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AGUR VENDETTA! Entrevista para ON

Jul 1, 2018   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

“SOMOS OBREROS DE LA MÚSICA”
VENDETTA

Tras diez años de ska y rock, de carretera y parranda, de emoción y rebeldía, la banda navarra dice adiós en su mejor momento, tras publicar su aplaudido “Bother”. Dejan cinco discos y algunas canciones inolvidables como Begitara begira, Botella de ron o Udarako gau luzeak

Patxi Irurzun/ Publicado en magazine ON (suplemento semanal de diarios Grupo Noticias 29/06/2018)

Cuando hace unas semanas Vendetta hizo público el comunicado que anunciaba su despedida, la noticia sorprendió y entristeció a sus seguidores. Y a sus padres (o al revés, y a sus hijos).  A lo largo de la década en que el grupo ha estado en activo su música ha puesto a bailar a diferentes generaciones: adolescentes, jóvenes, cuarentones que todavía se creen jóvenes… Buena parte de su éxito es el esqueleto ska de sus canciones que no han tenido miedo de rellenar con músculo rockero, aires mexicanos, incluso con el nervio electrónico que recorre todo su último disco.  Eso, y la actitud de una banda que siempre ha funcionado como una cooperativa, como un grupo de amigos y con un objetivo claro: divertirse y hacérselo pasar bien a quienes escucharan sus canciones. Atrás dejan cientos de conciertos y cinco discos, con algunas temas inolvidables, como Botella de ron o Begitara begira. Los cinco miembros del grupo navarro (Javiero Etxeberria, Pello Reparaz,  Luisillo Kalandraka, Ruben Antón y Enrikko Rubiños) han recorrido juntos un camino que,  inevitablemente, como en la vida misma, toma al final del mismo otras direcciones, desemboca en otros caminos, lleva a otros territorios. Se separan en una decisión tomada en auzolan, como siempre ha funcionado la banda. Sobre todo ello, y sobre todo lo que han encontrado a lo largo de ese viaje (los duros inicios, las giras internacionales, algún que otro concierto que acabó siendo un puro infierno, los jirones de alma dejada en cada canción) charlamos con tres de los integrantes del grupo: Javiero, Pello y Luisillo.

 

 La primera pregunta me imagino que ya se imaginarán cuál es…

Javiero: ¿Por qué nos llamamos Vendetta?

(Risas)

No, por qué deciden separarse, claro.

Pello: Es una decisión artística.

Luisillo: Y una evolución lógica dentro de una banda. Somos cinco personas que hemos ido muchos años por el mismo camino hasta que, simplemente, las vidas se separan y hemos decidido tomar caminos diferentes, sin ningún mal rollo ni mala intención.

Javiero: En realidad, aunque no lo parezca, la nuestra es una trayectoria muy larga, de diez años, que los hemos vivido a tope, sin parar, son diez años que parecen veinte.

Sí, porque echando la vista atrás el grupo nace en 2009…

Pello: De cara al público sí, ese año publicamos nuestro primer disco, pero nosotros en realidad empezamos a ensayar ya en 2007, luego ya hicimos algún bolo, salimos en un disco recopilatorio con otras bandas…

¿Tenían claro ya desde entonces que iba a ser un grupo de ska?

Luisillo: En principio sí, o al menos que esa iba a ser la columna vertebral, de la que partíamos con algunas canciones de Javiero,  y que a ello se iba a sumar lo que cada cual aportara.

Javiero: En realidad veníamos de una situación bastante parecida a esta, casi todos llegábamos de Skalariak, después de otro ciclo de diez años con el grupo, y los que vivíamos en Iruña queríamos seguir por esa línea del ska…

Pero, aunque es cierto que la mayoría procedían de Skalariak y que la columna vertebral del grupo es el ska, Vendetta también ha sido un grupo muy heterogéneo, no solo musicalmente, también en cuanto a la edad, el idioma de las canciones…

Pello: A nivel de influencias, es cierto, somos gente de diferentes generaciones, que ha oído música diferente, que ha ido cambiando de gustos, evolucionando, que ha vivido cosas diferentes,  y todo eso no ha hecho más que enriquecer a Vendetta a nivel artístico, cultural… Hemos querido y creo que hemos sabido darle homogeneidad a toda esa pluralidad que yo creo que además representa en cierto modo muy bien lo que hay en Navarra, y es algo de lo que estamos muy orgullosos.

Esa pluralidad de alguna manera también es la que ha conformado no solo al grupo sino además a su público, también muy variado ¿no?

Luisillo: Claro, porque por un lado estábamos Javiero y yo que llevábamos dando la brasa una porrada de años; luego estaban los que cuando empezamos estaban en la universidad y que arrastraban a público de ese ámbito y esa edad;  y luego los quinceañeros, que son los que van a los conciertos (nosotros los cuarentones preferimos ya la butaca, la cervecita…).

