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SE BUSCA CANTANTE

Oct 18, 2021   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
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Publicado en «Rubio de bote», colaboración quincenal para magazine ON (diarios Grupo Noticias)

Estaba pegado con celo en una marquesina. “Abeslari bila”, decía el cartel. Se busca cantante. Me froté lo ojos. ¿Qué era aquello? ¿Una alucinación, un viaje en el tiempo? Desde hacía unos días mi ordenador me daba un error al teclear la dirección de algunas páginas web, decía que tenía el reloj atrasado. Había intentado cambiar la fecha una y otra vez, pero el error persistía, así que comencé a preguntarme si no estaría entrando y saliendo de una brecha temporal. Y ahora ese cartel. ¿Quién pegaba, en plena era digital, carteles como aquel en las marquesinas, en los bares, las farolas? ¿Estábamos en 1985? No, en 1985 no habría también en la parada del autobús varias personas comentando la reciente caída de WhatsApp, Facebook e Instagram y cómo habían sobrevivido a tan terrible catástrofe. 

Volví a mirar el cartel. Me emocioné (soy un sensiblero y un nostálgico, lo reconozco; a veces siento deseos de abrazar a la gente que vuelve del quiosco con los periódicos bajo el brazo; o a quienes leen novelas en los transportes públicos). Me imaginé a dos o tres chavales pegando más carteles como aquel, cortando con los dientes pequeñas tiras de celo, manteniendo a pesar del sabor amargo de este en la boca una sonrisa soñadora, fantaseando, en fin, con la idea de que alguien respondía al anuncio y era su Freddy Mercury, el astro que faltaba en su constelación y les dirigía irremediablemente al estrellato.

Yo mismo tuve deseos de llamar al número de contacto, tal era el entusiasmo, la fe, la pasión que me pareció que transmitía aquel anuncio, el hecho de que alguien se hubiera tomado el trabajo de patearse la ciudad colocándolo aquí y allá…

Pero, como comparado conmigo un perro afónico es la reencarnación de Julián Gayarre, me conformé con colgar en mis redes sociales la foto del cartel, por si podía echar una mano. Aproveché de paso para hacer una pequeña encuesta y pedir a mis diez o doce seguidores que me dijeran si conocían grupos que hubieran reclutado a sus cantantes o músicos de esa manera, es decir, a través de anuncios. Ozzy Osbourne (Black Sabbath), James Hetfield (Metallica), Mike Mars (Motley Crue), la mayoría de los Dead Kennedis, Alan Wilder (Depeche Mode)… fueron las respuestas. Pero entre todas ellas, ¡oh, sorpresa!, también llegó la de… ¡uno de esos chavales que habían pegado el cartel en la marquesina!

Creo que a eso le llaman la magia de twiter (¡haz tu magia, twiter!), pero lo cierto es que los componentes de este grupo, según me explicaron, también habían intentado recurrir a ella y no habían obtenido respuesta alguna. Por eso habían utilizado, tras intentarlo en internet,  los métodos tradicionales: el cartel, el celo y las marquesinas. Y gracias a ellos habían conseguido ya contactar con varias cantantes.

“Pues ya me iréis contando”, les dije. Porque de repente me sentía muy unido a aquel grupo y a su destino y me parecía una idea genial hacer una especie de reportaje en construcción, ir siguiendo sus evoluciones… Quién sabe, tal vez lleguen lejos, o tal vez no, qué más da, lo importante es el camino y a mí un cartel en una marquesina de la parada de un autobús me había unido al suyo para ir dando cuenta de los pasos. Así que, con el permiso de todos ustedes, amables lectores, de vez en cuando iré informándoles en este  “Rubio de bote” (que, dicho sea de paso y si los cálculos no me fallan, hoy cumple doscientas colaboraciones). 

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