Para mi recocijo, el escritor Alfonso Xen Rabanal (de quien recomiendo su libro La cámara de Niebla y su blog Crónicas para decorar un vacío), me envía un email con ese asunto que a su vez le ha enviado a él un lector con esta foto. Pura palelología literaria. Algunos de esos fanzines y revistas, con textos míos, no los tengo ni yo (como me pasa por ejemplo con los cuentos que va rescatando Exprai, por ejemplo este último Cartas de amor en ordenador). Gracias a ambos. Regocíjome, pues, y mucho con este tipo de detalles y más si vienen acompañados de textos como este, de Guillermo Jiménez, que así se llama este veterano lector, en su blog:
FOTOS CON LIBROS
Casualidades de la vida. Primero encuentro el libro. El del barrendero y su blakandekker y su amor. Esa novela que no puedes dejar de leer. Que hipotiza. Una novela un tanto borde para según quién la lea. Y la encuentro en la biblioteca Jesús Delgado Valhondo de Mérida. Pero qué hace ese libro en esa biblioteca? me pregunté. Curioso por no decir increible. Después, con la mudanza, me encontré en una de las cajas, un montón de Vinalia Trippers, Makoki, Etcétera-periódico literario-, El vendedor de Pararrayos y más y más. Y me acordé del blog ajuste de cuentos. Y de Patxi Irurzun. Sí, el quese parece, pero en flaco y según las fotos, a mi amigo Manolo, informático de la oficina donde trabajo. Que lo leo a diario en su blog (junto a otros cincuenta o sesenta blogs más).
Y de Pamplona. Me acuerdo de Pamplona. De mis amigos que iban todos los años a los sanfermines a hacer de todo menos ver toros sueltos. De Iñaki, que jugó en el Mérida Promesas. De que yo no iba nunca a los sanfermines. A Pamplona (no es porque yo sea del Ath. Bilbao y no del Osasuna…)
Y más casualidades. Veo en ajuste de cuentos que se sortea el libro. Envío la respuesta correcta -fácil, y más tratándose de un diario, siendo yo un fanático coleccionista y escritor de diarios- y en el correo de vuelta me encuentro con Alfonso Rabanal, de Vinalia Trippers. Sin saber de Vinalia (relatos para adultos) yo que se, más de 20 años y ahora, de pronto, todo vuelve.
Pero hemos cambiado. Yo he cambiado. No se si a mejor. Pero estoy vivo. Y me ha dado por escribir una poesía (o lo que sea) cada día en este blog. Para aprender.
En la maltrecha fotografía aparece parte de lo que he leído en papel (me sigue gustando el papel) de Patxi Irurzún (con acento en la segunda u, tal como aparece en «De rodillas y por detrás» del Vinalia nº 4.* Edición numerada. Ejemplar nº 490. 250 ptas.
Qué recuerdos.
http://bbqtlln.blogspot.com/2012/02/fotos-con-libros.html?spref=fb
*pues es sin acento, y también sin tz, como lo he visto otras veces, Irurtzun. Patxi Irurzun.
¡Qué frío hacía el martes! Bueno y el lunes, y el miércoles, y ayer, hasta hoy llevábamos una semana negativa (sin llegar a los cero grados, ni frío ni calor, dice ahora el gracioso de turno). Pero el lunes tocaba carretera y manta, esta vez de verdad, eché una al maletero por si el Córdoba reventaba, sin que él lo supiera, claro, porque sigue portándose como un campeón, con sus quince años y sus trescientosmil kilómetros y no es cuestión de herir su orgullo. El caso es que por la autopista, de noche, con el viento empujando fuerte por la Valdorba, parecía como que hacía aún más frío, camino de Tudela.
Los de la revista Traslapuente me habían invitado para sus Martes literarios, en el centro Castel Ruiz, para hablar de Dios nunca reza y de todo lo que me diera la gana, y me dio la gana de hablar de cómo empecé yo a escribir, de Don Venancio y las redacciones de los viernes, de mi viaje al basurero de Payatas y de la epoca en que fui viajero profesional, gracias a mis libros, a los premios literarios y los reportajes y guías turisticas por encargo que iba encadenando con viajes de los que salían más cuentos y libros y premios. Suena bien, pero yo solo era el Mr Bean de los viajes, un dominguero, un turista asustadizo e impresionable mirando de reojo… Si me invitáis a dar una charla os lo cuento.
