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KORTATU O LA CÓLERA DE LOS NO ELEGIDOS

Abr 14, 2014   //   by admin   //   Blog  //  2 Comments


Foto: Jon Iraundegi

El libro El estado de las cosas. Kortatu. Lucha, fiesta y guerra sucia, presentado ayer en Iruñea, revisa el segundo disco del grupo de Irún y lo contextualiza en una época de revuelta juvenil en Euskal Herria.

Patxi Irurzun. Iruñea

 “Iñigo Muguruza y Jitu van a un concierto de La polla Records en Rentería. Evaristo, su cantante, quema una cruz mientras suena la canción “Salve”. Iñigo y Jitu no han visto tantas crestas y chupas de cuero juntas en su vida. El caos es absoluto y el pogo, brutal. La pasma da vueltas entre el público y empiezan a volar botellas. Evaristo quema su DNI en directo”.
Así, con una batería de pequeñas y salvajes historias como esta, arranca el libro El Estado de las cosas. Kortatu. Lucha, fiesta y guerra sucia, escrito por Roberto Herreros e Isidro López y publicado por la editorial madrileña Lengua de Trapo, y que ayer se presentó en Katakrak, Iruñea. “Más salvajes que Sex Pistols”, reza el prefacio. Sin embargo El estado de las cosas —el libro-, es bastante más que una sucesión de viejas batallas que no puedes encontrar en los mapas o una  melancólica recopilación de anécdotas de los años mozos, y tras los fogonazos iniciales, sus páginas se adentran en un análisis del contexto social y político en el que nació un grupo como Kortatu o el propio RRV (Rock Radikal vasco) o en el que se compuso el segundo disco del trío de Irún. Más salvajes que los Pistols, sí,  y “más políticos también”, añade de hecho el título de ese prefacio.

Pegatinas
Esa efervescencia revolucionaria de principios de los ochenta, la expresa a la perfección Bernardo Atxaga, autor del prólogo, con una imagen tan visual como las pegatinas que en aquella época era habitual ver cubriendo las paredes de bares, y que componían un abigarrado y colorido mural, en el que convivían fanzines, radios libres, lucha ecologista, feminista, gaztetxes… “Un maremágnum de cosas y afectando a todo, marcándolo todo, la violencia”, escribe Atxaga. Las acciones armadas de ETA, el estado policial, la guerra sucia… Y además, la reconversión industrial, el paro, la irrupción devastadora de la heroína… Ese es el estado de las cosas, el caldo de cultivo del que emerge un grupo como Kortatu (Kortatu o la cólera de los no elegidos, fue como apellidaron en sus inicios al grupo, tras ser rechazados en un concurso de maquetas), que publicaron su primer disco largo en 1985 (Kortatu). En él, el grupo deja claro sus intenciones: rompen con la solemnidad de la canción política, introducen la fiesta y la diversión como método de lucha y aportan un bagaje musical, un cóctel contracultural en el que se vierte y se agita desde el punk de combate inglés de The Clash, pasando por las influencias underground —los comics de Robert Crumb, Makoki…— hasta, o fundamentalmente, las vivencias propias: las detenciones, las dexedrinas y el speed, los controles policiales…

