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Club de lectura de invierno

Feb 7, 2021   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

JOHNNY COGIÓ SU FUSIL,
de DALTON TRUMBO,
y otras novelas antimilitaristas

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Publicado en magazine On (diarios de grupo Noticias) 06/02/21

Supongo que todos los lectores tenemos nuestros hábitos, vicios y manías. En mi caso no puedo resistirme a la mala costumbre de leer primero la última frase de una novela. No llego, eso sí, al extremo de desecharlas por eso, entre otras cosas porque lo que convierte en bueno o malo un final es todo lo que lo precede; y porque, incluso, si todo lo que lo precede ha merecido la pena un final que no es redondo tiene una disculpa. Por el contrario, a los inicios de los libros, al menos a aquellos que leo por placer, les doy un margen de cinco o diez páginas antes de, si no me convencen,  imaginarme que soy Francisco Umbral y los arrojo a la piscina de mi dacha —como no lo soy ni tengo dacha ni jardín ni siquiera balcón, me conformo con devolverlos a la biblioteca pública—.

Literatura y panfletos

Cuento todo esto porque si pienso en el libro con el que finalizamos esta entrega invernal del club de lectura, Johnny cogió su fusil, de Dalton Trumbo vienen a mi cabeza dos cosas: la primera es el video de la canción One de Metallica, en el que se intercalan imágenes de la película que el propio Trumbo dirigió para adaptar su novela y en el que vemos al protagonista de la misma  aparentemente practicando headbanding, es decir sacudiendo su cabeza al ritmo de los acordes trash-metal de la canción, aunque lo que realmente está es intentando comunicarse en morse con la enfermera que cuida de él y suplicándole que lo eutanasie, pues ese protagonista es un soldado de la Primera Guerra Mundial al que un obús ha arrancado las extremidades y lo ha dejado ciego, sordo y mudo.

Y la segunda, la segunda cosa que me viene a la cabeza —y es ahí a donde quería llegar— es el magnífico final de la novela, probablemente uno de los que más me ha impresionado a lo largo de mi vida lectora: dos o tres páginas que deberían hacer aprender de memoria en las escuelas de todos los colegios del mundo y muy especialmente en las de los Estados Unidos o que habría que esculpir en la fachada de la sede central de la ONU o, mejor, en la de FMI, y en los muros de todos los cuarteles, antes de derribarlos… Sí, suena un poco panfletario, pero es que ese final del libro lo es.

A menudo se utiliza ese término, panfletario, para denostar algunos libros o a algunos autores, pero Dalton Trumbo viene a demostrarnos con el impresionante remate de Johnny cogió su fusil que el panfleto también puede elevarse a la categoría de arte, convertirse en literatura de alto voltaje, como vemos a continuación (advertencia, la puntuación de la cita, o la no-puntuación, es la que aparece en el libro): “Recordadlo nosotros nosotros nosotros somos el mundo nosotros somos quienes lo ponemos en marcha hacemos el pan y la ropa y las armas somos nosotros el eje de la rueda y los rayos y la rueda misma…”.

Un grito descarnado

Johnny cogió su fusil es junto con Sin novedad en el frente, de Erich Maria Remarque, la novela antimilitarista por antonomasia. En ella, como hemos anticipado, se narra el agónico monólogo de un soldado aprisionado en su propio cuerpo, en lo que queda de él, atormentado por sus recuerdos, las falsas promesas —los himnos, las banderas, la patria, las bandas de música que acompañaban a los soldados desde el centro de reclutamiento a las trincheras, es decir a la tumba o, como es el caso, al manicomio o al hospital—y por la imposibilidad de comunicarse con el exterior, hasta que descubre que cabeceando sobre la almohada puede enviar a su enfermera mensajes en código morse. El libro, por ello, está escrito con frases cortas, prácticamente sin comas, hasta desembocar en ese final en el que la ortografía se desvanece y deja limpio, desnudo el mensaje, ese grito antibelicista y descarnado, nunca mejor dicho. Toda la novela es en definitiva la respuesta a una canción popular estadounidense de carácter patriótico, que anima con ardor guerrero a los jóvenes a alistarse, y cuya primera estrofa dice: “Johnny, ¡coge tu fusil!”. 

