerdas de aquella vez, en la montaña suiza de Igeldo, que el niño se tragó un abejorro? ¿Y de aquel parque acuático, cuando me entró la cagalera bajando por el turbotobogán? ¿Eh, cari, te acuerdas?…

BIBLIOGRAFÍA MÍNIMA DEL ROCK RADIKAL VASCO (2)

Jul 25, 2020   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Club de lectura de verano

Pasión Y Muerte De Iosu Expósito (NARRATIVAS): Amazon.es: Beñat ...

Publicado en magazine On (diarios Grupo Noticias), 25/07/20

Primera parte

La semana pasada acabábamos la primera entrega de este repaso por los libros que se han ocupado del RRV (Rock Radikal Vasco) citando La mejor banda del mundo, de Anjel Landa y Crisóstomo Amezaga, una obra que está a caballo entre la biografía y la ficción. El libro, de hecho, comenzó siendo una novela. Sin embargo, se puede decir que el RRV no ha tenido apenas reflejo, o al menos el  reflejo que se merece, en la literatura de ficción. No son muchas las novelas en las que aparece, ni siquiera como música de fondo (esta es una de las carencias y debilidades que, por ejemplo, le achaca Iban Zaldua a un libro como Patria, una obra vendida a mansalva como el relato definitivo de una época y en la que sin embargo, extrañamente,  ningún protagonista escucha la música de esa época: Kortatu, Barricada, La Polla Records…). Sí aparece, sin embargo, en algunos otras novelas y cuentos, sobre todo en euskara, como Galdu arte, de Juan Luis Zabala, o en las obras de Xabier Montoia, que como decíamos la semana pasada fue el primer cantante de Herztainak, o estuvo al frente de M-ak… Pero en general da la impresión (aunque seguro que hay muchos más libros de ficción que se nos escapan) que hay un pequeño vacío en ese sentido y por eso nos gustaría citar otra novela sobre Eskorbuto, o, en concreto,  sobre uno de sus componentes: Pasión y muerte de Iosu Expósito, de Beñat Arginzoniz, en la que, en una narración impregnada de poesía,  se relata con una imágenes muy evocadoras los últimos días de la vida del guitarrista y cantante de la banda.

Una novela impresionante, como lo es también Agua para los muertos, que el propio Arginzoniz  dedica a un componente de otro grupo que sigue la estela de Eskorbuto, Subversión X, y cuyo cantante, Jabi Arroyo, acompañó precisamente a Iosu Expósito en sus últimos días de vida  (y que, posteriormente, llevó una vida bastante similar, marcada por la toxicomanía, la delincuencia y la autodestrucción, aunque, en este caso,  con un final feliz; Arroyo, de hecho, es hoy en día uno de los más activos reivindicadores de la memoria histórica del grupo de Santurtzi, impulsando iniciativas como el gran mural que se pintó en honor de Eskorbuto recientemente).

Qué dura es la vida del artista

Con Eskorbuto tuvieron sus más y sus menos otro de los grupos referenciales del RRV, La Polla Records, a quienes, al parecer, Iosu Expósito robó una guitarra durante un concierto en el que compartieron cartel. Se cuenta que el rifirrafe dejó también un intercambio de temas con recado entre un  grupo y otro (Cuidado, por parte de Eskorbuto, y El avestruz, de La Polla). La cuestión es que, si bien el grupo de Agurain no tiene una biografía propiamente dicha, Evaristo Páramos, su icónico cantante, una de las mentes más lúcidas y rápidas del rock vasco, ha generado abundante bibliografía que podemos incluir en este repaso de la literatura del RRV. Páramos fue, de hecho, uno de los primeros en animarse con la pluma. Publicó  Por los hijos lo que sea  en 2001 , una colección de relatos con estética de cómic (el propio Evaristo ha renegado en más de una ocasión de este libro que originalmente fue concebido como tal, como un cómic; el libro, a pesar de todo,  tenía varios e interesantes hallazgos literarios),  a  los que siguieron, años más tarde, una serie de desconcertantes publicaciones , Cuatro estaciones hacia la locura y Cuatro estaciones en la locura, en las que Evaristo  relata en forma de diario, entre otras cosas, su aproximación al esotérico mundo de las runas o el tarot. 

Qué dura es la vida del artista: Amazon.es: Evaristo Paramos Perez ...

