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ESTAFADORES

Nov 2, 2021   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
Golfos apandadores (@GApandadores) | Twitter

Publicado en Rubio de bote, colaboración quincenal para magazine ON (diarios Grupo Noticias)

El otro día, al abrir el correo electrónico, me intentaron estafar. Eso no es ninguna novedad, cada cierto tiempo me escriben viudas nigerianas multimillonarias dispuestas a compartir conmigo su fortuna y su corazón, o bancos de los que no soy cliente pidiéndome las contraseñas, o me llama por teléfono un tipo de Microsoft que, en un español macarrónico, primero me pregunta si tengo computadora y luego me dice que esta está infectada por un virus terrible (¿cómo lo sabe, si primero no sabía ni si tenía ordenador?)… El caso es que hasta entonces ninguno de ellos, además de pretender timarme, me había insultado (bueno, sí, una vez uno de los técnicos de pega de Microsoft, cuando le dije que estaba llamando a una comisaría, me llamó idioto: “¡Tú ser idioto!”, dijo, y colgó).

En esta ocasión, sin embargo, los improperios fueron en frío, por las buenas, o sea por las malas. Se presentaron como una empresa muy importante de abogados de Torremolinos y alegaron que yo debía a uno de sus clientes 655,34 euros —no especificaban ni a qué cliente ni a cuenta de qué—. Y luego venían ya los insultos:   “Nos sorprende la poca vergüenza que ha demostrado para hacer frente a sus deudas. Contacte por teléfono con nosotros o tendremos que emprender acciones legales hasta hundir su reputación”, decían. Al principio estuve tentado de llamarles, por curiosidad (y también para recomendarles un buen guionista, lo de inventarte una deuda con decimales y todo está muy bien, pero, a ver, si yo era un sinvergüenza ¿qué reputación iban a hundir? Y además, no he estado en mi vida en Torremolinos. Eso no tenía ninguna coherencia argumental —igual es que era el mismo tipo del teléfono y la computadora de Microsoft—). 

Me pregunto quién responde a ese tipo de correos. Bueno, a veces yo mismo suelo hacerlo. De hecho, desde hace semanas mantengo correspondencia con Bingbing, una joven china que quiere regalarme una casa en la costa, o algo así. Es muy graciosa Bingbing. “Puedes llamarme amigos”, me dice, por ejemplo (yo creo que usa el traductor de Google). Y yo le contesto “Hola, amigos”, y luego ella me manda una foto de un oso panda, yo le correspondo con otra de la carrera de cutos de Arazuri. Y así. Es una técnica de persuasión diferente a la de los abogados esos de Torremolinos, a los que finalmente decidí enviar a la bandeja de elementos eliminados.  Por lo que fuera, no me daban muy buena espina.

Fue una mañana animada, aquella, la verdad. Después, cuando me fui a trabajar a la biblioteca  me llamaron por teléfono. “¿Señor Udala?”, preguntaron. “No, se ha equivocado, yo soy el “Señor Liburutegia”?, contesté,  “Ah, disculpe, señor Liburutegia, bueno, ya aprovechando, no le interesaría…”, continuaron, y, aunque la cosa prometía tuve que cortar, porque tenía a una usuaria esperando a que le sellara Chucherías Herodes (Mucho más que una novela sobre el Rock Radikal Vasco).

Hay, en fin, un montón de desalmados sueltos por ahí intentando aprovecharse de nosotros, hacernos el timo de la estampita, ahora en formato digital o telefónico. La mayoría son bastante cutres, pero hay que andarse con ojo, también existen auténticos profesionales, mangantes de guante blanco, que te insultan y te roban sin que se nos pase por la cabeza denunciarlos, cortarles el rollo, mandarlos a la papelera…. Al volver a casa, sin ir más lejos, ahí estaba esperándome en el buzón la factura de la luz.

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