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ENTREVISTA A FÁTIMA FRUTOS

Nov 9, 2020   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Mi forma de agarrarme a la vida tiene que ver mucho con lo carnal”

Foto: Inma Gómez

Monjas, putas y locas” es el título del libro con el que Fátima Frutos ganó hace unos meses el XXV Certamen de Poesía María del Villar. Una colección de poemas que homenajean las figuras de mujeres silenciadas a lo largo de la historia y a las que la donostiarra rehabilita con sus textos -marca de la casa- empoderados y carnales.

Patxi Irurzun/ Iruñea

“Me niego a que los atardeceres de mis bragas sean tumbas”, escribe Fátima Frutos en “Menopausia a los 50”, uno de los poemas quizás, es cierto, más heterodoxos del libro, más cercano a la experiencia personal y a la prosa poética, a diferencia del grueso de ese “Monjas, putas y locas”, compuesto por una serie de textos dedicados a figuras femeninas como la Güera Rodríguez, heroina de la independencia mexicana, Madame de Pompadour o la escritora italiana Goliarda Sapienza, y en los que además de las referencias históricas también laten la la poesía sensual, culta y terrenal a un tiempo, las figuras literarias e imágenes deslumbrantes (“Ya parpadea tu semen”, escribe en el poema que abre el libro), la voz propia y firme, en fin, de esta poeta donostiarra afincada en Nafarroa desde hace años.

Monjas, putas y locas” ganó el premio de la Fundación María del Villar, en su 25 aniversario, algo que creo que le hace especial ilusión…

En el momento en que me lo concedieron estaba en Hamburgo, viviendo y estudiando en alemán. Al escuchar al otro lado del teléfono a Iosu Kabarbaien, a Marina Aoiz, a Tomás Yerro felicitándome, teniendo en cuenta que era mi primer libro escrito fuera de Nafarroa, hizo que se me saltasen las lágrimas, sí. He tenido varios premios a lo largo de mi trayectoria literaria, pero todo lo que viene de Tafalla me resulta entrañable y especial. Quiero mucho a ese pueblo y más a sus gentes.

-¿Qué criterios siguió para elegir las mujeres a las que les dedica los poemas?

Me las fui encontrando en el camino. Como sabes yo soy de formación y de profesión agente de igualdad y, aunque ahora estoy dedicada a la literatura en exclusiva, siempre habita en mí esa profesional del ámbito de las políticas de igualdad… De ahí que constantemente investigue sobre figuras femeninas señeras y haga genealogías feministas. Es algo que aprendí de Marcela Lagarde, la gran antropóloga feminista, en cuya tesis doctoral está inspirado el libro.

Detras de cada uno de esos poemas se aprecia un trabajo intenso de documentación, un gusto y estudio detallado de la Historia…¿El libro en ese sentido podría ser un libro de Historia, o un modo distinto de contar esta y a las mujeres que suelen hacerse desaparecer de la misma?

A mí me gusta aunar saberes. La historia, la filosofía, la poesía, etc., pueden confluir en un libro. No soy autora que se queda en compartimentos estancos, sino que me gusta la conjunción de disciplinas en los versos. La historia de las mujeres me interesa desde siempre, aunque más desde que conocí a Ana Díez de Ure y su obra. Hemos sido las grandes olvidadas y, sin embargo, como decía Petra Kelly, sobre nosotras descansa la sostenibilidad de la vida… Si te fijas en el ecofeminismo y las corrientes vanguardistas actuales que hablan de decrecimiento o de alternativas novedosas al neoliberalismo y al novofascismo que arrecia, muchas están sustentadas por mujeres. Yayo Herrero es alguien a seguir, por ejemplo.

-Pero además de las referencias histórica es evidente que este es sobre todo un inspiradísimo libro de poesía, porque a lo largo del mismo despliega todo un ramillete de recursos, figuras, vocabulario, que va desde la alta cultura a lo más terrenal… ¿Cómo ha armado todo eso?

A lo largo de una vida. Para tener vocabulario, figuras estilísticas, recursos literarios no hay más truco que el de ser una lectora voraz, a poder ser en varios idiomas. Soy seguidora de grandes maestras de la palabra poética… de Delmira Agustini, de Juana de Ibarbourou, de Jacqueline Assaël, de Rafeef Ziadah, de Amaia Lasa, etc.

La sensualidad, el erotismo, también está muy presente, es marca de la casa. Da la sensación de que es capaz de retratar la condición humana y su trayectoria histórica desde las alcobas, la piel, los fluidos…

Bueno, será que me gusta ese espacio. De siempre se ha dicho que el Eros es el impulso de la vida. Mi forma de agarrarme a la vida tiene mucho que ver con lo carnal, lo pasional, la belleza heterogénea, la búsqueda implacable del sentir… Pero vamos, que desde Colette a Erika Lust hay un hueco por el que orgasmarse a gusto en prosa o en verso. Y luego está que me encanta escandalizar para dar en el hocico a todos esos carcas que proliferan por las redes sociales. Desde posiciones ultras se me ha atizado mucho como autora que verbalizaba bien su placer bien su compromiso político bien su empoderamiento. Ten en cuenta que a mí se me llegó a poner en agosto del 2017 ante la Guardia Civil estando gravemente enferma. Ahora me río de toda esa gentuza a la cara por misóginos y putrefactos. Menos mal que ya no van a tocar poder, ni en Berriozar ni en ningún sitio de Nafarroa; sólo les quedan migajas.

-¿Hay alguna entre todas estas monjas, putas y locas a la que destacaría especialmente?

A mí me gusta mucho la figura histórica de la Güera Rodríguez, heroína de la independencia de México. Que después de haber probado placeres con varones de calado como Simón Bolívar, Agustín de Iturbide o Alexander von Humboldt… va la moza y acaba ante un tribunal de Inquisición. Pero lejos de salir mal parada les pone a todos más firmes que un cirio, valga la redundancia, y acaba saliéndose con la suya: liberada y más poderosa que antes de plantarse ante el Santo Oficio. Lo que se dice una fuera de serie.

-Hay algún poema como “Himno al cuerpo” o “Menopausia a los cincuenta”, más próximo a la prosa poética, y que también parecen distinguirse respecto a los demás, arrimarse más a lo personal…

Siempre aparecen en mis libros escenas de la vida personal. A veces están más encubiertas, otras son más evidentes. Pero, ¿qué poeta no se inspira en lo que nos rodea y nos acontece? “Himno al cuerpo amado” es eso, un monólogo en verso dirigido al hombre al que se ama. “Menopausia a los cincuenta” es un homenaje a Anne Sexton y a su menstruación a los cuarenta… Y bueno, también hay un poco de desmitificación de la menopausia, cosa de la que convendría más hablar.

Hemos hablado a lo largo de la entrevista de Historia… Para acabar, ¿en qué anda Fátima Frutos ahora metida, creo que estaba acabando o rematando una novela histórica, precisamente?

La novela que tengo entre manos es sobre Centroamérica en los años ochenta y el mundo de las corresponsales de guerra. Está en fase de corrección y tengo ganas de terminar de darla a luz porque es mi debut como novelista y cuento cosas que creo son importantes para los desafíos que tenemos ahora mismo delante. También ando con un libro de placeres de la cocina, escrito a dúo… Lo dicho, el Eros siempre rondándome.

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