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LA RUTA DE LAS GARGANTAS QUEBRADAS

Jun 17, 2025   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Boni (Barricada) | @ XVIII Certamen de Rock de San Adrián (5… | Celes  Pellegrini | Flickr

Publicado en «Rubio de bote», colaboración para magazine ON (diarios Frupo Noticias) 01/09/2024

Retomamos por un día, a petición de algunos lectores, la subsección «Seis grados» y en esta ocasión vamos a intentar rizar el rizo, pues, además de hacer el recorrido circular, las personas que conectemos compartirán una característica: todos ellos son músicos con una zarza en la garganta.

Comenzamos con Lemmy Kilmister, el cantante de Motörhead, de quien versionó el tema Ace of spades el grupo salmantino 1945 con la colaboración de otro artista de voz aguardentosa: Kutxi Romero. “Quien no quiere a Barricada no quiere a su madre”, ha proclamado en alguna ocasión el cantante de Marea, y como buen vástago él regaló a sus progenitores artísticos la canción El trompo, interpretada por Boni, la voz más desgarradora del rock urbano, que nos dejaría huérfanos hace tres años al fallecer como consecuencia de un cáncer de laringe.

Otra Boni, Bonnie Tyler, la cantante galesa con una sima en la garganta, imprimió en nuestras meninges himnos como It’s a heartache, traducido al cancionero popular como “¡Qué se vayan, diles que se vayan!”. A Tyler la han comparado a menudo con Rod Stewart y de hecho los dos grabaron juntos una canción, Battle of the sexes, en la que resulta difícil distinguir sus voces… y sus peinados.

Rod Stewart, por su parte, es autor de una canción titulada Forever young, es decir, igual que la de Bob Dylan. Tan igual que Stewart tuvo que compartir los derechos del tema con el Premio Nobel de Literatura, a quien también versionó Joaquín Sabina en otro tema: El hombre puso nombre a los animales. Se dice que a Dylan no le gustó nada la versión de Sabina y que prohibió a este interpretarla. Cosa que no hizo el de Úbeda con Mikel Erentxun en el disco Tributo a Sabina, donde el donostiarra del diente mellado reinterpreta Lo niego todo.

Erentxun, me dirán ustedes, no pertenece al club de las gargantas arenosas, pero sí su compañero en Duncan Dhu, Diego Vasallo, y a ambos ha acompañado en alguna ocasión como músico durante sus giras el beratarra Joseba Irazoki, quien a su vez ha colaborado habitualmente con su paisano Petti, el cual grabó un disco compartido con Barrence Whitfield, músico que ha acompañado en alguna gira a Tina Turner, quien ha hecho más de un dueto con Joe Cocker. Cocker, a modo de curiosidad actuó en 1989 en Alsasua en un festival a favor de la ikastola local, donde seguramente incluyó en el repertorio su famosa versión del tema de los Beatles Whit a little help from my friends.

Y de otro tema de los Beatles, precisamente, Back in the USSR −y con él terminamos, es decir, regresamos una vez más a nuestro punto de partida−, hizo igualmente una versión uno de sus fans más inesperados: el terrible cantante de Motörhead, Lemmy Kilmister.

DE EZKABA AL ROCK & RÍOS (Seis grados)

Nov 27, 2023   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
Rock & Rios: Miguel Rios: Amazon.es: CDs y vinilos}

Publicado en «Rubio de bote» colaboración quincenal para magazine ON (diarios Grupo Noticias), 25/11/23

“¡A los nietos del rocanrol, bienvenidos!”, tuneaba para la ocasión la letra de su canción Miguel Ríos en el concierto del cuarenta aniversario del Rock & Ríos, aquel disco doble que muchos nos aprendimos de memoria a inicios de los 80. Estuve viéndolo hace unos días, en el Navarra Arena. Llegué por los pocos pelos que me quedan.

Venía del estreno de una obra de teatro, Ezkaba, que el grupo Iluna Producciones puso en escena en la abarrotada Casa de Cultura de Artica, en las mismísimas faldas del monte del mismo nombre que dicha obra. En la cima de este se levanta −aunque, en realidad, está hundido en la tierra como un enorme ataúd de piedra− el Fuerte de San Cristóbal, penal franquista del cual el 22 de mayo de 1938 huyeron ochocientos presos, que padecían condena en unas condiciones deplorables. Más de doscientos de ellos fueron abatidos por las laderas de Ezkaba o fusilados los días posteriores. El resto, apresados de nuevo. Solo tres pasaron la frontera, como dice la canción.

