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CRÓNICA DEL ÚLTIMO CONCIERTO DE BARRICADA (Gara)

Nov 25, 2013   //   by admin   //   Blog  //  1 Comment
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¡¡¡BAAAARRICADA, BAAAARRICADA, BAAAARRICADA!!!

El tercer y definitivo concierto de despedida de la banda hizo vivir una noche inolvidable, llena de recuerdos, emociones, sentimientos encontrados, ausencias… Barricada ha sido mucho más que una banda: una seña de identidad, un fenómeno sociológico, un montón de recuerdos. Toda una vida. Se va el último de los grandes grupos del rock vasco, pero nunca diremos adiós a sus canciones. Agur, Barricada! ¡Gracias, Barricada!

Patxi Irurzun

Lo dijo Kutxi Romero (Marea): “Quien no quiere a los Barri no quiere a su madre”. Y aquellos que estaban en el Anaitasuna este sábado despidiendo al grupo es evidente que han crecido amamantados por ellos, por su rock callejero. Gritaban fuerte y emocionados cada estribillo las hijas e hijos de Barricada, en este largo, triste y multitudinario adiós,  y lo gritaban también por todos los que no estaban pero tenían su corazón sobre la pista o en las gradas, por todos los seguidores del que ha sido, para bien y para mal,  mucho más que un grupo. ´
Se abarrotó el viejo Anaitasuna, el fortín en el que Barricada ha presentado puntualmente todos sus discos; el Anaita de las mejores noches, con un grupo y un público entregados desde el minuto cero, desde antes, en realidad, porque a lo largo de todo el día los “barriqueros”, muchos de ellos venidos desde muy lejos,  se habían dejado sentir por Iruñea, por los bares, en los que se pinchaban o se coreaban  las canciones de los viejos discos, en los conciertos de bandas tributo…
Antes de entrar, el ritual de las últimas cervezas, en el Boni y los otros bares de los alrededores; la reventa en las puertas del pabellón; gente que no desespera y espera el milagro de una entrada a última hora; las caras de felicidad y excitación en las colas… El público que se agolpaba en ellas, variopinto: cuarentones que tenían quince años cuando Barricada publicó “Noche de rock&roll”, chavales que se han enganchado al grupo en los últimos años, niños de la mano de sus padres que han aprendido las canciones sentados en el alzador del coche…

La ausencia de El Drogas
Ya dieron las diez cuando el concierto, el último concierto, empezó. Al igual que en los dos anteriores, se escuchó de fondo “One more kiss, dear”, canción de la banda sonora de “Blade Runner” (“Un beso más, querido, un suspiro más”), mientras una pantalla gigante proyectaba un recorrido en imágenes del grupo, en el que aparecieron quienes han pasado por Barricada a lo largo de estos 31 años: Sergio Osés, Mikel Astrain, Fernando Coronado… Y El Drogas, claro. Fue él quien se llevó la primera ovación de la noche, y fue de él de quien se hablaba en muchos corros, quien faltaba para que una despedida imposible hubiera sido perfecta (al menos para los que estaban abajo). Quien no quiere a los Barri no quiere a su madre ni a su padre, y desde que el grupo comenzó a romperse hace dos años, los seguidores han sufrido con la separación dolorosa de una familia extrañamente feliz. Se ha hablado mucho, demasiado, algunos, o muy poco, otros, se  ha intentado también pasar de puntillas, como si nada hubiera ocurrido, pero es evidente que la ausencia de El Drogas era uno de los temas del día y una de las espinas clavadas en estos conciertos de despedida y en el corazón del nombre del grupo. Probablemente porque efectivamente, Barricada ha sido mucho más que un grupo, un fenómeno sociológico, una seña de identidad. El Osasuna del rocanrol (su canción “Rojo”, de hecho, es un himno en El Sadar), con una afición apasionada que, por lo demás,  siempre ha sabido responder en los momentos que se necesitaba, en las noches de rock&roll, como las de este fin de semana.