Campanadas a la muerte
El libro de Herreros y López subraya precisamente como algo fundamental en el rumbo de Kortatu y en la transición hacia un posicionamiento más político en su segundo disco, El estado de las cosas,  una trágica experiencia personal de Fermín Muguruza: los asesinatos por parte del GAL de cuatro refugiados vascos en el Hotel Monbar de Baiona, con quienes  Muguruza había estado jugando al futbolín solo unos minutos antes.  Un impacto que, lógicamente, deja huella en el músico, y que se puede rastrear en una de las canciones emblemáticas del disco, el desgarrador Hotel Monbar .
“Esta no es la única clave para entender el cambio de registro político, musical  y estético que Kortatu emprendieron con El estado de las cosas, dejando atrás el espíritu lúdico y contracultural de su debut, pero lo sucedido en Baiona el 25 de septiembre de 1985 marca un antes y un después en la vida de Fermín Muguruza, que dará el salto del movimiento autónomo a un mayor compromiso con la izquierda abertzale”, cuentan los autores del libro, que a lo largo del mismo defienden que una de las claves del éxito y la transversalidad de Kortatu es esa posición a caballo: “Kortatu nunca dejó de tener un pie en el sustrato social y político del que nació y tampoco nunca fue meramente absorbido por Herri Batasuna, sino que mantuvo una posición vinculada, pero independiente”.  Kortatu fue capaz, pues, de aglutinar diferentes frentes de lucha, pero además musical y estéticamente siempre fue un grupo de vanguardia, con una pegada rítmica y melódica que también atrajo, tal vez a su pesar,  a personas que no se identificaban en absoluto con su mensaje.  El mismísimo Patxi López reconoce que Kortatu le volvían loco. Y durante treinta años Sarrio Mierda de ciudad no han dejado de sonar en verbenas y txoznas, algo que lleva también a plantear a algunos de quienes prestan su voz al libro, como Leire López Ziluaga, si el RRV (del cual asistimos últimamente a una reivindicación póstuma en diferentes publicaciones) no ha llegado a convertirse en una cultura de consenso en Euskal Herria que ha vaciado su mensaje o ha ejercido de lastre para nuevas formas creativas de combate.

Siempre queda molestar
 El estado de las cosas –el libro- no recurre por tanto al revival sentimental, es una revisión crítica que hibrida diferentes géneros narrativos: el ensayo, la crónica, la entrevista… Huyendo del que comienza a ser manido y recurrente formato de la biografía oral, no renuncia sin embargo a recoger testimonios de numerosas personas vinculadas al universo Kortatu: por supuesto, los tres miembros del grupo, algunos autores de sus letras como Mikel Antza (que en El estado de las cosas firma dos temas, 9 Zulo y Aizkolari), Xabier Montoia,  Pablo Cabeza, Ruper Ordorika Roberto Moso, Elena López Aguirre, Marino Goñi…  Todos ellos ayudan a diseccionar  El estado de las cosas –el disco—, que aparece comentado canción a canción en uno de los capítulos:  el rock de la línea del frente, con su ritmo y su semántica reggae —“esa jerga que emplean los rastas”— en el que ya se entrecruzan militancia y vida: “Te quiero y quedamos en la barricada a las tres”. Un hilo que se recoge en Equilibrio,  tal vez la primera canción de amor de Kortatu: “Si resisto y sobrevivo es por tu luz”, cantan en uno de los estribillos, y en otro dan una pequeña colleja a un amigo, el dibujante Carlos Azagra y su PGB (Partido de la Gente del Bar): “Deja de beber tanta cerveza y lucha”. Equilibrio a su vez, lanza otro hilo hasta Nivel 30, una canción sobre la heroína y su efecto desmovilizador. La letra de esta canción es la más desgarradora, en opinión de Iñigo Muguruza : “Ten cuidado al pasar a mi lado porque soy una cuchilla andante”. En ella, hay además referencias al comic, a Stefano Tamburini, el creador de Rank Xeros, como hay en otras canciones diferentes posos de lecturas (El bandido adolescente, de Ramon J. Sender en Esto no es el oeste, pero también hay tiros), y de tendencias musicales: punk, ska, reggae, psicobilly, hardcore… El estado de las cosas es, en definitiva un disco complejo (el último, por otra parte, en el que el grupo canta en castellano), del que resulta fácil recordar muchas frases que para los jóvenes que las escuchaban se convirtieron en algo más que lemas que corear en los conciertos o sus habitaciones: fueron también consignas que marcaron el paso a sus vidas. Kortatu, como señala Angel Luis Lara El Ruso no era tanto “la banda sonora de la película, como la película misma”. Aunque estuviera todo perdido siempre quedaba molestar. La cólera de los no elegidos se convirtió en su victoria, y todavía hoy tantos años después (este libro, que va por una segunda edición revisada y ampliada, es el mejor ejemplo) el legado de Kortatu sigue alentado la revuelta.

