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ENTREVISTA A LENDAKARIS MUERTOS

Ene 22, 2024   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
Foto: Galder Izagirre

Este es el primer disco en el que no hablamos de drogas”
Aitor Ibarretxe, cantante de Lendakaris Muertos

Lendakaris Muertos están de vuelta con una nueva colección de canciones-colleja, entre ellas una que cuenta con un récord mundial, la canción más corta de la historia, y con el regreso de uno de los fundadores de la banda, Asier “Aguirre”. Cumplen veinte años de carrera y lo celebrarán en 2024 con una gira en la que lo darán (casi) todo

Patxi Irurzun / Iruñea . Gara/Naiz 19/01/23

Los Lendakaris Mueros siguen muy vivos, después de veinte años gobernando sin oposición en el terreno del punk más gamberro. Este viernes 19 de enero publican su nuevo trabajo, una galleta (un galletazo, tratándose de ellos) que a partir de hoy se despacha en formato CD y en vinilo, además de estar disponible en plataformas digitales, y que muestra de manera clara sus intenciones ya desde el título: Mucho asco (casi) todo. “Y lo de “casi” no sé muy bien en realidad por qué lo hemos puesto”, nos dice su frontman, Aitor “Ibarretxe”, quien firma nueve de los trece trallazos que componen el disco. Las otras cuatro son obra de su hermano gemelo Asier “Agirre”, que vuelve a la banda después de una ausencia de diez años.

La reincorporación del guitarrista es una de las dos grandes novedades destacadas de esta nueva entrega lendakariana. La otra es la inclusión en la misma de una canción, la que da título al disco, de récord, pues es ya la canción más corta de la historia, con una duración de apenas un segundo. “Hasta ahora era una de Napalm Death, You suffer, que duraba 1,3 segundos”, explica Aitor. “La nuestra tiene su letra, su instrumentación…”.

Y lo cierto es que, aunque parezca mentira, en ese minuto escaso tiene cabida incluso el paréntesis que aparece en el título del tema en cuestión, Mucho (asco) casi todo, lo cual le da un plus sobre el tema de Napalm Death que en realidad es poco más que un aullido. Habrá, no obstante, quien diga que Mucho asco (casi) todo se le hace larga, una broma recurrente entre los seguidores del grupo iruindarra, acostumbrados a sus canciones veloces y contundentes. “En este disco he intentado que las canciones sean incluso más cortas que otras veces”, nos cuenta Aitor, quien también añade que, no obstante, será cosa de la edad, pero cada vez le cuesta más sintetizar las letras.

Stream Mucho Asco (Casi) Todo by Lendakaris Muertos | Listen online for  free on SoundCloud

La composición y grabación del disco ha sido también acelerada. En un mes, a canción por ensayo, se ha facturado y ha sido producido a kilómetro cero, en Iruña, en Estudio K de la mano de Alberto Porres, durante una grabación realizada, tal y como se recoge en los créditos, sin recurrir a las drogas. “Me he dado cuenta además de que es el primer disco en el que no hablamos de eso, de drogas”, señala Aitor.

No hay drogas pero en el nuevo disco está presente todo el imaginario del grupo. En sus canciones caen collejas para todo el mundo: cayetanos, cayetanas, futboleros, pelotas de oficina… Y tampoco faltan los habituales guiños, homenajes o fusilamientos. Por las vitriólicas letras y afilados acordes de Mucho asco (casi) todo desfilan, entre otros,José Luis López Vázquez, Anasagasti, Yosi de Los Suaves, los Exploited, Sanchís y Jocano, Leonardo di Caprio y el Titanic (se dice taitanic), Pablo Echenique – “Pablo Echenaik maltrata a su caniche, maltrata a su yorkshire”, cantan en un inspirado estribillo− o un punki viejo y alopécico que decide ponerse cresta en Turquía… Y además un himno antifutbolero para hacer amigos en Graderío Sur, Fuck Osasuna; o un recado a otro lendakari (Perro Sanxe), al que parece que las hordas fascistas han convertido en Che Guevara (la imagen del presidente español es además la de la inquietante portada del disco, obra del dibujante madrileño Mario Rivière).

Una docena, en definitiva, de bofetadas sonoras sacudidas con el habitual sarcasmo y la contundencia y rapidez propias del grupo y que presentarán en una gira infinita (pues, como reconoce Aitor, a los Lendakaris, a lo largo de estos veinte años de recorrido afortunadamente nunca les han faltado bolos) y en la que, avanza, habrá sorpresas y nueva escenografía (no faltará en la misma, por supuesto, Edu, el oso panda), todo ello para celebrar estas dos décadas prodigiosas de legislatura lendakariana.

La canción más rápida del mundo

GAINSBOURG IN MEMORIAM

Ene 22, 2024   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
GAINSBOURG Y YO - Patxi Irurzun Patxi Irurzun

Publicado en Rubio de bote, colaboración quincenal para magazine On (diaarios Grupo Noticias) 06/01/24

Hace unas semanas murió Gainsbourg, nuestro conejo enano bélier. Algunos de ustedes se acordarán de él, porque lo he convertido en protagonista de esta página en más de una ocasión.

Me lo encontré una mañana tumbado en una esquina de la jaula, inmóvil, con los ojos detenidos, mirando hacia la luz de la ventana, la boca abierta y sus dientecillos asomando a través de ella. Cuando lo cogí para ver si todavía le latía el corazón, estaba frío. Me pareció, además, que apenas pesaba, como si estuviera vacío por dentro, como si en realidad fuera una copia en 3D de sí mismo. Alrededor de su cuerpo sin vida revoloteaba un moscardón gordo y zumbón.

