ÚLTIMA CARTA A RATICULÍN
Publicado en Rubio de bote, colaboración quincenal para magazine ON (diarios de Grupo Noticias) 11/01/2020
Larrainzar, cura rojo y díscolo en su parroquia de la Rotxapea, narrador y articulista zumbón, fue un rara avis en el por entonces páramo teatral de Nafarroa y un adelantado a su tiempo con su teatro de agitación, popular, político y didáctico. En sus obras satirizó al Opus Dei, abordó de manera crítica la historia de Nafarroa o removió los posos en esta comunidad del carlismo. Algunas de ellas, como “Utrinque roditor”, provocaron encendidos debates parlamentarios, pues por primera vez daba la palabra en un escenario a un miembro de ETA; otras, como “Ensayo general para la conquista del cotarro”, ni siquiera llegaron a estrenarse, porque la mano negra de ese cotarro lo impidió. “Teatro de agitación” no solo recopila seis de las obras más significativas de Larrainzar, sino que, además, la magnífica edición de Victor Iriarte, periodista, crítico literario y autor dramático (fue Premio Nacional de Teatro Calderón de la Barca en 2007) incluye un documentado prólogo que es un estudio referencial sobre el teatro en Nafarroa, abanderado por El Lebrel Blanco, durante aquellos años; o recupera para las obras que antologa los repartos de quienes la representaron, partituras musicales que las acompañaban, algunos textos originales confrontándolos con los que fueron puestos en escena… Un impresionante trabajo, en suma, que recoge el testigo de José Mari Esparza, el editor de Txalaparta, editorial en la que se publicaron las obras –quizás más conocidas– narrativas y periodísticas de Larrainzar, y que no habría sido posible sin la colaboración del hermano gemelo de Patxi, Frumencio Larrainzar.
¿De dónde surge su interés por Patxi Larrainzar y el impulso de recuperar su obra?
Desde niño. De chaval, para mí Patxi era un mito. No pude ver los primeros montajes de El Lebrel Blanco, mi familia no era teatrera, pero sí de adolescente. Me recuerdo preguntando por librerías de Pamplona si tenían publicado el teatro de Patxi Larrainzar.
En 2016, con motivo del 25 aniversario de su muerte, el Teatro Gayarre me encargó un espectáculo teatral en el que yo en escena contaba su vida y obra, y un grupo de actores representaba fragmentos escogidos de sus obras. Hubo un llenazo total, muchas risas, aplausos entusiastas y emoción a flor de piel. Allí mismo quedó claro que su teatro debía ser editado y Txalaparta, su sello de siempre, me encargó el proyecto.
En el prólogo comenta que Patxi Larrainzar es, por una parte, un escritor que brota como una flor en el desierto en Nafarroa, donde había una larga sequía en el ámbito del teatro; y por otra que también en el Estado español resulta una figura excepcional, pues escribe un teatro sin antecedentes, atrevido, singular… ¿Cómo definiría su teatro?
Patxi Larrainzar es un rara avis del teatro vasco, donde no ha habido autores señeros. De ahí que le encargaran también textos grupos como Geroa de Durango o Denok de Vitoria en la década de 1980. Y su teatro político, de denuncia y reflexión, tampoco se cultivaba en los primeros años de la Transición, que fueron complicados para el teatro. Las nuevas tendencias habían expulsado a mucho público, el teatro “de texto” se volvió de repente viejo, el interés se centró en recuperar a figuras silenciadas poco o nada representadas, tipo Lorca o Valle, y muchos autores censurados por la dictadura tampoco engancharon en democracia, porque no hablaban del aquí y el ahora. En cambio, ahora mismo, ese teatro-documento o teatro-periodístico es una tendencia en auge en el país, ahí están las obras críticas sobre la monarquía, la manada o la corrupción que está llenando teatros, y resulta que Patxi fue pionero. De ahí la pertinencia de reeditar su Teatro de Agitación, que seguramente hace dos décadas hubiera pasado inadvertido. El libro ha llegado en el momento justo.
Algunos de los temas que se abordan en estas obras están todavía de plena actualidad. ¿Fue Patxi un adelantado a su época? ¿Y cómo resiste su obra el paso del tiempo?
