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PAMPLONA – Cristina Iribarren (Pamplona, 1969) acaba de publicar con Ediciones Eunate su libro Una vida y otra. Se trata de su primera recopilación de relatos en solitario después de haber participado en la antología Cuentopsia (2014). Ya está a la venta por 18 euros.
Licenciada en Filología Hispánica, Iribarren contó con la presentación del escritor Patxi Irurzun, para quien los cuentos de la escritora tienen algo que “resulta muy difícil de encontrar: el pellizco”. Y desde ahí “duelen”. “Como un golpe en el pecho. Duelen de una manera sanadora, que reanima el corazón y permite magrearlo a manos llenas”. Irurzun es lo que le pide a la literatura, “que consiga emocionarme, o hacerme reír, o rebelarme, o sentir compasión”.
En cuanto a los entresijos de la escritura de Iribarren, el autor de La tristeza de las tiendas de pelucas o de Pan duro indica que, bajo una apariencia de naturalidad, en sus textos “están, sin que se noten, las costuras, los ensambles, los cortes del bisturí de alguien que conoce a dedillo el oficio”. Y añade: “Cristina se vuelve versátil, es capaz de reproducir con la misma credibilidad la voz de un inquisidor del siglo XVII que la de un mendigo de hoy en día; tiene todas las voces del ventrílocuo, en sus cuentos se oyen los ecos de maestros como Poe o Maupassant, o se vislumbra la teoría del iceberg de Hemingway”. –
http://www.noticiasdenavarra.com/2015/04/29/ocio-y-cultura/cultura/cristina-iribarren-reune-sus-relatos-en-una-vida-y-otra
“Mientras escribía este libro pensaba en el epitafio de Gogol: “Se reirán de mis amargas palabras”.
Miguel Sánchez-Ostiz. Escritor
El pasado jueves el escritor navarro presentó su última obra, Perorata del insensato, el delirante soliloquio de un pintor ante la momia robada de una monja, con el escenario de fondo de un manicomio abandonado. Un libro escrito con ánimo de chanza, al modo del esperpento o los títeres de cachiporra.
Patxi Irurzun. Iruñea
Con Perorata del insensato Miguel Sánchez-Ostiz ha regresado a su infancia, a las representaciones de títeres, a los curriños, como popularmente eran conocidos los guiñoles que solía ver en la pamplonesa plaza de San José, o a las propias funciones que él representaba, como un germen de su literatura, en un teatrillo que le regalaron de niño “con el que aprendí a hablar en solitario, con voces distintas, desde detrás de la escena, sin ser visto, a veces aunque delante no hubiera nadie”, recordó el escritor navarro en la presentación de su nueva obra, el pasado jueves en la librería Walden de Iruñea.
Porque eso es Perorata del insensato: “Un guiñol burlesco, escrito con ánimo de chanza, y por tanto una representación de títeres de guante, al margen de ser una “Historia fingida, texida sobre los casos que comúnmente suceden o son verisímiles”, que decía el Diccionario de la lengua castellana en su edición de 1791, y en consecuencia por completo imaginaria”, aclara.
Lo aclara en la presentación y en la nota final del libro, porque no quiere que este sea tomado por lo que no es, que se confunda lo vivido con lo imaginado, al narrador (“mi loquico”, como llama cariñosamente al protagonista de su obra) con el autor y “para evitar que alguien caiga en la tentación de mirar por la cerradura no la vida ajena sino su propia vida, algo que pasa mucho”, que pasó por ejemplo con una de sus novelas referenciales, Las pirañas, y con la que seguramente habrá odiosas comparaciones. “No me cabe ninguna duda porque esa murga ya ha empezado. Les ha faltado tiempo. Allá ellos”, cuenta a GARA Sanchez-Ostiz
Títeres de cachiporra
Perorata del insensato es el soliloquio que mantiene a lo largo de una noche un pintor loco, un insensato, ante la momia robada de la monja que lo cuidó durante su juventud, encerrados ambos en un manicomio en ruinas y cercados por los antidisturbios. Un delirio absoluto, un esperpento, que sin embargo, recuerda o funciona como espejo, deformante pero espejo, de la realidad en que vivimos, y que quizás, le preguntamos al autor, sea la única manera de narrarla: “No, la única no es desde luego, pero a este desdiós en el que vivimos, bueno es responder con otro: me he quedado corto”, responde.
