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ENTREVISTA A KUTXI ROMERO EN GARA/NAIZ

Dic 15, 2019   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
2019-11-27, Berriozar. Kutxi Romero, Marea taldeko abeslaria.  27-11-2019, Berriozar. Kutxi Romero, cantante del grupo Marea.

Argazkia: Idoia Zabaleta

“No hay nadie ahora que venga detrás de nosotros dando patadas en el culo”

Kutxi Romero, cantante de Marea

 

Tras girar por Europa, telonear a Bon Jovi y ofrecer casi sesenta conciertos por todo el estado, los navarros Marea, el último de los grandes grupos de rock urbano, cierran la gira de presentación de su último trabajo, El Azogue,  con actuaciones este sábado 14 en Iruñea (Navarra Arena, 22:30) y el próximo sábado 28 de diciembre en Barakaldo (BEC, 21:00)

 

Patxi Irurzun /Gara 13/12/19

 

Con Marea se obró el milagro del rocanrol. Los últimos serán los primeros. Han sido el último gran grupo de rocanrol, recogiendo el testigo de bandas como Los Suaves, Barricada o Extremoduro. Y ahora son los primeros, casi los únicos capaces de llenar pabellones en giras como la que están a punto de cerrar y que les ha llevado por todo el estado y algunas ciudades de Europa; y son, desde luego, uno de los contados grupos de rock capaz de colarse en las listas de los más vendidos, como han hecho, una vez más, con su último trabajo, El azogue. De hecho, de las paredes del Kutxitril, la bajera en la que nos espera el cantante y letrista de la banda, Kutxi Romero, cuelgan varios discos de oro e incluso alguno de platino. Por otra parte, en el cuarto de baño —dónde si no— está enmarcada la portada de un periódico en la que Kutxi apareció en una ocasión sentado en la taza del váter. No habrá muchas personas en el mundo —probablemente no habrá ninguna— que puedan contar una hazaña como esa. Como no habrá tampoco muchos músicos que cuenten por cientos sus colaboraciones en discos ajenos —de momento Kutxi se acerca a las doscientas cincuenta— o que vivan sobre una plaza que lleve una placa con el nombre de su grupo.

Desde la Plaza Marea al mundo

Kutxi Romero nos recibe en la Plaza Marea de Berriozar apenas dos días después de que el grupo haya regresado de una gira por varias ciudades europeas y a punto de afrontar los últimos conciertos de presentación de El Azogue, en Iruñea hoy mismo y el 28 de diciembre en Bilbo, con parada en Madrid el día 21.

“Los conciertos por Europa han estado muy bien”, nos cuenta Kutxi. “Estar en Berlín o Bruselas al final ha sido pura anécdota, en realidad hemos estado en Huelva, en Toledo o en Barcelona, porque el público que venía a vernos era en 99% gente de aquí, el otro 1% ciento era algún belga despistado o que estaba de pedo con sus amigos españoles. A los guiris les importa bien poco todo lo que no hagan ellos. Y aunque nosotros tampoco tenemos ningún interés especial en actuar por Europa, estuvo guay, porque esa gente que viene a vernos, gente superpreparada que acaba trabajando de camareros, barrenderos, lo agradece mucho… Es como si estoy yo en Malasia y veo un cartel “Amaral”, que a mí Amaral me da lo mismo, pero voy, a ver si de una vez alguien me dice algo y lo entiendo. O como hace años cuando iba Juanito Valderrama a Alemania”.

No es la primera vez que Marea gira por Europa, ya tocaron anteriormente en Londres y también lo han hecho en Argentina, Uruguay, Chile… Y en esta gira por el estado, además, también han tenido la oportunidad de telonear a Bon Jovi.

“Fue algo casual, porque nosotros estábamos de paso por Madrid. Y a Bon Jovi en realidad no le hacía ninguna falta que tocáramos porque tenían vendidas cincuenta mil entradas desde hacía un año. Me imagino que alguien le contaría que teníamos un cantante muy gracioso. A Bon Jovi ni lo vimos, llegó en un coche, se subió al escenario y se fue, pero el guitarrista del grupo, Phil X, que es un tipo muy majo (bueno, él y todo el equipo, nos trataron como marqueses, las cosas como son), me preguntó si iba a ver su concierto, y yo le dije que no podía, porque era gitano y a los gitanos en los recintos solo nos dejan estar cuando vamos a cantar. El pobre se entristeció mucho, espero que alguien luego le explicara que era una broma. Por lo demás, el concierto fue muy bien, al final la  gente acabó cantando nuestras canciones, que tampoco es muy difícil, a nada que sepas un poco entrar a tiempo y cantar aquello de Mareeeea”, bromea Kutxi.