ASTENIA PRIMAVERAL.

Abr 14, 2014   //   by admin   //   Blog  //  No Comments
Y ahí estaban, en medio de la Calle Mayor, las dos peregrinas yankis, moderfaker va moderfaker viene, menuda bronca, una de ellas de repente hasta le quitó a la otra el pasaporte y lo arrojó a un charco, “Pues vaya, a mí que siempre me habían contado que hacer el Camino de Santiago era como meterte en un libro de Paulo Coelho y resulta que se parece más a uno de Bukowski”, recuerdo que pensé, pero luego achaqué el peregrino arrebato de ira a la astenia primaveral, o al cambio de hora, porque yo también llevaba unos días raro, flojico, irritable, “Sí, eso será”, me dije, y después seguí arrastrando los pies hasta la oficina del DNI, que me tocaba renovarlo, y ya tenía ganas, porque en la foto del que caducaba salía hecho un quinqui, y si uno se para a pensar, la foto que se hace para el carné no es ninguna tontería, es la foto que más vas a enseñar, de ella depende, por ejemplo, que las cajeras te metan más o menos prisa mientras intentas despegar las bolsas, porque las reutilizables se te han olvidado otra vez en casa, y la cajera, que es socia de Greenpeace, te lo afea con la mirada, “Como sigamos así, entre esto y los pedos de las vacas nos cargamos el planeta”, parece decir, y después empieza a echar sin compasión los cereales para cagar del que viene detrás encima de la compra que tú no has recogido aún, todo eso por la foto de la papela, en la que pareces de un comando, bueno, a lo que iba, que pensando-pensando llegué a la oficina del DNI, y en la puerta estaba el funcionario de siempre, el de hacía diez años, y me paró con las mismas malas formas, “¿A dónde va?”, y vi también cómo se dirigía a la gente, sobre todo a los extranjeros, como a ganado, o como si fueran sordos o tontos, y me pregunté si en la policía no tenían a alguien más presentable de cara al público, y también cómo sería entonces el trato en las zonas oscuras de las comisarías, “Mejor no pensar”, pensé, y cuando logré zafarme de él, me senté y me puse a leer un libro, pero no me concentraba, estaba inquieto, el libro se titulaba Ardimiento y su autor firmaba con el seudónimo Baco, así que cada poco tiempo yo levantaba la vista y miraba al poli de la entrada, y pensaba que en cualquier momento sacaría la pipa de la mariconera y vendría a por mí y me detendría por embriaguez o por apología de algo, así hasta que por fin me tocó el turno y me hicieron el nuevo carnet, pero había un fallo, en la foto salía un señor mayor, con el pelo gris, “¿Ese quién es?”, pregunté, “Usted”, me dijo la funcionaria, “Ostras, es verdad, cómo pasa el tiempo”, dije, e intenté consolarme pensando que al menos no me había pasado como a mi amigo Juantxo el jipi, que como tiene el pelo blanco nuclear se le fundió con el fondo de la foto y en la papela parece un alien, y por eso las cajeras le tienen miedo y le pasan dos veces la Travel y pronto ya le llegará para cogerse un neceser, total, que al final salí fuera, y arrastré de vuelta un poco más los pies hasta la Calle Mayor, y allí seguían las dos peregrinas yanquis, moderfoker va moderfoker viene, pero ya nadie se lo tenía en cuenta, era cosa de la primavera, y de Bukowski, pero sobre todo de la primavera que lo altera todo, y la cabeza se llena de pensamientos y de frases, como flores que revientan, y uno se aturulla, y nunca sabe dónde poner el punto final (ni todos los demás, en realidad).

