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RESEÑA DE ESTHER RECIO

Dic 19, 2016   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

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Hacía muchísimo tiempo que una historia de aventuras no me atrapaba tanto, me ha recordado muchísimo a La leyenda del ladrón, en otros momentos a El mar de los hombres libres, y de la mitad de la historia al final a la trilogía de Martin ojo de plata.
Si os gustaron algunas de estas historias ésta la superara con creces, intensa, entretenida, una lectura sencilla pero no exenta de emociones.

Joanes de Sagarmin, nos relata su lucha por su vida y la libertad.
Corre el año 1610. Comenzará por una niñez sencilla, la dulzura de sus padres, la sabiduría y esencia de su abuelo, gran amante de la música. Juntos viven en la aldea Navarra de Zugarramurdi, gente sencilla, amistosa y trabajadora, pero un día aparece en el pueblo una mujer que sacudirá en mayor o menor medida la vida de todos ellos. Comienza la famosa caza de brujas de Zugarramurdi y con ella el caos, la desolación y la locura. Muchísima gente cayó en las redes de la Inquisición de las que nunca salieron, esto llevó a un gran aumento de huérfanos, desprotegidos y señalados por sus propios vecinos y la justicia.
Joanes se une a otros huérfanos que huían al igual que él de la justicia o más bien las injusticias de la vida. Huyen al sur de Francia junto a los corsarios vascos intentando buscar serenidad y sentido a sus vidas. Años después ponen rumbo al Nuevo Mundo, donde intentarán comenzar una vida donde nadie los catalogue y puedan vivir en paz y con libertad.
Joanes vivirá con piratas, corsarios, bucaneros, filibusteros … tendrá una vida ajetreada e imparable, pero hay algo que siempre lo mantiene con vida, la música.

Una extraordinaria aventura, que atrapa, que por momentos te corta la respiración y no puedes parar de leer, donde a pesar de la crudeza y dureza de la historia, también vivirá momentos inolvidables de felicidad, momentos poéticos, de amor por la familia, por la amistad, por su tierra, por el mar, pero sobre todo por la música con ella se siente siempre vivo y con ella mantiene vivo el recuerdo y la ternura de la infancia y siente que mientras haya música existirán el recuerdo y amor por sus padres y por su abuelo.

 

LOS DUEÑOS DEL VIENTO (Ultimas reseñas, entrevistas y presentaciones)

Dic 19, 2016   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

En el informativo territorial de La Rioja de RTVE (A partir del 21:45)

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Entrevista en Argia

En Mugalari

En el blog de David Tijero

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En RNE

 

En el católogo de Hipermercado Leclerc

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En revista ON

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En Ze berri?

En la revista El mono

En Diario de Noticias

Elena Aldasoro y Marian Lumbreras.

Alsasua

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Santander

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Logroño

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Club de lectura de Santos Ochoa (Logroño)

Txantrea

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Durango

Durango Azoka

CONTINENTE SUMERGIDO

Dic 19, 2016   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

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El hombre-pez de Liérganes, según cuenta el Padre Benito Jerónimo Feijoo en su Teatro crítico universal,  desapareció un día del año del señor de 1674 mientras nadaba en la ría de Bilbao y cinco años más tarde fue atrapado en la bahía de Cádiz.  Los pescadores que lo atrajeron hasta sus redes lanzándole trozos de pan lo tomaron por un tritón, un ser mitológico mitad humano-mitad pez, pues tenía el cuerpo cubierto de escamas, hasta que pronunció balbuceante una sola palabra: el nombre de su pueblo natal, Liérganes. Llevado hasta esta localidad cántabra, el hombre-pez se dirigió por su propio pie hasta su casa, donde su madre y sus hermanos, que lo daban por muerto, lo reconocieron alborozados y entre ellos vivió apáticamente, sin mostrar interés por nada humano y terrestre, nueve años más, al cabo de los cuales volvió a desaparecer, sumergido en las aguas del misterio, pues nunca volvió a saberse de él.