Y mientras cuenta estas y otras anécdotas sobre apropiaciones culturales e historias entre bambalinas, salpica su siempre brillante conversación con algunos de los neologismos con que se ha manejado en inglés por Europa, como  whitfather (compadre).

El relevo generacional

Han pasado ya más de veinte años desde que Marea saltara al ring (el símil no es gratuito, en el video de En las encías, uno de los temas de El azogue, la banda ha contado con la colaboración estelar de Poli Díaz, el Potro de Vallecas). Y todavía, y a su pesar, los de Berriozar, que cada vez que vuelven al combate, como los boxeadores viejos y perros, alardean de ser la mejor banda de rocanrol de los últimos doscientos años, sienten que tras ellos no hay un relevo.

“Somos la banda de rock más joven que hay ahora mismo funcionando, no hay nadie que venga detrás dando patadas en el culo, como pasó con nosotros en los 90. A mí me encantaría, yo tengo el testigo en la mano, me encantaría pasarles el relevo a siete u ocho bandas, lo mismo que nosotros recogimos el de Extremoduro, Barricada, Platero y tú, y con su mismo espíritu, que no era tanto el de triunfar, llenar pabellones, conseguir discos de oro, como el de hacer buenas canciones”.

En El azogue, desde luego, ese espíritu está bien presente, las canciones, que el grupo ha grabado en estudio tocando todos a la vez, son Marea pura y tienen el sello, la voz inconfundible de Kutxi Romero en las letras, quien una vez más vuelve a homenajear en algunos de los temas, como Jindama o Pájaros viejos a sus referentes: Rosendo, Miguel Hérnandez, Lorca, El Cabrero, Robe Iniesta…

El concierto de este sábado en el Navarra Arena o el del próximo 28 de diciembre en el BEC serán las últimas oportunidades de escucharlas en directo en mucho tiempo. Despúes, Kutxi Romero y los suyos echarán la persiana, y con Marea nunca se sabe hasta cuándo.

 

Un intruso en la literatura que siempre es bienvenido

Las letras de Kutxi Romero tienen una voz propia e inconfundible, de muchos quilates literarios, a pesar de lo cual él siempre, por pura modestia y buena educación, repite que como escritor, e incluso como músico, se siente un intruso:

“Sí, bueno, cuando digo que soy un intruso me refiero a que no estoy pensando veinticuatro horas en la música o la literatura, ni tampoco tengo una disciplina, no soy como esos que se sientan a las cuatro de la tarde todos los días a la escribir. ¡Qué suerte, oye, siempre tienen ganas! A las tres no, pero a las cuatro tienen unas ganas de escribir locas. Y les salen unas cosas…. No sé, yo cuando tengo ganas de ir al baño, voy, no estoy todos los días allí a las cuatro ni me paso horas sentado en la taza a ver si me vienen las ganas. Es del género idiota. Yo cuando tengo algo en la cabeza, voy, me siento y lo echo. Sí, siempre me he sentido un extraño dentro de los círculos literarios y he procurado mantenerme alejado de ellos; de los musicales, no tanto, porque todo mi entorno se dedica a eso, y si me aparto de ahí me apartaría de toda la humanidad”.

Las ganas, por cierto, parece que están apretando para que, tras el persianazo de Marea, Kutxi vuelva a escribir. Ha publicado varios y meritorios libros de poemas y desde hace años tiene en el cajón una novela que quienes hemos leído algunos de sus capítulos, sabemos que es pura dinamita:

“Parece que se va acercando un año literario, porque siempre cuando acabo la gira me lío en otros de esos grupos o proyectos paralelos, pero ahora la gente que me suele acompañar, Juanito y Pete, sacan discos a principios de año… Aunque vete a saber, lo mismo conozco a un gaitero y una que toca el pandero y hago algo con ellos. Pero no,  parece más bien que los astros se están conjurando para que no haga nada musical, que tampoco tengo ahora mismo muchas ganas: han sido sesenta conciertos en muy poco tiempo… Así que es probable que recupere  la novela, a la que le tengo que dar un buen meneo” confiesa Kutxi.