Publicado en ON (Rubio de bote): 

CONTRA LA LIMPIEZA.

Abr 8, 2014   //   by admin   //   Blog  //  1 Comment


(Colaboración para la sección Rubio de bote en ON, suplemento de los diarios del Grupo Noticias)

A mí las casas demasiado limpias me dan asco. Y yuyu. Alguien que te pide que te descalces y te pongas unas bayetas en los pies para entrar a su casa, primero, en realidad no quiere que entres a su casa, y segundo, es alguien que está como una puta cabra. Alguien que guarda en el frigo un túper con criadillas y corazones humanos; alguien que cuando por las noches sale a fumar al balcón no se traga el humo, solo hace con él señales a los raticulinianos, chiú-chiú…
Las casas como dios y el diablo mandan no parecen el quirófano del doctor Hannibal Lecter. En las casas de las personas decentes el pasillo es la calle mayor de una película del oeste y de vez en cuando cruza rodando un pelusón; en las casas de las personas de carne y hueso mirar debajo del sofá se convierte en una expedición espeleológica; en las casas… bueno, bueno, tampoco voy a seguir porque al final va a parecer que lo que soy, en realidad, es un guarro. Y aunque más vale ser guarro que asesino en serie, yo también intento domar al animal salvaje en que se convierte una casa dándole latigazos con el tubo de la aspiradora. Hay que mantener a raya a ese organismo vivo y monstruoso al que le crece exponencialmente el polvo y las bolsas de basura y la ropa para planchar. Una casa, sobre todo cuando en ella hay niños, es un campo de batalla, el sombrero de copa de un mago con síndrome de Diógenes, la máquina irrompible del caos… Por eso, precisamente, son tan sospechosas las casas demasiado limpias. En ellas no hay vida. Solo cadáveres enterrados en el jardín y porquería bajo la alfombra. Y esto se puede aplicar a todo lo demás. A las ciudades, por ejemplo. Como decía el malogrado poeta barrendero Juantxo Rada: “Las ciudades luminosas están invadidas por las sombras”. En una ciudad luminosa la gente no se ve la cara en los espejos ni en los ojos de los demás, sino mirando al suelo resplandeciente, que es una losa mortuoria puesta del revés. En las ciudades inmaculadas cuando se te cae una pestaña al suelo te condenan a trabajos forzados porque la higiene es una religión y porque sus alcaldes se llevan un 10% de la subcontrata de limpieza. En las ciudades resplandecientes se levantan templos con una reliquia de Don Limpio (un mechón de pelo, del día que se le cayó tras confundir el bote de champú con el de Zotal) y se cierran consultorios médicos porque ponerse enfermo es una cosa de herejes, de gente infeliz y sucia, que tiene mala salud solo para joder. En las ciudades “japi” cuando las alcaldesas sonríen se ríen de ti, pero a nadie le importa porque tienen la dentadura muy bonita. Una ciudad esplendorosa, en fin, es lo más parecido a una ciudad llena de mierdas de perro. Unas tú las pisas y otras te quieren pisar. Y las casas de las ciudades sospechosamente limpias están llenas de hombres y mujeres-mopa, que al final lo único que hacen es mirarse las pelusas del ombligo. La obsesión por la limpieza, en suma, es propia de gente sin inquietudes ni criterio, gente con mucho tiempo libre y que no sabe qué hacer con él. Claro que esa es solo mi opinión. Supongo que también habrá quien piense que para escribir todas estas tonterías mejor ponerse a hacer los baños. Y no le digo yo que no.

Patxi Irurzun
 

EL CAMPO DE BATALLA DE LA CULTURA. I Jornadas de Cultura Prekaria

Abr 8, 2014   //   by admin   //   Blog  //  1 Comment
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(Versión extendida del reportaje publicado en Gara)
EL CAMPO DE LA BATALLA DE LA CULTURA


El pasado fin de semana Katakrak, pulmón cultural de Iruñea, acogió las I Jornadas de Cultura Prekaria organizadas por el Grupo Cultura Prekaria, y comenzó a insuflar aire para que el tejido cultural y social de la ciudad se entrelace y busque nuevos espacios que lo permitan despertar de su sonambulismo.