Aunque, sin duda, para esta bibliografía mínima del RRV la obra que más nos interesa es la titulada Qué dura es la vida del artista, un anecdotario del grupo en el que el cantante de La Polla Records repasa muchos de los momentos vividos con el grupo, sus orígenes, las giras, las subidas y bajadas, todo ello con la sorna y el desparpajo que caracteriza al que es, sin duda alguna, uno de los letristas más atinados del rock vasco (la universalidad y permanencia de sus mensajes así lo demuestran).

Barricada y RIP

Continuando con los grandes grupos del RRV, tenemos la biografía de Barricada, Electricaos, escrita por David Mariezkurrena y  por Fernando F. Garayoa, un exhaustivo trabajo que recorre treinta años de carrera del grupo de la Txantrea, y a la que solo le faltan los capítulos finales, con la separación de la banda, la carrera de El Drogas en solitario, la perdida de la voz de Boni…, pero únicamente porque sus autores no eran adivinos y el libro se escribió antes de todos esos acontecimientos… Un gran trabajo, en todo caso, editado a todo lujo y muy recomendable. A él, relacionado con el universo Barricada, cabe sumar los trabajos que El Drogas ha publicado en los últimos años: el libro de poemas Tres puntadas (con prólogo de un servidor) y el dirigido al público infantil Las zapatillas de volar .

BARRICADA. ELECTRICAOS. MARIEZKURRENA, DAVID ; F. GARAYOA ...

En cuanto a RIP, uno de los grupos a menudo injustamente en la segunda fila del RRV, hace poco ha sido editado un disco-libro o disco-fanzine titulado Larga vida a RIP, que, como reza su sinopsis, “reconstruye la trayectoria de la banda a partir de los testimonios de Txerra y de muchas de las personas que estuvieron al lado de RIP. Un relato crudo y feroz que narra las vivencias del cuarteto de Mondra, contextualizado en la Euskal Herria de los 80-90”, y que incluye un CD con versiones de diferentes bandas: Arkada sozial, Rat-zinger, Habeas Corpus e incluso dos temas inéditos grabados por Txerra, uno de los supervivientes de la banda.

Para ir acabando, aparte de libros como los ya citados dedicados a grupos concretos (y de otros, por ejemplo,  Flores en la basura, que escribió Roberto Moso, el cantante de Zarama), también es interesante resaltar otros que han abordado el RRV desde un punto de vista más general, más académico incluso, dentro del género del ensayo.

De concierto en concierto y de mani en mani

Y así, tenemos en primer lugar el más antiguo de todos, Negación punk en Euskal herria, firmado en los 90 por Huan Porrah, un autor andaluz —Huan Porrah es una transcripción fonética de Juan Porras— y que es un primer intento por analizar el RRV como manifestación o expresión de un movimiento de negación, o de rebelión más amplio; el libro era o partía en realidad de una tesis doctoral, al igual que otro más reciente, de Jakue Pascual, Movimiento de resistencia: años 80 en Euskal Herria, Contexto, crisis y punk, del cual también vamos a reproducir parte de la sinopsis porque resume muy bien no solo lo que es el libro en sí sino además, efectivamente, todo este contexto en el que brotó el RRV:  “Huelgas, conflictos obreros, agitación, guerra sucia, crisis, represión, paro, desilusión, heroína y bombas. La de los ochenta es una década llena de emociones, de cruda realidad y de sueños. Entre pelotazos, controles, botes de humo y porrazos, el no future desesperanzador y la utopía movilizadora, se abre paso en Euskal Herria una nueva generación, un potente y heterogéneo movimiento de resistencia compuesto por jóvenes de distintas adscripciones ideológicas. Abertzales, antimilitaristas, libertarios, ecologistas, feministas… se unirán en torno a una tupida red de medios contrainformativos y gaztetxes; rularán de concierto en concierto y de mani en mani”.

Party & Borroka - Ion Andoni del Amo Castro - txalaparta.eus

Jakue Pascual completa el trabajo con una segunda parte titulada Radios libres, fanzines y okupaciones en la Euskal Herria de los años 80. Movimiento de resistencia II.

Tanto Movimiento de resistencia de Jakue Pascual, como Negación punk en Euskal Herria, de Huan Porrah están publicados por Txalaparta, al igual que Party & Borroka,de Ion Andoni del Amo, que viene a analizar cuál ha sido el rastro que la cultura del rock radikal ha dejado en nuestra música, o cómo quizás llegó incluso a convertirse en algo hegemónico, eclipsando la aparición de otras tendencias o corrientes, otras nuevas formas en las que también la música funcionaba como aglutinador de la rebeldía y la radicalidad.