¿Qué sucedió durante esos cinco años en que Francisco de la Vega Casar,  que así se llamaba este portentoso nadador, permaneció desaparecido? ¿Se convirtió en un habitante de la Atlántida, el misterioso continente sumergido, del que durante siglos no hemos sabido nada hasta que dibujaron a Bob Esponja?  ¿Regresó a él al cabo de esos otros nueve años?… La respuesta quizás sea más mundana y, seguramente, el hombre-pez estuvo vagabundeando por toda la península durante años, durmiendo a la intemperie y comiendo a salto de mata, gracias a la caridad y los pequeños hurtos. Las escamas de su piel serían consecuencia de una enfermedad cutánea, fruto de la mala alimentación y la falta de higiene y casi con toda certeza, como sucede a menudo con quienes viven en la calle, sufriría alguna enfermedad mental. De su vida anterior lo único que habría salvado sería el hábito y el gusto por la natación y practicándolo habría sido como cayera en las redes de los arrantzales gaditanos.

Las leyendas tienden a embellecer o maquillar los granos de la realidad (por ejemplo, ¿de verdad a Fidel Castro lo intentó matar la CIA seiscientas veces? Pues entonces o el comandante era el supercomandante o menudos paquetes los de la CIA…) y del mismo modo tampoco hoy existe una Atlántida neoliberal habitada por felices parados de larga duración que se mueven durante lustros como peces bajo el agua de las ayudas sociales o por sintechos que se alimentan con platos precocinados que cuelgan de las ramas de árboles submarinos.

La realidad es mucho más hiriente y palpable y existe, efectivamente, ese continente sumergido, pero es bien distinto; un continente oculto pero real en el que, tal y como relataba en su Facebook hace poco el periodista Emilio Silva, algunos chavales almuerzan “bocadillos solidarios”: bocatas que recogen, discreta y gratuitamente, en cafeterías de institutos y que se sufragan con aportaciones de profesores y asociaciones; chavales que solo se duchan con agua caliente después de las clases de gimnasia; una “generación plato único” —como la bautizamos aquí hace tiempo—que tiene que hacer sus deberes con forros polares y a la que solo hace visible las llamas de los contenedores. Modernos tritones, lamias chapoteantes en la charca cenagosa de la precariedad, que durante estas vacaciones navideñas se van a quedar sin almuerzo y tendrán que buscar trozos de pan mojado en un mar de incertidumbre y desigualdad.

 

Publicado en Rubio de bote, ON, suplemento de Grupo Noticias 17/12/16

ENTREVISTA A PEDRO UGARTE

Dic 7, 2016   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  1 Comment
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Fotografía: Laura López

“Es terrible, pero muy posiblemente la felicidad apenas sea un accidente”


Pedro Ugarte, escritor

 

Pedro Ugarte vuelve al género del cuento con Nuestra historia, una colección de relatos que enfoca temas como la crisis económica o la búsqueda de la felicidad desde la distancia corta de las escenas domésticas y los personajes comunes.

Patxi Irurzun. Iruñea 

Bukowski decía que en sus relatos prefería narrar la vida de un vagabundo norteamericano actual que la muerte de un dios griego. Y, del mismo modo,  en los cuentos de Pedro Ugarte las epopeyas de hoy en día son pagar una hipoteca o mirar las grietas que comienzan a abrirse en una relación de pareja. En Nuestra historia el autor bilbaino vuelve a ponerse las gafas de su personaje recurrente, Jorge, para contarnos diez historias comunes que podrían ser las nuestras, pues muestran anhelos, alegrías y fracasos universales.

Un nuevo libro de cuentos… Hipolito G. Navarro decía que entre cuento y cuento escribía una novela. ¿Cuál es su relación con el género, cómo ha escrito estos cuentos, los ha recopilado de diferentes épocas, los has escrito pensando en que formaban parte de un todo?

Creo que escribir cuentos se parece a escribir poemas. Una novela exige una planificación, un diseño. Pero los poetas escriben poemas como los narradores breves escribimos cuentos: como una forma de respirar. Luego, con el tiempo, planteas crear un libro. Digamos que si en el novelista la planificación precede a la redacción, en el caso del autor de libros de cuentos ocurre exactamente al revés.