Mientras escuchaba a un, a sus 79 años, pletórico Miguel Ríos, me sentía raro, viejo y joven a la vez, y desubicado, sobrecogido todavía por la interpretación de los actores de Iluna. Para sacudirme esa extrañeza se me ocurrió hacer un ejercicio que ya en otras ocasiones he traído a estas páginas: los seis grados de separación, esa teoría que dice que mediante solo seis pasos es posible conectar a cualquier persona del mundo con otra. ¿Sería posible, pues, llegar de ese modo, además de en coche, desde Ezkaba hasta el Rock & Ríos?

Vamos allá. Uno de los presos que protagonizan Ezkaba, la función de Iluna, es un afiliado del sindicato anarquista CNT, en el que también militaba Federica Montseny, la que fuera la primera mujer ministra en España y quien durante un tiempo tuvo como chófer a un muchacho que mantenía una relación sentimental con la hermana de Sabicas, el gitano universal de la calle de la Mañueta de Pamplona, uno de los mayores genios de la guitarra flamenca de todos los tiempos, que contó entre sus admiradores y discípulos al gran Paco de Lucía, invitado en cierta ocasión a una de las entregas del programa “¡Qué noche la de aquel año!”, que presentaba… ¡Miguel Ríos!

Y para rematar, como hemos llegado de un extremo a otro en una sola frase, podemos hacer además el camino de vuelta, es decir, desde el Rock & Ríos hasta Ezkaba, ahorrándonos varios de los pasos, pues resultó que uno de los invitados de Miguel Ríos en el Navarra Arena fue El Drogas, quien en el disco de Barricada La tierra está sorda dedica una de las canciones a la fuga del fuerte (22 de mayo, aquella en la que precisamente entona eso de “Solo tres pasaron la frontera”) .

La canción en la que acompañó Enrique Villareal a Miguel Ríos fue, por cierto, Rocanrol bumerang. Y a mí −aunque quizás solo lo entendiera yo− me pareció muy apropiada para la ocasión.

De Ignatius J. Reilly a Tijuana in blue, y beguin the beguine.

Oct 21, 2019   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

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Publicado en Rubio de bote, colaboración quincenal para magazine ON (diarios Grupo Noticias) / 19/10/29

 

Hace poco descubrí con alborozo que Ignatius J. Reilly, el descacharrante protagonista de La conjura de los necios, y yo somos medio primos. En Una mariposa en la máquina de escribir (Cory Maclauchlin), la biografía de John Kennedy Toole, autor de este clásico de la literatura de humor, se revela que un tatarabuelo de Toole había sido socio del pirata vasco Jean Lafitte. Lafitte, de quien,  entre otras muchas hazañas, se cuenta que en una ocasión, cuando el gobernador de Nueva Orleans puso precio a su cabeza, dobló la recompensa a quien le trajera a su vez la cabeza del gobernador y además le ofreció de propina un barril de ron, fue quien inspiró un personaje de mi novela Los dueños del viento. Y, de propina también, con las peripecias de este pirata escribí para el grupo Vendetta la letra de la canción Jean Lafitte.

En Vendetta tocaba mi amigo Javiero Etxeberria, con el que compartí años de esclavismo en una fábrica que bien podría haber sido la que aparece en La conjura de los necios. Javiero, por su parte es hermano — y comparte grupo ahora en Los Hollister (otro nombre de reminiscencias literarias, en este paseo con la mochila cargada de libros y discos)— de Juan Luis Etxeberria, quien fuera guitarrista en la alocada tripulación de los añorados Tijuana in blue, y quien junto con uno de los cantantes del conjunto, Jimmi, se enrolaría en otra aventura llamada In vitro, en la que también participó Alfredo Piedrafita, guitarrista de Barricada.

En Barricada, como todo el mundo sabe, militaba otro pirata, El Drogas, que hablando de rock y literatura, acaba de incluir en su último, flamante y quíntuple  trabajo Solo quiero brujas en esta noche sin compañía (un verso este, por cierto, de Leopoldo María Panero) un disco dedicado al cuento Fénix del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro. No es la primera vez que El Drogas se inspira en un texto literario para armar un disco, ya lo hizo anteriormente en La tierra está sorda, de Barricada  (de nuevo otro verso para titularlo, este de Luis Cernuda) que partiendo de la lectura de la novela La voz dormida, de Dulce Chacón, es un excelente ejercicio de memoria histórica sobre la guerra civil y los cuarenta años de dictadura, cuyas excrecencias todavía seguimos padeciendo, como demuestran las recientes y miserables declaraciones hace unos días de Ortega Smith sobre las Trece Rosas, a quienes, por cierto, una buena manera de desagraviar es escuchar la canción Pétalos, que en este disco, La tierra esta sorda, Barricada les dedica.

