EL MUÑECO DE NIEVE MÁS FEO DEL MUNDO
Hoy me he metido una hostia de impresión, tras resbalar en una acera helada. Me duele un poco el brazo, y la cara (pero eso es porque ayer me sacaron una muela del juicio -la cosa, de todos modos, fue mejor de lo que pensaba, de lo que uno podía esperar después de que en la primera cita, el dentista, que se parecía un poco a Rompetechos, al ver la radiografía, pegara un salto hacia atrás y dijera ¡coño, qué bicho!-). Lo malo de la caída ha sido que llevaba en brazos a mi hija Malen a la guardería. Creo que los dos estamos bien, de todos modos, y lo peor ha sido el susto y la sensación de indefensión que he sentido, tirado en el suelo, con las gafas a dos metros, la niña llorando…
El frío, el hielo, la nieve y yo no nos llevamos muy bien. El otro día bajé a la calle con mi otro hijo, Hugo, a hacer un muñeco de nieve. El muñeco de nieve más feo del mundo. No sabía que fuera tan difícil hacer un muñeco de nieve. El mío me recuerda un poco a ALF. Me pregunto que recordará Hugo de su aita cuando sea mayor. Un padre es alguien que sabe arreglar enchufes, que te enseña a andar en bici en un pispás (yo llevo ya varios intentos fallidos y muchas agujetas)… Alguien que hace unos muñecos de nieve de puta madre… Hugo ni siquiera me llama aita o papá o papi, sino Patxi, lo cual me recuerda al poema Bendita la rama de Kutxi Romero.
El caso es que después de hacer el muñeco, o lo que fuera eso, hemos vuelto a casa, y al asomarnos a la ventana, abajo había tres o cuatro vándalos en miniatura patéandolo. Me ha dado algo de rabia , pero Hugo lo ha encajado bien, y a mí me gusta pensar que ha sido porque nos lo hemos pasado dabuten en la nieve, tirándonos bolas, haciendo la croqueta, construyendo el muñeco de nieve más feo del mundo -y el más efímero-. Hay cosas que no resulta tan fácil destruir. Y quizás, quién sabe, Hugo hasta recuerde cuando sea mayor, esa mañana con su padre. Digo con Patxi.
El frío, el hielo, la nieve y yo no nos llevamos muy bien. El otro día bajé a la calle con mi otro hijo, Hugo, a hacer un muñeco de nieve. El muñeco de nieve más feo del mundo. No sabía que fuera tan difícil hacer un muñeco de nieve. El mío me recuerda un poco a ALF. Me pregunto que recordará Hugo de su aita cuando sea mayor. Un padre es alguien que sabe arreglar enchufes, que te enseña a andar en bici en un pispás (yo llevo ya varios intentos fallidos y muchas agujetas)… Alguien que hace unos muñecos de nieve de puta madre… Hugo ni siquiera me llama aita o papá o papi, sino Patxi, lo cual me recuerda al poema Bendita la rama de Kutxi Romero.
El caso es que después de hacer el muñeco, o lo que fuera eso, hemos vuelto a casa, y al asomarnos a la ventana, abajo había tres o cuatro vándalos en miniatura patéandolo. Me ha dado algo de rabia , pero Hugo lo ha encajado bien, y a mí me gusta pensar que ha sido porque nos lo hemos pasado dabuten en la nieve, tirándonos bolas, haciendo la croqueta, construyendo el muñeco de nieve más feo del mundo -y el más efímero-. Hay cosas que no resulta tan fácil destruir. Y quizás, quién sabe, Hugo hasta recuerde cuando sea mayor, esa mañana con su padre. Digo con Patxi.
Etiquetas: Blog
Hala, ya te tengo fichado 🙂
BesosS