Javiero: Hemos abarcado tres décadas.

Luisillo: También ha ayudado en eso que nosotros hagamos ska, una música para bailar, sin mucha distorsión, pero que a la vez tiene su punto rockero…

Vendetta es un grupo que, efectivamente, ha llegado a mucho público, ha tocado mucho, pero aquellos inicios supongo que habrían sido duros…

Luisillo: Sí, sobre todo viniendo de un grupo como Skalariak (de donde procedíamos cuatro de los cinco, todos menos Pello), que había tenido cierto éxito, con lo cual parecía que después de eso no había vida. Pero tocó picar piedra y creer en nuestra película. Partimos de cero, sin intentar tampoco hacer continuidad de la anterior banda. Y pasamos de tocar para dos mil personas a tocar para veinte. Pero en el fondo aquello también tenía su encanto, porque era como ir viendo cómo crecía la criatura. Si hubiéramos seguido como hasta entonces, tocando para tanta gente, no sé si hubiera tenido la misma gracia, o lo hubiésemos  valorando tanto…

Pello: Todavía sigue pasándonos a veces, en realidad: cuando tenemos conciertos fuera, en el extranjero, en Suiza, Latinoamérica, o incluso por el estado, en el sur. Y eso, tocar ante poca gente, es un poco como volver a las raíces.

Luisillo: Y además es ahí donde se ve la reacción del público, en ese contacto más directo, cuando ves los ojos a quienes te están viendo y te das cuenta si se está emocionando o no… Mirarse a la cara es muy importante.

Pello: Son cosas diferentes. Cuando tocamos aquí, la gente se sabe las canciones, las canta, baila… Es una especie de fenómeno de masas, y antes de salir a tocar ya sabes que está todo el pescado vendido; y en esas otras ocasiones, tienes que salir a ganarte a pulso es ese público, se trata de algo más primitivo.

Luisillo: Yo recuerdo por ejemplo un concierto cuando empezamos, en 2008, en Erratzu, en el Zubi Punta, que nadie nos conocía, y se montó un pollo impresionante, y fue un momento importante para nosotros, que nos dio mucha confianza, porque que nos dimos cuenta de que lo que hacíamos merecía la pena. Igual sin aquel concierto en un bar Vendetta nunca habría sido lo que es ahora…

Cuando empezaron fue también importante que pronto salieran a tocar fuera, a rodarse en el extranjero…

Luisillo: Sí, porque teníamos contactos de la gente que habíamos ido conociendo con Skalariak, en Suiza, Alemania…

Pello: Por aquí tocamos antes en Galicia que en Gipuzkoa.

Luisillo: Ese fue el primer concierto en que nos pagaron,  aunque luego nos gastamos el triple, en marisco y demás.

Otro de los momentos importantes para ustedes fue tocar en  los campamentos saharauis de Argelia

Luisillo: Aquello fue una experiencia brutal, a nivel de banda y personal para cada uno de nosotros.

Pello: Una experiencia revolucionaria. Nosotros fuimos a aportar algo y al volver la sensación era de haber regresado con mucho más de lo que habíamos llevado. Y eso, volviendo a lo mismo de antes, es cuando te das cuenta,  de esa forma más primitiva, de que es lo que realmente vale, de que hay unos valores y unas energías que aquí tenemos olvidadas…

Luisillo: Es la diferencia que decíamos antes de salir a tocar delante de dos mil personas, que, vale, sales todo emocionado, pero cuando estás cantando delante de una persona, tetrapléjico, con un carnet de identidad español, pero olvidado por todos, que no es marroquí, ni español ni nada, en un hospital con unas condiciones tan precarias… Eso no se puede comparar con nada.

En Latinoamérica, por su parte, tuvieron una gira algo accidentada…

Javiero: A América hemos ido dos veces, y tuvimos un incidente, que hoy parece o lo recordamos como algo anecdótico pero que en su momento no lo fue tanto, aunque también es cierto que podía haber pasado en cualquier lado, porque en todos los sitios hay gente de seguridad que provoca mucha inseguridad. Hubo un problema en Chile, con un portero, que no  dejó entrar a un tipo, se montó una bronca, luego volvió el tipo con algunos colegas, con pipas… Desde allí fuimos a Argentina, y hubo de todo, desde tocar ante ocho mil personas con La Vela Puerca a hacerlo ante ciento cincuenta en una casa okupa, en la que parecía que se nos iba a caer el techo encima.

Pello: Es lo que decíamos antes. Nosotros somos obreros de la música, y hay días que te toca trabajar en una mansión y otros en casa de un colega, rompiéndole el baño.

Luisillo: Lo mejor de situaciones como esas es que a veces tienes que tomar decisiones en el momento sobre algo que no te habías ni imaginado que te podía pasar, entre cinco personas, y entonces toca mirarse a la cara y resolverlas entre todos.