Es divertido comprobar cómo el debate sobre si Navarra es Euskadi sigue idéntico, con el mismo argumentario, que cuando en 1978 Patxi estrenó “Navarra sola o con leche”. Parece que no nos hemos movido un milímetro. Y temas que apunta en obras como “La conquista del cotarro”, como los movimientos religiosos ultraintegristas en torno al poder, están en los medios de comunicación. A Bolsonaro le hicieron campaña en Brasil los evangélicos, conviene recordarlo, y la iglesia católica parece detrás del golpe de Estado reciente en Bolivia. “Utrimque roditur” dramatiza una heterodoxa historia de Navarra y ahí está el debate sobre la memoria histórica, que pone de los nervios a la derecha antes, cuando ponía bombas en el teatro de El Lebrel Blanco, y ahora. Así que respondiendo a tu pregunta creo que sí, que Patxi fue un adelantado y que la lectura de sus textos dramáticos nos dan claves para una visión crítica del mundo.
Jon Jiménez comentaba en la presentación que este libro y estas obras de Patxi Larrainzar son de algún modo la Transición y el régimen del 78 contados y confrontados a través del teatro. ¿Está de acuerdo?
Totalmente de acuerdo. Diría más: “Teatro de agitación” es una enmienda a la totalidad desde el teatro a la imagen edulcorada que nos han vendido de la Transición, con la que Patxi Larrainzar fue muy crítico, aunque reconozca que quizá no pudo haber otro camino que el que se siguió. “Pampilonia Circus” es una pieza cabaretera y en sus 24 esketches deja en evidencia, con gran sentido del humor, todo lo malo de aquel momento: violencia en la calle, apaños políticos, corrupción, transfugismo, manipulación de los medios de comunicación, movilización de la iglesia ante cualquier legislación laicista, pauperización de las clases medias… Y muchos de esos temas que se atrevió a tratar hoy se han agravado notablemente.
El libro es también la historia de El Lebrel Blanco y del teatro navarro durante aquellos años (76-84). ¿Hay un pequeño ejercicio de memoria histórica en todo esto?
Hay mucho. Si quieres explicar el teatro de Patxi tienes que hablar del contexto político y social del momento, pero también del panorama teatral navarro en el que estrenó sus piezas y por tanto de El Lebrel Blanco y otros grupos. Y en teatro la memoria es especialmente frágil, porque es un arte efímero. He podido comprobar durante la elaboración del libro que muchos de los protagonistas han fallecido y otros recuerdan muy vagamente las cosas en el mejor de los casos, porque la mayor parte de las veces las han olvidado por completo o la tergiversan. El actor tiende a pensar que lo mejor de Patxi fue aquello que protagonizó. Hay contadas grabaciones de vídeo, programas de mano desaparecidos… así que decidí contar el máximo posible en el prólogo que contextualiza las seis obras.
Para acabar, ¿cómo ha sido el proceso de gestación de la obra?
El proceso ha sido complejo. José Mari Esparza tuvo 25 años todos los materiales del escritor y publicó sus novelas, su dietario y afortunadas selecciones de sus artículos periodísticos, que son sin duda lo mejor que salió de la pluma de Patxi. Pero me confesó que de teatro no sabía nada y no se vio con fuerzas para abordar una edición de sus obras, a pesar de que lo anunció en varias ocasiones.
Fue gracias al espectáculo del teatro Gayarre cuando lo vio claro. A partir de ahí ha habido un proceso largo y fructífero de discusiones, porque los dos somos cabezones, sobre qué merecía la pena editarse de todo el teatro que escribió. El quería su “teatro completo” pero yo creo que no todo tiene el mismo valor, porque como dramaturgo Patxi Larrainzar es limitado. Nunca llegó a dominar del todo la escritura dramática y muchas de sus piezas son enojosamente discursivas. Finalmente optamos por un libro con las seis obras que le encargó El Lebrel Blanco, que son las más populares y recordadas y creo que las mejores.
El libro ha quedado por eso muy compacto. En paralelo, la familia ha donado el archivo que conserva de Patxi a la Biblioteca General de Navarra con todos sus mecanoscritos, así que si alguien tiene curiosidad ahí puede encontrar el resto.