También fue fusilada durante la guerra la pianista y activista anarquista y feminista Amparo Barayón, casada con el escritor Ramón J. Sender, de quien el grupo Kortatu adaptó un texto para su canción Esto no es el oeste pero aquí también hay tiros (a Billy the kid), incluida en el disco El estado de las cosas. Uno de los componentes de Kortatu, como todo el mundo también sabe, era Iñigo Muguruza, recientemente fallecido. Con Iñigo (qué pena, ojalá que allá donde descanse ahora haga el tiempo que a él le dé la gana) intercambié por correo en los últimos años algunos de nuestros respectivos trabajos (mi libro Atrapados en el paraíso por el primer disco de su grupo Lurra, de título homónimo, en el que se incluía la canción Atticus Finch, dedicada a este personaje de la novela Matar un ruiseñor, de Harper Lee).

Y de este modo nos vamos acercando al final de este recorrido, al último de sus seis grados (ya saben, existe una teoría que dice que una cadena compuesta por solo seis intermediarios nos conecta con cualquier persona en el mundo —por ejemplo a Ignatius Reilly con Tijuana in blue—; aquí, para rizar el rizo hemos hecho el camino de ida y vuelta y por rutas diferentes); y nos vamos acercando no solo porque Matar un ruiseñor transcurra en Alabama, a solo unos cientos de kilómetros de Nueva Orleans, sino porque otro de los componentes de Kortatu, Fermin Muguruza, hermano de Iñigo, ambientó uno de sus últimos trabajos, Irun meets New Orleans,  en esta ciudad, cuna de John Kennedy Toole, autor de La conjura de los necios, y de su inolvidable protagonista, el gran, en todos sus sentidos, Ignatius J. Reilly, mi primo (al menos en esta república de las letras y el rocanrol, no me quiten la ilusión).

 

Más «Seis grados»

DE KARMELE SAINT-MARTIN A LOU REED, o los caminos de esta sección son inescrutables

Sep 10, 2017   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog, seis grados  //  No Comments

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Publicado en semanario ON, suplemento semanal de diarios de Grupo Noticias (09/09/2017)

SEIS GRADOS
La teoría de los seis grados de separación dice que podemos conectarnos con  cualquier otra persona del planeta Tierra a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios. Aquí, además, hacemos el camino de vuelta.

Patxi Irurzun

 

DE KARMELE SAINT-MARTIN A LOU REED
 o los caminos de esta sección son inescrutables

Resultado de imagen de Karmele Saint MartinA lo largo de estos meses en esta sección estival hemos trazado una serie de itinerarios que, tomando como punto de partida la teoría de los seis grados de separación, la cual sostiene que cualquier persona, usted misma, está conectada con cualquier otro habitante del planeta Tierra a través de, como mucho, cinco intermediarios, nos ha llevado desde Cervantes hasta la Bruja Avería o desde Joaquín Luqui, pasando por Torrebruno, a Francisco de Goya y Lucientes. Y de todos ellos, a través de una ruta diferente, de nuevo al punto de partida (esa ha sido la particularidad de estas colaboraciones).

Los paseos han sido esos como podían haber sido otros, se han recorrido un poco al tuntún, al albur de la casualidad, que en ocasiones ha sido sorprendente,  y, aunque a veces ha habido que tomar atajos o dar rodeos, también hemos llegado a menudo a cruces de caminos en los que se podía haber enfilado uno de los mismos u otro, daba igual porque todos los caminos llevan a Roma (aunque ahora quizás sería más apropiado decir que todos los caminos llevan a un Mercadona o a un Mcdonalds).

Lo intentaremos demostrar en esta última colaboración, que iniciamos con Karmele-Saint Martín, la olvidada cuentista pamplonesa.

