LOS TENAMPAS PRESENTAN LAS CONCLUSIONES DE “EL PORQUÉ DE LA QUERENCIA POR LAS RANCHERAS EN VASCONIA”
Patxi Irurzun / Iruñea. Publicado en Naiz (30/12/24)
El pasado 22 de diciembre el mariachi navarro Los Tenampas presentaban el informe antropológico que, de la mano de Labrit Ondare, ha intentado buscar respuestas a “El porqué de la querencia por la ranchera en Vasconia”. Fue en la sala Reyno de Navarra del pabellón Navarra Arena, y, mientras el periodista Gaizka Aranguren y la antropóloga Bea Gallego desgranaban las conclusiones de dicho estudio, en la pista del Arena una decena de camareros daban los últimos toques a las interminables mesas, custodiadas por varias kupelas de sidra, que solo unos minutos después acogerían a cientos de amantes de la música mexicana, en la comida con que Los Tenampas celebrarían su día grande. La velada se remataría por la tarde con un concierto del grupo navarro con sus rancheras clásicas (sonarían, entre otras, “México lindo”, “Me gustas mucho tú” o “El rey”), a quienes seguirían La Mala Pékora y su Naparmex, en la estela de los Huajolotes y su inolvidable Marco Antonio Sanz de Acedo “Gavilán” al frente.
Todo ello, en realidad, ya da varias pistas sobre las razones del
arraigo de las rancheras entre nosotros; un arraigo tan hondo que
incluso echa sus propias raíces, reconvirtiendo en autóctona, con
características propias, la música mexicana, como demuestra la
proliferación de grupos de lo que conocemos como Naparmex (Los
Zopilotes Txirriaos, Marianitoz Blai, Mexikortxo…), además de
otros como Puro Relajo o el omnipresente y referencial Chuchín
Ibañez (a quien, en verano, los diarios locales dedican su propia
sección dentro de la agenda cultural y festiva). Y es que en la
sobremesa de cualquier pueblo navarro en fiestas, o en su verbena,
nunca falta una ranchera con la que hinchar el pecho o poner a girar
el mundo bailando agarrado, del mismo modo que en la plaza de toros
de Iruña, en el frontón Labrit, en el Sadar, “El rey” se ha
convertido en uno de los himnos ineludibles.
“El porqué de la querencia por la ranchera en Vasconia” nace de la inquietud de Mikel y David Artuch, quienes con su aita Patxi componen el núcleo central de Los Tenampas. Fueron ellos quienes acudieron a Labrit Ondore, junto a cuyo equipo trabajaron en busca de explicaciones para esta extraña apropiación cultural (que, sin embargo, tampoco es exclusiva, pues en la antigua Yugoslavia la música mexicana también proliferó durante los años 60, en un fenómeno conocido como yu-mex).
El estudio antropológico se realizó recogiendo testimonios y buscando en fuentes como Navarchivo referencias orales a la música mexicana y su implantación entre nosotros, a partir de los cuales se establecen una serie de conclusiones. La primera de ellas es que las rancheras desembarcan en Euskal Herria fundamentalmente a través de la radio y el cine, después de que durante el porfiriato mexicano se hiciera prevalecer esta manifestación cultural sobre otras como seña de identidad nacional. Películas como “El cantor de México”, protagonizadas por el irundarra universal Luis Mariano, encontraron entre los vascos terreno abonado, pues las rancheras traían aparejadas una serie de valores, como el apego a la tierra o las raíces rurales, que se reconocían como propios. A ello se suma el carácter socializador y participativo de este tipo de música, asociado casi siempre a acontecimientos festivos, en los que además a menudo se rompe el límite entre el escenario y la plaza… ¿Cómo no iba a cuajar aquí, por tanto, una música para cantar en grupo y entre tragos? (otra de las conclusiones a las que llega el estudio es el sesgo de género, la presencia del alcohol y la masculinidad como rasgo definitorio). Por último, desde un punto de vista musical, la ranchera encuentra un regazo en el que asentarse en la jota y la trikitixa, con la que comparte ciertas afinidades.
Pero si hay que buscar un motivo a esa querencia entre nosotros por las rancheras (una querencia que además es intergeneracional) la respuesta la da uno de los testimonios recogidos en el informe, el de Idoia Asirón, quien señala que la sensación que le transmite esta música es la de “aprovechar al máximo la vida”; una razón irrebatible y que vaticina larga vida, en este rincón de Europa, a miles de kilómetros de México y con un océano por medio, a las rancheras.
