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PUTOSO Y LOS QUINIENTILLIZOS

Ago 8, 2020   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
A day at the beach | Airbag LP | EMP

Publicado en «Rubio de bote», colaboración quincenal para magazine ON (diarios Grupo Noticias) 08/08/20

Los irurzunólogos acérrimos se acordarán sin duda de Putoso y sus hermanos quinientillizos, quienes ya han aparecido al menos en dos ocasiones en esta sección, Rubio de bote. Putoso es un enorme oso de peluche que nos regalaron cuando nació mi hijo mayor y que, desde entonces, está con nosotros, siempre en medio (de ahí su nombre). Fue alumbrado en un parto múltiple en algún taller clandestino de Asia o en alguna maquila en Centroamérica y separado de sus 499 hermanos apenas nació, dispersados todos ellos por centros comerciales y jugueterías de todo el mundo. No obstante, en una ocasión yo me encontré a uno de los quinientillizos abandonado junto a los contenedores de basura que hay junto a mi portal. Al verlo, subí rápidamente a casa a tramitar los papeles de la adopción (es decir, a preguntarle a mi mujer si podía recogerlo), pero para cuando logré convencerla resultó que alguien se me había adelantado.

Escribí un Rubio de bote sobre eso y al cabo de unos meses un lector de esta página se acercó a mí en la villavesa y me confesó que había sido él el que se hiciera cargo del hermano de Putoso, pero que los papeles de la adopción no estaban en regla (es decir, que él no había conseguido convencer a su mujer) y tuvo que deshacerse del peluche. También sobre eso escribí un artículo, preguntándome qué habría sido del pobre oso sintecho, y a partir de entonces comencé a recibir en mi correo fotos de gente que había visto putosos —así comenzamos a llamarlos— por todo el mundo: colgados por las orejas en el tendedero de un patio de Tudela, durmiendo en un albergue de Bilbao, con una polla de goma anudada a la cintura en una película guarra…

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Después, durante un tiempo los putosos estuvieron hibernando o en algo suyo de osos, pero recientemente he vuelto a recibir varios correos en los que me informan de su reaparición en París.  Aunque originalmente llegaron a la ciudad de la luz (yo no sé por qué se llama así si siempre llueve) gracias a la iniciativa del dueño de una librería que los desperdigó por calles y cafés para dar a conocer su negocio, en los últimos meses, al parecer, las mesas de muchas terrazas han sido ocupadas por ellos para mantener la distancia social entre los clientes. La cuestión es que a mí me alegró mucho ver a gran parte de la familia putosa reunificada, tras tantos años calamitosos, y además dándose la vidorra padre, tomando cafeolés todo el día o leyendo por las noches Libertad para los osos de John Irving. Quise compartir por eso mi felicidad con mis lectores y colgué las fotos de la nueva y bohemia vida de los quinientillizos en las redes sociales, pero al cabo de unas horas alguien me hizo saber que en realidad las condiciones laborales de los peluches no eran tan placenteras como yo suponía, pues debían pasar las noches al raso y someterse a los caprichos de los trasnochadores (quienes, por ejemplo, se fotografiaban junto a ellos haciéndose mortadelos); o que —aquellos que dormían en la librería— eran encerrados en un cuarto en el que se almacenaban las cajas con las novelas de los youtubers o los alfonsoussías franceses. Por si fuera poco, junto con esta triste noticia adjuntaban otra foto de putosos que no habían sido capaces de superar ese estrés y —presuntamente— se habían suicidado de manera colectiva en una playa nórdica enterrando sus cabezas en la arena y esperando la subida de la marea (la foto es además la portada del último trabajo del grupo noruego de rock progresivo Airbag). Yo, sin embargo, estoy convencido de que esa imagen es un fake o se ha interpretado mal y de que muy pronto comenzarán a llegar fotos de putosos recogiendo kiwis o esquilando ovejas en Nueva Zelanda —es decir, en las antípodas de Noruega—, luchando, en definitiva, por conseguir una vida más dichosa.

REBELDES (Susan E. Hinton)

Ago 1, 2020   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Club de lectura de verano

Publicado en magazine ON (diarios grupo Noticias) 01/08/20

Existe un tipo de literatura juvenil de la que disfrutamos, sin complejos, lectores de cualquier edad. No sabría muy bien cómo llamarla, entre otras cosas porque podría caer en el error de etiquetarla y ponerle por nombre esos engendros que el marketing utiliza para reducirla a un producto e imbecilizarla: Young adult, New adult… Yo me estoy refiriendo a títulos como El guardián entre el centeno, de John Salinger, La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson, El diario completamente verídico de un indio a tiempo parcial, de Sherman Alexie, Un puñado de estrellas, de Rafik Schami, el Diario de Anna Frank o incluso algunas novelas de Baroja como Zalacaín el aventurero o El árbol de la ciencia…Probablemente ninguno de estos autores escribió estos libros pensando exclusivamente en los jóvenes; y seguramente por eso interesaron tanto a los jóvenes, a diferencia de esas novelas juveniles que se escriben como si fueran una hoja de cálculo y que ofrecen una visión edulcorada de la juventud;  una visión en la que lo políticamente correcto borra por completo todo el mundo en el que los jóvenes se desenvuelven: sus primeros contactos con el sexo, con las drogas y el alcohol, la agresividad, incluso la violencia con la que se enfrentan al mundo de los adultos, a las imposiciones, a una vida que se les echa encima con intención de reducirlos, de hacerles olvidar cuanto antes su sospechosa y amenazante condición de jóvenes.