Karmele Saint-Martín(1895-1989), seudónimo de María del Carmen Navaz, es hija de la pedagoga, educadora y asistenta social María Ana Sanz (con ella podríamos comenzar a trazar uno de esos recorridos alternativos, pues entre los antepasados de este pionera republicana, se encuentra el guerrillero Javier Mina: Javier Mina se entrevistó con el Conde de Orgaz durante la guerra de independencia española; a uno de los antepasados de este general lo retrató El Greco, en El entierro del Conde Orgaz; de El Greco dijo Andy Warhol que era el dios de la pintura; y ya estamos en Lou Reed, que formó parte de la Velvet underground, cuya famosa portada del primer disco, la del plátano, como todo el mundo sabe, es obra de Andy Warhol).Resultado de imagen de VELVET UNDERGROUND

Pero volvamos a Karmele Saint-Martin. Escritora tardía, comenzó a escribir en la cincuentena, dedicando especial empeño a las narraciones cortas. Publicó varias colecciones de relatos, con una de las cuales ganó el principal concurso literario dedicado al género de la época, el Leopoldo Alas. La mayoría de sus cuentos tienen un toque Ligeramente negro (así tituló uno de sus libros), cuando no rotundamente macabro o siniestro y por ellos transitan a menudo personajes extravagantes, o de vidas y finales tremebundos (la mayoría de los cuentos de Saint-Martin se caracterizan por el final cerrado y sorprendente). Karmele Saint-Martín debería de ser reivindicada hoy en día, que tan en boga está la literatura negra, pero es lo que pasa cuando llegas antes de tiempo a los sitios, o antes de que llegue el fotógrafo: las portadas de colores son para los últimos invitados a la fiesta y para ti solo queda el blanco y negro de los viejos calendarios, como el que, de hecho, dedicó en 2009 el Instituto Navarro de la Igualdad a doce escritoras navarras, entre las que se encontraba Karmele Saint-Martin, es decir,  María del Carmen Navaz.

En dicho calendario, el mes de mayo se dedicó a Margarita de Navarra, la reina ilustrada de Navarra, entre cuyas obras literarias destaca el Heptamerón, colección de relatos escrita siguiendo el patrón del Decameron de Bocaccio, pero desde una perspectiva femenina. «La escritora que mejor sirvió a la causa de su sexo fue Margarita de Navarra, que propuso contra la licencia de las costumbres un ideal de misticismo sentimental y de castidad sin mojigatería, tratando de conciliar amor y matrimonio para honor y dicha de las mujeres», escribió sobre esta obra Simone de Beauvoir, a quien seguiremos ahora la pista para llegar de nuevo hasta Lou Reed. Simone de Beauvoir mantuvo una relación amorosa con el escritor estadounidense Nelson Algren, quien entre sus novelas cuenta con una titulada  Walk on the wild said y ya estamos de nuevo en Lou Reed, que como es bien sabido compuso una conocida canción con ese mismo título.

A partir de aquí los caminos de regreso de nuevo hasta Karmele Saint-Martin son infinitos. Podríamos retroceder hasta el mes de marzo del calendario del Instituto Navarro de la Igualdad, dedicado a Carmen Baroja Nessi, hermana de Pío Baroja y madre de Julio Caro Baroja, que escribió el prólogo de Nosotras, las brujas vascas, uno de los libros de relatos de Karmele Saint-Martin. O podríamos argumentar que Nelson Algren publicó algunas de sus novelas, como El hombre del brazo de oro, en la colección de libros Reno, donde también lo hiciera Sergius Piasecki con su maravillosa El enamorado de la osa mayor, un libro sobre contrabandistas, que comparte temática con otros de escritores navarros como Centauros del Pirineo de Félix Urabayen o La cuerda rota, de Pablo Antoñana, a cuya obra otro escritor navarro, Miguel Sánchez-Ostiz, dedicó Lectura de Pablo Antoñana. Y a partir de Sanchez-Ostiz, que también ha escrito en más de una ocasión sobre los Baroja, recuperar esa senda. O recordar que Albert Pla hizo una versión del tema de  Walk on the wild said de Lou Reed, y que también a Albert Pla lo reivindicó Sanchez-Ostiz desde las páginas de uno de sus dietarios, y retomar de nuevo la pista barojiana a través del escritor navarro.

Por no hablar de que Walk on the wild said la novela de Nelson Algren se llevó al cine en la película que conocemos como La gata sobre el Resultado de imagen de la gata negra nelson algrentejado de zinc caliente, en la que además del propio Algren, uno de los guionistas era John Fante, maestro de Charles Bukowski, sobre quien Francisco Umbral dejó escrito que era un Henry Miller de supermercado. Menos guapo, Umbral también le dijo de todo a Camilo José Cela en su libro Cela: un cadáver exquisito y (si no nos apetece tomar de nuevo la pista barojiana, que podríamos, dado que Cela visitó a Pío Baroja antes de morir y estuvo en su funeral) un hermano de Cela, precisamente, Jorge Cela Trulock, fue el editor de uno de las dos novelas publicadas por  Karmele Saint-Martín: Señoras de piso.