Mientras intenta
estudiar, encerrada en su cuarto, las voces de los niños de San
Ildefonso en la televisión atraviesan el pladur en un murmullo
monótono, como un rosario, o un mantra que, sin embargo, la
desconcentra. No le hace falta gran cosa para desconcentrarse, como
si supiera que, en el fondo, tiene tantas opciones de sacar la
oposición como de ganar la lotería.
La voz de uno de los
muchachos que canta los premios es extraña, grave, nueva, casi sin
usar todavía, todavía inocente. Se lo imagina con una pelusilla
sobre el labio superior, con ese bigotito entre repelente y
enternecedor, ese mostacho becario que es como un luto por el niño
que está muriendo dentro de su cuerpo.
“No te despistes”,
se riñe a sí misma, y devuelve la mirada a sus apuntes. “Artículo
35. Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al
trabajo”, repite varias veces, pero son solo palabras, que caen por
los desfiladeros de su cerebro, sin fijarse en la memoria. Piensa que
igual ya está vieja para estudiar, e incluso se siente ridícula e
ilusa haciéndolo, estafada por la vida. Y por la Constitución. Lo
que su memoria le dice es que, con sus cuarenta y cinco años, nunca
ha tenido un contrato fijo, ni un trabajo digno.
Y además le duelen
las piernas. Igual estudiar en la cama, pasar tantas horas tumbada no
es lo mejor, piensa, y también que después de hacer el examen se
apuntará al gimnasio, saldrá a andar todos los días, sacará a
mear a esos dos perros peligrosos que ahora le muerden las
pantorrillas, en un dolor sordo que le trepa hasta la cabeza y le
vuelve la sangre densa, incapaz de hacer fluir toda esa información,
todas esas leyes, con sus preámbulos, y sus disposiciones
adicionales…
El rosario de la
suerte continúa durante varios minutos. Los niños de San Ildefonso
desgranan sus cuentas en el bombo con un tedio que la va
adormeciendo, mientras piensa qué haría ella si ganara la lotería,
acabar de pagar la deuda, un viaje, arreglarse los dientes… Entre
el momento de comprar el boleto y el día del sorteo, todo el mundo
es millonario.
De repente, el
mantra se interrumpe, un alboroto se escucha al otro lado de la
pared, la voz del presentador se sobrepone sobre la del niño cantor
y la despierta de su duermevela. Supone que acaba de salir el gordo o
alguno de los premios importantes. Recuerda que tiene un décimo en
la cartera, que han comprado entre todas las chicas, pero ni siquiera
se molesta en levantarse, poner la tele y comprobar si la suerte le
ha sonreído. “No te despistes”, se repite, y vuelve a coger los
apuntes, confiando en que, a pesar de todo, algún día su vida
cambiará y podrá, por fin, dejar el Club.
«Amábamos y odiábamos a partes iguales aquel Gran Bilbao Gris»
“!Bilbao, mierda, rocanrol!”, rezaba el estribillo de una de las canciones de M.C.D. el grupo de punk-rock del que fue fundador en los 80. Quizás rezar no sea la palabra más adecuada para un grupo como aquel, pero en todo caso ese estribillo podría ser un buen resumen de la trayectoria de este músico y artista gráfico del bilbaíno barrio de Irala y un buen título alternativo para «Make Bilbao GrAI Again», el libro de fotografías en el que con la ayuda de la Inteligencia artificial (IA), Niko Vázquez recrea y reivindica el Bilbao industrial, sucio, violento pero a la vez genuino y solidario de décadas pasadas.
El diseño gráfico ha estado presente siempre en su trayectoria, a la par que la música, pero ¿cuándo y cómo llega a la IA?
En enero 2022 empecé a indagar con openAI . Era muy deficiente pero prometedora. Con la irrupción de DallE, Midjourney y otros, las imágenes generadas pasaron a mejorar rápidamente. Me sorprendió la habilidad con la que un algoritmo, con una petición de texto con lenguaje natural, fuese capaz de generar una imagen visual sorprendente y a veces aceptable, en segundos. Eso fue un bombazo, me abrió de repente todo un campo de posibilidades gráficas, muy difíciles o imposibles de realizar para mí hasta el momento.
La Inteligencia Artificial aplicada al arte genera recelos y polémicas, pero ¿se reduce a eso, a dictarle a una máquina que haga el trabajo o en realidad es una herramienta más?
Es una herramienta que tiene sus complejidades y que evoluciona muy rápido casi día a día. A los “junkies” del grafismo como yo nos ahorra recursos y tiempo; nos va a permitir llevar a cabo proyectos que están en un cajón y para los que como es mi caso (mi Mac es de 2013) sin infraestructura apropiada antes eran literalmente imposibles. Supone en cierto modo una democratización visual al alcance hasta ahora solo de los grandes estudios.