Eso, tomar las decisiones en auzolan, es algo que siempre ha caracterizado al grupo, su manera de funcionar.

Luisillo: Sí, porque además de obreros somos cooperativistas.

Pello: Y esa ha sido siempre la esencia de Vendetta. Yo creo que esta decisión final de separarnos también tiene que ver con esto. Siempre hemos estado los cinco en el grupo, hemos funcionado de una forma muy compacta y esto lo hemos decidido también entre todos.

Y lo dejan además en un momento dulce…

Luisillo: Sí, hemos ido hacia arriba y ahora creo que estamos en lo mejor. Y eso, dejarlo precisamente ahora, es bonito, pero a la vez es igual lo más difícil, saber decir cuándo y cómo.

Pello: Ellos ya lo hicieron con Skalariak así y yo lo viví en aquel momento como un fan del grupo, y me pareció algo enorme, aunque igual no lo entendieras, y ahora lo estoy viviendo desde este lado y me parece algo maravilloso. En realidad, solo hay dos opciones: esta o la decadencia, y nosotros preferimos esta, dejarlo arriba.

En cuanto a lo puramente musical Vendetta ha sido un grupo de ska, pero al que, efectivamente, nunca le ha dado miedo innovar o experimentar.

Luisillo: El ska siempre ha sido el eje, la columnilla esa que sabemos que va a hacer bailar, y a ello le hemos ido sumando cada cual su aportación: Javiero es más rockero. Pello más electrónico, yo escribo de otra manera… Miedo no hemos tenido nunca. En los ensayos muchas veces hemos cogido canciones, las hemos probado en diferentes estilos, punk, mexicana, y elegíamos lo que más nos gustaba.

Javiero: Siempre hemos intentado hacer discos que no fueran aburridos, en el caso del último, Bother,  incluso metimos la electrónica…

¿Cómo recibieron sus seguidores ese giro?

Luisillo: Teníamos cierto miedo, no sabíamos si quizás estábamos haciendo un txundi-txundi que no se iba a entender, aunque en mi opinión estaba bastante moderado, y la gente lo ha aceptado muy bien.

Pello: Sobre todo porque no hay txundi-txundi, en realidad, es decir, no hemos hecho un disco de música electrónica, sino que hemos cogido algunos sonidos electrónicos para darle un aura moderna a nuestro estilo.

Luisillo: Y para que eso englobara todo el disco, todas las canciones, algo que hasta ahora no habíamos hecho.

La música ha cambiado mucho desde hace algunos años: la forma en que se escucha, la venta de discos. ¿Ustedes cómo lo han vivido? Por ejemplo, tomaron la polémica decisión de poner en descarga libre sus trabajos…

Javiero: Yo creo que desde el año 2000 ha habido un vuelco. Ahora mismo, por ejemplo, el cedé físico ya está desaparecido. Ha habido muchos cambios, los sigue habiendo a cada momento y estás realmente un poco perdido en cuanto a lo que es la industria.

Luisillo: En nuestro caso, pusimos los discos en descarga porque, por ejemplo, es muy probable que las compañías discográficas no te editen en Chile, pero si tú con las redes sociales llegas a gente que no te puede escuchar, que no puede comprar tu disco… Eso no te genera dinero pero provoca mucha satisfacción, y también la de pasar por encima del dinero de la discográfica a la que no le interesa que a ti te escuchen allí.

Javiero: Se trata también de adaptarse. Ahora el tema es Youtube, Spotify, videos, reproducciones, redes sociales, los móviles… Igual en realidad lo que se está es volviendo a los orígenes, a los años cincuenta, cuando se publicaban singles.

Pello: Igual también es una tendencia hacia algo más natural, a hacer canciones.  Aunque ahora hemos sacado este disco más conceptual, Vendetta nunca había tenido un concepto claro de disco. Todo está cambiando muy rápido. Nosotros tomamos la decisión de la descarga directa hace cuatro años y por aquel entonces tuvo mucha repercusión, pero hoy en día, en realidad, ya nadie se descarga el disco, se escuchan las canciones en Spotify, es decir, todo sigue cambiando y no sabemos a dónde va.

Luisillo: Lo que está claro es que ahora tienes la posibilidad de poner algo en el mundo, al alcance de todos, que antes no tenías, antes necesitabas a la discográfica, ahora puede ser incluso al revés, si tú cuelgas algo y a la gente le gusta, la discográfica vendrá a ti.

Javiero: Por lo demás, yo, como consumidor, sigo comprando vinilos, para mí esa es la prioridad.

Volviendo al principio y al comunicado de despedida, en él decían que, a pesar de ser un momento triste, siempre lo habían pasado bien en Vendetta. Esa ha sido siempre algo claro en el grupo

Lusillo: Sí, ser una pequeña familia y divertirnos. Es algo que igual nunca habíamos dicho mucho, pero es cierto, después de diez años nos seguimos subiendo al escenario y pasándonoslo bien.