Patxi Irurzun/GARA (30/12/19)
Publicado por la editorial greylock, casi ciervos es un libro experimental, un libro que merodea, que husmea en las diferentes posibilidades del lenguaje y reflexiona sobre él; es también un libro objeto, editado con delicadeza; y un cuaderno de observación, en el que Uxue Juárez (autora de los poemarios Cosas que crujen, Así, Berlín, En el principio era la nieve y Bajo la lengua bichos) intenta anotar las bases para una escritura que huya de la domesticación
Este libro, según comentó en la presentación, surge de una crisis personal
Aunque no me gusta hablar de escritura terapéutica, sí, es cierto que el libro surge en un momento en el que yo estaba haciéndome preguntas, y también que todos los libros que he escrito parten de crisis personales (¡vaya, he tenido muchas crisis!), pero, claro, tú en ese momento no entiendes lo que está pasando y como la herramienta que utilizas, o el entorno en el que tú te mueves es el lenguaje o la literatura, y el lenguaje que hasta entonces has utilizado no te sirve, comienzas a buscar, a preguntarte hasta donde puedes ir, o qué otras maneras de expresarte pueden ayudarte…
¿Y es ahí donde entra esa búsqueda de ese lenguaje animal?
Era un momento en el que estaba con ansiedad — algo que nunca me había sucedido— y yo veía esta como un animal, merodeando por aquí y por allá. Era algo que no controlaba y eso me hacía pensar en una escritura animal. Estaba además leyendo Mirar, de Berger, suelo, además, ir mucho al campo… Fue a partir de todo eso con lo que empecé.
¿Y en qué ha quedado lo que pretendía y lo que ha conseguido?
¡En nada! Aunque ya sabía que eso era algo que iba a pasar. Pero, sin inventar nada, hay cosas (la puntuación, no usar las mayúsculas, imprimir un ritmo al texto que intente imitar la velocidad de los animales) con las que he intentado romper la manera en que te han enseñado el lenguaje en la escuela.
¿Es un libro, en ese sentido, experimental?
Sí, el experimento es ese, intentar convertir el libro en un animal o en la manera de hablar de un animal, aunque se quede solo en eso, en un intento; y también está el hecho de sumar a los textos fotografías, algo de lo que yo no tenía ni idea, y con lo que también quería experimentar.
En las citas iniciales del libro hay una cita que habla precisamente de la manera en que ha abordado el tema de la fotografía…
A la profesora de fotografía que tuve yo le preguntaba cómo hacía ella para definir la intención con la que hacía las fotos, y ella me decía eso que se cita: “Tú intenta coger y usar la cámara como cuando coges el boli, con la misma actitud. Y, entonces, dispara”. Igual parece un poco de flipadas, pero lo cierto es que ha funcionado.
¿Cómo fue después encajar esas fotos con los textos?
Estuve yendo a diferentes talleres de fotografía porque no sabía cómo bien cómo hacerlo, hubo además entonces como un boom del fotolibro… Y al final di con una fotógrafa, Ixone Sádaba, que trabaja mucho temas sociales, y que me dijo que es interesante saber, cuando enfocas, qué dejas fuera del marco, girarse y fotografiar también eso… Por otra parte, la propia editora, Susana Romanos, me ayudó bastante, fue ella, por ejemplo, quien vio que esas fotos debían ir en blanco y negro, y también he tenido el apoyo de más personas, como la escritora Izaskun Gracia o Imanol Aizpuru.
En la presentación Regina Salcedo señaló que aunque el libro hay bastante crudeza esta a veces se rebaja con el humor u otras con el empleo de un lenguaje infantil…
Sí, eso tiene que ver en parte con como soy yo, pero también, en el caso del lenguaje infantil, con la idea de nuevo de volver a un lenguaje menos normativizado.
¿Cree que el libro le ha servido para abrir algún camino, o para definir en adelante su manera de enfrentarse a la literatura?