Canciones que sonaron por dentro
Con “Esta es una noche de rock&roll”, precisamente, abrió fuego el grupo, y a ella siguieron “Písale”, “Objetivo a rendir”, “Pasión por el ruido”, “Lentejuelas”…  El público coreó el nombre del grupo desde las primeras canciones, y también estas, las canciones, dejando respirar a las gargantas de Boni y Alfredo, a quienes además dieron aire Ibi Sagarna a la batería y Ander Izeta al bajo, los músicos que han recorrido este último tramo del camino con Barricada.  “Oveja negra”, Callejón sin salida”, “Pon esa música de nuevo”… Los grandes temas  sonaban, uno tras otro, como permitía la antipática acústica del Anaitasuna, pero eso daba lo mismo, porque en realidad sonaban por dentro. Canciones llenas de emoción y de músculo,  capaces de poner en movimiento fardos de recuerdos.  Por el Anaitasuna pudimos ver de reojo a antiguos amores, a los viejos amigos, incluso a aquellos que ya no están… Allá estaba Natxo Cicatriz, por ejemplo, cuando se escuchó “A toda velocidad”.  Barricada era el último superviviente en activo de la hornada de grupos como Hertzainak, Eskorbuto, La polla, Kortatu… y hubo también algo de despedida a una época, a un modo de vivir la música, cuando esta era algo identitario, ritual,  contestatario. Hoy parece difícil pensar que puedan surgir grupos dispuestos a romper todo con su música y su actitud, pero también cabe imaginar que la cadena sigue, se transmite, al ver este sábado a familias enteras coreando abrazados las canciones de Barricada.
Con el tramo final del concierto todo se vino abajo: “Rojo”, “Animal caliente”, “En blanco y negro”… Y los bises, esta vez sí: “No hay tregua”, “Pídemelo otra vez”, “Barrio conflictivo” (con fans y miembros del equipo haciendo los coros) y el inesperado y emotivo final de “No sé qué hacer contigo” y “La silla eléctrica”. Una gran noche. Un nudo en el corazón. La convicción de que Barricada sigue dentro de todos nosotros, de que sus canciones nos acompañarán siempre y de que esto no acaba nunca, de que hay muchas más barricadas que poner. ¡Hasta siempre, Barricada!



EN DIARIO DE NOTICIAS CON MIKEL ZUZA Y FERTXU RODRÍGUEZ

Nov 25, 2013   //   by admin   //   Blog  //  No Comments

Literatura a seis manos

PATXI IRURZUN, MIKEL ZUZA Y FERTXU IZQUIERDO PONEN SOBRE LA MESA SU FORMA DE VER Y ENTENDER EL OFICIO DE ESCRITOR
PAMPLONA, FERNANDO F. GARAYOA
Mikel Zuza, Patxi Irurzun y Fertxu Izquierdo, tres sobresalientes visiones literarias en el Mesón de la Nabarreria.
Mikel Zuza, Patxi Irurzun y Fertxu Izquierdo, tres sobresalientes visiones literarias en el Mesón de la Nabarreria. (Unai Beroiz)

EL volumen denominado Antología narrativa vasca actual cierra la colección Escritores de nuestra tierra, que regularmente ha llegado los domingos a los kioskos gracias a la entente formada por DIARIO DE NOTICIAS y la editorial Pamiela. Se trata de una selección de 19 autores de diferentes generaciones, cada uno de los cuales aporta un pequeño relato o cuento.

Los navarros Mikel Zuza, Patxi Irurzun y Fertxu Izquierdo son tres de los integrantes de este particular dream team literario. Sentados al calor del Mesón de la Nabarreria, que tantas historias e historietas ha vivido entre sus paredes, dieron buena cuenta de su particular forma de ejecutar la literatura a la par que entablaron un sustancioso debate sobre su visión de la misma.