ANTIVILLANCICO

Dic 15, 2019   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Publicado en Rubio de bote, colaboración quincenal para magazine ON (diarios Grupo Noticias)/ 14-12-19.

¡Oh, dulce Navidad!,  miles de bombillas de colores se ven desde el cielo, pero la tierra es un infierno para quienes no pueden pagar la luz ni la calefacción. El extranjero Papá Noel y sus renos en peligro de extinción se desangran enredados en una concertina. Si  no es para proclamar la república, el discurso del rey nos la suda. Mientras el pelele habla y los súbditos lo escuchan, nosotros brindamos en la cocina por la república y por nosotros mismos con cerveza de lata marca blanca, ¡oh, sí, dulce Navidad!

¡Oh, dulce Navidad!, los niños de san Ildefonso no son buena compañía para pasar la resaca de la cena de empresa. En el amigo invisible te ha tocado tu peor enemigo. Los periódicos ya no publican inocentadas el 28 de diciembre porque nadie sabe distinguirlas de las fake news. Ya nadie compra, en realidad,  periódicos. La gente se gasta el dinero en lotería y sigue haciendo cola durante horas en Doña Manolita, aunque ahora tengan cita previa. Así, al menos mientras esperan, piensan qué harán con los millones que no van a ganar. El gordo ha caído una vez más en un barrio obrero, dice el telediario, pero yo creo que los que descorchan champán son cada año los mismos. El calvo de la lotería se ha puesto pelo en Turquía, ¡oh, sí, dulce Navidad!

¡Oh, dulce Navidad!, el primer año sin alguien las uvas son amargas. No es un belén viviente esa gente acurrucada entre mantas a las puertas de una iglesia. En la misa de gallo a alguien le repite el cordero. Y a Baltasar, escondido en los bajos de un camión, se le derrama todo el incienso mientras cruza sin papeles la frontera. Vox presenta una moción para defender los derechos de los blancos pintados de negro en las cabalgatas. Los padres abren los paraguas al revés cuando pasan las carrozas. Gaspar tira los caramelos a dar a quienes llevan lazos amarillos. Melchor toca los muslos de los niños mientras estos le piden sus regalos al oído, ¡oh, sí, dulce Navidad!

¡Oh, dulce Navidad!, en el corazón de un empachado suenan los cuartos antes de tiempo. Un pensionista cena sopa de sobre la última noche del último año de su vida. Hay una chica con traje de gala esperando muerta de frío a sus amigas que la han plantado para ir a otro cotillón. A un chico de quince años lo acuchillan en una pelea la primera Nochevieja que pasa fuera de casa. Los langostinos en la cárcel saben a amoniaco, ¡oh, sí, dulce Navidad!

¡Oh, dulce Navidad!, desde septiembre ya es Navidad en El Corte Inglés. Un dependiente le ha pegado un bofetón con toda la mano abierta a su encargado después de oír mil veces cada día los mismos villancicos. Las gitanas perfuman con colonias de muestra las hojas de romero de plástico con las que leen el futuro en las manos de los guiris. En la planta de juguetes una madre soltera explica a su hijo que a Olentzero ya no le cabe en el saco la consola que no puede pagar. Los ojos de los niños siguen brillando cuando ven pasar a un muñeco de madera. Hay un futuro notario de siete años que cuenta a sus compañeros de clase que los reyes son los padres. Mari Domingui hoy también se va de txikitos, aunque esta noche toque trabajar, ¡oh, sí, dulce Navidad!

¡Oh, dulce Navidad!, las resacas son cada vez peores. Los pastorcitos y las caseras ya no llevan abarcas sino botas de goretex.  Con las sobras de las comilonas haremos croquetas y congelaremos tápers. Algún año recibiremos al año nuevo en Canarias. Que las próximas Navidades sigamos todos bien. Que en 2020 se cumplan todos tus sueños menos uno para que puedas seguir soñando. En las ventanas del centro de menores no brilla un árbol de Navidad, sino la estela de un cóctel molotov. La estrella de Belén en lo alto son en realidad las luces de un helicóptero de la guardia civil, ¡oh, dulce navidad, sí!