Viviendo a toda velocidad

Para finalizar, esta vez sí, podemos concluir que al intentar abarcar todo lo que, desde la literatura, se ha aproximado de alguna manera a este fenómeno o a este movimiento de lo que se dio en llamar Rock Radikal Vasco, seguramente nos hemos dejado más de una y de dos referencias (por citar, aunque solo sea rápidamente alguna otra: Lluvia, hierro y Rock’n’Roll : Historia del rock en el gran Bilbao (1958-2008), de Álvaro Heras-Gröh). Seguramente también todavía queda mucho por escribir. No existe, por ejemplo, una gran enciclopedia o guía que recoja toda esa gran eclosión de grupos que se dio en los ochenta, por una parte porque sería casi imposible, pues cada barrio y cada pueblo, casi cada cuadrilla, prácticamente, tenía su propio grupo, y, por otra, porque también eran años de confusión, en los que se vivía sumidos en una especie de niebla y en los que nadie se preocupaba o pensaba en dejar constancia de aquello que estaba sucediendo, sino en -como cantaban Barricada- vivir a toda velocidad, como un ciclón.

Tal vez sea, en fin, la literatura de ficción —esta es una opinión personal—, las novelas, los cuentos —y en esas estamos algunos (Tratado de hortografía — Patxi Irurzun—) quienes tengan que reparar todo ello y quienes hagan nuevas aportaciones para reconstruir aquella época y aquellas vivencias que, de todos modos, el RRV expresó sin parangón a través de la música.

«Para nosotros, que no creíamos en nada, el punk-rock fue una religión» (Patxi Irurzun)

Jul 19, 2020   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Entrevista en Gara/Naiz (19/07/20)

En su último trabajo, «Tratado de hortografía» (sí, con hache), recién publicada por la editorial Pamiela, el escritor y colaborador de GARA Patxi Irurzun (Iruñea, 1969) firma a través de una historia pequeña, cotidiana y actual una novela que rememora, sin caer en la nostalgia, el Rock Radikal Vasco. Hacen cameos Evaristo, Eskroto y Mahoma, pero esta obra es, por encima de todo, literatura

Miren Lacalle/Iruña

¿Quién no recuerda a Las Tampones, aquel grupo punk de los 80, y su canción “Estamos contra las reglas”? Aquella que interpretaron en horario infantil en un conocido programa de televisión, con el consiguiente y monumental escándalo… Un momento, ¿pero esas no fueron Las Vulpes y su tema “Me gusta ser una zorra”? En “Tratado de hortografía” (Pamiela), la última novela de Patxi Irurzun, el escritor txantreano recuerda, en un refrescante kalimotxo literario en el que se confunden realidad y ficción, los años del Rock Radikal Vasco.

Por sus páginas hacen cameos Evaristo, Josu y Jualma de Eskorbuto, Eskroto, Mahoma… Pero que nadie se confunda, “Tratado de hortografía” es, por encima de todo, una novela. Literatura. Que nadie busque en ella una enciclopedia del RRV ni un “Cuéntame” punk. La novela, de hecho, se ancla con fiereza en la actualidad. El protagonista es una antigua estrella del rock vasco –el cantante de Los tampones– que, a través de un diario, nos cuenta cómo sobrevive décadas después de perder su fulgor a las dentelladas de la vida (la complicada adolescencia de sus hijos, la precariedad laboral o el inevitable balance, al llegar al medio siglo de vida, entre lo soñado y lo obtenido). Todo ello, es cierto, entre inevitables recuerdos de aquellos días de ruido y furia de los ochenta.

¿Cuál fue el chispazo inicial de Tratado de hortografía?

Siempre había querido escribir una novela sobre el rock radikal, que viví con mucha intensidad de chaval: los casettes, los conciertos los fines de semana, que eran como un ritual, como ir a misa, el “Bat, bi, hiru!” de “Egin”, nuestra hoja parroquial… En muchas de mis novelas y cuentos aparece todo eso de un modo secundario, y me apetecía darle más protagonismo. Tenía todo en la cabeza y una frase con la que arrancar: ‘Para nosotros, que no creíamos en nada, el punk-rock fue una religión’, pero cada vez que lo intentaba no funcionaba, quizás porque intentaba hacer la gran novela que, a mi juicio, estaba por escribir del Rock Radikal Vasco, o quizás porque yo no soy músico y todo lo había vivido desde fuera, como espectador. Aunque también es cierto que, hablando con músicos que sí estuvieron en el ajo, me decían que tampoco recordaban gran cosa de esos años, que los vivieron como en una nebulosa, lo cual me hizo sentirme menos intruso.

