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ESE TOCHO (CAPÍTULO 1)

Ene 17, 2010   //   by admin   //   Blog  //  No Comments
Ilustración: Tasio. Portada de Cuentos sanfermineros, en donde aparece este relato

Aunque en todos los equipos por los que he pasado mis compañeros me han apodado con alias nada ingeniosos, como «El Trípode», «Barrapán» o, mayormente, «Tocho», el secreto de mi éxito con las mujeres no tiene nada que ver con el descomunal tamaño de mi miembro viril. Tampoco está relacionado con la fama que me precede allá donde vaya, ni con mi personalidad dicharachera y jovial, ni siquiera con la cuenta corriente en la que se me desbordan los ceros por la derecha de la libreta. Quienes lo crean así no saben absolutamente nada sobre mujeres. A las mujeres lo que realmente las vuelve locas es un tipo que sepa acariciarlas y yo siempre he tenido unas manos superdotadas. Es por eso mismo por lo que soy portero de fútbol. Probablemente el mejor portero del mundo. He militado en los clubs más laureados, he ganado varias ligas y un Mundial y he compartido habitación con Dios, que entonces se llamaba Diego Armando Maradona… Y que me disculpen si a alguien le parezco sacrílego. Al contrario, conozco la Biblia lo suficiente como para saber que el Dios del que hablan en ella es un boludo, un tipo vengador, vanidoso y cruel al que sólo pueden haber inventado los hombres. Para mí Dios no es alguien que me haga avergonzarme de ser un hombre sino que convierto a Dios en todo aquello que me hace reír, gozar o tener esperanza. Dios es para mí la mujer con la que hago el amor —y como soy un tipo muy religioso y politeísta procuro hacerlo a menudo y con muchas mujeres—; Dios es cada disco nuevo de Andrés Calamaro; y Dios es Osasuna, el club que me ha fichado y que ha confiado en mí cuando ya todos me habían desahuciado.

El fútbol es así. Un mínimo error y pasas de ser el rey del mundo a un condón anudado en un descampado. En mi caso se trató de un regate mal calculado en un Barça-Madrid y automáticamente todas aquellas características de mi personalidad con las que siempre se había identificado la afición se convirtieron en pecados imperdonables: vividor, borracho, mujeriego… Me lo decían los mismos que aplaudían a rabiar cada vez que me adelantaba con el balón entre los pies y lograba dejar sentado a Raúl o a Figo. Me gustaba hacerlo así, driblar al delantero de moda, escuchar primero el murmullo en las gradas, y después los aplausos de alivio y mofa. Sentía que al hacerlo era capaz de poseerlos, de poseer no sólo lo que eran —se identificaban conmigo porque era un tipo algo golfo y de procedencia humilde— sino lo que añoraban, envidiaban y nunca llegarían a ser ellos, que nunca se arriesgarían a salirse del área y regatear a su destino —como mucho, ocultos y a salvo entre la masa, a desahogarse insultando al árbitro; o a mí mismo—. «¡Muerto de hambre, indio de mierda!», me gritaron entonces, de hecho, cuando erré el dribling. Y eso sí que me dolió. Me dolió tanto que, a pesar de que ahora una nueva afición, allá abajo, en la plaza, volviera a corear mi nombre (“¡Ese Tocho, ese Tocho, eh¡”, alternaban los gritos con otros como “¡San Fermín, San Fermín!” o “¡Alcaldesa dimisión!”) no pude evitar despreciarlos, por arrastrados, por diluirse, como una aspirina contra la estupidez de sus vidas, en la multitud; la misma multitud que pediría mi cabeza en cuanto palmáramos tres partidos seguidos; la misma multitud que cuando pasaran los sanfermines y con ellos toda la polémica, volvería a votar a la alcaldesa; la misma multitud, en suma, que nunca comprendería por qué apenas hube estrechado su mano, la mano de la alcaldesa, allá arriba en el balcón del ayuntamiento el día del chupinazo, supe que acabaría acostándome con ella.

Continuará

Más sobre Ese Tocho

EN LA REVISTA MEXICANA MOHO (o «¿Soy un ególatra, un torpe o un mamón -o las tres-?»)

Ene 15, 2010   //   by admin   //   Blog  //  No Comments

No recuerdo con qué texto colaboré en esta mítica revista contracultural mexicana que dirige Guillermo Fadanelli, cuya portada he encontrado navegando a la deriva por internet, durante una inquietante y prolongada calma chicha en el trabajo. Me hace gracia ver que en el número en que aparecí, además de escritores de la talla de Dennis Cooper o Jesús Pacheco, está Heriberto Yépez, a quien he citado a veces en presentaciones de mis libros, con una frase de uno de sus cuentos (que aparecía en una recopilación de Lolita Bosch sobre autores mexicanos, tampoco recuerdo el título, lo siento):
«Los escritores, salvo contadísimas excepciones, son antipáticos. Observarlos en vivo decepciona a sus lectores. Y desalienta a los que pudieron haberlo sido. Se de muchas personas que asisten a las presentaciones de libros para confirmar que el escritor es un ególatra, un torpe o un mamón»

ESE TOCHO

Ene 14, 2010   //   by admin   //   Blog  //  1 Comment
Ilustración: Javier Etayo (Tasio)

