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NO SOMOS SARDINAS

Abr 28, 2014   //   by admin   //   Blog  //  No Comments

Construyendo Sarriguren Hazi Eta Hezi


Publicado en ‘Rubio de bote’, mi sección en el suplemento ON de los periódicos de Grupo Noticias
http://issuu.com/deia.com/docs/on260414 (página 7)

Mientras escribo esto mi hija está en el pasillo jugando a las manifestaciones y cada vez que yo salgo a disolverla mi hijo okupa mi ordenador para mirar en Internet cómo se remata el cierre de una muñequera jevi que se ha hecho con gomitas. En nuestra escuela es auténtica devoción la que hay, además de por Faulkner, por las gomitas. Aparecieron un día de la nada y en un pispás se convirtieron en trendig topic, fenómeno viral, fuego en la rastrojera… Los chavales se han convertido en unos pedazo de artistas, no hay nada que no puedan hacer con dos tenedores y unas cuantas de esas gomitas. Pulseras, collares con varias vueltas… Un día, en el cole, hasta construyeron un vestuario nuevo, con sus duchas nuevas y sus inodoros y todo, y ahora ya no tienen que cambiarse haciendo castellets ni hacer pis en las duchas porque los baños siempre están ocupados y también para ahorrar agua, porque nos están saliendo unos niños muy comprometidos, con tanta manifestación. Las manifestaciones son para ver si nos hacen una escuela nueva, porque esta nos tira ya de la sisa.

Lo bueno de que tengamos a los niños amontonados es que han aprendido a trabajar en equipo, muy estrechamente. Lo de las gomitas fue por eso. Un día apareció una niña con ellas, se puso a hacer una pulsera y enseguida vino otra y después otro y al final como estaban todos tan pegados se les enredaban las gomitas y todo les salía en auzolan y talla XL. Así que ahora los padres y las madres de nuestra escuela, que somos muchos, miles —porque nuestro pueblo es grande y nuestro colegio pequeñajo— nos reconocemos enseguida por la calle. Las madres son todas tailandesas, con sus collares de mujeres jirafa, y los padres todos arzobispos, con nuestros anillos gordos como nutrias. Bueno, también hay mujeres arzobispas y hombres jirafos. Los padres y las madres de nuestra escuela, con tanta manifestación, también nos hemos vuelto muy comprometidos. Y somos además muy educados. En las reuniones con el consejero de educación le hablamos siempre de Faulkner, por el que sentimos, o sentíamos, auténtica devoción, y le citamos El ruido y la furia o Los invictos, pero parece que él no lo pilla. Luego cuando los niños nos preguntan si hemos ganado la protesta y les contestamos “todavía no” se desilusionan y ya no quieren jugar con las gomitas, pues al final la orina acaba corroyéndolas, y el vestuario que habían apañado se les cae encima. Tampoco quieren jugar a las manifestaciones, porque ninguno quiere ser antidisturbios y también porque “total, no valen para nada”.

Así que al final hemos decidido cambiar de estrategia y de vez en cuando mantearemos en la plaza del pueblo al consejero o quemaremos fotos de la presidenta o banderas o abonos del fútbol o billetes con la cara del rey o algo. Porque esto no puede ser. Nuestros hijos no pueden crecer resignados, mientras les quitan lo que les corresponde. Nuestros hijos no son sardinas en lata, gritamos en las manifestaciones. A nuestros hijos el ministro con nombre de eructo no les va a poner un código de barras. Tendremos que ocuparnos nosotros de darles una educación de calidad, ya que otros no lo hacen. Y que le den por saco a Faulkner, gritamos también. Porque ahora somos más de Robespierre. 


Patxi Irurzun
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