Patxi Irurzun

ENTREVISTA A KUTXI ROMERO (MAREA) EN MAGAZINE ON

Dic 15, 2019   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

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KUTXI ROMERO

 “Preferimos las mentiras para vivir con tranquilidad” 

Kutxi Romero, cantante y letrista de Marea. Lector voraz; poeta, y de los buenos, aunque lo niegue tres mil veces; enemigo de las entrevistas; lengua afilada y certera; inteligencia siempre al sprint. Al frente de su grupo, el último de los grandes grupos de rock urbano, enfila la recta final de una gira que ha reventado pabellones y que se arrima en sus últimos bolos a casa.

 

Patxi Irurzun / Fotos: Unai Beroiz/ Publicado en suplemento ON (Deia, Diario de Navarra, Gu¡iouzkoa y Alava)

 

La cita con Kutxi Romero está puesta en la Plaza Marea. No es ninguna fanfarronada. Es allí, en ese rincón de Berriozar dedicado a sus hijos predilectos, donde se encuentra el Kutxitril, la bajera, la guarida en la que este bandolero del rocanrol le roba versos y rasgueos de guitarra a un aire que en realidad es puro humo de tabaco rubio. Si las paredes del Kutxitril hablaran la Audiencia Nacional colapsaba. Por este pequeño museo del rock urbano (en esas paredes están colgados varios discos de oro o los originales de algunas portadas del grupo)  han conspirado hasta el amanecer príncipes y maletillas del rocanrol y la literatura. Muchos de ellos se han quedado en la bajera para siempre, en fotografías en las que aparece Kutxi junto a Rosendo, Fito, El Drogas… Kutxi es solo un chaval que los mira con los ojos brillantitos, en las más viejas. En las más recientes, aparece junto a ellos compartiendo escenario de igual a igual. A pesar de ello, y de que Kutxi escribe como los ángeles —de cuero—, el cantante de Marea repite una y otra vez que él solo es un intruso.  Pero lo hace solo por humildad y respeto a los maestros. Y porque es una persona educada, como a él le gusta la gente. Sin ir más lejos, Marea acaba de volver de su gira europea, y antes reventaron pabellones por toda España, telonearon a Bon Jovi o volvieron a encabezar la lista de discos más vendidos con su último trabajo: El Azogue. Hoy mismo estarán tocando en casa, en el Navarra Arena de Iruña y el próximo día 28 en Bilbao, antes de volver a echar la persiana, no se sabe —con los Marea nunca se sabe— hasta cuándo.

 

¿Se imaginaban en Marea, cuando empezaron hace ya más de veinte años, que acabarían  llenando pabellones, haciendo giras por Europa, América, o teloneando a Bon Jovi?

Eso no se lo imagina nadie. Todas las bandas grandes, o populares, tienen algo en común, y es que el triunfo ha sido una consecuencia, no una finalidad. Cuando nosotros empezábamos nadie pensaba más allá de tocar en bares y ver si conseguía cien mil pesetas para poder grabar una maqueta, esa era la finalidad, era el arte por el arte,  crear por crear, parecen tópicos, pero es la puñetera verdad, y eso significaba que tú ibas al local y no te autocensurabas, no pensabas si  lo que hacía ibas a gustar o no, si la canción era larga o corta, cómo iba a ser el vídeo… Mi generación quizás fue la última con esta mentalidad. Ahora la mentalidad es otra: “Vamos a hacer una canción y a colgarla en internet a ver si funciona; o “Vamos a hacer un videoclip de puta madre”; o “Llevo un mes tocando y ya me voy a poner un caché guapo, porque soy un musicazo”. Yo creo que las nuevas generaciones ven todo como un medio para llegar a eso. Pero para nosotros crear, hacer canciones y tocarlas con tus amigos en el local, era el fin. Y en esas seguimos. Nosotros, y Evaristo, Fito, El Drogas… Todo lo demás, es solo una consecuencia.

¿La portada de El Azogue es un pequeño homenaje a esos orígenes y esa manera de trabajar?

Sí, es muy gráfica, un pico, una pala, varias herramientas de obra hacienda una especie de pira, de tal modo que si quitas una se cae todo. Nosotros siempre hemos defendido que si uno de los cinco Marea no quiere o no puede tocar, esto se ha acabado, porque no somos ni una ETT ni un equipo de fútbol. Si a una mesa le falta una pata, sigue siendo una mesa, pero cojea.