Y eso que este guiñol burlesco “funciona con la exageración, el delirio, el malhablar, el descoque, la desvergüenza…”. Y que a lo largo de sus páginas el loquico de Sánchez-Ostiz va narrando sus internamientos en centros psiquiátricos, sus fugas de los mismos, sus avatares como pintor de cartelones para barracas de feria o incluso como actor en alguna de ellas, o que, cual Gorgorito, saca a menudo la cachiporra y hace una crítica feroz de los ambientes artísticos, de la movida madrileña, del despiporre autonómico, de aquellas épocas en el que el dinero estaba en el aire y lo cogían al arrebuche los más listos o los menos desvergonzados. Cachiporrazos que, comparados con todo eso, se quedan en nada: “Peor se las gasta contigo la gentelmundolacultura afín al gobierno de turno”, dice Sánchez-Ostiz. “Pero mucho peor todavía quien te deja sin trabajo o te echa de tu casa o te apalea (por gusto y por dinero) o te multa o te condena de manera injusta a una pena de cárcel… Los abusos del mundo de la cultura son dengues, boberías si los comparamos con lo que otros están padeciendo. Lujos. ¿De qué se puede quejar el loquico? ¿De que le han jodido? Bueno, pues no está solo”.
Delirios y bromas literarias
Perorata del insensato es también una reflexión sobre el éxito y el fracaso, sobre las condiciones que hay que tener para triunfar; y sobre “el paso irredimible del tiempo, que nos daña si remedio ni misericordia”, dice Sánchez-Ostiz. Todo ello, sin embargo, contado en un tono descacharrante. “Cuando iba escribiendo la novela tenía en mente la frase que escribió para su epitafio Nikolai Gogol: “Se reirán de mis amargas palabras”, citó el autor en la presentación. “Yo creo que esto pasa en este guiñol, que yo mismo me he reído mucho, a veces de recuerdos propios no muy gratos, pero me daría por satisfecho si el lector también se riera, aunque fuera de la amargura de fondo de este soliloquio enloquecido,”.
La novela, por lo demás, está trufada de bromas y referencias librescas, y también a canciones (desde Jorge Drexler a José Larralde pasando por Mari Trini) o cuadros (como aquel de Rembrandt en el que este aparecía cagando delante de sus críticos y acreedores). “Aunque esto es como cuando vas a un restaurante, que no nos suele interesar saber cómo esta cocinado o qué lleva el plato, a veces de hecho es mejor no saberlo”. Sobre la tramoya de este libro, Sánchez-Ostiz dice no recordar con precisión cómo ni cuándo surgió la idea “aunque estas cosas no caen del cielo, un disparate arrastra a otro y al final se va armando”, y también que no le costó mantener el tono delirante: “Una vez que «coges» esa voz locoide no la sueltas (de ahí la cita de Alejandra Pizarnik en las páginas finales: «No puedo hablar con mi voz sino con mis voces»)”.
Que es de lo que se trata en definitiva en este guiñol burlesco, en el que, como cuando era niño, Miguel Sánchez-Ostiz ha movido los curriños y ha impostado las voces, para deleite de sus lectores.
Publicado en Gara
Colaboración para Rubio de bote, en ON, suplemento del Grupo Noticias (Deia, Diario de Noticias de Navarra, Álava y Gipuzkoa)
MEA CULPA
El escritor mexicano Heriberto Yépez escribía en un relato titulado Tesis sobre las presentaciones de libros: “Los escritores, salvo contadísimas excepciones, son antipáticos. Observarlos en vivo decepciona a sus lectores. Y desalienta a los que pudieron haberlo sido. (…) Sé de muchas personas que asisten a las presentaciones de libros para confirmar que el escritor es un ególatra, un torpe o un mamón”.