Los caminos del señor son, en definitiva, inescrutables, o el mundo es un pañuelo, y en esta enredadera de caminos y nombre es fácil desorientarse y perder el oremus. En resumidas cuentas, de lo que se trataba con estos Seis grados, era de hablar de los artistas, escritores, músicos, a los que admiramos (o de reivindicar a otros, como Karmele Saint-Martin o Maria Luisa Elío, injustamente olvidados) y de trazar al menos un mapa o poner en la mano de aquellos que también han podido sentir curiosidad o interés por ellos una brújula que les permita seguir su propia ruta. ¡Buen viaje!

DE ANGIOLILLO A BUNBURY pasando por el manicomio y la cárcel

Sep 3, 2017   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog, seis grados  //  No Comments

Publicado en ON, suplemento semanal de los diarios de Grupo Noticias 02/09/2017

 

SEIS GRADOS
La teoría de los seis grados de separación dice que podemos conectarnos con  cualquier otra persona del planeta Tierra a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios. Aquí, además, hacemos el camino de vuelta.

Patxi Irurzun

DE ANGIOLILLO A BUNBURY
pasando por el manicomio y la cárcel

Resultado de imagen de angiolilloAntonio Cánovas del Castillo fue, además de presidente del gobierno de España, un notable historiador al que, sin embargo, se le daba fatal pronosticar los acontecimientos futuros. «Para acabar con la insurrección en Cuba sólo hacen falta tres balas, una para Martí, otra para Maceo y otra para Gómez”, sentenció, por ejemplo (aunque gastó muchas más, en una guerra sangrienta e inútil a la que, bajo otra frase demoledora, “Hasta el último hombre y hasta la última peseta”, envió como carne de cañón a miles de hombres, que morirían  para nada, que es como se muere casi siempre defendiendo una patria, una bandera o a Dios). Las tres balas de Cánovas acabarían volviéndose contra él mismo, cuando el anarquista italiano Michele Angiolillo lo asesinara en el balneario de Santa Águeda, en Arrasate, disparándole tres veces, precisamente. Fue el 8 de agosto de 1897 y solo un año más tarde Cuba vencería la guerra de independencia y sumiría a España en una profunda y prolongada crisis.

Michelle Angiolillo, el asesino de Cánovas, era un periodista y linotipista italiano que había dado tumbos por Europa haciendo germinar las flores del evangelio ácrata sobre la sangre y el sudor obreros, derramados profusamente sobre la piel como un fósforo del viejo continente. Tras múltiples peripecias que incluían detenciones, fugas y cambios de identidad, recaló en Barcelona. En esa ciudad, en el año 1896, una bomba arrojada durante la procesión del Corpus acabó con la vida de doce personas y desató una represión indiscriminada que terminaría con casi quinientos detenidos encerrados en el castillo de Montjuic, muchos de los cuales sufrieron brutales torturas. Angiolillo, impresionado cuando algunos compañeros anarquistas le mostraron sus cicatrices, decidió tomarse la justicia por su mano y un año más tarde, el 8 agosto de 1897, se desplazó al balneario de Santa Águeda y atentó contra el presidente del Gobierno mientras este leía un periódico que ya estaba lleno de sangre antes de los disparos. Angiolillo había llegado días atrás al balneario, donde se inscribió bajo el alias de Emilio Rinaldi, corresponsal de Il popolo, y es probable que se hubiera cruzado en más de una ocasión con Cánovas o que incluso se hubieran saludado o entablado conversación.  Tras el asesinato, Angiolillo fue detenido sin ofrecer resistencia y trasladado a la cárcel de Bergara, donde sería ajusticiado a garrote vil días más tarde. Moriría gritando “¡Germinal!”, título de la famosa novela de Emile Zola y consigna de guerra anarquista.Resultado de imagen de revista globo rojo mondra´gon