Pues bien, Johnny cogió su fusil y en eso es en lo que se convirtió: en un tronco humano, con el cerebro intacto pero igualmente herido y desquiciado, abandonado a su suerte en un sucio hospital militar.

La caza de brujas

Johnny cogió su fusil se publicó en 1939, a solo dos días de iniciarse la Segunda Guerra Mundial, cuando, como señala Dalton Trumbo en un prólogo fechado en 1959, el pacifismo era un anatema para la izquierda y un enemigo a batir para la derecha. De hecho, la novela fue considerada inadecuada y, si bien no llegó a censurarse o prohibirse, sí recibió todo tipo de zancadillas, como elevar su precio hasta los seis dólares, un dineral para la época. Comenzaba de ese modo el autor a entrever lo que le aguardaba a él y a su trabajo como guionista de cine en los años siguientes, cuando se convirtió en uno de los “Diez de Hollywood”, la primera de las listas negras elaborada por el senador ultraconservador y anticomunista Joseph McCarthy.

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Dalton Trumbo

Trumbo fue encarcelado durante un año y después se exilió a México, desde donde escribió películas como Vacaciones en Roma, que recibió un Oscar al mejor guión pero que él no pudo firmar ni recoger. Sería Kirk Douglas el primero que se atreviera a rehabilitarlo, volviendo a incluir su nombre en los créditos de Espartaco, ya en 1960. Posteriormente Trumbo escribiría los guiones de otras famosas películas como Éxodo o Papillon (inspirada en otro libro que también merecería un club de lectura) o Johnny cogió su fusil, que el propio Trumbo dirigió, después de que finalmente desecharan la idea otros cineastas que habían mostrado interés en ella como el mismísimo Luis Buñuel.

Hay, por lo demás, también una película titulada Trumbo. La lista negra de Hollywood que cuenta la caza de brujas que padeció el escritor, interpretado en el film por Bryan Cranston, el actor protagonista de la serie Breaking bad.

Más literatura antimilitarista

Hemos mencionado más arriba la otra gran novela antimilitarista: Sin novedad en el frente, de Erich Maria Remarque. Como Johnny cogió su fusil, la novela transcurre durante la Primera Guerra Mundial, aunque en este caso el protagonista es un joven soldado alemán. En ella se describe de una manera naturalista la vida en las trincheras, la asfixia de los gases, el fragor de las bayonetas, el silbido de los obuses y las explosiones (lo cual nos recuerda también las asfixiantes primera páginas de otra novela, Nos vemos allá arriba, de Pierre Lemaitre)… Todo el horror de la guerra, en definitiva, abierto en canal, expuesto de una manera tan terrible como magistral.

Sin novedad en el frente también fue llevada al cine, en este caso por Lewis Milestone, que obtuvo con ella dos Oscar: mejor película y mejor director. Y si Johnny cogió su fusil inspiró a Metallica One, Elton John escribió All quiet on the western front basándose en el libro de Eric Marie Remarque.

Hay más obras literarias de carácter antimilitarista, como los Cuadernos de guerra de Louis Barthas o la demoledora La casa intacta de Willen Frederik Hermans, y no todas ellas usan el realismo, incluso el tremendismo, como alegato contra la barbarie. Es el caso de Las aventura del valeroso soldado Schwejk, de Jaroslav Hasek, quien se decanta por la sátira y el humor para denunciar lo absurdo de las guerras y la impunidad y la falta de escrúpulos de quienes las hacen posibles. Aunque si realmente queremos convencernos del despropósito del militarismo ni siquiera hace falta que recurramos a la literatura, sino a las matemáticas: basta con calcular cuántas camas UCI se podrían habilitar con los cien millones de euros que cuesta un avión Eurofighter, es decir un caza de guerra, de los que España planea comprar veinte unidades, que se suman a los setenta y tres con los que ya cuenta y sin los cuales yo no sé qué haríamos, la verdad.

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