Sí, todavía no sé cómo hacerlo, pero tiene que ver con esto que he comentado, con el intento de buscar ese lenguaje. Y para lo que desde luego sí me ha servido el libro es para atreverme a hacer lo que me dé la gana. Siempre tienes dudas cuando empiezas algo, ahora me ronda en la cabeza, por ejemplo, la idea de escribir a la vez en euskara y castellano, sé que voy a tener problemas, pero esto al menos me sirve para establecer una base, y para decirme que si es lo que quiero hacer ¿por qué no?
“No hay nadie ahora que venga detrás de nosotros dando patadas en el culo”
Patxi Irurzun /Gara 13/12/19
Con Marea se obró el milagro del rocanrol. Los últimos serán los primeros. Han sido el último gran grupo de rocanrol, recogiendo el testigo de bandas como Los Suaves, Barricada o Extremoduro. Y ahora son los primeros, casi los únicos capaces de llenar pabellones en giras como la que están a punto de cerrar y que les ha llevado por todo el estado y algunas ciudades de Europa; y son, desde luego, uno de los contados grupos de rock capaz de colarse en las listas de los más vendidos, como han hecho, una vez más, con su último trabajo, El azogue. De hecho, de las paredes del Kutxitril, la bajera en la que nos espera el cantante y letrista de la banda, Kutxi Romero, cuelgan varios discos de oro e incluso alguno de platino. Por otra parte, en el cuarto de baño —dónde si no— está enmarcada la portada de un periódico en la que Kutxi apareció en una ocasión sentado en la taza del váter. No habrá muchas personas en el mundo —probablemente no habrá ninguna— que puedan contar una hazaña como esa. Como no habrá tampoco muchos músicos que cuenten por cientos sus colaboraciones en discos ajenos —de momento Kutxi se acerca a las doscientas cincuenta— o que vivan sobre una plaza que lleve una placa con el nombre de su grupo.
Desde la Plaza Marea al mundo
Kutxi Romero nos recibe en la Plaza Marea de Berriozar apenas dos días después de que el grupo haya regresado de una gira por varias ciudades europeas y a punto de afrontar los últimos conciertos de presentación de El Azogue, en Iruñea hoy mismo y el 28 de diciembre en Bilbo, con parada en Madrid el día 21.
“Los conciertos por Europa han estado muy bien”, nos cuenta Kutxi. “Estar en Berlín o Bruselas al final ha sido pura anécdota, en realidad hemos estado en Huelva, en Toledo o en Barcelona, porque el público que venía a vernos era en 99% gente de aquí, el otro 1% ciento era algún belga despistado o que estaba de pedo con sus amigos españoles. A los guiris les importa bien poco todo lo que no hagan ellos. Y aunque nosotros tampoco tenemos ningún interés especial en actuar por Europa, estuvo guay, porque esa gente que viene a vernos, gente superpreparada que acaba trabajando de camareros, barrenderos, lo agradece mucho… Es como si estoy yo en Malasia y veo un cartel “Amaral”, que a mí Amaral me da lo mismo, pero voy, a ver si de una vez alguien me dice algo y lo entiendo. O como hace años cuando iba Juanito Valderrama a Alemania”.
No es la primera vez que Marea gira por Europa, ya tocaron anteriormente en Londres y también lo han hecho en Argentina, Uruguay, Chile… Y en esta gira por el estado, además, también han tenido la oportunidad de telonear a Bon Jovi.
“Fue algo casual, porque nosotros estábamos de paso por Madrid. Y a Bon Jovi en realidad no le hacía ninguna falta que tocáramos porque tenían vendidas cincuenta mil entradas desde hacía un año. Me imagino que alguien le contaría que teníamos un cantante muy gracioso. A Bon Jovi ni lo vimos, llegó en un coche, se subió al escenario y se fue, pero el guitarrista del grupo, Phil X, que es un tipo muy majo (bueno, él y todo el equipo, nos trataron como marqueses, las cosas como son), me preguntó si iba a ver su concierto, y yo le dije que no podía, porque era gitano y a los gitanos en los recintos solo nos dejan estar cuando vamos a cantar. El pobre se entristeció mucho, espero que alguien luego le explicara que era una broma. Por lo demás, el concierto fue muy bien, al final la gente acabó cantando nuestras canciones, que tampoco es muy difícil, a nada que sepas un poco entrar a tiempo y cantar aquello de Mareeeea”, bromea Kutxi.
