UNA SEMANA CON GAINSBOURG
Sábado, 4 de febrero: Este mañana al levantarme, Gainsbourg, mi conejo enano belier, de repente se ha puesto a hablar y me ha pedido que le ponga en el bebedero un chupito de licor de hierbas y que baje al estanco a por Gitanes. Yo le he hecho caso, y después él se ha pegado todo el día fumando y cantando el Gernikako arbola por soleares y al acostarme me ha dicho que me quiero mucho pero en francés, Je t’ aime, y con una voz de carretero que me ha dado un poco de grima.
Domingo, 5 de febrero. Me he pasado toda la noche dándole vueltas a lo del conejo. Es la primera vez que me habla, pero eso no me ha extrañado mucho. Después de todo, el presidente del gobierno es ahora el hombre del tiempo, las compañías eléctricas las dirigen exdirectores de la Guardia Civil, Belén Esteban vende más libros que Vargas Llosa y Vargas Llosa sale en las revistas de cotilleos más que Belén Esteban, así que ¿por qué un conejo no va a ser políglota? No, lo que me ha parecido raro es que Gainsbourg me echara los tejos. Yo creo que es que me ha confundido con otro conejo, porque para no poner la calefacción ni tener que vender el riñón que me queda (el otro lo utilicé para la factura de la luz) por casa llevo puesta una bata gorda de felpa gris.
Martes, 7 de febrero. Hoy Gainsbourg me ha dicho que quiere ser youtuber. Me ha dado un disgusto terrible. A mí me gustaría que fuera poeta, o rockero y que Marino Goñi le grabara un disco. “Además, ¿qué te crees que no lo he intentado yo, que no te he grabado ya y lo he subido al Facebook? Pues nada, tres tristes megustas”, he intentado desilusionarlo. Pero él erre que erre, así que al final le he dejado el móvil y se ha ido a la calle a llamar caranchoa a los que pasaban.
Miércoles, 8 de febrero. Gainsbourg la ha liado parda. Ayer, después de salir de casa, entró en la tienda de chuches, se compró una bolsa de conguitos, se la zampó entera, se cagó dentro de ella y después fue invitando a todos los niños con los que se encontraba. Todo eso, por supuesto, lo grabó y lo subió a youtube. Hoy tenía cuatro millones de visitas y ahora aquí estamos los dos, sentados junto a la puerta de casa bebiendo chupitos de licor de hierbas y esperando a que venga la policía.
Jueves, 9 de febrero: Han llegado de madrugada, han echado la puerta abajo y se han llevado a a Gainsbourg esposado. Gainsbourg estaba borracho y se ha ido cantando “Bugs Bonnie & Clyde”, tan feliz, pero yo me he quedado muy preocupado, porque no se lo llevaban por lo del video sino por un delito de odio y apología del terrorismo. He corrido a revisar sus tuits y no he encontrado ningún chiste sobre Carrero Blanco ni nada. No sé qué ha podido hacer o decir, el caso es que ahora está en Madrid, en la Audiencia Nacional.
Sábado, 11 de febrero. Por fin me han dejado ver a mi conejito. Pobrecito, estaba todo despeluchado y con los ojos llenos de legañas. Le he preguntado de qué le acusan y me ha dicho que de desearle la muerte a Donald Trump y a Franco. “¡Pero si Franco ya está muerto!”, he dicho yo, y él ha contestado: “Eso es lo que tú te piensas”. Luego le he preguntado a ver dónde ha puesto eso y él me ha dicho que no lo ha puesto en ningún lado, que solo lo ha deseado, y yo que a ver entonces cómo se han enterado y él que hay métodos muy efectivos. Me he quedado muy triste. A Gainsbourg se le veía deprimido y desmejorado. Mañana lo trasladan a Alcalá Meco. Podré venir a visitarle la semana que viene. “Tráeme Gitanes”, me ha pedido al despedirnos
Patxi Irurzun
Publicado en Rubio de bote, magazine ON (diarios de Grupo Noticias, 10/02/2017)