Y encontró la manera de contar esa historia con un formato de diario, escrito desde la actualidad por una vieja gloria de un imaginario grupo de rock, ¿Los Tampones…?

Sí, empecé a escribir el diario de una forma casi casual, sin premeditación, y pronto me di cuenta de que la cosa fluía –de hecho el diario está escrito en tres meses–, seguramente porque los diarios son un cajón de sastre y me resultaba fácil alternar en él recuerdos de la juventud del protagonista, con la rutina de su vida actual, los conflictos con sus hijos adolescentes, la precariedad en la que vive, el duelo por una muerte muy próxima… En la novela está ese trasfondo de los ochenta, la historia de Los Tampones, su escándalo televisivo (que evidentemente recuerda aquel episodio de Las Vulpes) y todo ello determina la vida del protagonista, pero su historia está contada desde el presente.

Por otra parte, yo ya había escrito un diario, este real, anteriormente, “Dios nunca reza”, y encontré pronto el mismo tono, que me dio entonces muy buenos resultados.

En ese sentido, «Tratado de hortografía» es una novela generacional, porque retrotrae a los 80 pero también nos habla de quienes ahora rondan el medio siglo.

Sí, el libro habla, por ejemplo, sobre la gente que llega a los cincuenta y no ha tenido nunca un empleo estable o un sueldo que supere los mil euros; o de esa violencia oculta que es entrar a los supermercados y comparar los precios de las bandejas de carne y tener que llevarte la más barata y seguramente la menos saludable. Es decir, habla sobre precariedad e invisibilidad. Y se reflexiona también sobre en qué ha quedado todo aquello por lo que peleó esa generación en su juventud, si ha servido para algo, qué errores cometieron…

En el grupo de guerrilla ortográfica en el que participa el protagonista, de hecho, hay un intento un poco patético de encontrar respuestas a todo ello, de ahí también el título, ese error u horror ortográfico que señala todas esas contradicciones.

También parece evidente que hay muchas referencias autobiográficas en ese protagonista: escritor, colaborador en un periódico, bibliotecario…

Sí, bueno, podría hacerme el guay y decir que es un libro de autoficción, que es lo que se lleva ahora, pero yo prefiero decir que es una novela, en las que de toda la vida los autores han nutrido sus historias con sus propias vivencias, con lo que han vivido y con lo que les habría gustado vivir… A mí me habría gustado ser músico, pero tengo menos oído que un orinal, así que me lo invento, y así, por ejemplo, puedo compartir escenario con Evaristo. En el libro hay un momento en el que menciono algo que siempre dice mi madre cuando lee mis cosas: “¡Pero si este eres tú!”, da igual que el protagonista sea una mujer, o mayor o más joven que yo. Y es verdad y a la vez no lo es, es así como funciona la literatura.

Antes ha mencionado «Dios nunca reza», pero esta novela se puede ligar con varias de sus obras anteriores, por ejemplo, las primeras en las que aparece la ciudad imaginaria de Jamerdana.

Así es, recupero Jamerdana, ese compendio de todas las ciudades vascas, y recupero en cierto modo también el tono juvenil y desenfadado de “Ciudad retrete” o “Cuestión de supervivencia”, pero también se puede ligar el libro, por lo que hemos hablado antes, con mis libros más autobiográficos, “Dios nunca reza” o “Atrapados en el paraíso”. Pero es que, además, en él también podemos encontrar mi faceta como escritor de periódicos, porque he insertado, a modo de samplers, fragmentos de algunas de mis columnas…

O está Zarraluki, otro territorio mítico que aparecía en algunos de mis cuentos o en “Pan duro”. El propio grupo de Los tampones ya tenía un precedente en otro relato, “Ultrachef”, o en una radionovela punk que escribí para “Radio Euskadi”. No sé, tengo la impresión de que “Tratado de hortografía” es un libro que da sentido o encauza mucho de lo que he escrito anteriormente, yo creía que de un modo deslavazado. Eso es muy bonito y emocionante descubrir: cómo en realidad lo que has estado haciendo durante todos estos es años era, sin saberlo, una especie de corpus, de organismo literario mayor.