Patxi Irurzun. Iruñea

Fueron tres días intensos de primavera, 4, 5 y 6 de abril en los que florecieron ideas, propuestas, crítica, y se debatió sobre la situación de la cultura en Nafarroa, el nuevo paradigma surgido tras el estallido de la burbuja cultural, la pedagogía necesaria para autogestionar espacios, o se aportaron experiencias de otras fábricas culturales y colectivos.
El fin último de las Jornadas, de hecho, y de quienes las organizaron, el Grupo Cultura Prekaria, es conseguir un local público con el fin de que los diferentes colectivos de Iruñea lo autogestionen. Cultura Prekaria agrupa a un hetereogéneo grupo de creadores, gestores, trabajadores y agentes culturales, y lleva reuniéndose desde hace más de un año, debatiendo y cuestionando temas diversos como la nueva ley de mecenazgo del Gobierno Foral. Como paso previo a las jornadas se visibilizaron con un exitoso fotomatón callejero que retratara el panorama de precariedad cultural y social de la ciudad y con unos talleres que sirvieran para preparar la documentación de las I Jornadas de Cultura Prekaria, que han sido todo un éxito, tanto en lo referido a asistencia (Katakrak se llenó durante todo el fin de semana), como en cuanto a contenido y aportaciones.

El cambio de paradigma cultural


Las jornadas se iniciaron el viernes 4 con unas charlas sobre el cambio del paradigma cultural. En este bloque intervinieron Santi Eraso (exdirector de Arteleku y consejero cultural de Donostia 2016), Emmanuel Rodríguez (cofundador de la Universidad Nómada y miembro de Traficantes de sueños) y Jaron Rowan (Investigador cultural y docente en Free Culture Forum).

Santi Eraso, desde su experiencia dentro de las instituciones, habló de la cultura como una burbuja menor generada por la burbuja inmobiliaria y del paisaje de escombros que dejó al explotar, dándose la paradoja de que quienes hundieron el sector cultural se pretenden presentar ahora como sus salvadores. Dentro de ese nuevo paradigma cultural, de inestabilidad y liquidación, planteó que pueden surgir nuevas expresiones y experiencias, nuevos espacios que, como Katakrak, o el que reclama Cultura Prekaria, se conviertan o conviertan la ciudad en un laboratorio cultural… Y definió la cultura como “un campo de batalla, en el que confluyen intereses muy distintos”. Emmanuel Rodríguez coincidió con él en algunos términos, como la burbuja cultural, o la cultura como campo de batalla, y dijo que “si la entendemos como tal es necesario darle un contenido político y en ese sentido hasta que no haya un cambio político radical la cultura no será un derecho social”.

Dolorosa vs Katakrak

El bloque sobre el cambio de paradigma cultural se reanudó el sábado con la intervención de Jaron Rowan (el viernes las jornadas terminaron al paso de la de La Dolorosa –la virgen trasladada para la procesión de Semana Santa hasta la catedral— frente a la puerta de Katakrak, una imagen que a muchos resultó elocuente y definitoria de lo que es Iruñea y de ciertos aspectos de la cultura; el propio Eraso destacó la paradoja de que quienes reivindican una cultura libre y pública lo estén haciendo desde una iniciativa, aunque social y política, privada, como Katakrak, y la calle sea ocupada por una expresión de algo que debería ser privado como es la religión). Jaron Rowan, por su parte, destacó la importancia de enfrentarse a la idea o el nuevo paradigma que se intenta imponer de la innovación social (es decir: la cultura es válida cuando consigue solucionarle problemas a la administración) y establecer un pensamiento crítico y político, una cultura que en lugar de funcionar como parche para las instituciones le resulte problemática, le plantee preguntas… Defendió también la idea de un procomún con contenido político y que no sirva para sustituir o mermar lo público. En ese sentido, dijo que si el procomún sin política no vale, el procomún sin pensamiento estético es política ficción. Jaron Rowan también dedicó parte de su intervención a analizar y subrayar las deficiencias y carencias del fallido y ruinoso Plan estratégico de Cultura local.