Bueno, al menos a las presentaciones de las que habla Yépez asistía alguien. Por lo general, no hay nada más desangelado que una presentación de un libro. Cuando alguien suele preguntarnos a los escritores qué tal fue la nuestra —para a continuación añadir que no pudieron ir por tal o cual motivo— la respuesta automática es “Muy bien, muy bien”; o quizás, si el escritor es un poco más humilde, “Muy bien, estuvimos en familia, pero lo pasamos muy bien”, aunque en realidad lo que al escritor le está pasando por la cabeza sea “Una mierda, la presentación fue una puta mierda y es la última vez que hago una”, porque lo de estar en familia suele ser literal, y el público lo componen la madre o la mujer del autor, a quienes como mucho suele sumarse algún amigo o algún escritor que está presente porque al cabo de una semana también él presenta libro y espera que le devuelvan el favor.
Lo cierto es que, por lo general, una presentación de un libro no suele ser de por sí el plan más arrebatador para pasar la tarde de un viernes. Pero en realidad ese no es el problema, el problema es que leer un libro —que es lo que realmente hay que hacer con los libros, más que hablar sobre ellos—, tampoco suele ser, cada vez lo es menos, el mejor plan para pasar la tarde un viernes ni ninguna otra. Cada vez se venden menos libros, excepción hecha de autores de la talla o el tirón de Belén Esteban, o los libros que se venden son siempre los mismos, aquellos que antes de ser publicados y por tanto leídos ya son un éxito y tienen sus derechos vendidos en varios países y a una superproductora de cine. El 99% de los escritores restantes tenemos la sensación, probablemente falsa, de ser los últimos de un oficio en vías de extinción (falsa porque inventar, contar y escuchar historias es y será siempre algo inherente al género humano), y nos vemos abocados por ello para sobrevivir a hacer todo ese tipo de cosas ridículas, como presentar libros o subir fotos de los mismos a nuestro Facebook cuando milagrosamente los vemos en el escaparate de una librería, entre recetarios de cocina y novelas firmadas por famosos de todo pelaje y condición que, paradójicamente, adornan o tratan de dignificar su trayectoria con la publicación de un libro.
El factor Belén Esteban es determinante en todo este asunto, en el que en realidad de lo que se trata es de que una navajada trapera ha separado lo que es la literatura del entretenimiento o del espectáculo (con todos los matices y jirones que quedan colgando en una afirmación de ese tipo), y de que la sangre está llegando al río. Otro escritor, Patricio Pron, señalaba hace poco en un artículo que en los últimos años 72 bibliotecas públicas habían sido quemadas en las banlieus, los barrios periféricos franceses, porque, según argumentaba un joven, “las bibliotecas están allí para adormecernos. No necesitamos libros, sino trabajo”. Tal vez ese joven piense eso, o desconozca que los libros en realidad sirven para despertar o para alimentar el fuego de otra manera, porque le han hecho creer que los únicos libros que existen son los que escribe la Belén Esteban francesa. Claro que no todo es culpa de una industria editorial autodestructiva, y Patricio Pron también entonaba un mea culpa, al que me adhiero, cuando señalaba que tampoco los escritores hemos sido capaces de escribir una literatura relevante, capaz de abordar la vida y transformarla, y que a menudo nuestros libros están escritos de espaldas a la vida. Lo cual, de ser cierto, vendría a avalar la teoría de Heriberto Yépez sobre las presentaciones de libros y sobre nuestra egolatría, torpeza y mamonez.
Patxi Irurzun, escritor de Sarriguren, presenta su nuevo libro
La pasada semana, el escritor de Sarriguren Patxi Irurzun presentó su nuevo libro, titulado “Pan duro”.
En esta ocasión se trata de una novela “para jóvenes de todas las edades”, que transcurre en un peculiar e imaginario pueblo de montaña llamado Zarraluki. “Tenía ganas de inventar eso que en literatura se llama un territorio mítico, y que además fuera un lugar en el que las cosas extraordinarias se vivieran con normalidad, con naturalidad”, declaró Irurzun en la presentación.
