HELADOS
¡Estaban comiéndose un helado! Macron y Biden. Delante de un enjambre de cámaras y micrófonos, mientras hablaban sobre Gaza. ¡Sobre Gaza y sus miles de muertos asesinados en hospitales, convoyes humanitarios o escuelas! Comiéndose un helado, sonrientes, casuals, mundanos. En realidad, ni siquieran se comían el helado, solo lo sostenían entre sus manos, temerosos de que en alguno de los lametones les cayera un plastón en la corbata, o, sin que lo advirtieran, se quedara pegado a la punta de su nariz o en la comisura de los labios, convirtiéndolos en carne de meme. Puede incluso que lo de dentro del cucurucho ni siquiera fuera helado, sino puré de colores, como el que usan en publicidad para que no lo derritan los focos.
Supongo que estaba todo programado por alguno de sus asesores. ¿Con qué objetivo? No lo sé muy bien, resulta difícil encontrar una salida en el laberinto de hielo que debe de ser la mente de uno de esos genios majaretas de la macropolítica y el márquetin. Los marquetinianos no son humanos, son unos máquinas. Son gente, por ejemplo, capaz de convencer a otra gente de que es una buena idea cortarte la reproducción de una canción para insertar publicidad. A mí, personalmente, me meten una cuña de Securitas en mitad de, no sé, el Wish you were here de Pink Floyd y me entran unas ganas locas de poner alarmas y cámaras por toda la casa. Hasta en la jaula del conejo (y eso que hace meses que está vacía).
Es ironía, por supuesto. Pero me imagino que esas técnicas publicitarias estarán fríamente estudiadas y darán sus resultados. En lo de Biden y Macron el fin tiene que ser humanizar a esos dos Masters del Universo. Míralos, qué majos, ahí, comiéndose un helado, como cualquier ciudadano de a pie, charlando de sus cosas, Ucrania, la industria armamentística, Netanyahu, qué sobrado el tío, n’ est pas?, está que se sale, ouh, yeah, pero ya sabes qué carácter tiene, y además, ponte en su lugar…
La imagen del presidente de Estados Unidos y del de Francia hablando sobre Gaza con un helado entre los dedos, esos dedos que lo mismo pueden sostener un cucurucho que apretar un botón rojo, es en realidad de una desolación y una deshumanización aterradoras, piensen lo que piensen los máquinas de los marquetinianos. Lo que expresa en el fondo ese gesto es el valor −ninguno− que dan a todas esas vidas que cada día se pierden de manera brutal e injusta en Palestina.
En la desvergonzada comparecencia de los dos mandatarios, Biden vaticinó un alto el fuego en Gaza para el 4 de marzo. Dos días después de la escena del helado el ejército israelí bombardeaba y tiroteaba una cola de reparto de alimentos, asesinando a más de cien personas.
Publicado en «Rubio de bote», colaboración quincenal para magazine ON (diarios Grupo Noticias). 16/03/24