La portada de Ajuste de cuentos, de Germán Úcar, me gusta mucho, pero Kalvellido tenía otra, la hizo en realidad hace muchos años. Es la de ahí arriba. En cuanto a sus ilustraciones de los cuentos también han salido algo canijas en el libro, parecen exlibris, que suena muy bonito, pero a Kalvellido le hubiera gustado verlas bien grandes y a color, así que poco a poco iré subiendo alguna y algún fragmento de los cuentos. Para empezar intentaré resarcirle proyectándolas como fondo en la presentación del jueves en la FNAC de Donosti. Por cierto, a todos los amigos y residentes en La Bella Easo, y alrededores, ¡no me dejeis solo!…
Así se llama la página de humor que desde hace tres años escribo para la revista de bebés Guía del niño, en la que voy contando mis aventuras con mis dos hijos. Esta es una de las colaboraciones, y el de la foto de arriba, mi hijo Hugo (H, en las columnas), que ahora tiene cuatro años pero ha estado muy interesado desde pequeño por los libros de su aita.
¿GRANITO O SILESTONE?
Desde hace unas semanas llevo unas barbas que ni el Conde de Montecristo. Nuestra agenda familiar es una mazmorra y no nos deja ni un huequito por el que fugarse al centro comercial a comprar una máquina de afeitar nueva (la anterior la descuajeringó H convirtiendo a todos sus peluches en una banda de skin-heads). Un día toca matrona o ecografía, al siguiente hay que ir a mirar cocinas, entre medio nos olvidamos a nuestro hijo en el colegio (¡uy, pero si hoy es miércoles!) y mientras tanto el Euríbor sigue pareciéndose cada vez más a un lobo feroz que soplará y soplará y nuestros ahorros derribará.
La hora de hipotecarse ha llegado antes de lo previsto: nos han adelantado medio año la entrega del piso (hasta ahora vivíamos de alquiler).
-¡Qué suerte!- dice la gente, pero a nosotros nos hubiera venido mejor que la burbuja inmobiliaria explotara después de que nazca nuestra nena o decidamos si granito o silestone para la encimera. Así que solemos contestar:
-¡Pobre H!- porque su vida va sufrir un pequeño cataclismo: casa nueva, cole nuevo, hermanita nueva. Aunque en realidad donde dice H lo que hay que leer entre líneas «pobres de nosotros». Un niño de tres años está acostumbrado a que su vida sea como tirarse cada mañana por un tobogán que no se sabe a donde va a parar: se duerme en unos sitios y se despierta en otros; sobrevive tranquilamente al grave trastorno bipolar que supone llevar un día lleva una camiseta de los Ramones (si lo visto yo) y otro (si lo viste su madre) un jersey con rombos; y sobre todo no se hace preguntas del tipo ¿nos llegará para la casa, el comedor, la guardería de la niña, los tres menús que ya hay que pedir en los restaurantes?
Sí, todo es muy raro en este preámbulo a nuestra vida nueva. Por ejemplo, Malen se ha convertido en un fantasma, que por las noches deambula de dormitorio al sofá, y a la que nunca encuentro cuando me vuelvo para abrazarla en la cama. Supongo que resulta difícil acompasar el sueño cuando llevas dentro de tu cuerpo una personita que decide despertarse (y convertir tu barriga en un «puching-ball») justo a la hora que tú te tienes que acostar.
-¿Pero por qué no puedo tener yo un bebé tranquilito, que duerma por las noches de un tirón, que no tenga cólicos ni la piel atópica, que le quite el chupete de un día para otro y el pañal en una semana?- se lamenta, y anticipa acontecimientos, Malen. Y yo trato de consolarla:
-¿Por qué entonces no sería un bebé?
Nuestra nueva vida, en definitiva, se avecina llena de interrogantes y misterios. Yo mismo, a veces me miro al espejo y me pregunto ¿quién es ese barbudo?, pero inmediatamente veo a un tipo que sonrié, y me reconozco, satisfecho, a mí mismo. A pesar del Euríbor.
Ayer, casi cuatro meses después de que Kalvellido y yo empezaramos a publicar por capítulos La virgen puta (la reedición de mi primera novela, que entonces se tituló Cuestión de superviencia por imperativo legal), colgamos el último capítulo, con su correspondiente ilustración, y una canción de Eskorbuto (no podía de ser de otra manera).
Para ser sinceros, los dos esperábamos más de esta iniciativa, aunque tampoco nos quejamos: hemos tenido más de 7000 visitas y de 5000 visitantes, si todos ellos fueran lectores, sin duda serían bastantes más que las personas que han leído el libro a lo largo de los 11 años que han transcurrido desde que se publicó en su formato original. Pero creo que leer, lo que se dice leer la novela como mucho lo han hecho alguno de los doce marcianos que se han apuntado como seguidores de la bitácora (y que si uno se pone a indagar en sus perfiles y los blogs que publican le dan bastante caché a La virgen puta, eso es bien cierto).
También es cierto que ha habido sus momenticos, esas fotocopias repartidas en un instituto, los comentarios llegados desde lugares como Colombia o Perú y un email de un tipo de Wikio empeñado en que metiéramos un botoncito que dice que nuestro blog es el 1211 que más referencias tiene en otros blogs (¡el 1211, vaya récord!).
Por lo demás, la revisión de la novela me ha servido para darme cuenta de que está llena de errores de principiante, algunos bastante bochornosos.
A pesar de todo tengo la convicción de que este es el camino para los malditos escritores malditos a los que nunca reseñan en Babelia (como la tengo de que si llegara un momento en que los lectores salieran en masa a ese camino, renegaran de los pufos, prebendas, intereses comerciales de la industria editorial tradicional, la blogosfera sería colonizada, sometida, destruida,).
Bueno, pero para hablar de eso y hacer profecías ya están
Cebrián, Verdú y compañía, yo ahora os redirecciono a esta novela digital (
http://lavirgenputa.blogspot.com/) , que en cuanto Kalvellido (por cierto, sin duda lo mejor de
La virgen puta han sido sus dibujos) y yo descubramos como se hace para colgar un PDF descargable en el blog, pondremos en ese formato a disposición de quien quiera obtenerla gratuitamente.