La aventura erótico festiva entre un portero argentino de Osasuna y la alcaldesa de Pamplona
PRÓXIMAMENTE

ASEL LUZARRAGA

Ene 13, 2010   //   by admin   //   Blog  //  2 Comments

No lo conozco, ni he leído ninguno de sus libros, solo se lo que estos días he podido ver en blogs, periódicos y a través de otros escritores que sí lo conocen. Asel Luzarraga, escritor y músico vasco, fue detenido el pasado 31 de diciembre en Chile, acusado de colocar artefactos explosivos. En esa acusación y la detención hay, cuando menos, varias irregularidades que son ya más que suficientes para mostrar preocupación por el caso o apoyo a alguien en situación de indefensión: por ejemplo, uno de los artefactos que supuestamente colocó Asel explotó cuando él estaba a miles de kilómetros, en Bermeo (y de ellos dan fe algunos de sus amigos, como el también escritor Edorta Jiménez en una entrevista radiofónica, que se puede escuchar en www.aselaskatu.org, página habilitada para saber más sobre este asunto).

Asel ha apoyado la causa mapuche en Chile, un pequeño grano en el culo de la democracia de ese país, lo cual lo convierte automáticamente en un tipo sospechoso, en un terrorista internacional (y además ¡es vasco! Bombas, vasco, euskaldún, todo cuadra…).

El otro día, por cierto, colgué una nota informativa parecida a esta en Hank over, un blog que recibe muchas más visitas y comentarios, y me da la impresión de que pasó totalmente desapercibida. Lo cual, lo deja a uno perplejo y desilusionado, pues en ese mismo blog son frecuentes los mensajes de apoyo, la piña entre escritores…

Me temo que hay siempre ese recelo, ese halo de sospecha, cuando se trata de todo lo relacionado con “los vascos”. Lo veo también en el caso Egunkaria, un auténtico atropello judicial, frente al que la respuesta, fuera del País Vasco, es tibia, casi nula. Nadie se moja, por si acaso, y porque lo peor de lo peor es que alguien pueda acusarte, aunque sea infundadamente, de terrorista, de pro-etarra; nadie pone la mano el fuego por nadie. Y así pasa precisamente lo que pasa, que es a otros a los que se les acusa, aunque sea infundadamente, de terrorista o de proetarra.

A mí no me gustaría estar en la piel de Asel, y si lo estuviera no me gustaría desde luego sentirme solo, ver que muchas de las personas de las que podía esperar algo tienen miedo, desconfían, no ponen la mano en el fuego, tragan con lo que leen en algunos medios que en lugar de noticias publican notas de prensa de ministerios de interior o versiones policiales.

De momento, a Asel le esperan tres meses de prisión preventiva, mientras se lleva a cabo la “investigación”. Después, ya veremos.

EL MUÑECO DE NIEVE MÁS FEO DEL MUNDO

Ene 13, 2010   //   by admin   //   Blog  //  1 Comment
ALF, AL LADO DE ESTE ADEFESIO ES UN ADONIS

Hoy me he metido una hostia de impresión, tras resbalar en una acera helada. Me duele un poco el brazo, y la cara (pero eso es porque ayer me sacaron una muela del juicio -la cosa, de todos modos, fue mejor de lo que pensaba, de lo que uno podía esperar después de que en la primera cita, el dentista, que se parecía un poco a Rompetechos, al ver la radiografía, pegara un salto hacia atrás y dijera ¡coño, qué bicho!-). Lo malo de la caída ha sido que llevaba en brazos a mi hija Malen a la guardería. Creo que los dos estamos bien, de todos modos, y lo peor ha sido el susto y la sensación de indefensión que he sentido, tirado en el suelo, con las gafas a dos metros, la niña llorando…
El frío, el hielo, la nieve y yo no nos llevamos muy bien. El otro día bajé a la calle con mi otro hijo, Hugo, a hacer un muñeco de nieve. El muñeco de nieve más feo del mundo. No sabía que fuera tan difícil hacer un muñeco de nieve. El mío me recuerda un poco a ALF. Me pregunto que recordará Hugo de su aita cuando sea mayor. Un padre es alguien que sabe arreglar enchufes, que te enseña a andar en bici en un pispás (yo llevo ya varios intentos fallidos y muchas agujetas)… Alguien que hace unos muñecos de nieve de puta madre… Hugo ni siquiera me llama aita o papá o papi, sino Patxi, lo cual me recuerda al poema Bendita la rama de Kutxi Romero.
El caso es que después de hacer el muñeco, o lo que fuera eso, hemos vuelto a casa, y al asomarnos a la ventana, abajo había tres o cuatro vándalos en miniatura patéandolo. Me ha dado algo de rabia , pero Hugo lo ha encajado bien, y a mí me gusta pensar que ha sido porque nos lo hemos pasado dabuten en la nieve, tirándonos bolas, haciendo la croqueta, construyendo el muñeco de nieve más feo del mundo -y el más efímero-. Hay cosas que no resulta tan fácil destruir. Y quizás, quién sabe, Hugo hasta recuerde cuando sea mayor, esa mañana con su padre. Digo con Patxi.
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