Zarraluki, de hecho, es un pueblo de montaña que sin embargo cuenta con un equipo de remeros, o hasta el que llega un vendedor ambulante que vende productos como sandalias con capota para los días de lluvia o herraduras con forma de plataforma, a lo drag queen, para los ponis.
A caballo, pues, entre el realismo mágico y el humor absurdo de películas como “Amanece que no es poco”, “Pan duro” está teniendo muy buena acogida en sus primeros días de vida. “Algunos lectores ya la han etiquetado como realismo majico o lisergia naif, cosa que me ha hecho mucha gracia y me ha gustado mucho”.
Hoy, Día del libro, Pan duro estará a la venta en las librerías que sacan a la calle sus estanterías (en Pamplona en Carlos III, a la altura de la Avenida Roncesvalles) y aplican un 10% de descuento en el precio. Una ocasión inmejorable para hacerse con esta tierna y divertida novela de Patxi Irurzun.
http://sarrigurenweb.com/patxi-irurzun-escritor-de-sarriguren-presenta-su-nuevo-libro/
VITORIA – El pasado jueves se celebró el Día del Libro y fueron muchas las tiendas especializadas que sacaron sus baldas a las calles de la capital alavesa ofreciendo el habitual descuento del 10%. Cumplieron así con una tradición que se desarrolla en múltiples ciudades del mundo, aunque en el caso de Gasteiz, el Gremio de Libreros de Álava tiene su propia agenda, que pasa por celebrar su feria en el fin de semana anterior o posterior a la jornada oficial, siempre y cuando no coincidan, con la intención de atraer a más público. Así que hoy y mañana la Plaza Nueva se llenará de ejemplares de todo tipo de temáticas, estilos, géneros y precios.
En concreto, los nueve puestos participantes estarán abiertos ambas jornadas entre las 10.00 y las 21.00 horas en horario ininterrumpido, coincidiendo además el domingo al mediodía con la celebración de una nueva edición del Así baila Vitoria con motivo del Día Internacional de la Danza. Más allá de los descuentos, los libreros participantes contarán con la colaboración de la asociación de floristas de Álava, que va a donar 1.000 claveles con la intención de imitar de alguna manera la tradición que cada 23 de abril se lleva a cabo en Cataluña.
Asimismo, aunque el gremio no ha facilitado ninguna información en este sentido, los lectores podrán encontrarse también con algunos escritores cercanos y también llegados de otros territorios a lo largo de la feria, autores con los que compartir conversación y experiencias, sin olvidar los habituales autógrafos.
Uno de los nombres propios que estará hoy en la capital alavesa será el de Patxi Irurzun, que acudirá a presentar su último título, un Pan duro que Pamiela acaba de editar.
El escritor y colaborador de la revista ON del Grupo Noticias ha dejado a un lado su humor más adulto para hundir sus teclas en una historia que bebe del realismo mágico, radicada en el cuasi imaginario pueblo de Zarraluki, un montañoso lugar que cuenta con faro y equipo de remeros.
Irurzun configura las desventuras de Puravida, una quinceañera que hace honor a su nombre, y de su padre, vendedor ambulante de los más extraordinarios enseres, como las archifamosas sandalias con capota para los días de lluvia. A esta pareja se le suma la relación entre el panadero y la profesora de Zarraluki, eje sobre el que gira la vida de este pueblo habitado por jóvenes de 113 años como Oihan. “Esta novela se ha amasado con diferentes ingredientes, ideas, casualidades, que he ido echando en la bolsa del pan duro durante algún tiempo. Una de ellas, la que me llevó a escribir el libro, surgió durante una temporada en la que estuve viviendo en un pueblecito del Goierri en el que había un bar rockero que tenía un inconveniente y es que cuando el dueño se enfadaba con su novia, lo cerraba”.
http://noticiasdealava.com/2015/04/25/ocio-y-cultura/cultura/la-plaza-nueva-se-llena-de-libros-a-lo-largo-del-fin-de-semana