He leído Nuestra historia a la vez que una novela, Stoner, que cuenta la vida anodina de un profesor universitario, y he encontrado coincidencias con sus Jorges.  Stoner podría ser Jorge. ¿Quería abordar ciertos temas –la crisis económica, la búsqueda de la felicidad, las relaciones familiares- desde la perspectiva de unas vidas aparentemente comunes?

Hay una anécdota de Philip Larkin bastante significativa al respecto: le reprochaban que sus poemas no alzaban el vuelo, que se dedicaban a cosas muy concretas. Él contestó: “¿De veras? ¿Y a qué dedican el tiempo las otras personas? ¿a matar dragones?”. La verdad es que en literatura me gusta trabajar las distancias cortas, escenas domésticas, pocos personajes: todas las ambiciones, las alegrías y los fracasos del universo se encuentran exactamente ahí.

El título, Nuestra historia, ¿busca una identificación con las historias de los personajes?

En literatura los títulos deben tener un poso equívoco, una dimensión plural. En Nuestra historia esa potencialidad reside en el posesivo “nuestra”. ¿A la historia de quién se refiere el autor? ¿A la suya, la de su familia, la de su país, la de su tiempo? Todas esas interpretaciones serían posibles, y ninguna excluiría a las otras.

¿Cree que en las vidas normales hay también grandes historias?

Espero sinceramente que sea así: me he pasado la vida escribiendo sobre vidas normales, en la esperanza de que en ellas aniden buenas historias. Sería muy duro llegar, a estas alturas, a la conclusión contraria.

Jorge es un personaje recurrente en su obra, pero ¿no es más bien un recurso, un alter ego? ¿Es siempre el mismo Jorge o hay muchos Jorges?

Jorge ha protagonizado cuatro de mis seis novelas y unos sesenta cuentos. ¿Quién es Jorge? Realmente, le han ocurrido tantas cosas que es imposible que una sola vida humana pudiera reunirlas todas. Yo interpreto que Jorge es una mirada, un modo de ver la vida, o de padecerla. Mis lectores saben que, cuando me están leyendo, van a ver la realidad a través de unas gafas especiales. Esas gafas pertenecen a Jorge.

Hablando del punto de vista, ha dicho que le cuesta cambiar el punto de vista de un narrador masculino, que apenas has escrito desde los ojos de una mujer…

Realmente es una incapacidad. Me admiran los escritores, hombres y mujeres, capaces de ponerse en la piel del otro sexo. Voy a confesarte un pequeño triunfo: tras cuatro décadas de trabajo, hace poco logré terminar un microrrelato de dos páginas cuya voz pertenece a una mujer: para mí ha sido una experiencia extraordinaria, como escribir La Ilíada…

Nuestra historia destila un tono tragicómico, no sé si es pretendido, o una manera de abordar temas delicados: las dificultades económicas, las rupturas…

Me interesa la ternura, la emoción, tocar teclas sensibles. Como vengo de una narrativa anclada en el humor, se ha producido una conjunción de sensaciones distintas. Es un tono que me gustaría perfeccionar: contemplar la realidad a través de una sonrisa triste, digamos, pero es difícil.

En relación con ese tono tragicómico, hay algo esperanzador en algunos cuentos, donde la felicidad se encuentra precisamente en el centro de una situación crítica, casi desesperada…

Nuestra historia también quiere reflexionar sobre la felicidad. Y la felicidad se halla, por definición, en lo inesperado. Basta que busques de forma premeditada un espacio de felicidad para que te garantices que no llegue nunca, o que aquel lugar en que te encuentres no la contenga de verdad. Es terrible, pero muy posiblemente la felicidad apenas sea un accidente.

La felicidad, de hecho, o su búsqueda, es el hilo conductor de Nuestra historia, de todas las historias o vidas, en general. De hecho, creo que el libro tuvo algún título anterior que incluía la palabra.