Cuando empezaron, de hecho, ustedes tenían ese tipo de trabajos, trabajos de pico y pala…

Sí, y hasta el 2002 o así, que ya habíamos pegado el pelotazo,  seguimos en ellos, porque no salían las cuentas. Pero en realidad nosotros no nos fuimos de los curros, los curros se fueron de nosotros, porque cada vez íbamos menos días. Éramos peones de la construcción, limpiadores de marquesinas… Yo creo que si mañana mismo llamamos a nuestros curros anteriores nos cogerían otra vez, porque no me parece que el sistema de funcionamiento de una carretilla o de una paleta haya cambiado mucho.

El primer disco de Marea se grabó gracias al dinero que usted ganó en un concurso de cantautores…

Sí, sí, los encuentros de artistas jóvenes del Gobierno de Navarra. Y fui a eso, a ganarlo. Vi un cartel por la calle, leí que daban doscientas cincuentamil pesetas y se lo dije a Kolibrí, el guitarrista de Marea: “Voy, lo gano y con ese dinero grabamos el primer disco”. Y así fue. Pero lo mejor de todo es que nadie puso en duda que aquello no iba a pasar. El disco nos costó trescientas mil pesetas, Carmen (la compañera de Kutxi) nos dejó las cincuenta mil restantes, que todavía dice que se las debemos, yo creo que no, pero de todos modos  a ver dónde encuentro yo ahora cincuenta billetes de mil.

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Aquí, en el Kutxitril, hay muchas fotos de aquella época, y de otras posteriores también, usted con muchos de sus maestros, los artistas a los que admira, Rosendo, El Drogas, El Cabrero, Robe… ¿Se siente un alumno aventajado?

No, qué va, yo lo que me he sentido siempre ha sido un intruso en todo lo que he hecho. Para empezar en la literatura. Yo no soy poeta, poeta será David González, que es un escritor que se dedica en cuerpo y alma y las veinticuatro horas del día a eso, a pensar en la poesía. Yo si me pongo a pintar esta pared y alguien me pregunta: “¿Es usted pintor?”, le digo  “Para, para, yo no soy pintor, soy el que pinta, que no es lo mismo”. Yo no me he dedicado plenamente nunca a la literatura ni a la música ni a nada. Músico es El Drogas, que ha sacrificado toda su vida a su carrera, y hay que ser muy valiente para eso, porque en la balanza todo se inclina hacia ese lado y todo lo demás, supongo, se descompensa y se resiente. Para mí eso es un músico de verdad. Y yo por eso salgo con tanta tranquilidad a todos los sitios a los que voy, nunca he tenido nervios, porque es como si esos sitios no fuesen los míos y no tengo que demostrar nada. Y así llevo ya, a lo tonto, 28 años.

Sin embargo, algunos de esos maestros sí le tienen a usted como un referente, El Drogas, por ejemplo, que repite siempre que de usted aprende mucho…

Hombre, yo sí he sido algo ha sido un buen seguidor de grupos. Y un buen lector. Y  eso me ha servido para las letras de mis canciones. Con quince años yo ya era un lector indiscriminado. Entonces estaba muy enganchado a Miguel Delibes. Me leí Las ratas tres veces seguidas. Pero de repente llegó Bukowski y me dije: “¿Pero esto se puede decir?”.  Y luego Henry Miller, Burroughs, la generación beat… Cuando conocí a Enrique sus lecturas eran muy dispersas, y, sí,  le comencé a pasar cosas, libros, igual por eso lo dice.

En sus letras  — por ejemplo en este disco en Jindama o Pájaros viejos—  hay siempre alusiones y homenajes a sus músicos y escritores referenciales, Rosendo, Robe Iniesta, Lorca, Miguel Hernández…

Sí,  y siempre son los mismos. La gente que contaba la verdad y era verdad lo que hacía. La verdad es muy interesante, porque ¡se ve tan poco! Preferimos las mentiras para vivir con tranquilidad.

Una de esas canciones, Pájaros viejos, ha dicho usted que en realidad es una canción sobre la muerte

Sí, porque no quiero que se vaya la gente que me ha hecho ser lo que soy, no quiero que se derrumbe mi raigambre. La muerte es inevitable, llegará y no seremos más que pellejo. A mí me gustaría ser católico, o creer en alguna religión que crea en la reencarnación o en la transmigración de las almas. Sin embargo, los católicos, que tienen después una vida eterna, son los que más temen a la muerte. ¡Pero si deberían estar deseando que llegue! A algunos si quieren los mato yo, y les hago un favor. Qué paradoja, a mí que creo que cuando la hinques sanseacabó la feria, no me da miedo la muerte… Sí,  me gustaría ser católico, y creer en esa otra vidorra, bueno, no, porque igual entonces estaría muerto hace ya quince o veinte años.

