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SALTANDO POR ENCIMA DEL FUEGO

Jun 22, 2012   //   by admin   //   Blog  //  No Comments
Me voy a poner cursi, pero es que me encantan estos días en que la primavera se retira andando descalza por la playa, con una copa de vino en la mano y desparece en el mar, a lo Alfonsina Storni, elegante, triunfal en cierto modo, a pesar de todo, mientras a sus espaldas estallan los fuegos articiales, y los resplandores de las hogueras que dan la bienvenida al verano y el ruido de hielos sonando en los vasos de un rosario de fiestas que celebran lo que todavía está por venir…

Vamos, que estos últimas días han sido un poco locos, entre cenas, conciertos, saraos, teatro, y que le den por saco a la crisis y al príncipe de España. El viernes pasado repetí como jurado en el Certamen de Microrelatos de San Fermín. Los del blog que lo organizan, no sé por qué extraña razón, volvieron a llamarme, y como la compensación son una botellas de vino y yo soy un chico fácil y beodo ocasional, no supe decir que no, así que ahí estuvimos en el Palacio del Condestable, para el que quiso acercarse y para el que no, en la retransmisión en Streaming, creo que se llama, que queda recogida en este video en el que el que el friki o frika que esté interesado en verme balbucear algunos lugares comunes puede encontrarme hacia el minuto 37. 

Después del fallo (que es una palabra que viene muy bien para estas cosas de los premios, porque siempre aciertas) nos tomamos unas cañas y unos canapeses en El Rincón de Hemingway, de donde me escapé a la francesa, tras recibir un mensaje en el móvil de un reconocido rufián que me dijo que tenía a mi mujer secuestrada en una terraza próxima, y además usó un señuelo para atraerme al que no pude resistirme: comenzó a mover los hielos de su gin-tonic. Así que para allá que me fui y me encontré con la plana mayor de ex-damnificados por «Jaime» (para abundar más en el tema leer mi diario «Dios nunca reza») y efectivamente, a mi mujer, juntos pero no revueltos, y así maté dos pájaros de un tiro, porque tanto con los unos como con la otra, me había citado esa noche, en fin, que esto parece el Hola, el caso es que me alegró mucho ver a mis ex-compañeros de trabajo, y que junto a ellos, me sentí de maravilla, a pesar de los meses sin vernos: constituían un maravilloso grupo de liberados, gente que va tirando, dirigiendo en la medida que se puede su vida, buscándosela sin otra guía que su talento, que es mucho, y su manera de ser, que les impide ser otra cosa que no sea buena gente. El  infierno que pasamos juntos, en fin, parece que sirvió para algo, para mucho en realidad,  al menos eso le tenemos que agradecer a quien nos metió de cabeza en él con una palmadita en la espalda.
En cuanto a mi mujer, fue ella la que tuve que soportar las consecuencias de tanto brindis (¡por la libertad!), y velar  mi  seseante vuelta a casa, aunque como soy un caballero  tampoco diré nada del aspecto del kebab que se estaba comiendo en la Plaza del Castillo, donde nos reencontramos.
Al día siguiente no tuve resaca porque no me dio tiempo, estuve en el concierto de Barricada, Vendetta y algún otro en la Plaza de Toros, otra noche de farra, que no pare la fiesta, venga, viviendo por encima de nuestras posibilidades, como nuevos ricos, que diría el Príncipe Felipe,  manirrotos, más que manirrotos, clama desde su trono, que es la tribuna de una escuela de negocios, no el vagón de un metro, ni la villavesa, ni un bar con servilletas en el suelo, ni mucho menos un piso de protección ofiial, pero él -o sea, el que le escribe los discursos- sabe sin embargo perfectamente cómo administrar la economía doméstica, en ella está el quid de la cuestión, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y eso no puede ser, no podemos vivir todos como si fuésemos príncipes … A mí de lo que me entran ganas cuando oigo esas cosas ya lo cuento en un relato que publicaré pronto, en una antología en homenaje a Celine, y que arranca así (mi cuento): «Me compré una camiseta con la jeta de Celine por internet y me llegó a casa el mismo día que empujé y tiré al suelo al príncipe Felipe –o que atenté contra él, como dicen algunos periódicos-.» 

Para que se quede más tranquila su majestad a nosotros el concierto nos salió baratico, una invitación me la pasó Jabiero, de Vendetta, para agradecerme la canción que les he escrito para el próximo disco (y en la que, hablando de empujones y guillotinas  se pide la cabeza del gobernador), y la otra me salió a mitad de precio porque enseñé al comprarla la tarjeta del paro.  Bailé mucho con la actuación de Vendetta, ska, ska, ska, yo que soy un hombre al que los pies le pesan quintales, y Barricada me gustaron mucho, tocaron poco del último disco, que me parece maravilloso, y mucho de canciones ochenteras, callejeras, rocanrol, barrio, una máquina del tiempo que me devolvió a mis años mozos y txantreanos, Irubide, las huelgas en el instituto, las barricadas de fuego… Creando el ambiente propicio, en suma, para la entrevista que unos días después me hicieron para Auzolan, la revista de la Txantrea, donde me hace mucha ilusión salir porque la leerán las amigas y las vecinas de mi madre y porque en la panadería le dirán «¡Que hijo más famoso tienes, chica!», que al final es lo que cuenta (que tu madre se sienta orgullosa de ti, quiero decir).

Ya no te digo nada cuando el jueves que viene salga a saludar al Gayarre -si hay que saludar se saluda- cuando estrenen mi Fiambre, aunque igual no, igual me tiran tomates, o algún enemigo, algún Jaime, manda una claque a abuchearme, algunos mosqueteros a desenvainar y liarla parda en la corrala. Ayer, por cierto y para ir acabando esta publi-crónica, ayer estuve en un ensayo de la obra. Entré a la sala de ensayos por una  puerta trasera del teatro, que me hizo mucha ilusión, porque yo solía esperar en ese mismo lugar la villavesa para volver a casa del colegio, y muchas veces allá me encontraba  a actores, músicos, fumando el cigarrico del miedo, antes de salir a escena, y también en alguna ocasión a algún que otro famoso, que igual no lo era tanto porque ya no me acuerdo de a cuál, pero a lo que iba, que me gustaba esa  sensación, era como  poner un vaso vacío pegado a  la cuarta pared, colarte en un camerino, estar entre bastidores, ver el dobladillo descosido del violinista virtuoso, el polvo demasiado espeso del maquillaje de la primera actriz cuando no lo ilumina  el foco, sentir de algún modo que yo era igual de raro y de normal que todos aquellos tipos soñadores y nerviosos…
La obra, como digo, se estrena el próximo jueves a las 20:00, en el Gayarre, y yo estoy acojoné (aunque me tranquilizó bastante,  en el ensayo,  la profesionalidad de los implicados, capeeando, recortando como se puede el presupuesto, el tiempo,  un texto complicado como el mío, etc.). 
En los papeles ha salido algo estos días…


…estos últimos días de primavera, a la que despediremos mañana, en un akelarre, unas hogueras de San Juan a las que arrojaremos las tijeras, y el miedo, y un retrato del príncipe, mientras nos comemos unos bocatas de txistorra o de panceta y damos unos cuantos tragos de vino, que eso es también, en fin, lo que importa

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