Es algo que no se suele decir, es cierto, sobre todo ahora en que, en los concursos de talentos de la tele, etc. parece que se prima la idea de triunfar rápido. Es decir, los artistas que empiezan no quieren hacer una buena canción, o disfrutar con lo que hacen, sino tener mucho éxito cuanto antes…

Luisillo: La gente busca un trampolín que le lleve cuanto antes al final del camino, y se olvida de este, se está perdiendo todo ese recorrido, que es donde pasan las cosas, en realidad.

Pello: Es una tendencia en todas todos los ámbitos, y en lo musical más. Yo veo en mi entorno músicos que se encargan antes de diseñar sus redes sociales que de hacer canciones, y eso no tiene sentido.

Haciendo balance, echando la vista atrás en su camino, están satisfechos, creen que han dejado discos que merecen la pena

Javiero: La verdad es que sí. Aunque en realidad aún creo que todavía no somos conscientes. Con Skalariak, por ejemplo, donde hubo un poco de todo, ahora el recuerdo que tengo es muy bueno, y con Vendetta supongo que pasará lo mismo.

Pello: Sí, creo que ahora mismo no somos todavía conscientes de lo importante que ha sido para nosotros Vendetta. 

¿Con qué momentos se quedarían?

Luisillo: Yo, sin duda, el que he contado antes, cuando cantamos para aquel hombre tetrapléjico en los campamentos saharauis.  Todavía se me ponen los pelos de punta.

Pello:  Hay muchos, pero para mí escribir una canción, tocársela a tus amigos, ver que se emocionan con ella y después comprobar al cabo del tiempo que esa canción se convierte en, por ejemplo, Begitara begira.

¿Cómo será la despedida del grupo?

Javiero: Vamos a acabar los conciertos que tenemos y después sí que queremos hacer algo bonito, un concierto final, pero todavía estamos pensando cómo, para hacerlo de la mejor manera posible. Pero sí, habrá un concierto de despedida (esta misma semana el grupo ha confirmado que su último concierto será el 28 de diciembre en Villava, aprovechando el escenario del festival Hatortxu Rock, que se celebra al día siguiente)

Para acabar, ahora sí. ¿Por qué le pusieron Vendetta al grupo? ¿Fue por el comic?

Javiero: Pues fue una cosa un poco precipitada: cuando empezamos a tocar nos pidieron una canción par un disco recopilatorio, de canciones de las peñas de Pamplona tocadas por bandas de rock, y tuvimos que decidirlo rápidamente, dijimos Vendetta por decir algo, y después ya cuando entramos a Google y vimos que estaba el comic, la película (hay hasta una orquesta con el mismo nombre, que llevan un logo muy parecido al nuestro, por cierto)…  nos dimos cuenta de que había sido un poco cagada; o igual no, porque se quedó así, y ha durado hasta hoy. Y, la verdad,  creo que  no ha estado nada mal, todo esta historia de Vendetta.

Personal

Miembros: Pello Reparaz (trombón y voz), Javier «Hurakan» Etxeberria (guitarra y voz) Ruben Antón (trompeta y coros), Luisillo Kalandraka (bajo y voz), Enrikko Rubiños (batería y percusión)

Trayectoria. Vendetta se forma en 2007, de la mano de los veteranos Javiero Etxeberria y Luisillo Kalandraka, que formaron parte de grupos como Mala Fama o Burni, a los que se suman Ruben Anton y Enrikko, con quienes compartieron tablas en Skalariak, y Pello Reparaz. Tras participar en discos recopilatorios como “Jai bat 16 kolore” o “Aurtengo gorakada 10”, se estrenan en 2009 con su primer disco homónimo “Vendetta”, a los que seguirán “Puro infierno” (2011), “Fuimos, somos y seremos” (2012), “13 balas” (2014) y “Bother” (2016). Han ofrecido cientos de conciertos, algunos de ellos en Latinoamerica, Suiza o los campamentos saharauis. Continuarán tocando hasta final de año y prometen despedirse con un gran concierto. Algunos de los miembros del grupo ya están trabajando en nuevos proyectos, como “Los Hollister”, el grupo que Javiero Etxeberria ha formado junto a sus  hermanos.

 

 

 

 

 

 

 

 

ENTREVISTA A F.L. CHIVITE

Jul 1, 2018   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
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Foto: Zoe Martiikorena

“Creo que sería incapaz de escribir una novela convencional”
F.L. Chivite. Escritor

 

El escritor navarro acaba de publicar Sebas Yerri. Retrato de un suicida, una novela que, en un sentido amplio, cierra una trilogía que completan sus anteriores obras, Insomnio (Premio Café Gijón 2006) y El invernadero. Con ella compone un puzle, un artefacto literario con piezas narrativas, recuerdos, apuntes literarios, que se convierte en un magnífico retrato generacional de aquellos que en la década de los 80 tenían 25 años, y en una atinada reflexión sobre nuestras maneras de vivir y morir.