Sorprende esta vuelta a los orígenes, tras sus últimas novelas de género histórico, con las que ha tenido cierto éxito.

Pero incluso con ellas tiene algo que ver, porque el protagonista acaba de escribir una novela de ese tipo, con cierta desgana, y porque esas novelas, “Los dueños del viento” y “Diez mil heridas”, también tienen su componente de novela social, como esta. Por otra parte, también podriamos decir de “Tratado de hortografía”, que es una novela histórica y pretende reivindicar algo como el Rock Radikal Vasco que ha dejado muy poca huella en la literatura si lo comparamos con lo que significó para muchos de nosotros.

¿Recuperará a los personajes en nuevas entregas?

Esa es la idea, porque con este tipo de historias es con las que yo disfruto y me siento cómodo escribiendo, y porque tengo la sensación de que en realidad solo he empezado a rascar en algo que tiene mucho más por debajo, sobre lo que hay mucho que contar y rescatar, en esa nebulosa de los 80. Me gustaría y tengo pendiente hablar con muchos de sus protagonistas, El Drogas, Jimmi de Tijuana, Marino Goñi… Pero también es cierto que este es un libro de kilómetro cero, con una historia local, una editorial de casa, y un libro, por tanto, que va a tener que pelear duro en ese gran circo de la literatura. Habrá que ver qué pasa, si la gente prefiere una lechuga de la huerta o una iceberg del Mercadona. Yo confío, de todos modos, primero, en lo que he escrito, de lo que estoy muy satisfecho, y después en el boca-oreja y en el espíritu fanzinero y maquetero de “Tratado de hortografía”.

BIBLIOGRAFÍA MÍNIMA DEL ROCK RADIKAL VASCO (1)

Jul 18, 2020   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Club de lectura de verano

Hertzainak

Publicado en magazine ON (diarios Grupo Noticias) 18/07/2020

RRV, o Rock Radikal Vasco. Esa era la etiqueta que se colgó a aquellos grupos de punk, rock, ska, reggae, que en la década de los 80 brotaron como bonguis a lo largo y ancho de toda Euskal Herria (Hertzainak, Eskorbuto, Barricada, La Polla Récords, Kortatu, RIP, Tijuana in blue, Cicatriz…) y de la que todos ellos renegaban, pero que el tiempo ha demostrado que, cuando menos, resultaba muy práctica.

La lista y la discografía del RRV son extensas, pero no sucede lo mismo en cuanto a su bibliografía—al menos comparándolo con la magnitud que para muchos de nosotros tuvo el RRV en nuestras vidas—. Hoy, y en la siguiente entrega de este club de lectura de verano, vamos a intentar hacer un somero repaso (no están todos los que son pero son todos los que están, etc.) a los libros que de una u otra manera, desde la biografía, el ensayo o la ficción, se han acercado a este fenómeno.

Hertzainak, la confesión radikal

Una de los primeras obras dedicadas a grupos del rock radikal fue esta biografía oral que publicaron a mediados de los 90 Pedro Espinosa y Elena López y que se reeditó veinte años después por la editorial Pepitas de Calabaza, con nuevas fotos y testimonios, ilustraciones, y con un apéndice final en el que aparece todo el cancionero de la banda. Hertzainak fue un grupo clave dentro del RRV, que quizás no tuvo el tirón que han tenido o han mantenido con el paso del tiempo otros como Kortatu, Eskorbuto o Barricada, pero que fue pionero y en el que estaba contenida toda aquella explosión de furia y creatividad. Ellos fueron, por ejemplo, quienes volcaron por primera vez al euskara el punk y el ska. Eran —puestos a usar etiquetas manidas— los The Clash vascos. Alrededor de Hertzainak se gestaron las procesiones ateas de Vitoria, las radios libres, el Euskadi Tropical… Herztainak era una especie de colectivo, un planeta alrededor del cual giraba otros satélites, otros grupos como Cicatriz, Potato (grupo al que pertenecían los autores de Hertzainak, la confesión radikal), Ruper Ordorika, Karra Elejalde —que escribió alguna de las letras de Hertzainak—, Gamma, el cantante original de la banda, que con el tiempo acabaría siendo el escritor Xabier Montoia… Un grupo, en definitiva, que aglutinaba muy bien todo el espíritu rebelde, festivo y combativo de la época y que se recoge muy bien en este libro, con ese formato de biografía oral, es decir, en el que no hay un narrador sino que aparecen diferentes personas que han tenido relación con la banda y que van contando sus vivencias y recuerdos relacionados con ella. 