¿Y a qué le tiene usted jindama, es decir, miedo?

Yo solo me tengo miedo a mí mismo. Pero el miedo, en el fondo, está bien, el miedo te hace estar alerta, es una buena defensa.

Volviendo a sus letras, en alguna ocasión ha dicho que en Marea, musicalmente hablando no han inventado nada, pero lo que es incuestionable es que su manera de escribir tiene el poso de esas lecturas, pero también mucho peso propio.

Sí, bueno, sí que siento que he creado  una manera quizás más poética de contar, pero que es consecuencia de la mezcla de esas grandes bandas, sobre todo  cuando aparece  Roberto Iniesta (Extremoduro), que para mí, y para todos, en realidad, es la pieza clave en esto, es él quien empieza a contar las cosas como nunca se habían contado. Y eso más la tristeza de Los Suaves, más la bravura de Barricada, más lo críptico de Rosendo…

Pero, insisto, usted tiene una voz literaria propia y muy potente, que además en El Azogue suena especialmente afinada e inspirada.

Bueno, igual sí tengo una voz propia, pero me parezco mucho a mi padre y a mi madre.

Por ejemplo, podría elegir cualquier verso al azar, pero en este en particular usted escribe “al fondo de mi alma hay un pozo pero la soga no alcanza”. Y a mí eso me ha hecho pensar en la introspección, en algo que suele decir David González, el poeta que ha mencionado antes: “Yo escribo para limpiarme”.

Para mí escribir no es un refugio, solo escribo para saber lo que pienso, no tengo una opinión clara sobre nada hasta que no lo escribo, y a veces me da mucho miedo lo que pienso.  Es mi manera de hacerme justicia, como decía otro gran poeta, Karmelo Iribarren. Cuando leo lo que he escrito pienso que está bien que lo haya escrito, porque si no, si en vez de un boli tuviera una pistola, estaría en el talego.

De hecho, en una entrevista anterior usted me decía que ahora incuso podríamos acabar en el talego también por eso, por lo que pensamos, no por lo que hacemos.

Sí, y ya está pasando. Lo que no sabemos es si prescribe el pensamiento, es decir si yo hoy te digo en esta entrevista que pienso que me encantaría ver mañana un linchamiento público de Casado, Rivera, Sánchez y Abascal, y va un juez y me llama a declarar y le digo: “No, no, pero eso era ayer, hoy ya no”,  ¿eso prescribe?

Centrándonos en algo más anecdótico del disco, para el video de En las encías, contaron con la colaboración de Poli Díaz, El Potro de Vallecas. ¿Cómo fue la experiencia?

Surrealista. El guión para ese vídeo ya estaba hecho, era algo muy gráfico, algo que representara el resurgir, volver al ring, a la batalla después de tantos años, y solo faltaba el actor. Y entonces pensé que solo podía ser él, Poli Díaz, la resiliencia hecha persona. Contactar con él fue complejo, porque  para llegar hasta su casa, en Madrid, hay que pasar ocho vías, un descampado con lavadoras, un campo con cereal, unas chabolas,  al final un camino a la izquierda… Alguien nos dijo que solía parar por un bar y dejamos allí un teléfono. Y a la semana y pico llamó. La conversación fue surrealista, él me hablaba de lechugas,  de no sé qué pieza de motor de un coche, pero al final, no sé cómo, nos entendimos. Luego, a la hora de grabar el vídeo, fue todo muy fácil,  hacía un frío terrible y él estaba en calzones, le echábamos cubos de agua para que pareciera sudor, y Poli ni se inmutaba, porque para todo lo que ha vivido eso era una menudencia. Nos dio también muchas instrucciones sobre boxeo, y salió un vídeo espectacular. A raíz de eso empezó a aparecer otra vez en los medios y ahora mismo parece ser que van a hacer una serie, que ya era hora, porque si Poli fuera americano tendría ya tres películas. Él, por lo demás, está bien, está limpio, corre todos los días, se cuida físicamente…

Marea siempre ha funcionado de un modo que no suele ser habitual, ustedes sacan disco, hacen gira, y solo se vuelven a juntar cuando los cinco tienen ganas…

