Y más Vampir
En Gara, donde publiqué esta reseña sobre el comic de Joann Sfar:
Patxi Irurzun. Iruñea
Un vampiro que muerde a sus víctimas con un solo colmillo, suavemente, para no incomodarlas; una vampiresa que escucha trash metal; un ligántropo; la conciencia de un personaje alojada en la oreja de su gato…
Las historias de Vampir, el famoso personaje de Joann Sfar, está llena de situaciones disparatadas, oníricas, surrealistas, que a la vez nos hablan de temas muy humanos y muy reales: la muerte, la soledad, el paso del tiempo (o el no-paso, en el caso de un vampiro), el amor, la inseguridad, el miedo y también la alegría de vivir…
Fulgencio Pimentel, editorial riojana con un catálogo de libros y tebeos que es una obra de arte (cada uno de ellos es una pieza única, prescindiendo de formato editorial para crear libros que reflejen la singularidad de cada creador —“Y para ser más guay”, apuntan—) ha iniciado con este volumen la recopilación de todos los álbumes protagonizados por Fernand, el enamoradizo vampiro lituano creado por Joann Sfar, uno de los grandes del comic europeo, a quien Javier Mariscal ha definido como el Picasso del siglo XXI. Hasta ahora solo habíamos podido leer las dos primeras entregas de Vampir (‘Cupido pasa de todo’ y ‘Pensando en humanas’), pero en esta primera entrega de Fulgencio Pimentel se suman a ellas otras dos (‘Transatlántico en solitario’ y ‘El muelle de las morenas’), a la que seguirán en un próxima tomo tres más hasta completar toda la serie del autor francés. Además, en el primer y cuidado tomo aparecen algunos extras, como una entrevista con el vampiro, en la que Fernand desvela sus exquisitos gustos culturales o confiesa claves de sus atormentadas relaciones amorosas con vampiras, fantasmas, humanas o chicas-planta. Fernand, que en realidad es un trasunto del propio Sfar, es un vampiro clásico, un Nosferatu (aunque Sfar revela que inconscientemente se inspiró en su abuelo) desorientado en una época en la que las nuevas generaciones de chupasangres gustan del punk gótico, de los raves atronadoras y tumultuosas, de discotecas en las que difícilmente es posible escuchar canciones con letras de Jacques Prevert… Sfar nos cuenta sus aventuras, como es habitual en él, con su trazo nervioso, ágil, y al tiempo detallista, con la naturalidad de sus diálogos, con su ritmo subyugante, arrastrándonos de lleno hasta su particular universo, desbordante de imaginación, en el que no se pone límites y todo puede ocurrir, en el que están permitidas las incoherencias narrativas y los finales repentinos, en el que conviven realidad y sueños, lo sublime y lo cotidiano (brujas que estudian oposiciones, hombres-lobo que fuman…).
En Vampir (Gran Vampir, pues hay una maravillosa serie infantil, Pequeño Vampir, que tampoco sería mala idea recopilar, pues está igualmente desperdigada) hay además vasos comunicantes no solo entre las propias historietas (la compilación da otra dimensión a muchos de los personajes) sino con otros comics del autor, que introduce cameos de algunos de sus creaciones más famosas, como el Profesor Bell o el Golem. Un libro, en definitiva, delicioso, divertido, pleno de emoción, de alegorías, en la que un vampiro con corbata nos clava con mucha educación un colmillo y consigue que nos reconozcamos como terriblemente humanos.