Entrevista a Unidad Alavesa
“La izquierda oficial de hoy en día me parece vomitiva”
Haritz Artola “Cántaro Garrafa”, cantante y compositor de Unidad Alavesa
El grupo de Ataun publica nuevo trabajo, Motoki, Zakurreki, Egurreki, diez canciones nuevas con esa mezcla, marca de la casa, cruda y delicada, bruta y poética, de la que podemos empezar ya a disfrutar estos días con los primeros conciertos de presentación
Se llaman Unidad Alavesa pero viven en Ataun (Gipuzkoa). Nacieron en 2016, una década después de que el partido político de cuyo nombre se han apropiado desapareciera. Todos ellos han formado parte de diferentes aventuras musicales: Bizardunak, Benito Lertxundi, Ancha es Castilla, Brigada Criminal, Zopilotes Txirriaos… Con Unidad Alavesa parecen haber encontrado estabilidad y una personalidad propia, que, sin demasiados aspavientos −son ellos quienes autogestionan, felizmente, su viaje− atrae cada vez a más seguidores, en un boca-oreja que alcanza por igual a los viejos rockeros que a la chavalería, la cual corea sus temas con entusiasmo espirituoso. La mezcla que Haritz Artola, alias “Cántaro Garrafa” (guitarra y voz), Eneko Dorronsoro “San Pete” (triki y banjo), Iker Artza “Papas Aja” (bajo), Unai Munduate “Nabosin Origen” (batería) y Gurutz Bikuña “Bartolo Pichi” (guitarra) ofrecen a sus seguidores es de alta graduación, un aguardiente de rock, folk, americana, punk, que entra, en algunos tragos, con la suavidad y el peligro de los medios tiempos y deja en la garganta la amargura chispeante y meláncolica de unas letras que hablan sin filtros ni pedantería sobre perdedores, carlismo, posmodernismo… Acaban de publicar su cuarto trabajo, Motoki, Zakurreki, Egurreki. Sobre él y sobre la trayectoria de Unidad Alavesa charlamos con Haritz Artola, voz, autor de las letras y compositor principal del grupo.
Me imagino que se lo habrán preguntado mil veces, pero ¿por qué decidieron usurparle el nombre a aquella formación política alavesa, con la que aparentemente tampoco tienen mucho que ver?
Pues no lo sé exactamente, pero fue una mezcla entre las prisas porque le hacía falta el nombre a un colega para meternos en un concierto y todavía no lo teníamos, y cierta fascinación por lo looser, más “si la caída es desde muy arriba, tipo Unidad Alavesa o Paul Gascoigne, lo mismo me da”.
El grupo lo componen músicos que han formado parte de diferentes aventuras musicales, de diferente signo, y lo que tienen en común es Ataun, donde creo que todos viven…
Todos vivimos en Ataun menos Nabosin, aunque Papas y yo seamos de Lazkao, un pueblo más feo pero de mayor población que nos ha permitido una mayor mezcolanza sanguínea y mayor distanciamiento al coqueteo endogámico, que al otro trío lo persigue como Putin a Navalny. Todo es más cómodo al vivir todos aquí, pero en cuanto a referentes y gustos cada uno es de una madre.
En este nuevo trabajo volvemos a encontrarnos en las letras buena parte del imaginario del grupo: historias de perdedores, referencias históricas también a un mundo perdido, el carlismo…… ¿Qué le atrae de ese mundo de la derrota?
Yo no es que sepa mucho de historia, pero siempre he tenido la sensación de que todo aquello por lo que siento cierta simpatía acaba siendo derrotado, bien sea política, personal o deportivamente, y, ya que la historia siempre la escriben los vencedores, yo trato de pensar por mí mismo e insertar mis ideas en canciones sin mucho pudor ni complejo. Intento plasmar sensaciones.
Respecto a lo primero, esas historias de perdedores, por ejemplo en canciones anteriores como “Cansado y derrotado”, ha dicho en alguna ocasión que es una historia que no tiene nada que ver con usted, que está felizmente casado, y en el disco nuevo volvemos a encontrarnos con temas como el del padre de fin de semana ¿De qué se nutren esas historias?
Lo de los padres de fin de semana clama al cielo. Suelo pasar mucha vergüenza ajena bastantes veces con los hooligans de sus hijos, y siempre llego a la misma conclusión: les quieren dar en un día lo de cinco, tipo zumo concentrado, y esa sobreactuación suele ser ridícula. Está bien que quieras medrar en tu curro de mierda o mejorar tiempos en tus deportes extremos a costa de que los abuelos cuiden a tus hijos, pero ¡deja de sobreactuar el finde que pareces medio mongolo!
También están esas referencias al carlismo, ¿eso va también un poco por ahí, una especie de épica o estética del fracaso?
Es un poco lo que te comentaba antes, un poco como elegir lo menos malo. Está claro que el carlismo no era la panacea, pero para mí que no soy cristiano era algo cien veces mejor que el liberalismo, y a los hechos me remito. No es que admires a Putin o a Lukashenko, sino que ves a los oponentes liberalotes y dices… ¡a por ellos, hombre! La izquierda oficial de hoy en día, me parece vomitiva, tan políticamente correcta, tan modosita, tan sistémica… no sé si pensar que no se enteran de nada o realmente actúan tal y como piensan. Prefiero pensar lo primero.
