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EL MEDIO-RUNNER

Oct 4, 2023   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
Puede ser una imagen de cerveza
Publicado en Rubio de bote, colaboración quincenal en magazine ON (diarios Grupo Noticias) 30/09/23

Ahora frecuento menos los bares y no sé si el imán sigue funcionando, pero hace unos años yo tenía la cuestionable capacidad de atraer a los tipos más extraños, a los más locos y alucinados, que solían ser además igualmente los más pelmas (una vez, por ejemplo, tuve que aguantar durante horas a un tipo con una enorme mochila a la espalda que pretendía convencerme de que llevaba dentro de ella a su abuela disecada). Hasta hace poco pensaba que eso tenía que ver con mi debilidad de carácter, con la falta de coraje para quitármelos de encima sin que se molestaran o se sintieran menospreciados, pero desde hace algún tiempo veo desde la ventana de mi casa que en el banco que hay bajo ella viene con frecuencia a sentarse gente rara. Así que quizás exista realmente ese imán de frikis, algún tipo de fuerza electromagnética que los arrastra hacia mí, o al menos hacia el lugar en que estoy. La ventaja ahora es que, con un poco de disimulo, puedo observarlos sin que se den cuenta, o sea, sin que me den la chapa.

En las últimas semanas aparece cada mediodía el medio-runner. Lo he bautizado así porque, aunque algunos días se presenta vestido de arriba abajo con ropa de correr, la mayoría lo hace solo de cintura para arriba, con una camiseta Quechua, mientras de cintura para abajo lleva puestos pantalones de pinzas y zapatos. Por eso y porque durante la media hora que se queda en el banco se pimpla dos latas de cerveza, al tiempo que enciende un cigarrillo con la chusta del anterior o contempla cachazudamente a la gente que pasa.

Es un hombre de unos sesenta y cinco años. Mientras lo espío me hago pajas (mentales, quiero decir), me acuerdo por ejemplo de El adversario, de Emmanuel Carrère, la crónica de un caso real cuyo protagonista se hacía pasar ante su familia por un importante médico de la OMS cuando su ocupación real, que desempeñaba paseando cada mañana por parques o conduciendo sin rumbo por carreteras secundarias, consistía precisamente en eso: hacer creer a su familia que era un importante médico de la OMS, es decir, inventarse historias, jornadas laborales, compañeros de trabajo, etc. Me pregunto si el medio-runner también tendrá una doble vida. Si es un prejubilado al que los médicos han recomendado vida sana y que se despide cada mañana de sus hijos y su mujer con un “Me voy a andar” más falso que un billete con la cara del mono Txarli…

Me paso, pues, las mañanas observándolo. Observando cómo observa a los demás. Tal vez, a su vez, haya alguien que desde otra ventana observa cómo observo al medio-runner, y así en bucle. No lo sé, todo es un misterio. A veces, siento el impulso de bajar a la calle y dejar que el imán funcione, que el hombre se acerque a mí y me cuente su vida. Pero luego me acuerdo de que el protagonista de El adversario asesinó a sus padres, sus hijos y su mujer cuando descubrieron la farsa y se me quitan las ganas.

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