Patxi Irurzun. Publicado en Gara 01/07/2018

Hace algunas semanas F.L.Chivite escribió en una de sus columnas: «Por supuesto, hay montones de libros malos. Pero si pillas uno bueno, ten cuidado. Es probable que no salgas indemne». Y el periodista Ivan Giménez, el autor de “El corralito foral”, replicó su cita en un tuit en el que añadía: “He leído Sebas Yerri. Y no he salido indemne”. Es un resumen perfecto para la última obra del escritor navarro, publicada por Pamiela, en la que su estilo fragmentario y el tono personal de su escritura, luminoso y desesperanzado a un tiempo, envuelven una lectura que aborda literariamente temas como el paso del tiempo, la identidad, o el suicidio.

Sebas Yerri lleva por subtítulo Retrato de un suicida. ¿Por qué decidió escribir sobre un tema del que no se habla mucho, aunque es más frecuente de lo que pensamos, y que además en su caso partió de una experiencia personal, el suicidio de dos conocidos?

Yo creo que efectivamente ha habido una especie de tabú a la hora de hablar del suicidio. Es un tema que siempre ha estado estigmatizado, que se ha hecho maldito en nuestra cultura occidental, tal vez por influencia de la religión. Pero creo que eso está empezando a cambiar, porque se empieza a hablar con más claridad, se están publicando bastantes libros; o quizás sucede que cuando tú empiezas a escribir un libro sobre un tema empiezas a ver otros libros relacionados con él. En mi caso, sí, fue a raíz del suicidio de dos personas cercanas, lo cual te hace plantearte la vida, mirar hacia atrás.

En ese sentido es una novela generacional, en la que, además del suicidio, también se habla de otras muertes de gente próxima, de la misma edad.

Efectivamente, porque a la vez que hay sobre una reflexión sobre por qué alguien relativamente joven, con quien tienes una relación íntima, decide quitarse la vida (ese es el planteamiento de la novela, el protagonista recibe la noticia de que un amigo al que no ve hace años acaba de suicidarse, y eso es lo que le provoca esa reflexión) está también otra reflexión paralela sobre los muertos de tu generación, gente cercana que ha ido muriendo, a lo largo de cualquier momento de esa vida, porque esa es una experiencia con la que empiezas a relacionarte muy tempranamente. En el caso de la gente de mi generación, además, hubo muchos factores por los que gente cercana fue cayendo ya desde muy joven: la droga, los accidentes de tráfico, suicidios… Y en los últimos años, el cáncer, que es brutal.

Estamos hablando de los años 80, que es la década en la que Sebas Yerri y el narrador (y usted mismo) tenían 25 años. ¿Mira hacia esa década porque efectivamente fueron años duros, porque todo era muy diferente a ahora, por nostalgia de la juventud…?

Creo que es un automatismo de la edad. Cuando llegas a la cincuentena te acuerdas de cuando tenías veinte años. Son rebrotes. Hace poco leí algo que decía que a los 35 te acuerdas de tu infancia, y que a partir de los cincuenta se vuelve la mirada sobre los 25, y eso es lo que me pasó a mí con esta novela, que tiene ya cinco o seis años: cuando cumplí 51 años, a la vez que tuve esa experiencia del suicidio de dos personas cercanas, que fue lo que me provocó para escribir esta novela, comencé a echar la mirada atrás. Esta novela, que efectivamente es generacional, tuvo sus propias claves, las claves de aquella época, como el aspecto político, que fue tan potente y parecía eclipsar todo lo demás. La política estaba muy presente en nuestras vidas, por una parte por una efervescencia de expectativas colectivas, la lucha por las libertades,  las esperanzas y la necesidad de cambios, la ilusión en que las cosas podían comenzar a cambiar; y por otra parte, fueron años muy marcados por la kale borroka, el terrorismo, las cargas policiales… Esos dos factores ambientales tan potentes eclipsaban ese otro aspecto más personal que eran los sueños de una generación de jóvenes que acabábamos de salir de una educación franquista, muy estructurada, muy autoritaria, muy pobre, en los artístico y literario, casi hasta mezquina… De repente, empezamos a descubrir muchos escritores, grupos, directores de cine… Florecieron los videoclubs, las editoriales… Hasta entonces no solo no se había traducido nada, es que ni siquiera se había editado a Lorca o a Miguel Hernández. Y de repente empezamos a descubrir a autores de primera categoría, en editoriales como Anagrama, Seix Barral… y a filósofos como Marcuse, a Simone de Beauvoir, a Lacan. Es decir, nuestros veinte años sucedieron en una Pamplona pequeña, amurallada, conservadora, pero a la vez estaba esa esperanza y esa fuerza interior para sacar la cabeza de aquella mugre cultural en la que nos habían educado, y por eso yo recuerdo aquellos años, a pesar de todo, como una época luminosa.