La desoladora situación de la cultura en Nafarroa

A continuación, se debatió sobre la situación cultural en Navarra. El artista, docente y activista socio-cultural Iñaki Arzoz subrayó la situación de total precariedad, el fiasco de los planes culturales de Navarra, etc. y la necesidad de un espacio público autogestionado con el que hacer frente a ese panorama catastrófico. El escritor Ignazio Aiestaran, además de señalar la existencia de una “cultura” navarra sin navarros, una cultura de negación y marginación de algunos aspectos propios, y de rechazar una cultura acomodaticia y dócil, reivindicó y propuso recuperar y recoger el legado anterior de culturas prekarias e insumisas: antimilitarismo, euskara, okupazión, radios libres, memoria histórica, etc. Edurne Mezquíriz, gestora cultural del Teatro Gayarre, recalcó la falta de un trabajo en común en lo referido a la actividad cultural y María Castejón, especialista en representación, género y medios de comunicación, subrayó la necesidad de una mirada amplia y necesaria desde la perspectiva de género, que considera que ha sido desoladora.

Otras experiencias de laboratorios culturales


Las jornadas, como ya se ha dicho, tenían como objetivo conseguir y autogestionar un espacio cultural alternativo, libre y abierto en Iruñea. Sin embargo, durante procesos como este, o en el funcionamiento de cualquier colectivo hay trabajos soterrados (el mantenimiento de los espacios, su limpieza, etc.) a los que en ocasiones no se da el valor que merecen. Javier Rodrigo, coordinador del proyecto pedagógico-cultural Transductores, habló de ello en el tercer bloque de las jornadas. Señaló que en la construcción de espacios es necesario respetar los ritmos de colectivo y personas, y reivindicó la importancia en los procesos culturales no solo de lo productivo (la creación, la movilización…) sino también de los reproductivo (el cuidado de los espacios, su mantenimiento). Por último, por la tarde, tras una comida, cómo no, autogestionada, fue el turno de experiencias colectivas ya en funcionamiento, tanto en Iruñea (intervinieron gente de Punto Gunea, Dormitaleria 54, El vértigo de la trapecista, Jazar, Vesarte o Eguzki Bideoak) como en otros lugares: Álvaro Alonso de Armiño habló sobre el Espacio Tangente de Burgos, Leire López Ziluaga sobre el espacio Astra de Gernika y Lucía Lois sobre el Patio Maravillas de Madrid.

Las jornadas finalizaron el domingo con una asamblea en la que se pusieron en común las diferentes aportaciones, se comenzó “a volver la cultura del revés y sacudir la alfombra, a generar procesos y a trabajar por una construcción social de la cultura” (de hecho, a lo largo de la soleada mañana, la asamblea, en círculo se fue abriendo y creciendo); y al término de la misma se peregrinó, bajo la advocación de Santa Prekaria, la santa pagana que se ha convertido en la guía de las jornadas, hasta alguno de los lugares públicos que permanecen vacíos en Pamplona y que bien podrían convertirse en ese espacio cultural, ese laboratorio para nuevas formas de ejercer la cultura y la ciudadanía, como el antiguo conservatorio Joaquín Maya en la calle Mayor, o el Palacio del Marqués de Rozalejo en Navarrería, donde sorpresivamente hizo acto de presencia otro icono precario, un personaje ideado por Cultura Prekaria e inspirado en la película El Gabinete del Doctor Caligari: Cesare Prekario, a quien un mago despertó de sus largos y oscuros años de sonambulismo cultural en Navarra.

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