¿Se podría, en ese sentido, hacer un paralelismo con la música, con el punk y el háztelo tú mismo?
Como sucedió con la invención del PC, los chips o la web, la IA supone un cambio de paradigma. Si entonces nos indujo a pensar que íbamos a democratizar el conocimiento universal, la cultura o la información, ahora poco a poco vemos que no, que también ese control se desplaza sin pausa y muy rápido a los mismos grupos de poder. Pero aun está explosionando, poniendo todo patas arriba en todos los ámbitos, así que aprovechemos este “momentum” increíble para intentar cosas increíbles.
«La IA es capaz de provocar emoción, traer recuerdos y disparar la imaginación»
En su caso se ha centrado en recuperar con imágenes el Bilbao de los 80, los astilleros y altos hornos, el chabolismo, el paro, la conflictividad social…
«Make Bilbao GrAI Again» me ha supuesto una enorme sorpresa totalmente inesperada ya que casi todo lo que subo desde hace décadas a las redes son majaradas personales en las que pretendo reescribir irónicamente historias que en mi mente «han sucedido así» y que a la gente les suele provocar la risa o enfado. Sin embargo, en este proyecto inicial mi objetivo fue experimentar con la IA, ver hasta dónde podía llegar y hacerme un álbum personal de ese Bilbao de mi infancia y juventud, en color, no depender ya de esas copias malas de fotos pixeladas en blanco y negro que encuentras por Google. Viniendo del barrio obrero de Irala (ahora en las postales vendido como el barrio inglés de Bilbao), y no de Neguri, seleccioné temas que viví. Y resulta que unas herramientas IA del 2023, con todos sus fallos y críticas, fundadas o no, es capaz de provocar emoción, traer recuerdos y disparar la imaginación.
¿Está, por tanto, entre aquellos a los que aquel Bilbao gris, industrial, feo en cierto modo, le parecía mucho más bonito y más vivo que el actual, más parecido a una postal?
Lógico, porque tenía 40 años menos. Salíamos del franquismo pero nos metimos de cabeza en el post… Como jóvenes punks nihilistas y muchos en paro, clamábamos que «no teníamos futuro» pero sí, lo pasamos bien, no pensamos en llegar a viejos sino aprovechar nuestro día a día. Ese Gran Bilbao Gris sucio, violento pero solidario, altamente politizado, de barro, sirimiri y contaminado lo amábamos y odiábamos a partes iguales, pagando un alto precio, claro. En definitiva no es nostalgia, por ejemplo, MCD lo dejé en 2003, sino una reivindicación para que nuestro Bilbao, el de las laderas, no se convierta en otro cliché, que somos ciudadanos, no edificios fálicos ni containers de puerto apilados con letras en color fucsia. No deseo un Bilbao alienado, como cualquier otra ciudad del mundo arrasada: turismo denigrante masivo, “basque” cosmopaletos, más cemento, sin respeto por la ecología, con usurpación y monetización privada del espacio público… Lo habitual en cualquier agenda «sostenible y ecológica» gubernamental.
Ese Bilbao y esa época que
retrata fue intensa, paro, violencia política, heroína, pero a la
vez los jóvenes la vivieron a tumba abierta -a veces literalmente-,
¿está de acuerdo con quienes dicen que había más libertad que
ahora o que al menos se vivía de un modo más bestia o salvaje?
Libertad creo que no había ninguna, lo que había era mucho miedo y represión y el enemigo también sentía miedo. Estaba un poco más repartido que ahora. Así que no le quedaba otra que ir soltando algo de cuerda para evitar daños colaterales porque la presión en la calle sí era realmente mayor. El extremo de la cuerda sigue en las mismas manos de los herederos sin tener que recurrir a medidas digamos más violentas.
«Somos ciudadanos, no edificios fálicos ni containers de puerto apilados con letras en color fucsia»
Usted fue parte activa de aquella época, ¿cómo lo vivió, qué recuerdos tiene y qué queda de todo eso, sigue siendo punk, en cierto modo?
Es parte de mi vida así que procuro seguir formándome como persona, saltándome etapas de esa «rueda social» que supuestamente por edad tengo obligación de cubrir. En el grupo de natación, donde soy el aitite, me tienen como «el punk», pero siempre miro hacia adelante, improvisando, intentando no convertirme en una parodia cebolleta de mí mismo. Ya que sé que no puedo salirme del sistema, así que prefiero ser eterno aspirante a convertirme en un pequeño virus dentro de él.