Eternas cicatrices

Una de las autoras de Hertzainak, la confesión radikal, Elena López,  lo es también de otro libro pionero, Del txistu a la telecaster, uno de los que abrió el camino en cuanto a un estudio, un recuento, una crónica del rock vasco, que se antojaba de todos modos inabarcable, a pesar de las referencias a decenas de grupos. Quizás los que más presencia tienen en estas páginas son Cicatriz, de hecho el título está extraído de unas declaraciones de Natxo, el cantante del grupo, en las que decía que ellos aspiraban a sustituir el txistu y el tamboril por la telecaster (un modelo de guitarra eléctrica).

Cicatriz, Eternas Cicatrices: Amazon.es: Libros

Y por seguir el hilo, Cicatriz también tiene su propia biografía, Eternas cicatrices, esta más reciente, de 2016, pero tras la que está el trabajo de toda una vida por parte del autor, Juan Carlos Azkoitia, un fanático de la banda que ha dedicado dos décadas de su vida a escribir este libro, en el que recoge la trayectoria de seguramente el grupo más salvaje de Euskal Herria (recordemos que se formó en un pabellón psiquiátrico o que prácticamente todos sus miembros murieron como consecuencia de las drogas). Cicatriz, después de todo, encarnan la crónica de una década, los 80, y de una juventud  que pasó por ella como un ciclón, arrasando con todo y a menudo consigo mismos:  heroína, botes de humo, delincuencia… Una juventud inconformista y autodestructiva que, desde luego, no recorrió de puntillas ni mirando para otro lado la época, difícil, convulsa, cambiante que le tocó vivir. 

Eternas cicatrices adopta igualmente el patrón narrativo de la biografía oral (aunque recoge además una especie de memorias inconclusas de Natxo Cicatriz) y por sus páginas vemos desfilar, entre otros muchos, a otro de los capos del rock radikal: el comandante Muguruza, de cuyas andanzas en diferentes grupos, como Kortatu o Negu Gorriak , también se han recogido testimonio en algunos libros.

Kortatu y las pegatinas de los bares

El estado de las cosas. Kortatu. Lucha, fiesta y guerra sucia (2013) fue escrito por los periodistas Roberto Herreros e Isidro López, dentro de una colección llamada Cara B que publicó durante una temporada la editorial Lengua de Trapo, en la que se analizaban discos significativos de diferentes grupos  (por ejemplo, el Omega de Morente y Lagartija Nick; o, en el caso de Kortatu, El estado de las cosas, el último del grupo en castellano). Más allá de lo musical, este libro es también un análisis del contexto social y político en el que se compuso el disco, e incluso de las claves que hicieron que surgiera el propio rock radikal vasco. Bernardo Atxaga describe en el prólogo,  de una manera muy visual, lo que fue aquella época, resumida en la imagen de algunos bares con las paredes llenas de pegatinas de todo tipo: ecologistas, feministas, presos, radios libres, gaztetxes…  “Un maremágnum de cosas y —como escribe el propio Atxaga— afectando a todo, marcándolo todo, la violencia”.   

El estado de las cosas de Kortatu - Lengua de Trapo

Hay algún otro libro más referido a Kortatu, o, mejor dicho, en este caso a Negu Gorriak, como es Ideia Zabaldu Tour 95, en el que la autora, Garbiñe Ubeda, hace la crónica de una gira del grupo por Europa.

Eskorbuto, demasiados enemigos

Otro de los grupos que ha generado abundante literatura es Eskorbuto (y todo indica que la seguirán generando, a juzgar por la proliferación de pintadas con el nombre del grupo que todavía siguen descosiendo las paredes de muchos barrios y que no creemos que esté haciéndolas alguien de sesenta años). Eskorbuto es, de hecho, quizás el grupo que con el paso del tiempo va adquiriendo más categoría de leyenda, hasta tal punto que, en efecto,  la mayoría de sus seguidores son jóvenes que no los conocieron en vida y que nunca estuvieron en ninguno de sus conciertos (Eskorbuto, además, no se prodigaron mucho).  Buena muestra del interés que desata la banda son el documental  Generación Anti Todo (2018), de Iñigo Cobo, o la anunciada película de ficción Demasiados enemigos de Aitor Gutiérrez que producirá Alex de la Iglesia.