Las ganas generan todo, la inspiración, el duende. Si a mí ahora mismo me viene una frase genial pero no tengo ganas de levantarme a escribirla, se pierde. A mí no me va a pasar lo que a Picasso. Si la inspiración te tiene que pillar trabajando a mí no me va a encontrar. Hay que tener ganas, y en el caso de Marea tenemos que tener ganas los cinco a la vez, lo cual es difícil, pero a la vez esa conjunción es una maravilla, cinco cohetes encendidos a la vez generan mucha potencia. La mesa tiene que estar firme, si está coja no vale. Igual tienen que pasar tres, cinco o diez años, claro. Con nosotros nunca se sabe. Pero creo que funcionar así es muy necesario. Hay gente que dice que eso podemos hacerlo nosotros que tenemos pelas. Pero cuando no teníamos pelas también lo hacíamos. No vivimos en el cuerno de África y nos podíamos buscar la vida. A otros grupos les decimos que hagan lo mismo, que tengan grupos paralelos. Nosotros, de hecho, así nos damos cuenta cuando nos juntamos de lo bien que estamos con Marea. Es como cuando Maki Navaja mandaba al Popeye y al Moromierda un día al año a trabajar a la obra, para que vieran lo bien que vivían el resto del tiempo.

Marea, ciertamente, es un grupo muy popular, llenan pabellones, tienen discos de oro y platino…  ¿Cómo lleva usted la fama?

Yo la llevo bien porque a mí solo me conoce la gente del rocanrol. Y ya me cuido yo mucho de no ser una cara popular. Mi vecina igual no ha escuchado a Fito en la vida, pero si lo ve por la calle sabe quién es. Sabe que es alguien de la tele. Fito no puede ir a ningún sitio, ni a correr. Yo si voy a un concierto de Los Suaves, sí, me van a venir quinientos a hacer fotos,  pero si voy a ver a El barrio, que le gusta a Carmen, solo soy otro tonto más con sombrero entre cuatro mil; o si voy al cine, me reconocerá el rockero que haya en el cine, nadie más.

Berriozar, su pueblo, en ese sentido le ha ayudado mucho a mantener los pies en el suelo…

Ser de pueblo te permite ser el hijo de la Inés. Todavía hoy hay gente que me pregunta a qué me dedico, aparte del grupo. Mucha gente no sabe que yo como de esto. “Sí, sí, tiene un grupo, pero de qué vive, si no yo no he visto al gandul trabajar en veinte años”, dicen. Mi abuelo también lo decía, que yo no podía ser muy buen artista porque no me había visto en la tele. Lo que no saben es que de la tele me llaman mucho pero yo no voy. Entre otras cosas porque hoy en la tele no hay entrevistados, hay entrevistadores, que quieren ser solo ellos los que brillen. Y yo el papanatas lo hago en mi casa. A mí para que me vengan a ver cobro. Aparte de que la tele engorda.

La que es una estrella, o la famosa de la familia es su madre, ahora que la menciona.

Bueno, ahora está retirada, pero creo que va a volver. Canta en un coro rociero, misas cantadas, bautizos… Y sí, en la gira anterior ella hacía más bolos que Marea, sesenta o setenta al año.

Para acabar, ¿se sigue viendo usted de mayor tocando en Benidorm?

Sí, me veo como María Jesús y su acordeón, o Arévalo, contando chistes de tartamudos, en algún bar de un lugar con costa, buena temperatura, que me vendrá bien para los huesos, y alguien que viene y me dice, “Tócame El perro verde, que me enamoré con ella de mi mujer hace noventa años”. Y no me parece mal, envejecer sin dignidad me parece maravilloso. Y en cuanto a los Marea no sé qué va a pasar. Nuestro guitarrista César, que es bastante reservado pero que cuando habla le hacemos mucho caso, porque dice cosas con mucho juicio, suele contar que a partir de los cincuenta y particularmente en el rocanrol no se hace otra cosa que el ridículo (salvo honrosas excepciones). En fin, no sé, de momento han sido veintidós años con  Marea y se han pasado en veintidós minutos. Y para lo gandul que soy, me parece que ya he hecho cosas. Y, además, no he tenido que volver a coger la paleta, de hecho hace dos o tres años la tiré, porque si no siempre había algún colega que me pedía que le alicatara el baño.

 

PATXI IRURZUN

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Patxi Irurzun, David González y Kutxi Romero hacia 2002

 

 

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