El caso es que llegué a Tudela, y esta vez no me perdí (que no, que no me regale nadie un GPS, que perderse está muy bien -cuando uno va solo, si no no tiene ninguna gracia y deriva en peleas tontas y dañinas-). ¿Por dónde iba? (es que me he perdido). Ah, en Tudela aparqué desde una calle desde la que viera asomar la torre de la Catedral y luego eché a andar hacia ella. Mientras lo hacía me acorde de otra vez que estuve en esa catedral, con Julio Llamazares, mientras él escribía Las rosas de piedra. Yo iba a entrevistarle, y pasé la mañana junto a él, primero en las Bardenas, luego visitando la catedral, allá Llamazares habló con un cantero, y con más gente, estaba con su libro, y yo me reconcomía por dentro porque no iba a poder hacerle la entrevista, el escritor hablaba con todo pichichi menos conmigo, al final la entrevista cayó a toda prisa mientras se comía unos pinchos y las migas de pan que caían en su plato y sus respuestas a mis preguntas eran parecidas, después Llamazares salió pitando para algún lugar en el que tenía bolo y yo me quedé con un gusto amargo en la boca, pensando en lo mal periodista que era y lo que pensé sobre Llamazares me lo callo, el caso es me apetecía volver a Tudela para quitarme ese mal gusto de la boca, y lo del otro día en Castel Ruiz sirvió para enjuagarse. Fue una charla-colutorio, estuve a gusto, me hicieron sentir a gusto, tanto que ni siquiera me importó ni me sentí tangado porque no me dieran la escultura de Boregan prometida (cosa de los recortes, de los que no se libra nadie).
Una escultura habría que hacer a los treinta valientes que se atrevieron a salir a la calle esa noche para venir a escucharme a mí, a la ama de Bea y a su amiga… Muchas gracias a ellos y a Manuel Arriazu, y Pepe Alfaro, por las lecturas, por los cafeses, por leer mis cuentos en los talleres literarios, a todos los de Traslapuente y los que después se tomaron un vino conmigo y les dio igual que yo pidiera cocacola, a todos por cómo me acogistéis, en definitiva, que para eso había empezado a escribir este post y se me ha ido la mano.
Luego otra vez al coche, o al potro de tortura, por un cargamiento que padezco en silencio desde hace días en el hueso sacro (que ahora entiendo que se llama así porque te cagas en todo lo sagrado cuando pincha) y de regreso a casa otra vez el viento atroz, y el frío, acrecentado además por el recuerdo del último libro leído, El exilio voluntario, de Claudio Ferrufino Coqueugniot, por sus magníficas páginas que evocan las calles heladas de los guettos de Washington y las cámaras frigoríficas de las naves industriales a las que los trabajadores entran para protegerse del frio, pero de eso ya hablaremos otro día, ahora os dejo con un enlace a la revista Traslapuente, en la que, en la página 25, podéis leer mi relato Peaje, con el que gané hace unos meses el Certamen de cuentos de Murchante:
http://es.calameo.com/read/000913682232129d2f89f
Ahí va una reseña que sobre mi novela ¡Oh, Janis! ha hecho Alfonso Xen Rabanal, y de paso una invitación a quien quiera probar suerte y conseguirla gratis, porque sorteará un ejemplar de la novela a quienes contesten correctamente a una pregunta que plantea en su blog:
Volviendo a la reseña de Xen Rabanal, para mí es todo un honor que un escritor como él escriba sobre ¡Oh, Janis!, pues es uno de los autores más lúcidos y capaces de arrojar un poco de luz entre esta niebla en la que vivimos anestesiados y perdidos, felizmente perdidos, algunos infelices:
¡OH, JANIS! EN CRÓNICAS PARA DECORAR UN VACÍO
Dick Grande, de polla grande y corazón tierno, barrendero de Pamplona que en un viaje a Cuba conoce a una jinetera que le introduce en el mundo porno (amateur). Ahí empiezan las peripecias de este entrañable personaje que nos llevará por diferentes lugares del mundo con sus crónicas sexuales.
Y ahí se quedaría si otro la hubiese escrito. Pero no… estamos hablando de Patxi Irurzun. Y Patxi no deja indiferente a nadie. Posee la mejor mala leche de la literatura española. La prosa más fluida y demoledora, esa que engancha con una sonrisa y cuando quieres darte cuenta sigues sonriendo al intentar quitarte de encima los escombros y cascotes del sistema que ha derribado con su blankandéker. Nadie queda en pie ante su verbo. Posee esa virtud que solo Céline profesaba al incomodar hasta el paroxismo a una sociedad encerrada en las murallas de su ombligo.
El establishment nunca le perdonará que un siervo que revuelve la basura física de una sociedad, se trasmute en el héroe que proclame y demuestre que la parte es el todo y que sólo somos basura, desechos de nosotros mismos. Tampoco le perdonarán que ensalce el lenguaje coloquial, que se la ponga dura a los censores que, no te engañes, están más de actualidad que nunca… que las señoras del opus se pelen el gólgota de su clítoris al ser empaladas por una polla del rebaño.
Ni los nuevos siervos, esos que sólo saben decir que sí, como autómatas made in china que ya son, al expolio de lo poco de sociedad del bienestar que teníamos, esos, tampoco le perdonarán que se reivindique una conciencia de clase, esa que en sí vendieron al diablo de los mercados por nada… y que, ahora, transmutados en conservadores de un vacío hipotecado, les duele al justificar con sus votos el fascismo bicéfalo en el que nos hayamos.
Novela imprescindible para los tiempos que vivimos. Nos hemos encontrado con que la basura ya no está siempre en otros vertederos. Ahora somos y vivimos entre nuestra propia mierda. De nosotros depende si queremos acabar disparando balas, de basura.