La novela es una aproximación a la figura del protagonista Sebas Yerri por parte de un narrador que tiene el mismo peso o más que el propio Sebas Yerri. ¿Son dos caras de la misma manera?

En la novela hay un narrador que cuenta la vida de su amigo, pero cuenta hechos que vivieron en común, y está tratando a la vez de indagar en su psicología, tratando de conocer cómo funcionaba su cerebro, las cosas que emocionaban a Sebas Yerri. Pero a la vez que hace ese análisis, se está viendo a sí mismo en aquella época, y a veces las figuras de ambos se confunden, incluso el narrador roba protagonismo al protagonista. Es mi manera de narrar, siempre lo he hecho así en mis novelas.

También hay algo que se repite en su forma de narrar, y es que la novela es fragmentaria, un puzle ¿Eso le da más libertad a la hora de contar, de poder introducir reflexiones, recuerdos?

Podríamos llamarlo una novela Frankenstein, ahora que se usa tanto el término. Es un puzle, sí, hecho con piezas de diferentes características, narrativos, reflexivos, otros más poéticos. Son fragmentos muy pequeños, de hecho hay más fragmentos que páginas. Yo creo que sería incapaz de escribir una novela convencional, porque no puedo escribir durante mucho tiempo seguido, y una explicación que yo trato de darme a mí mismo es que se debe a mi trastorno de atención.  Escribo textos cortos, porque en seguida me despisto, miro el ordenador, me pongo a vagabundear. No puedo estar mucho rato escribiendo, no lo he hecho nunca.

Sebas Yerri es un puzle, pero a la vez deja huecos, algo que en la propia novela usted apunta, la importancia de los silencios a la hora de narrar.

Los huecos es importante dejarlos porque el lector, inconscientemente, los rellena, hace una integración y muchas veces la información que omites el lector la hace suya, de tal modo que cada lector hace un libro distinto, porque ha llenado los huecos con su propia materia. Es algo a lo que podríamos llamar integración argumental.

Algunas de esas piezas son también reflexiones sobre la propia literatura

Sí, siempre no estamos cuestionando nuestra manera de escribir. Yo, lo que busco en la literatura, más que las palabras e incluso que la historia, es el tono, conseguir que sea verosímil. Esta no es una novela de subgénero, de aventuras, policiaca, histórica, es una novela sobre mí y sobre mi mundo, sobre la actualidad, como mucho se podría decir por tanto que es una novela contemporánea.

Hay también a lo largo del libro un pequeño catálogo de suicidios, la mayoría de ellos de escritores. ¿Hay mayor propensión entre ellos?

Yo creo que no. La tasa de suicidios en Europa, y según qué países,  es muy elevada. En el libro hay ocho pequeños fragmentos, llamados “Maneras de morir”  en los que se describe de manera escueta suicidios de escritores. Quizás quería, no estoy seguro,  poner en evidencia los modos de morir, que no son tantos. Así como todos hemos pensado en algún momento que cada suicidio, lo que pasa en la cabeza de cada persona que decide suicidarse es distinto y complejo, a la hora de realizarlo, todos se parecen bastante, no hay muchas posibilidades, e incluso la actitud que los suicidas adoptan en ese último momento frente al mundo, cuando están completamente solos ante él y no hay necesidad de fingir o aparentar: todos, o al menos los que han dejado alguna nota, tienen un mismo tono de voz en lo que dicen, una voz adolorida, distanciada de la vida, algo que me llamaba la atención.

Para acabar, Sebas Yerri viene a cerrar una trilogía junto con sus novelas anteriores Insomnio y El invernadero. ¿Qué vendrá tras estas novelas?

Es una trilogía en sentido amplio, son novelas que se pueden leer por separado, historias diferentes, pero mantienen un tono o una estructura semejante, y comparten ese trasfondo de esta nueva estética del siglo XXI, iba a decir ética, pero creo que es casi más una antiética, la manera en cómo establecemos las relaciones en la actualidad. Eso puede ser el nexo de unión entre estos tres libros. Ahora creo que voy a cambiar ese tono. Pero no me atrevo a decir que tengo proyectos, yo no lo llamaría así, nunca he hecho proyectos literarios, como he dicho antes mi manera de escribir es discontinua, y he escrito lo menos que he podido, siempre he dejado la escritura por cualquier otra actividad más agradable y más real. Ante la posibilidad de ir a ver una peli o de potes, no lo dudo, pero como por otra parte hay tantos tiempos muertos y tengo además esta propensión natural a la escritura, casi me siento obligado a hacerlo, no sé cuándo acabará esto, pero de momento creo que voy a seguir haciéndolo.