En cuanto a la literatura, el primer libro dedicado a Eskorbuto, después de algunos fanzines y dossieres o del propio periódico que el grupo editó en su maqueta Ya no quedan más cojones, Eskorbuto a las elecciones, fue seguramente Historia Triste, de Diego Cerdán,  una biografía bastante completa del grupo, que incluía algunas memorias del propio Iosu Expósito, todas las letras de las canciones, recuerdos de personas que estuvieron próximas a ellos —Fermín Muguruza, Roberto Mosso…—, fotos inéditas o artículos periodísticos de algunos de quienes más y mejor han escrito sobre el rock radikal: Pablo Cabeza, Josu Arteaga, Óscar Beorlegui…

ESKORBUTO: Rock y Violencia - Vol. 1 + Vol. 2 - Roberto Ortega ...

Historia triste se publicó en 2001 y posteriormente aparecerían más biografías, como parafraseando una de las canciones del grupo, Rock y violencia, de Roberto Ortega, que se publicó en tres tomos,  o más recientemente La mejor banda del mundo, de Anjel Landa y Crisóstomo Amezaga, un libro que está a caballo entre la biografía y la novela y que además tiene la particularidad de que Amezaga es el fundador de una de las compañías discográficas por las que anduvieron deambulando Eskorbuto: Discos Suicidas; es decir, que los conoció de primera mano y tuvo que sufrirlos, porque los Eskorbuto no se andaban con chiquitas y, por ejemplo, entraron en una ocasión en las oficinas de la casa discográfica para llevarse por la fuerza el máster de uno de sus discos y venderlo a otra compañía.

(Continuará)

LAS RATAS. MIGUEL DELIBES

Jul 11, 2020   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

CLUB DE LECTURA DE VERANO

Las ratas - Miguel Delibes | Planeta de Libros

Publicado en Magazine ON (diarios Grupo Noticias, 11/07/20)

Recuerdo que la primera vez que terminé de leer Las ratas, una de las novelas fundamentales de Miguel Delibes, de quien este año se celebra el centenario de su nacimiento, volví a la primera página y empecé de nuevo el libro. Yo era un niño raro, lector, lo cual agradezco, porque eso me ha permitido juntarme, como hacen las trayectorias de las balas perdidas,  con otros niños raros como yo, y así, hace apenas unos meses, Kutxi Romero, el cantante de Marea, lector voraz y por tanto niño rarísimo, me confesó que a él le había sucedido lo mismo con esta novela. Hay libros que deseas que nunca terminen (del mismo modo que hay libros que deseas que terminen en la segunda línea, lo malo es que por lo general estos suelen tener más de seiscientas páginas y vienen prescritos por agentes comerciales que se hacen pasar por críticos literarios; pero me estoy desviando); hay libros que deseas que nunca terminen, decía, ni siquiera aunque te obliguen a leerlos, como, de hecho, me sucedió con Las ratas o con otros de aquellos, como el Lazarillo de Tormes, La perla, de John Steinbeck, Rebeldes,  de Susan E. Hinton o El misterio de la cripta embrujada, de Eduardo Mendoza, que conformaban nuestras lecturas en las clases de literatura de la escuela o el instituto.

My tailor is rich

Hay quien dice que la vocación lectora se trunca a menudo por obligar a los niños y a los adolescentes a leer obras “difíciles” para su edad, pero a nadie le parece mal que los chavales tengan que aprender inglés o a hacer raíces cuadradas. El resultado suele ser que las lecturas obligatorias se rebajan al nivel de un chimpancé o de un crítico literario/agente comercial, lo cual es absurdo, del mismo modo que los profesores de matemáticas no se limitan a mandar a sus alumnos sumas y problemas de trenes hasta que pueden librarse de la asignatura ni los profesores de inglés se pasan años haciéndoles repetir Good morning o My tailor is rich.  Hace apenas unos días, por ejemplo, volví a leer Las ratas, de Miguel Delibes,  y me sorprendió algo que, probable y paradójicamente, en aquellas primeras lecturas, me hubiera pasado desapercibido: la riqueza de su vocabulario. Entonces, supongo, lo que me atrapó fue la figura del niño cazador de ratas, de aquel niño sabio que se mantenía intacto, puro, en mitad de una naturaleza y una sociedad hostiles; o la de El Ratero, que se aferraba a un modo de vida que moría y se resistía a abandonar su cueva (Las ratas es, entre otras muchas cosas, la historia de un intento de desahucio, una lucha desigual entre el poder y el individuo); o esas escenas sórdidas que Delibes como nadie sabe dibujar con trazos, por el contrario, limpios y claros, como la de Simeona, pidiendo al Nini que la humille, que le escupa… Hoy en día, supongo, se sacrificaría todo ello porque Delibes lo cuenta escribiendo palabras como relejes o cachaba que los niños no van a entender, por mucho que para eso estén los diccionarios, del mismo modo que para lo otro están las calculadoras o los diccionarios de inglés.