Mikel Zuza, que para esta antología han presentado el relato Eno-elegía, se puede decir que ha creado un género propio en el que sobre una base de hechos históricos reales, ambientados en la Edad Media, introduce una particular ficción, con elementos actuales, que dota en muchas ocasiones de nuevos finales a la propia Historia de Navarra. «Es un estilo difícil de explicar porque son cuentos que parten de algo que sucedió o pudo haber sucedido y que, actualmente, mezclo con cosas contemporáneas. Por ejemplo, en este cuento, el embajador del Rey aparece comiendo anchoas y bebiendo Martini. Yo hice la carrera de Historia, que me gustaba mucho y me sigue gustando… pero llega un momento en que te aburres, porque la Historia es la que es y no te puedes salir de ahí; ficcionarla o convertirla en literatura es lo que más me interesa. Yo le doy una visión propia que me parece más entretenida para el que la va a leer y, desde luego, para mí, que soy el que la escribo… Al final escribes porque te gusta a ti, y si luego les gusta a los demás, pues estupendo». Una ficción, eso sí, que abraza con fuerza la Historia de Navarra . «Lo que sucede con la Historia de Navarra es que es tan desconocida que permite jugar mucho. De críos nos hablaban, en los cuentos, del país de Nunca Jamás; pues bien, yo me di cuenta de que el país de Nunca Jamás es Navarra, porque nunca me habían hablado de ella, ni a mí ni a nadie, ni en la escuela ni en ningún lado. Esto te permite convertirla en país de cuento, más de lo que realmente fue, ya que mi Edad Media es muy idealizada e incluso contemporaneizada. Pero es que, aunque escribiera la realidad estricta, no la conocería casi nadie. Esta otra manera de acercarse a la Historia de Navarra me parece más apropiada».

Por su parte, Patxi Irurzun, el escritor de más larga trayectoria de los tres, cuentista por excelencia, se destapa con Filminas (Oráculo virolo),protagonizado por un alter ego que evidencia sus influencias, Patxi Naski, y se hace eco de otra de su caras como escritor: la literatura de viajes. «Cuento la historia de un escritor de literatura de viajes que, preparando una charla con filminas, sufre una serie de percances, se encuentra una antigua novia que le hace replantearse su vida y, además, al proyectarlas, se cuela por error una filmina bastante escatológica, que es lo que le da el tono tragicómico a un relato que sigue la estela de los que publiqué en el libro La tristeza en las tiendas de pelucas». Un aire literario, el punto tragicómico, en el que se mueve Irurzun como pez en el agua. «Cada vez me mola más que en un cuento puedas relatar algo que te haga partirte la caja y el párrafo siguiente te emocione o cabree. En el fondo busco lo mismo que decía Kiko Amat, el género de la literatura no aburrida». El escritor navarro vuelve de nuevo la mirada hacia el relato que ahora presenta y lo define como «una road movie a la navarra», con el punto de anclaje en Zarraluki. «El primer cuento que escribí lo inventé en una ciudad imaginaria pero que todo el mundo relacionó con Pamplona. Ahí me di cuenta de que uno tiene que escribir sobre lo que pisa, lo que conoce; por eso ahora siempre busco o escribo sobre cosas cercanas, Pamplona o Navarra». Una literatura cercana en las raíces pero lejana, en parte, en sus influencias, ya que el citado protagonista, Patxi Naski, recuerda inevitablemete a Henri Chinaski y por ende a Charles Bukowski. «Cuando pasé de leer las novelas de aventuras de Salgari o Jack London a descubrir a Bukowski tuve un cambio muy brusco. Pero igualmente me inspiran Maki Navaja, Mortadelo y Filemón o la música».

Fertxu Izquierdo completa este generacional trío literario con el relatoSe acabaron los libros. Bregado tanto en poesía como en prosa, su literatura sale habitualmente a la luz en euskera, por lo que este relato es una traducción al castellano. Un texto en el que la imaginación se hace fuerte, con apariciones estelares como la de Emilio Salgari. «El cuento quizá sea el género que menos he trabajado, ya que principalmente he escrito poesía y alguna novela. Este relato lo escribí para la revista Erlea, donde fue publicado en euskera, buscando una historia que tuviera relación con la literatura. Tiene parte de homenaje a esas novelas de aventuras que están un poco denostadas por el mundo literario más culturetilla, pero que han sido muy importantes porque a través de ellas muchos nos iniciamos en la lectura. De ahí la aparición en el relato, también como homenaje, de Emilio Salgari, autor de este tipo de novelas que tuvo una vida muy jodida, de hecho acabó suicidándose. Pero en esta historia, al igual que sucede en los relatos de Mikel Zuza, yo le cambio el final, jugando con la ficción».

Por otra parte, y ajeno a polémicas, Izquierdo se muestra a favor de la traducción al castellano de la literatura en euskera, «en su justa medida. Yo escribo en euskera y me gusta que se publique en euskera; pero luego hay un montón de gente, en mi propia casa, por ejemplo, que no sabe euskera. A ellos les puedo contar la historia, pero no es lo mismo, por eso también te apetece que esas personas tengan acceso a lo que escribes».