Juan Casamayor, mi editor, participa en el proceso de edición de forma activa y personal. De los diez cuentos de Nuestra historia me sugirió que cuatro de ellos cambiaran de título y yo acepté esa propuesta en tres de ellos. Decidimos más tarde que el libro se titulara como el último relato de la colección, Opiniones sobre la felicidad, pero luego pensamos que esa expresión, en la portada, podría llevar a confundirlo con un libro de autoayuda. Después de muchas vueltas, y con el libro a punto de entrar en imprenta, la escritora Txani Rodríguez acortó la enésima propuesta y dio, por fin, con el título que ahora lleva. Nuestra historia debe mucho a Txani y a Juan.

Publicada en Gara 6/12/2016

 

 

 

MILLOGINARIOS

Dic 4, 2016   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Resultado de imagen de doña manolitaPublicado en Rubio de bote (semanario ON), 03/12/2016

La cola interminable baja por la madrileña calle del Carmen y antes de llegar a la Puerta del Sol, dobla una de las manzanas, escarbando en ella como un gusano nervioso y hambriento. Llueve un calabobos que se filtra hasta los huesos, pero nadie se mueve de su sitio, aunque la espera se prolongue horas. Es la cola para la administración de lotería de Doña Manolita, donde los sueños se maceran en agua que cae contaminada del cielo. A veces alguien se impacienta, pero varios hombres se encargan de mantener el orden. Cuartean la fila para dejar despejadas las entradas de las otras tiendas, y van haciéndola avanzar en pequeños grupos con el ademán autoritario de aquel a quien le han puesto un uniforme, aunque este sea un chaleco fosforito de los chinos.

Son, probablemente, esos hombres,  los mismos que hace años compraban oro y lo anunciaban en los cartelones que llevaban colgando del cuello. La fortuna pasa por sus dedos sin detenerse nunca, y ahora los exhombres-anuncio también tocan sin impresionarse los hombros de quienes opositan para millonarios.

Alguno de estos últimos quizás saque plaza. En Doña Manolita toca siempre, igual que en Sort (en cuya administración La Bruixa d,Or se vende algunos años uno de cada cinco décimos de la lotería de Navidad), o igual que le tocaba siempre a Carlos Fabra, que no es que fuera un hombre con mucha suerte sino con mucho dinero y muy negro. Es pura matemática. A algunos de quienes esperan en la cola de Doña Manolita les tocará la lotería, otros tendrán un infarto, o un accidente, a alguno puede incluso que le parta un rayo: las posibilidades de esto último, de hecho son, estadísticamente, las mismas de que les caiga el gordo.

La lotería toca mucho también en barrios obreros, o con muchos inmigrantes, barrios asolados por el paro, la pobreza energética… Lo dirán el día del sorteo en los telediarios (bueno, en vez de barrio dirán barriadas) y al presentador le temblará emocionado la voz  y después esta recobrará su temperatura habitual y contará en un tono de máquina expendedora que alguien a quien iban a desahuciar se ha suicidado, o que ha habido otro motín en un CIE o que un futbolista causa baja por la rotura de un ligamento cruzado anterior para el partido del siglo que se juega cada fin de semana…

La cola, mientras tanto, en Doña Manolita, sigue avanzando lentamente. A quienes esperan en ella la vida se les va en una respiración vaporosa y blanca con la que construyen castillos y chalets adosados en el aire.  Cuando uno compra un boleto de la lotería en realidad es eso lo que compra. Durante unas semanas es milloginario, o sea millonario imaginario. Y administrador de cuentas. Y filántropo.  “Si os tocara la lotería ¿qué haríais?”, pregunta cuando se junta a cenar con unos amigos. Y algunos cubrirían agujeros (y cuando los escucha uno piensa qué tipo de agujeros son esos, ¿agujeros negros?) y otros se harían trotamundos (con VISA oro), y todos se vuelven repentinamente espléndidos, y dicen que por supuesto repartirían entre sus familia y sus amistades, pero casi inmediatamente empiezan a hacer mentalmente listas negras y categorías, “¿Juantxo es amigo o solo conocido?”…

Y así pasa la mañana, en la madrileña calle del Carmen, con la suerte agazapada entre tiendas de pijamas y de telefonía móvil y cafeterías que huelen a churro y gitanas con ramitas de romero que, bajo la lluvia sucia,  leen la buenaventura, pero no saben a qué número le caerá el gordo, mi alma.

 

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