¡VAYA SEMANITA!
Me he vuelto a apuntar a euskera, una vez más, esta después de una buena temporada, así que ando totalmente desentrenado y el martes cuando fui a clases estaba como un flan. Y pensar que hubo un tiempo que controlaba, hasta leía y escribía y una vez incluso hice una entrevista, con sus nominalizaciones y sufijos bien puestos.
Al día siguiente (el miércoles) tocaba viajar a Madrid a presentar DIOS NUNCA REZA. Fui en tren, de churro, pues al ir a recoger el billete mi localizador no cuadraba y tuve que andar jugando al Scrabble con el tipo de la ventanilla hasta que di con la combinación acertada, nunca mejor dicho. Durante el viaje descansé, pero no me sirvió de nada porque a mi lado viajaba una entrañable ancianita con dos maletones más grandes que ella con la que tuve la buena acción del día y hube de bajarlas al andén y luego arrastrarlas hasta la puerta de Llegadas. Como soy un tirillas, acabé doblado, pero el espíritu me hizo músculo. Es muy raro este mundo en el que vivimos, en el que cuando ayudamos a otra persona, para una tontería como esta, nos sentimos superhéroes, con una identidad que no nos corresponde. Es tan raro como cuando la gente te da las gracias por dejarles pasar en el paso de cebra. Pero, hombre, si es tu derecho, tú eres el que tiene prioridad, por qué me das las gracias. La gente que me da las gracias en el paso de cebra me pone de mal humor, y me pone de mal humor ponerme de mal humor por eso.
Bueno, el caso es que ya en Madrid fui a comer con mi amigo Esteban Gutierrez a Barriga Llena y ahí estuvimos, haciendo honor al nombre del restorán, dando buena cuenta de los nachos, enchiladas, micheladas y demás aliteraciones con picante. Y luego, paseo, a mirar libros… En Antonio Machado nos encontramos con nuesta editora, Clea Moreno, que andaba de un lado a otro, tramando cosas y enredanco a gente para nuevos proyectos. Nos presentó al escritor Carlos Pardo, que trabaja en esa librería.
En Tipos Infames los libreros me dijeron que habían recibido el día anterior el libro y que les estaba gustando mucho. Estoy teniendo muy buenas reacciones entre las personas que leen el dietario, me dicen que con él se rien, lloran, se emocionan, se sienten reflejados… Me alegra mucho saberlo y que me lo digan, claro. Hay algunos comentarios de antiguos compañeros de trabajo que me están haciendo muy feliz, que me dicen que el libro en cierto modo es terapéutico, les ha ayudado a cerrar heridas y dejar atrás una etapa (la lista de damnificados por esa toxicidad de mi ex-jefe es larga). Pero también hay otras personas que no son juez y parte que me hablan de la emoción que les produce leer DIOS NUNCA REZA. Me da un poco de vergüenza alardear así, pero juro que es verdad. El que no me crea, quizás tiene que comprárselo y leerlo, ja, ja.
Sin dormir, pues, llevé a los niños al cole, me metí por fin un rato en la cama y luego otra vez al cole, preparar la comida, arf, arf, llevarlos otra vez a clase, dormir otro poco, arf, arf, recogerlos de nuevo, llevarlos con mi mujer, arf, arf, y a la primera sesión del Club de Lectura de la Biblioteca de San Jorge, que voy a coordinar. Más nervios. Vinieron veinte personas y la cosa pinta muy bien. Espero aprender mucho.
Luego, pasadas las nueve vuelta a casa y ¡si!, la niña estaba aún despierta, así que pudimos celebrar su cumpleaños los cuatro, pinchando una palmera de chocolate con tres velas. Un momento íntimo, como cuando comimos en el suelo comida turca, la primera noche en la nueva casa.
Ya por la noche, en el ordenador, vi que habían detenido a un rapero, Pablo Hasél, por hacer apología del terrorismo con sus letras. Lógicamente lo busqué en Internet, y vi que algunos de sus videos tenían de fondo dibujos de mi gran amigo Juan Kalvellido, «Tú siempre con los más revoltosos», le escribí un email. Yo no conocía a Pablo Hasel. Gracias, jueces de la Audiencia Nacional. Por cierto, que lo que he leido de él explicando la detención, y lo que he oído, sus canciones, me parecen muy bien. Es increíble que todavía pasen cosas como estas. Yo, señores jueces de la Audiencia nacional, también quiero me pasen cosas como esas, a ver cuántos libros vendo. Increible también, aunque distinto, es lo de Agustín Fernández-Mallo con la viuda de Borges. Hay cartas de apoyo para ambos, y me parece que firmar en una queda muy guay pero hacerlo en la otra ya es más jodido ¿verdad? Y no hablemos ya de los de Sarrionandia y el Premio Euskadi. Menos mal que todavía nos queda Miguel Sánchez Ostiz para decir las cosas claras.
En fin, hoy ha sido día para la logística doméstica, compras, limpieza, y esta tarde a celebrar el cumple de la niña, ya con todas las de la ley, o sea, con ganchitos y eso.
Arf, arf.
Por lo demás, la vida sigue, espero que un poco más tranquila.