¡OH, PATXI, MI DULCE Y SUCIO PATXI!, por Carlos Salcedo Odklas
Me puse en marcha por las librerías de mi ciudad.
-¿Hola, tienen algo de Patxi Irurzun?
-Creo que no ¿cómo has dicho?
-Patxi Irurzun. Pe, a, te, equis, i, Irurzun, como suena.
-No, ahora no tenemos nada en stock.
Recorrí un par de librerías con idéntico resultado. Finalmente opté por probar en la librería pastor, una de las más grandes de la ciudad, la había evitado deliberádamente con anterioridad porque es una librería grande, con un escaparate poblado de banalidades y una clientela constante e impersonal, como el goteo de un grifo, y por lo general prefiero comprar en librerías pequeñas para no dar más dinero a quienes ya tienen bastante, pero todas me habían fallado.
-¿Hola, tienen algo de Patxi Irurzun?
-¿Quién?- Me dijo la dependienta, una señora de mediana edad.
-Patxi Irurzun.
-Mmmmm….¿puedes decirme algún título?
Estuve tentado a decirle la polla más grande del mundo, pero me rajé.
-¡Oh, Janis, mi dulce y sucia Janis!
-Mmmm….Ffffff…..si, parece que lo tenemos.
-¿En serio?
-Aquí pone que si.
-Si lo tienen me lo llevo.
La señora imprimió un ticket que miró esbozando una mueca.
-Me va a costar encontrarlo.
No contesté, no se si esperaba algún tipo de comentario por mi parte, nos limitamos a mirarnos en silencio, ella volvió a mirar el ticket y finalmente salió de detrás del mostrador, me puse detrás de ella y seguí sus pasos, ojeó un par de estanterias y se dirigió a un hombre mayor que deambulaba por ahí.
-Alfonso, échame una mano con esto.
El señor mayor estudió el ticket y se dirigió a mi.
-¿Es una editorial nueva no?
-Creo que si.
Miraron por encima un par de estanterias mientras yo disimulaba.
-Quizas esté en las cajas de arriba -Le dijo el señor a la señora.
-Pufff….¿Está usted de paso?- Me dijo la señora.
-Errrr… no.
-Es que quizás nos cueste encontrarlo, ¿podría venir mañana?
-No se, supongo que si.
Se alejaron cada uno en una dirección, no sabía si me estaban dejando tirao o se habían ido a buscarlo por otro lado. Me acerqué a la estantería de mi derecha, aquella en la que ellos habían estado mirando, eché un pequeño vistazo. Y allí estaba, lo localicé enseguida, como si estuviese llamándome. Lo saqué de su prisión.
-¡Hey, está aquí!
La señora, que estaba ya inequívocamente volviendo a su posición inicial tras el mostrador, se giró con cara de sorpresa.
-Vaya, pues que bien. -Dijo.
Ya en el mostrador realizamos la transacción.
-Son 16 euros.
-Tenga.
He de reconocer que me escoció, está claro que los vale, pero para un miserable parado de larga duración como yo que hace poco ante la desesperación de su situación ha optado por dar el paso de llevar su curriculum al mc.donalds (esperando que no recuerden aquella vez que, borracho, casi prendo fuego al local ante los gritos del encargado) es un desembolso. Espero que al menos una parte razonable vaya a parar al bolsillo de Patxi.
Por fin tenía la novela, la edición es correcta, la tapa blanda y de extensión normal (206 páginas).
Ya en casa me lamenté por no tener un petilla para acompañar la lectura, nuevamente mi jodida situación financiera. Por suerte si contaba con un par de latas de cerveza marca Askania y un par de cigarros Winston. Me puse a ello.
La escritura de Patxi es agil y tremendamente entretenida, es perfectamente posible leerse el libro del tirón si te da la locura. Su estructura, en breves capítulos de unas cinco páginas, también posibilita irlo leyendo poco a poco si tu vida diaria no te permite dedicarle más que breves momentos.
Cualquiera medianamente interesado en la literatura underground y sucia en la que podría encuadrarse a Patxi seguramente estará ya al corriente de la trama. Dick Grande es un barrendero de Pamplona, un tirao que aulla a lo Bruce DICKinson en alguna jam o grupete heavy a la menor ocasión y barre las calles por la noche, no es un tipo agraciado, enclenque, feo, pero…. Hay amigos, el bueno de Dick esconde un diamante en bruto entre sus piernas, y aunque todos pensamos lo mismo en algún momento y fantaseamos con darle la vuelta a la pantalla del ordenador y ser el cabrón que se folla a todas esas tías con las que nos pajeamos a escondidas, a Dick se le presenta la ocasión tras un viaje de vacaciones a La Habana donde conoce a Janis, una jinetera, y a un par de dementes productores alemanes de porno amateur. Tras ser desvirgado en el medio y comprobar su potencial, un emocionado Dick emprende su recorrido por los bajos fondos del porno donde conocera a inverosímiles personajes y viajara a lugares a cual más bizarro por todo el globo y donde comprobará que no todo es follarse a pivones y eyacular en sus sonrientes rostros sino algo más tortuoso, como la vida misma.
La novela es divertidísima, sin más pretensiones que entretener, y aunque no pretende revolucionar la visión filosófica de la vida de nadie Patxi, con suma habilidad, introduce de vez en cuando reflexiones acerca de la condición humana (algo que en temas sexuales evidencia el verdadero ser de nuestra especie) y también se permite algunos ácidos comentarios de critica social, todo ello alejado del punto de vista oracular y mesiánico e introducido con toda la naturalidad del mundo.
En nuestro viaje en compañía de Dick y su «blackandéker» nos veremos en situaciones divertidas y bizarras y también tristes y desoladas haciendo que nos encariñemos enseguida con el bueno de Dick y queramos saber que le va a pasar ahora, la forma de narrar la historia, en primera persona, facilita también este acercamiento y consigue lo que todo escritor ansía, esto es que el personaje acabe siendo uno más de nuestros colegas.
En la etiqueta de mi ejemplar se la define como novela erótica, es cierto, de echo incluso podría decirse pornográfica (si estás pensado regalarsela estas navidades a la madre de tu pareja, la del opus, te aconsejo desechar la idea) pero es mucho más que las aventuras guarras de un actor porno de grán polla, es la busqueda de uno mismo, el afán de escapar de la mierda de las calles y elevarse sobre la masa con la polla bien tiesa para eyacular sobre todos los cabrones de abajo que nos menosprecian y coartan.
En definitiva ¡Oh, Janis, mi dulce y sucia Janis! Es una novela cojonuda, de las que mola recomendar a los colegas, divertida, muy facil de leer tanto una como varias veces, excitante (no he podido evitar pajearme tras la lectura de algunos pasajes) entrañable y cercana, sin caer en fantasmadas ni sermones, recomendadísima.
¿Se te ocurre algo mejor que hacer estas aburridas tardes de verano que transformarte en una estrella del porno (amateur)?