 

 

 

 

 

 

ESCÚPELE A LA CARA

Jun 17, 2018   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  1 Comment
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Publicado en Rubio de bote, magazine ON (diarios Grupo Noticias), 16/06/2018

 

En alguna otra ocasión ya he contado por aquí mis peripecias baloncestísticas, pero nunca había revelado que una vez jugué contra los Lakers. Eran los Lakers de La Culebra, un pueblo de Chiapas, pero bueno, yo me sentí como si enfrente tuviera igualmente a Magic Johnson. Fue en 2005, durante un viaje que hice con el sindicato CGT a una comunidad zapatista, en la que iban a volver a pintar un mural —el mural de Taniperla— que el ejército había destruido años atrás y que, por arte de magia y de los observadores internacionales que estuvieron presentes cuando los militares asaltaron el pueblo, había reaparecido en diferentes lugares del mundo: San Francisco, Barcelona, Munich, Alsasua… Por entonces yo trabajaba en la biblioteca de esta última localidad —que últimamente también se ocupa militarmente de vez en cuando— y escribí un reportaje sobre ese mural trotamundos, gracias al cual la CGT me ofreció la posibilidad de acompañarles en su viaje a La Culebra. Además, el sindicato haría entrega a la comunidad de los fondos que habían recaudado para levantar allí un hospital.

Tras unos días en San Cristóbal de las Casas, que por entonces era la frontera entre la realidad y los sueños, nos internamos en el Desierto de la Soledad, como llamaron a aquel lugar los monteros que deforestaron gran parte de la Selva Lacandona en el siglo XIX, trabajando para los madereros tabasqueños en régimen de semiesclavitud. Los mismos monteros que aparecen en algunos libros de B. Traven, el autor de El tesoro de Sierra Madre, quien pasó buena parte de su enigmática vida entre los indígenas de Chiapas, y cuyas cenizas fueron esparcidas no muy lejos de allí, en el río Jataté.

En nuestro caso nos dirigimos al caracol zapatista de La Garrucha, también conocido como “Resistencia hacia un nuevo amanecer”, una especie de centro administrativo en territorio rebelde, el lugar donde debíamos entregar el dinero. A pesar de esto último, el recibimiento fue algo frío. Tuvimos que aguardar algunas horas, antes de que la Junta de Buen Gobierno decidiera si aceptaba ese dinero. En el caracol, además de atender a güeros como nosotros, se solucionaban todo tipo de demandas, quejas, litigios de campesinos, algunos de los cuales habían caminado durante días para llegar allí, así que tuvimos que esperar religiosa o, más bien, zapatistamente nuestro turno.

A la mañana siguiente, una vez hecha por fin la donación, continuamos el viaje hasta La Culebra. Allí, entre los actos organizados para festejar la reaparición del mural de Taniperla se incluía un campeonato de baloncesto. Tras eliminar a Las payasas (no lo digo en plan faltón, eran realmente un grupo de payasas italianas) nos tocó enfrentarnos a los Lakers. Cuando los vimos se nos saltó la risa. Para completar un Magic Johnson nuestros rivales debían ponerse uno encima de otro y encima de este otro uno más. Iban descalzos (sobre una pista que era una placa ardiendo) y habían pintado a mano sobre sus camisetas raídas o directamente sobre la piel aquello de Lakers. Pero nos dieron una paliza terrible y una lección de humildad. Nunca había visto a nadie correr de aquella manera.

Cuando acabó el campeonato comenzaba ya a caer la noche. Nos tumbamos exhaustos sobre la pista de baloncesto, que acumulaba el calor de todo el día.   El sol, como un gran balón de color naranja, se ocultaba tras los tableros negros, con una estrella roja en el centro. En el cielo brillaban miles de estrellas más y sus destellos se confundían con los de las luciérnagas,  posadas en las copas de los árboles. Fue entonces cuando vi escrita, en uno de los murales que adornaban los barracones, aquella frase de B. Traven, que sin duda los Lakers tenían como lema y que, desde entonces, hice también mía: “Persiste. Continúa luchando. No te rindas. Escúpele a la cara a la muerte y vuélvete hacia el otro lado. El sol todavía está en el cielo, rodeado de estrellas”.

 

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ENTREVISTA A FÉLIX GUERRERO

Jun 13, 2018   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
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Foto: Jagoba Manterola

“Angelín me nació indeliberadamente, sin haber ido a buscarlo”
Félix Guerrero, escritor

El escritor zangozarra Felix Guerrero publica Colgados frente a frente, una novela protagonizada por un peculiar personaje, Angelín, que nació de una anécdota y que se adueñó casi sin querer de la obra y, en parte, del autor. Angelín, haciendo honor a su nombre, tiene un aspecto angelical y una inagotable y admirable capacidad para amar y para encajar los desaires. Angelín es… diferente.