Los moscardones son los cuervos de las mascotas domésticas.

Recuerdo que, al principio, no sentí pena, sino una especie de alivio, más por mí mismo que por el propio conejo. Pensé que ya no tendría que limpiarle más el cagadero. Y puede incluso que consiguiera vender la jaula en eBay. Tal vez fuera porque llevaba ya un tiempo esperando este momento. Hacía meses que Gainsbourg estaba sordociego. Y en las últimas semanas le había salido una especie de tumor en el culo, tenía incontinencia, se meaba en aspersión por toda la jaula y fuera de ella… Pero después me invadió un sentimiento de congoja y de culpa que todavía hoy, cuando cada mañana encuentro un hueco en el lugar el que estaba su jaula, perdura y me roe el corazón como si este fuera una zanahoria.

No puedo parar de preguntarme, desde aquel día de su muerte, si cuando compré a Gainsbourg, siendo solo un gazapo, lo salvé, le ofrecí una vida cómoda y sin sobresaltos, o por el contrario lo condené a una reclusión y un celibato perpetuos; si acaso lo privé de su “conejidad” y lo convertí en un animal triste y sin otras expectativas que salir unos minutos cada día de la jaula, arañarme las pantorrillas mientras cocinaba, roer el cable del ordenador −acaso para que no escribiera más columnas sobre él−, darle de vez en cuando un revolcón a Bardot, el mono de peluche que le compramos para que se desfogara…

¿Cómo habría sido Gainsbourg en otro ambiente? ¿Determina el medio, las condiciones de vida, nuestra personalidad? Tal vez, no sé, Gainsbourg era un conejo aventurero y follador y yo le había cortado las alas, lo había hecho infeliz.

En fin, ya da lo mismo, ya es tarde para lamentarse y para cambiar nada. Puede que ahora Gainsbourg, en el cielo de los conejos, si lo hay, sea un conejito libre y alegre o tenga siempre alguien que le compre zanahorias frescas y le corte las uñas antes de que parezcan garfios.

Espero que sí.

Descansa en paz, Gainsbourg, amigo, fuiste un buen conejo.

EL BADAJO Y LA MUERTE

Ene 22, 2024   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
Sharon Olds: vitalidad, intimidad y eso que sólo puede ser dicho por la  poesía - Infobae
Publicado en «Rubio de bote», colaboración quincenal para magazine ON (diarios Grupo Noticias. 20/01/24) Foto: Shuterstock

Hace unos días, a la misma hora que en Pamplona el badajo de una de las campanas de la Iglesia de San Nicolás caía sobre las terrazas de la plazuela, yo estaba leyendo un poema de Sharon Olds que se titula El pene del papa. El poema, recogido en la antología Óvulos en la mano, casualmente dice lo siguiente: “Cuelga bajo la sotana un badajo / delicado en el centro de una campana. / Se mueve cuando él se mueve, un pez fantasmagórico / en un halo de algas plateadas, el vello / balanceándose en la oscuridad y el calor, y por la noche / mientras sus ojos duermen, se levanta / en alabanza a Dios”.

Los poemas de Sharon Olds golpean de esa manera, con una contundencia que te dejaría fuera de combate si no fuera porque siempre hay en ellos también algo que te salva por la campana, una imagen brillante − un pez fantasmagórico− o un destello de delicadeza.

En otro de los poemas, Solsticio de verano, ciudad de Nueva York, un suicida depone su actitud gracias a las palabras de un policía. Tras bajar de la azotea juntos, el policía ofrece al suicida un cigarrillo, que este prende a la vez que los curiosos que esperaban ver el dramático desenlace. “Luego todos encendieron cigarrillos, y el / rojo refulgente de los extremos ardía como / las hogueras pequeñas que encendimos en la noche, / al principio, en el origen del mundo”, escribe Sharon Olds.

Casualmente también, ese mismo día yo había leído un cuento del polaco Slawomir Mrozek en el cual el bombero que hace desistir a otro suicida llega a la conclusión de que este podría en realidad haberse arrojado al vacío mucho antes de que él apareciera o de que bajo los pies de ambos se congregara un enjambre de espectadores que, en el fondo, anhelan morbosamente el salto fatal. En ambos textos hay un tránsito redentor de lo individual a lo colectivo: los suicidas salen de las burbujas asfixiantes de su existencia para arrimarse al calor común de la hoguera y ser aceptados en el grupo que, alrededor del fuego, se reúne, fuma, conversa o incluso comparte sus deseos más insanos.

A propósito de la muerte, y regresando a la plazuela de San Nicolás, fue realmente un milagro que aquel badajo suicida y volador no se llevara consigo a nadie por delante, pues cayó sobre las habitualmente concurridas terrazas durante el mediodía de un domingo de Navidad en el que, por fortuna, llovía a mares. Habría sido, desde luego, una muerte absurda, aunque ¿cuál no lo es, cuál no es una estafa y a la vez la única certeza?

También sobre la muerte reflexiona a menudo Sharon Olds en sus poemas. Como cuando en Fotografía de la niña su mirada se fija en una muchacha en el umbral de la pubertad que, durante una hambruna en Rusia a principios del siglo XX −escribe Olds− “va a morir de hambre ese invierno/junto a otros millones de personas. En la profundidad de su cuerpo/los ovarios dejan salir los primeros óvulos/dorados como gotas de grano”.

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