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CLUB DE LECTURA DE VERANO: NADA.

Jul 24, 2021   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

NADA, de CARMEN LAFORET

PATXI IRURZUN. Publicado en magazine ON (diarios Grupo Noticias), 24/07/21

Los hábitos lectores pueden cambiar. Hace años, por ejemplo, yo nunca leía varios libros a la vez. La culpa era de Vargas Llosa; o mejor dicho, de su novela La tía Julia y el escribidor,  en la que un autor de radionovelas mal pagadas se veía obligado a escribir varias al mismo tiempo y acababa enloqueciendo, mezclando a los personajes y las tramas de unas y otras. Temía que a mí me sucediera algo parecido. Después, forzado yo también por las circunstancias (entrevistas, reseñas, clubs de lectura…), descubrí los beneficios de simultanear lecturas. Por ejemplo, a menudo sucede que los libros se atraen unos a otros, buscan almas gemelas, o pasadizos que los comuniquen. Hace unas semanas, sin ir más lejos, al terminar Autokarabana, de Fermin Etxegoien, comencé Galdu arte de Juan Luis Zabala, sin ningún motivo aparente que las conectara, y resultó, en una feliz casualidad, que los personajes de ambas novelas frecuentaban el mismo bar, el Atraskua de Azkoitia.

Al releer Nada me ha sucedido algo parecido. La novela de Carmen Laforet ha compartido mesita de noche con Regreso al edén, el último cómic de Paco Roca, y con el último Premio Nadal, El lunes nos querrán, de Najat El Hachmi. En el caso de esta última, los vasos comunicantes son claros y ya han sido reseñados en otros artículos: la novela de Laforet y la de El Hachmi son el primer y el último Premio Nadal, respectivamente, ambas son novelas de iniciación, las dos cuentan historias de mujeres jóvenes que buscan su libertad en entornos y sociedades adversas hacia su condición social o de género…

Una joven ganadora del Nadal

Carmen Laforet fue, efectivamente, la primera ganadora del Premio Nadal, cuando solo contaba con 23 años y los galardones literarios —sobre todo el Nadal— servían precisamente para eso, para descubrir nuevos y prometedores autores, antes de convertirse en una especie de promoción interna de escritores de la casa o de OPA hostil a otras editoriales.

Desde Laforet hasta El Hachmi han ganado el Nadal autores como Miguel Delibes, Francisco Umbral, Carmen Martín Gaite, Ramiro Pinilla, Francisco Casavella... Diecisiete mujeres en casi ochenta ediciones, la primera de ellas la desconocida Carmen Laforet, quien sin embargo obtuvo el premio in extremis, pues presentó su manuscrito el día que se cerraba la convocatoria y cuando el jurado ya había elegido sus candidatos, algunos de ellos escritores de postín. Nada, no obstante, era una novela incontestable, una retrato impresionante de la España de posguerra, gris, desesperanzada, opresiva como la casa de la calle de Aribau de Barcelona a la que llega una medianoche su protagonista, Andrea, la joven universitaria que ve cómo sus sueños y aspiraciones se diluyen junto a la extraña y violenta familia que la acoge, que es su propia familia, y de cuya locura trata por tanto a toda costa de huir, temiendo reconocerse en ella a sí misma.

Carmen Laforet y Ramon J.Sender

Obra maestra

“Me marchaba sin haber conocido nada de lo que confusamente esperaba: la vida en su plenitud, la alegría, el interés profundo, el amor”, escribe Laforet en la última página de la novela, cuando abandona dicha casa.

Sorprende el escepticismo, a veces la resignación, el profundo pesimismo, la tristeza insondable de esas frases y otras, sentimientos impropios de una veinteañera (o quizás no, quizás son esos los años más felices pero también los más atormentados de nuestra vida); en todo caso es portentoso que con esa edad Carmen Laforet fuera capaz de escribir una novela tan magistral, un clásico ya de la literatura española e incluso de la literatura exitencialista; algo que, por otra parte, acabará en cierto modo lastrando la carrera de la escritora, hasta ir apartándola poco a poco de la vida literaria.

“La verdad es que tuvo usted la rara fortuna (peligrosa) de comenzar con una obra maestra”, le advierte Ramón J. Sender en una de las cartas que durante largos años intercambiaron los dos escritores, y que se antologan en el libro Puedo contar contigo.

Andrea y Naíma

Es también una larga carta la que escribe Najat El Hachmi en El lunes nos querrán, a una de sus amigas, otra joven musulmana catalana, en la cual ve el referente, el modelo para desatarse de las amarras, las imposiciones familiares y comunitarias (para desprenderse del velo o escapar a los matrimonios impuestos, por ejemplo…). Y son, como se ha señalado ya, varias las coincidencias entre esa novela y Nada (de hecho El lunes nos querrán se cierra con esta frase: “Nada más”). Si en Nada la casa de Aribau se convierte en un monstruo que devora a Andrea, Naíma, la joven protagonista de El lunes nos querrán lucha por huir de las fauces de los bloques de los barrios de la periferia, de los barrios verticales y sus leyes no escritas, o escritas a palos o con el desprecio visceral, la muerte en vida de quien las incumple; si la familia de Naíma y su interpretación estricta de la religión la retienen una y otra vez, Andrea siente sobre sus alas todo el peso de los traumas, los odios enquistados, la enfermedad mental de sus tíos; si esta bebe el caldo de verduras a escondidas, para mitigar su hambre, aquella se alimenta de comida basura, en pisos sin calefacción y paredes sin pintar…

El lunes nos querrán - Najat El Hachmi | Planeta de Libros

Al oeste del edén

Y lo mismo podría aplicarse a Regreso al edén, de Paco Roca, cuya trama parte de una vieja fotografía, tomada en 1946 (Nada se publicó en 1944), a partir de la cual el dibujante reconstruye una historia familiar que guarda igualmente numerosos paralelismos con la novela de Carmen Laforet. Por ejemplo, en Nada Andrea es invitada en varias ocasiones por su compañera de universidad Ena a estudiar en su aristocrática casa, donde le dan de merendar, algo que a ella le avergüenza, pero que su estómago agradece (“Hasta entonces nadie a quien yo quisiera me había demostrado tanto afecto y me sentía roída por la necesidad de darle algo más que mi compañía, por la necesidad que sienten todos los seres poco agraciados de pagar materialmente lo que para ellos es extraordinario: el interés y la simpatía”, escribe otra de sus demoledoras frases Laforet); pues bien, Antonia, una de las protagonistas del cómic de Paco Roca también aplaca su hambre merendando en casa de una vecina (o se vale de su amistad, en su caso algo menos desinteresada, para birlarle la merienda mientras juegan a dar de comer a las muñecas). Además, en ambas obras hay alusiones al estraperlo, se narran escenas de violencia doméstica, con una aparente —en realidad premeditada— naturalidad que resulta aterradora, pues refleja lo cotidiano de las mismas…

Regreso al Edén - Astiberri Ediciones

Pasadizos y trampillas

Creo, en fin, que he contado todo sin mezclar pasajes y personajes de unos libros con otros, como le sucedía al escritor de radionovelas de Vargas Llosa. Pero también sería bonito que, por ejemplo, los personajes de Autokarabana y Galdu arte coincidieran un día en el bar Atraskua, de Azkoitia; que existiera otro mundo paralelo, literario, en el que cada novela fuera un capítulo, formara parte de otra obra, de una entidad superior, llena de pasadizos, atajos, trampillas… Como si en realidad siempre estuviéramos leyendo el mismo libro y este (son las ventajas de simultanear lecturas, les invito a probar) nunca dejara de sorprendernos.

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