PERSONAL
El que fuera bajista y fundador de MCD forma parte de una de las sagas del punk vasco. Sus hermanas Lupe y Loles crearon a su vez Las Vulpes. Niko, que ha pasado también por grupos como Cancer Moon o Motorsex (todavía en activo), ha diseñado también portadas de grupos como Eskorbuto, La Polla o Parabellum. En su formación como artista gráfico pasó una temporada en Londres, becado en el mismo “College” en el que los Sex Pistols dieron su primer concierto. Con su libro de fotografías «Make Bilbao GrAI Again», publicado por Zorrotz, recupera el Bilbao de los 80 y finales de los 70, que fue también el Bilbao vivo y salvaje de su infancia y juventud
» Aspiro a convertirme en un pequeño virus dentro del sistema»
UNA BATIDORA DE PROYECTOS
La Inteligencia Artificial se ha vuelto adictiva para Niko Vázquez y ya prepara un nuevo libro con imágenes antropomórficas, algunas de las cuales se pueden ver en sus redes sociales (redes que a su vez se convierten en algunas entradas en una impagable hemeroteca del punk vasco). “Aburrido de ser salvaje”, llevará por título el nuevo trabajo, y no será el único: un corto basado en «Make Bilbao GrAI Again» con guión de Kote Camacho (Komiki Films), también está en marcha. Además, Niko, se quita adrenalina ensayando semanalmente con Motorsex. “Con la ayuda del gran Pela sacamos cada dos o tres años años desde el 2005 singles virtuales en formatos anacrónicos para joder a nuestro nulo público y fanes. De vez en cuando también subo a Bandcamp engendros de un proyecto fantasma llamado «OUH!», dónde grabo mi bajo en garageBand y voz al móvil, ruidos con los que como siempre, no tengo absolutamente nada que decir”, confiesa.
PATXI IRURZUN Publicado en Igandea Plus, suplemento de diarios de Grupo Noticias (10/12/23)
El amor fraterno siempre ha sido considerado una amor de segunda división, o ha generado mucha menos literatura y atención si lo comparamos con el materno o paternofilial o con el amor de pareja, acaso porque los primeros hermanos de sangre, nunca mejor dicho, acabaron como acabaron, con uno descalabrando al otro con una quijada de burro, lo cual tampoco me parece nada raro, pues los pobres tenían que estar como putas cabras, si tenemos en cuenta que debían soportar a sus espaldas la responsabilidad de perpetuar la especie humana cuando la única mujer sobre la faz de la tierra es tu madre.
Acaso por ello las relaciones
entre hermanos tienen a menudo un punto de extrañeza. Un hermano es
alguien que podrías haber sido tú mismo, alguien al que han sacado
del mismo molde en otro momento de la cocción, alguien en el que te
reconoces y a la vez es otro, completamente distinto a ti. Por
supuesto, existen hermanos que a lo largo de su vida siguen siendo
uña y carne, muchas veces unidos por una misma vocación o una
pasión común, por ejemplo, Estopa, las hermanas Flamarique o Pixie
y Dixie −bueno,
estos igual no son hermanos porque uno habla en cubano y otro en
mexicano−. Claro
que también hay otros hermanos en la misma situación que acaban
emulando a Caín y Abel y tirándose los trastos a la cabeza, como
Noel y Liam Gallagher, por no hablar del dúo Pimpinela, que tienen
que convivir con el incómodo dilema del incesto, aunque sea solo en
un sentido artístico. Pero, por lo general, los hermanos, tras haber
compartido en la infancia y juventud momentos imborrables, secretos,
cuarto de baño, lazos irrompibles, llega un momento en que separan
sus caminos sin que esto se convierta en algo traumático sino
natural, ley de vida.
La procreación y la
reproducción son, en ese sentido, un misterio y a la vez una obra de
arte, una especie de fábrica capaz de crear ejemplares únicos.
“¿Cómo pueden, siendo hermanos, ser tan distintos entre sí?”,
se preguntan a menudo muchos progenitores al ver a sus criaturas. “Mi
hija me trae siempre muy buenas notas”, me comentaba, por ejemplo,
hace unos días una madre. “Mi hijo, por el contrario trae notas,
sin más, pero todos los días: hoy no ha hecho la tarea, hoy ha
llegado tarde, hoy lo hemos expulsado de clase…”. Y añadía, con
un admirable sentido de la pedagogía: “Pero yo siempre le digo que
él, en lo suyo, también es brillante”.
Y tenía razón, esa madre
había comprendido perfectamente la naturaleza humana y la
singularidad de cada uno de los millones de hermanos que la
componemos. Ahora solo queda que el muchacho reconduzca toda esa
capacidad para desestabilizar y acabe convertido en lateral derecho
del Alavés o líder de la clase trabajadora.