Patxi Irurzun. Publicado en Gara 12/06/2018

Colgados frente a frente, publicada por la editorial navarra Eunate, es la quinta novela de Felix Guerrero (1942). Curtido en las redacciones de periódicos como Navarra hoy o Diario de Noticias, donde a menudo escribió agazapado bajo seudónimo, anteriormente publicó obras de corte histórico como Esperando a nadie (finalista del Premio Fernando Lara) o Alboradas de estraperlo, sobre el mundo del contrabando en el Pirineo navarro.

Las novelas a menudo surgen de situaciones muy concretas, una imagen, una frase… En su caso fue la visión de una bata colgada de un tendedero…

Durante muchos años he vivido en el barrio de San Juan pamplonés. Día a día y desde la terraza de mi casa veía una bata colgada en el balcón de un sexto piso situado en un inmueble cercano al mío y que nadie recogía. Así, durante no sólo meses sino años. Yo me preguntaba qué narices pintaba ahí esa bata. Bata viuda o, cuando menos, divorciada. Jamás vi subir las persianas de ese balcón ni las de las ventanas colindantes. Empecé a suponer que ahí no habitaba nadie o, que de habitar, habitaba una familia rarita de verdad, rarita cuanto cabe. Un día me dije: «¿Y si le doy yo vida a esa familia tan llamativamente peculiar?» Pero en vez de situarla en ese piso, la voy a instalar en el mío, un octavo, en un cara a cara con la bata. Una familia que tenga un miembro con algún sello también especial, como el que en mi mente suscitaba aquella eterna bata y relacionado con ella. Y allí nació Angelín, el protagonista de la novela. Angelín me nació indeliberadamente, sin haber ido a buscarlo.

 

A partir de esa anécdota desarrolla una trama, pero sobre todo a partir del personaje de Angelín, un tipo muy particular. Cuéntenos quién es y si tiene algo de usted mismo.

Angelín es una persona diferente al resto de lo que la mayoría de congéneres catalogamos de individuo normal. Angelín nació con ciertos desarreglos psíquicos, de ésos tan fáciles de percibir como difíciles de cuantificar y corregir. Angelín pertenece al grupo humano conocido como con discapacidad mental. Aunque yo  a este entrañable conjunto de personas más que discapacitado mental lo llamaría diferente mental. Ese término, discapacitado, me resulta demasiado abstracto e inasible como para valorarlo de tal. Pensemos que hubo una época en la que a los zurdos se les consideró discapacitados. Leonardo da Vinci era zurdo, sin comentarios. De todas las cualidades que visten la personalidad de Angelín debemos destacar su capacidad para amar. Para él no existe enemigo ni tan siquiera adversario. En cualquier artesa humana se hace merengue. Ya de cómo ésta deguste dicho merengue… Personajes variados tiene la novela que nos lo dirán. Algunos de ellos… me voy a callar

¿La personalidad singular de Angelín determina también el estilo del libro, ese tono humorístico o irónico que lo recorre?

La personalidad singular de Angelín no es determinante del estilo del libro. El tono mezcla de humor e ironía que recorre las páginas de «Colgados frente a frente» es marca de la casa, en casi todas mis obras aparece. Sí que en ésta hay que añadir que la influencia del protagonista en mí ha sido llamativa. Por primera vez me he dado cuenta de que no siempre el autor crea al personaje, es el personaje quien a veces va creando al autor.

 

La novela también mantiene un tono de intriga, ¿qué se puede contar sobre eso —sin destriparla, claro—?

La intriga es un factor que, en mayor o menor grado, depende del contexto, no puede faltar en una obra creativa. Sin cierta intriga, ésta tiene muchos boletos de  desfallecer o de despeñarse.

 

Sus anteriores novelas son de género histórico ¿por qué este cambio?

Las novelas que he publicado anteriormente tienen una carga histórica sin duda, dado que por mi edad soy dueño de muchas historias, pero no todas las que salgan de mi pluma serán históricas necesariamente.

 

Usted es un autor relativamente tardío, empezó a escribir con 40 años, ahora tiene más de 70 y no ha publicado muchas novelas, ¿cómo es el proceso de escritura de sus obras?

Yo me fui curtiendo como escritor en los periódicos «Navarra hoy»,  «Diario de Noticias» y, por encargo, en alguna que otra revista. Eso sí, con seudónimo, de una forma anónima que jamás volvería a repetir y que no se la recomiendo a nadie. Ésta es la quinta novela que publico, tengo otra sexta calentándose ya en la imprenta y otras varias que esperan su momento. No sé si hice bien o mal, aposté por crearme un patrimonio literario e ir tirando de él según los tiempos.

 

 

 

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