El primer tema que lanzaron de este nuevo disco fue Morir en Argentina, un país con el que los vascos tenemos muchos vínculos… ¿De donde viene ese amor por un país en el que, como dice la canción, usted nunca ha estado?
Los primeros recuerdos nítidos vienen del Mundial de México 86, y era que escuchaba apellidos vascos en aquel equipo en el que El Pelusa hacía maravillas, y si con diez años mitificas algo es muy difícil desmitificarlo después. Luego hay más cosas, por supuesto, pero comparado con los mundiales 86 y 90 están en segundo plano. No voy a ir aquí de intelectual guay porque no lo soy. De hecho, tuve que buscar en internet los nombres de los pueblos para la canción ¡ja,ja!
En ese mismo tema hay un sonido de bandoneón, a cargo de Eneko Dorronsoro, ese es−junto con su inconfundible voz y el tono electroacústico de la banda− uno de los signos distintivos de Unidad Alavesa: la triki, el banjo, el saxo en alguna canción… ¿qué peso tienen en este nuevo trabajo?
Eneko es nuestro Jordan. De hecho el resto somos casi unos analfabetos musicales y le queríamos comprar un bandoneón pensando que valdría unos cien euros y él nos hizo ver la inopia musical en la que vivíamos: ¡¡valen un pastón!! Te acostumbras muy mal teniendo a alguien como él en el grupo, pues tiene la capacidad de sacrificar su virtuosismo por el bien de la canción. Muy enemigo de la pedantería aun tocando de la hostia. Aunque, claro, sabe que si fuese pedante no estaría tocando con nosotros, sino que estaría en las sesiones chungas esas de Movistar, dándose jabón unos a otros con bigotes y peinados malasañeros del nuevo milenio.
Y junto con ello, su característica voz, personalmente cada vez que la escucho me parece que es la de alguien que disfruta cantando, inflando el pecho, una voz como de ochote o de sobremesa tras una buena comida con café, copa y puro, una voz muy natural, sin imposturas, no sé si me estoy flipando…
Estás flipando bastante sí. No soy de los que cantan en la sobremesa, y aunque me encantan las canciones zuberotarras a capela los ochotes me dan asco. Los primeros me llegan al alma y los segundos acrecentan mi odio al PNV y a su entorno de monaguillos enfermos de modernitis.
Volvemos a encontrarnos también con una mezcla de estilos, medios tiempos, folk, americana, canciones más rabiosas, incluso un tango … ¿Qué nos puede contar sobre eso?
No suele ser preconcebido, lo de la variedad. Está claro que no puedes ser un “Pistol”Maravich de la música todo el tiempo, pero permanecer anclado en un estilo como un poste telefónico te condena a muerte tal vez lejana pero indigna. Yo escucho desde Niko Etxart hasta Darkthrone, pasando por los Tatxers, Víctimas Club o Sega Sound Killers.
Ahora toca presentar el disco en directo, pero antes de entrar en eso creo que es destacable que en sus conciertos hay una mezcla de gente de diferentes generaciones, es decir, que, además de a la vieja guardia rockera, han tocado la fibra a los chavales y chavalas jóvenes…
Eso la verdad es que mola y mucho. Al final lo último que querríamos sería tocar para una especie de secta, me da igual de qué tipo, en la que todo el mundo tenga los mismos gustos y piense y actúe igual. Y eso que somos unos sosos en el escenario. Imagínate si diésemos saltos simiescos como algunos grupos sistemizados.
Y, por último, sobre lo de los directos ¿Qué expectativas tienen? ¿Irán a Argentina?
Nos suelen llamar mogollón y obviamente no podemos tocar ni la cuarta parte de lo que nos ofrecen, pues curramos todos. Lo llevamos todo nosotros y eso es un honor pero un coñazo a la vez. Tenemos todo cerrado hasta octubre sin mucha saturación veraniega. En marzo tocamos en Ondarru, Mondra, Bilbo, Gasteiz, Igorre e Iruña, y luego bajamos el ritmo por el bien de nuestras próstatas. Respecto a lo de Argentina, la línea entre un terrorista y un premio nobel de la paz es muy fina en mi mente como para que el Gobierno Vasco nos subvencione un tour por las euskaletxeas de allá. Por lo demás yo iría encantado, ¡no olvides que quiero morir allí!
Motoki, Zakurreki, Egurreki
Ese es el título (un guiño al euskera de la Sakana) del cuarto trabajo de la banda, tras sus dos primeros discos autoproducidos (Unidad Alavesa y Martin Martin, los cuales posteriormente recopilaría Gor en San Denatio) y Made in Germany, publicado por Artza records, el sello familiar de Lazkao, con quien repiten con Motoki, Zakurreki, Egurreki. Las canciones de esta nueva entrega han sido grabadas en Pottoko Studios de Beasain, por Fredi Peláez, quien vuelve a incluir en algunas de ellas teclas y coros. Diez temas, siete en euskera y tres en castellano, por los que −además del ya comentado homenaje a la herencia vasca de Argentina− desfilan desde Stoichkov o Borja Semper, pasando por las carlistadas, hasta un tema dedicado a Gaza u otro con letra de Jon Mirande, el Nabokov vasco.