PASAPALABRA
Publicado en Rubio de bote, magazine ON (diarios grupo Noticias). 21/04/2018
No ganamos para gafas de los niños. Como los pobres han salido miopes y baloncestistas, como su padre y como Kareem Abdul-Jabbar, ya saben, el copiloto de Aterriza como puedas, es inevitable que cada dos o tres meses venga alguno de ellos con una lente llena de estrías o la pasta de la montura hecha puré.
—Bah, pero tú estarás forrado con eso de los libros —me dice de vez en cuando algún desinformado que no ha leído a Larra.
Escribir en esta tierra de másters del universo y novios de la muerte, sigue siendo llorar. Y también en Bolivia. Y en Estados Unidos. Y entre los escritores bolivianos que viven en Estados Unidos. Claudio Ferrufino-Coqueugniot, que acaba de publicar una lúcida novela ebria titulada Muerta ciudad viva, es un autor de Cochabamba exiliado voluntariamente en Denver. Fue Premio Nacional en su país y logró en 2009 el prestigioso premio Casa de las Américas. Se gana la vida cocinando y conduciendo una food-truck.
El sevillano Daniel Ruiz-García, que obtuvo el Premio Tusquets en 2016, se levanta desde hace años a las cinco de la mañana para escribir y ofrecernos libros como Maleza, una compilación de historias cortas que componen un tan crudo como lírico tríptico de la periferia urbana. Después, cuando amanece, Daniel levanta a sus hijos para llevarlos a la escuela e irse a trabajar.
Gsus Bonilla, finalista en 2010 del Premio Nacional de Poesía, que habla, porque puede, de igual a igual con poetas muertos como Leopoldo María Panero, acaba de publicar GardenJunkies, un libro de mierda, como él lo llama, pero que es en realidad un diario sobre su trabajo como jardinero, y a la vez un cuaderno de bitácora en verso libre, en todas sus acepciones, sobre la precariedad, el paro, la pobreza y sus umbrales, sobre este país, en definitiva, convertido en un jardín plagado de cagadas de perro, de señoritos y monarcas (esto último no lo dice él sino yo, y con mucho asco, pues acabo de ver una foto de Felipe VI, campeón en sus discursos de la paz y la democracia, estrechando la mano de un príncipe saudí muy moderno que va a dejar conducir a la mujeres y todo en su país y al que acaba de vender cinco corbetas de guerra; y lo digo también, con el mismo asco, después de ver, una vez más, en un telediario a un político imputado por corrupción responder en una comisión con chulería y desfachatez, al más puro estilo mafioso, con la seguridad y la impunidad que da saber que quien te va a juzgar pertenece a la famiglia, todo ello mientras otros, como los jóvenes de Altsasu, o raperos como Pablo Hasel o Valtonyc, son agraviados con juicios plagados de arbitrariedades y acusaciones desproporcionadas).
—¿Pero como no vas a estar forrado si hasta te sacan en la tele? —interrumpe mi paréntesis el tenaz desinformado.
Y es que si KareemAbdul-Jabbar, además de jugar en los Lakers, apareció en Aterriza como puedes, yo me convertí hace unos días, para mi sorpresa, en la respuesta a la letra I del roscón de Pasapalabra (“Apellido del escritor autor del libro La tristeza de las tiendas de pelucas”, fue la pregunta —lo juro por Eskorbuto— ), lo cual, parece ser, me ha elevado a lo más alto del Parnaso literario. Ya lo único que me falta es que el desinformado y unos cuantos de miles de personas más compren mi libro y creo que con eso me llegará para pagar las gafas de mis hijos miopes y baloncestistas.