Una de las consecuencias menores del atentado fue la caída en desgracia del balneario, un remanso de paz cuyas aguas se habían visto súbitamente enturbiadas y su reconversión en hospital psiquiátrico, tras ser adquirido por la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios.  Hasta entonces los enfermos mentales vascos acostumbraban a ser enviados al manicomio de Zaragoza, y la apertura del nuevo establecimiento supuso el regreso a “casa” de muchos de ellos, que volvieron en un tren denominado el tren de los locos, al igual que sucedió años más tarde, en 1904, con los pacientes navarros, o los alienados, como los calificaba la prensa, que se hizo amplio eco de la apertura del nuevo Manicomio Vasco-Navarro (así se llamaba, cuando a todo el mundo, hasta al Diario de Navarra, decir vasco-navarro le parecía lo más natural del mundo) y del traslado al mismo, en un tren especial, de ciento cincuenta orates procedentes de Zaragoza. Las crónicas incluían algún que otro detalle jocoso, como un diálogo entre uno de los directores del nuevo frenopático y uno de los locos, en el que el primero preguntaba al segundo si era epiléptico y este contestaba que no, que de Cascante.

Pero volvamos a Arrasate. En su manicomio comenzaría a publicarse muchos años después, en la década de los 80, una revista llamada Globo Rojo, escrita y encuadernada por los propios internos (el título fue elegido entre otros muchos como Estoy de pastillas hasta las pelotas, Dirección de juventud o Los salvajes se pegan) que alcanzaría su momento de gloria cuando en el centro recaló uno de los poetas más ilustres e idolatrados en el altar del malditismo de las últimas décadas, Leopoldo María Panero, que no solo escribió en aquel lugar alguno de sus más célebres libros, como Poemas del manicomio de Mondragón, sino que colaboró activamente en la susodicha revista (cuyos números pueden descargarse en este enlace: https://drive.google.com/drive/folders/0B_JcP4T6G7QjTk5QRmNCYlFFUEk).

Imagen relacionadaLa poesía tenebrosa, alunada, escatológica, culta, pop, inquietante y visionaria de Panero atrajo en sus últimos años de vida, como una lata de cocacola atrae a las moscas, a numerosos artistas y músicos, a los que recibía a cambio de cigarrillos rubios que fumaba con la avidez con que solo fuman los locos y sus dedos y sus cerebros amarilleados y descosidos por las quemaduras. Panero, que despertaba esa fascinación, no se sabe si tanto por sus versos como por su leyenda (es magistral la biografía del poeta escrita por J. Benito Fernández: El contorno del abismo, en donde el abismo es Leopoldo María Panero untando curasanes en los charcos de París y el contorno la España opresiva y enloquecedora en la que vivió —Leopoldo María Panero, homosexual,  atrabiliario, desequilibrado, era hijo de Leopoldo Panero, poeta oficial del régimen franquista—).

Entre los artistas que visitaron a Panero, no ya en Mondragón, sino en el psiquiátrico de Las Palmas de Gran Canaria, se encontraba Enrique Bunbury, que grabaría un disco con versos del poeta junto a Carlos Ann, Bruno Galindo o José María Ponce (no lo he escuchado, pero espero que sea menos sonrojante que el video titulado Un día con Leopoldo Panero, en el que Bunbury y Ann sacan de paseo a Leopoldo María; aunque la desconcertante presencia en ese disco de Ponce, actor y productor porno, no es muy halagüeña).

Panero ha inspirado, además,  a otros artistas: lo han cantado, por ejemplo,  Ruper Ordorika, en el tema Peter Punk; ha sido trasunto literario en novelas de Roberto Bolaño o Jesús Ferrero (quien, por cierto, lo invitó a un ciclo de conferencias en Pamplona, en el que también participó Roberto Bolaño, quien en la última entrevista que concedió antes de morir confesó haber sentido en aquella ocasión miedo no de Panero, sino de sus fans); y al poeta Gsus Bonilla Panero se le estuvo apareciendo durante algún tiempo, después de muerto, como recoge en su libro El del medio de los Panero, una reivindicación del poeta, más allá del espantajo y el monstruo de barraca de feria en el que se convirtió al final de sus días. Es más que probable que alguno de los libros de Bonilla o de Panero se encuentren en las baldas de Angiolillo liburutegia, la biblioteca del gaztetxe de Bergara, pues este ocupa la cárcel vieja de esta localidad, la misma cárcel en la que fuera ejecutado el anarquista italiano, ubicándose dicha biblioteca, en la que no faltan clásicos de la literatura ácrata, en la mismísima celda en que permaneció encarcelado Michele Angiolillo, en una sorprendente carambola del destino.

 

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