Y mientras cuenta estas y otras anécdotas sobre apropiaciones culturales e historias entre bambalinas, salpica su siempre brillante conversación con algunos de los neologismos con que se ha manejado en inglés por Europa, como whitfather (compadre).
El relevo generacional
Han pasado ya más de veinte años desde que Marea saltara al ring (el símil no es gratuito, en el video de En las encías, uno de los temas de El azogue, la banda ha contado con la colaboración estelar de Poli Díaz, el Potro de Vallecas). Y todavía, y a su pesar, los de Berriozar, que cada vez que vuelven al combate, como los boxeadores viejos y perros, alardean de ser la mejor banda de rocanrol de los últimos doscientos años, sienten que tras ellos no hay un relevo.
“Somos la banda de rock más joven que hay ahora mismo funcionando, no hay nadie que venga detrás dando patadas en el culo, como pasó con nosotros en los 90. A mí me encantaría, yo tengo el testigo en la mano, me encantaría pasarles el relevo a siete u ocho bandas, lo mismo que nosotros recogimos el de Extremoduro, Barricada, Platero y tú, y con su mismo espíritu, que no era tanto el de triunfar, llenar pabellones, conseguir discos de oro, como el de hacer buenas canciones”.
En El azogue, desde luego, ese espíritu está bien presente, las canciones, que el grupo ha grabado en estudio tocando todos a la vez, son Marea pura y tienen el sello, la voz inconfundible de Kutxi Romero en las letras, quien una vez más vuelve a homenajear en algunos de los temas, como Jindama o Pájaros viejos a sus referentes: Rosendo, Miguel Hérnandez, Lorca, El Cabrero, Robe Iniesta…
El concierto de este sábado en el Navarra Arena o el del próximo 28 de diciembre en el BEC serán las últimas oportunidades de escucharlas en directo en mucho tiempo. Despúes, Kutxi Romero y los suyos echarán la persiana, y con Marea nunca se sabe hasta cuándo.
Las letras de Kutxi Romero tienen una voz propia e inconfundible, de muchos quilates literarios, a pesar de lo cual él siempre, por pura modestia y buena educación, repite que como escritor, e incluso como músico, se siente un intruso:
“Sí, bueno, cuando digo que soy un intruso me refiero a que no estoy pensando veinticuatro horas en la música o la literatura, ni tampoco tengo una disciplina, no soy como esos que se sientan a las cuatro de la tarde todos los días a la escribir. ¡Qué suerte, oye, siempre tienen ganas! A las tres no, pero a las cuatro tienen unas ganas de escribir locas. Y les salen unas cosas…. No sé, yo cuando tengo ganas de ir al baño, voy, no estoy todos los días allí a las cuatro ni me paso horas sentado en la taza a ver si me vienen las ganas. Es del género idiota. Yo cuando tengo algo en la cabeza, voy, me siento y lo echo. Sí, siempre me he sentido un extraño dentro de los círculos literarios y he procurado mantenerme alejado de ellos; de los musicales, no tanto, porque todo mi entorno se dedica a eso, y si me aparto de ahí me apartaría de toda la humanidad”.
Las ganas, por cierto, parece que están apretando para que, tras el persianazo de Marea, Kutxi vuelva a escribir. Ha publicado varios y meritorios libros de poemas y desde hace años tiene en el cajón una novela que quienes hemos leído algunos de sus capítulos, sabemos que es pura dinamita:
“Parece que se va acercando un año literario, porque siempre cuando acabo la gira me lío en otros de esos grupos o proyectos paralelos, pero ahora la gente que me suele acompañar, Juanito y Pete, sacan discos a principios de año… Aunque vete a saber, lo mismo conozco a un gaitero y una que toca el pandero y hago algo con ellos. Pero no, parece más bien que los astros se están conjurando para que no haga nada musical, que tampoco tengo ahora mismo muchas ganas: han sido sesenta conciertos en muy poco tiempo… Así que es probable que recupere la novela, a la que le tengo que dar un buen meneo” confiesa Kutxi.