ENTRE AUTORES CONSAGRADOS Sus relatos, sus textos, verán mañana la luz rodeados, y arropados, por nombres como el de Joseba Sarrionandia, Xabier Montoia o Pako Aristi, lo que, inevitablemente, produce sensaciones encontradas entre la satisfacción y el respeto.

«Con este cuento a mí me ha sucedido una cosa curiosa -explica Patxi- ya que, en origen, estaba escrito para formar parte de una antología de relatos de viajes en la que también figuraban autores consagrados. Al final no les pareció políticamente correcto y, a pesar de haberme invitado a participar, no lo publicaron. Esto es algo que ya me ha sucedido otras veces, pero los cuentos acaban buscando su propio camino, como es el caso. Para mí es una alegría que comparta espacio con esos autores consagrados pero también con Mikel o Fertxu». A este respecto, Zuza apunta que «yo he pasado, por mi oficio de bibliotecario, de prestar sus libros a ver como das el salto al otro lado del espejo, lo cual es una alegría y hasta un honor, porque yo nunca me había visto en estos saraos». Por su parte, Izquierdo, más reflexivo, apunta que «habrá gente que se acerque a esta antología porque figuran nombres como el de Sarrionandia, y está bien porque gracias a eso igual leen tu relato también. Y, por supuesto, es un lujo compartir espacio con estos autores consagrados, pero también me mola coincidir con gente de aquí con la que vives el día a día».

GENERACIÓN Y CRISIS Patxi, 44 años; Mikel, 42; y Fertxu, 38, forman parte de una excelente hornada generacional de escritores de nuestra tierra, aunque esto de las generaciones no vaya con ellos. «Yo nunca me he movido por criterios generacionales -apunta Patxi-. Hay gente de aquí o de allá que te gusta como escribe independientemente de su edad o procedencia geográfica… Al final es como si las balas perdidas se fueran encontrando. Tanto a Fertxu como a Mikel los conozco de hace tiempo y esa cercanía sí que provoca que compartas más cosas. Pero en las literaturas nacionales y en las generaciones no sé si creo mucho…». Una opinión a la que se suma Fertxu: «Al final se trata más de una cuestión de afinidades, de que te guste lo que escriben otros. Pero, por otra parte, en lo que a literatura escrita en euskera, como realidad, sí tengo la sensación de que se abre camino, de que hay bastantes nombre nuevos y mucha mujer. Y también creo que se está saliendo mucho de los tópicos, como las novelas de Uxue Alberdi, situada geográficamente en Islandia, creo; un tipo de literatura que algunos han definido como generación Erasmus porque se trata de novelas escritas en los lugares más diversos».

Aunque los tres trabajan la imaginación y la ficción, su pluma no es ajena a la realidad que nos toca vivir. En este sentido, Patxi matiza que «yo siempre he escrito cuentos con un importante componente social y crítico. Lo que enlaza con la pregunta de si escribir sirve para algo… Y yo escribo pensando que sí, que sí puedes hacer algo por cambiar las cosas. El otro día leí una entrevista a Petros Markaris en la que decía que la crisis no es solo económica sino también es educativa, y afecta a las armas que puedas tener para pensar por ti mismo y rebelarte. Creo que la literatura es una de esas armas y escribir es una forma de resistencia». A este respecto, Mikel define su género como más «evocador, porque la realidad que me toca ya la vivo. Siempre me ha resultado difícil poner sobre papel lo que vivo. Lo que sí tienen mis cuentos es una parte educativa, que al principio era casi la parte fundamental y ahora se ha convertido, más bien, en el leitmotiv que me permite contar cosas». Finalmente, Fertxu apunta que «en mis relatos no es donde más se ve la cuestión social, aunque siempre intentas meter tu pincelada. Pero, sin embargo, la poesía que escribo sí está muy ligada a lo que vivo. Si esto sirve para cambiar la sociedad o no, al igual que Patxi, quiero pensar de forma optimista que ha sí estás aportando algo. Y si no es así, por lo menos queda como una crónica de cómo has vivido ese tiempo».

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