Un mundo que agoniza

No se puede negar, en todo caso, que Miguel Delibes escribía hace ya más de medio siglo (Las ratas se publicó en 1962) sobre un mundo, el rural, que agonizaba y junto con él las palabras que lo contaban. Tengo la impresión, en ese sentido, de que Delibes es un escritor que ha envejecido mal, o, más bien, al que se ha llevado al asilo y ya apenas nadie va a visitar. Todo eso se habría solucionado, tal vez,  si le hubieran dado, como merecía, el Premio Nobel (tal vez no se lo dieron porque no tenía otras habilidades, como absorber dos litros de agua por el culo). La obra de Delibes es, sin embargo, larga y variada y junto a sus novelas rurales hay otras que transcurren en el medio urbano, que nos hablan de un mundo que, en lugar de agonizar, empieza a conformarse y de las dificultades de los desplazados o recién llegados al mismo.

Bibloranca: EL PRÍNCIPE DESTRONADO, de Miguel Delibes

Entre ellas, se cuenta por ejemplo otra de las joyas del escritor vallisoletano: El príncipe destronado. El pequeño protagonista de esta novela, Quico, un niño de tres años, es, en efecto, otro desplazado: su hermana acaba de nacer y de llegar a una casa en la que, hasta ese momento, él era el centro de atención, atención que  Quico trata de recuperar a toda costa. La gracia del libro, como la de todos los libros, es el punto de vista, que en esta ocasión es la de este pequeño príncipe destronado, quien desde su mirada inocente (y a veces no tanto) eleva la historia a una mirada sobre las relaciones matrimoniales o sobre la posguerra española, sus vencedores y vencidos.

En El príncipe destronado refulge, tal vez como en ninguna de las novelas de Delibes, uno de sus registros que a menudo se obvian (seguramente eclipsado por la fatalidad y la profunda impotencia y tristeza de otras obras como Los santos inocentes): el humor, desperdigado en realidad por toda su obra,  también en algunas escenas de Las ratas, como aquella en la que el Nini se venga de un desaire vertiendo gasolina en un pozo y haciendo creer a sus propietarios que bajo sus pies tienen un yacimiento de petróleo; o en otra de sus novelas menos conocidas, Las guerras de nuestros antepasados, en la que el protagonista, un recluso condenado por homicidio, responde al nombre de Pacífico.

Delibes y el cine

El príncipe destronado, al igual que varias de las novelas de Delibes, fue llevada al cine por Antonio Mercero, con el angelical niño Lolo Rico interpretando a Quico; Antonio Giménez-Rico haría lo propio con Las ratas en 1997. Y existen además adaptaciones de El disputado voto del señor Cayo, Mi idolatrado hijo Sisí (bajo el título Retrato de familia, en donde podemos ver a un bisoño Miguel Bosé), El camino… Aunque, sin duda, entre todas las adaptaciones fue la de Los santos inocentes de Mario Camus la más aclamada (¿quién no recuerda a Paco Rabal repitiendo aquello de “¡Milana bonita! u orinándose en las manos para curar sus heridas; o al pamplonés Alfredo Landa haciendo de perro humano; ambos recibieron ex aequo el premio a la mejor interpretación masculina en Cannes).

Tampoco el teatro ha sido ajeno a la literatura de Miguel Delibes y sus Cinco horas con Mario podrían convertirse en el caso de la actriz Lola Herrera en Cinco décadas con Mario, pues lleva años representando este monólogo, en diferentes etapas, desde su estreno en 1979.Cualquiera de estas adaptaciones serían, seguramente, hoy más provechosas en una clase de literatura que la lectura de uno de esos libros tontines para que los escolares no abominen de la literatura, esa literatura que algunos niños raros comenzamos a amar con las novelas de Miguel Delibes.

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