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ANALFABRUTOS

Oct 16, 2023   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
Simónides

Hace algunos días en una entrevista cierto influencer, en una de esas baterías de preguntas rápidas (una canción, una película, etc.), al preguntarle por su libro preferido se jactaba de no haber leído ninguno desde el instituto. No quiero imaginarme qué tipo de influencia puede tener ese tipo entre sus seguidores (en mí desde luego la tuvo, influyó en mi ánimo de tal modo que me dieron ganas de estrangularlo, aunque me conformé con pintarle con un boli negro uno de los radiantes dientes −radientes, podríamos llamarlos− con los que sonreía, regodeándose feliz en su ignorancia).

Ese es el problema, en realidad: a uno no tiene por qué gustarle leer ni estoy muy seguro de que resulte muy pedagógico obligar a nadie a hacerlo (aunque, bueno, nadie se plantea que no sea pedagógico ni saludable, qué se yo, obligar a aprender inglés o hacer deporte en los institutos), pero alardear de tu analfabrutismo te convierte directamente en un paleto, iba a decir, si no fuera porque ahora los paletos se han apropiado de este adjetivo calificativo y lo usan como un boomerang. Un paleto puede ser hoy en día alguien que no conozca a nuestro influencer, quien además se autodefine como creador de contenidos. Yo diría, por ejemplo, que probablemente sea más bien un creador de contenedores (de los marrones, los de basura orgánica), pero me tengo que callar porque soy solo un paleto. Y un pitufo gruñón.

El mundo al revés. Y así, es probable incluso que Radientes, que aborrece la lectura, lleve tatuado en un costado una cita literaria de algún intelectual como, qué sé yo, Paulo Coelho o Paquirrín. Del mismo modo, hace unos días veía otra entrevista, en la tele, con algunos de los fans que durante el Zinemaldia esperan horas y horas a la caza del autógrafo de alguna actriz o actor famosos y me preguntaba intrigado si esas personas entran también a ver las películas en las que salen esos artistas. No lo sé, lo cierto es que desde hace algún tiempo muchos de los quioscos callejeros de prensa de las grandes ciudades se han reconvertido en tiendas de souvenirs.

Menos mal que para solucionar todo esto el Ministerio de Culturismo ha impulsado una campaña con la que ha llenado las marquesinas y vallas publicitarias de carteles con el lema “Hambre de cultura”. Yo es que es verlo y me entran unas ganas irrefrenables de leer a Dostoievski. Si de verdad se quisiera arrancar a la juventud de las garras de los analfabrutos a mí me parece que resultaría mucho más efectivo que en esos anuncios apareciera, qué se yo, un cuadro de Pieter Brueghel, el Viejo, o de Simónides, o un párrafo de alguna novela, por ejemplo, este de Solo quería bailar de Greta García: “En mi vida he tenío tres grandes aspiraciones: ser bailarina, matar a gente y tener un ano enorme donde metérmelo to”, con el que si a algún que otro joven no se le despierta la curiosidad y el hambre de lectura es que entonces ya está todo perdido.

Publicado en «Rubio de bote», colaboración semanal para magazine ON (diarios Grupo Noticias) 14/10/23

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