Delincuencia y lucha de clases

En el caso de la novela juvenil por antonomasia, Rebeldes, S.E. Hinton (¿qué demonios significan esas dos iniciales?) rizó el rizo, porque no solo escribió una novela en la que por primera vez todo eso estaba presente (la rebeldía y el ímpetu juveniles, el doloroso y súbito tránsito a la edad adulta, y, por otra parte, la delincuencia y la lucha de clases) sino que además quien la escribía sabía perfectamente de qué hablaba, pues Hinton firmó esta novela cuando tan solo contaba ¡17 años!

Entrevista a... Susan E. Hinton - El Templo de las Mil Puertas

En Rebeldes se nos narra la historia  de Poniboy, un joven quinceañero que vive con sus dos hermanos (al igual que en otros libros juveniles, como las aventuras de Pippi Calzaslargas, se excita de ese modo otro de los sueños juveniles: la ausencia de padres y de autoridad, la independencia y la libertad total) y que se desenvuelve en un ambiente enconado, con diferentes bandas juveniles enfrentadas. Poniboy pertenece a los greasers, los chicos de extracción humilde del East Side, cuyos mayores enemigos son los socs, los pijos del West Side (toda la estética de la novela remite a películas como West Side Story, Rebelde sin causa o Grease, esta última con una visión casi paródica del tema).  La novela lo tiene todo para llamar la atención de un chaval: peleas, huidas, amores imposibles, cadáveres hermosos, redenciones, incluso los extraños nombres de sus protagonistas: Poniboy, Sodapop, Two-Bit…

Rebeldes y guapetones

Y a ello se suma, hablando de cine, que en su adaptación a la gran pantalla, a cargo de Francis Ford Coppola, en 1983, estos fueron interpretados por un ramillete de jóvenes, guapetones y tan desconocidos como prometedores actores: Matt Dillon, Patrick Swayze, Tom Cruise, Rob Lowe, Ralph Macchio, Emilio Estévez, Michael J. Fox (en el reparto aparecía, en contrapartida, incluso el mismísimo Tom Waits), con lo cual el éxito estaba garantizado; o mejor dicho, la prolongación del éxito, pues la novela se publicó quince años antes, en 1967, cuando, como hemos dicho, la autora contaba tan solo con diecisiete años (tras las iniciales S.E. —esto no lo hemos dicho aún—  se ocultaba los nombres Susan Eloise, pues la joven escritora dudaba de que nadie fuera a creer que alguien de su edad y, sobre todo, una mujer, firmara aquella historia plena de violencia e incorrección política).  En todo caso, Rebeldes se convirtió inmediatamente en un fenómeno, en un superventas, para “desgracia” —hablando en términos creativos— de su autora que, como sucede a menudo en estos casos, ha vivido toda la vida lastrada por el peso de ese éxito.

Tras Rebeldes S.E. Hinton escribió  otras obras y secuelas de su novela, como La ley de la calle, también llevada al cine por Coppola, y a cuyo elenco se sumaron actores, digamos, con otro perfil, como Mickey Rourke o Nicholas Cage; pero sin conseguir nunca alcanzar el éxito arrollador de su primera obra, lo cual la sumió en una depresión durante algún tiempo.

Ideas inconexas: libros: Rebeldes - Susan E. Hinton

Autores de un solo éxito

Susan Eloise Hinton podría, en ese sentido, contarse entre esas autoras one hit wonder, de un solo éxito, como Anna Frank y su diario (por razones obvias), Harper Lee y Matar un ruiseñor (de quien también nos ocuparemos en otra entrega), o J. D. Salinger y El guardián entre el centeno  (aunque el enigmático Salinger  también ha entregado a la imprenta algunos cuentos memorables).  De hecho, si bien Salinger merecería otra sesión del club de lectura dedicada íntegramente a él, no nos resistimos a citar algunas curiosidades sobre su memorable novela que, por otra parte, se anticipó a Rebeldes a la hora de abordar sin tapujos algunos aspectos de la cultura juvenil, como la sexualidad o el lenguaje desenfadado. Al contrario que la novela de S.E. Hinton, El guardián entre el centeno, que en otros países de habla hispana se titulo El cazador oculto, no tiene una adaptación cinematográfica, pero se resarce ampliamente con los numerosas canciones que han dedicado a la novela grupos, en su día, rabiosamente juveniles, como Guns N’ Roses (Catcher in the Rye), Green Day (Who Wrote Holden Caulfield?), The Offspring (Get It Right)Beastie Boys (Shadrach). Sin olvidar, hablando de música, la desgraciada influencia que tuvo la novela en un mal lector de la misma, Mark David Chapman, que como es bien sabido esperó a la policía leyéndola después de haber asesinado a John Lennon.

Dos recomendaciones más

No me gustaría acabar estas líneas sobre novelas-juveniles-que-pueden-leer-y-disfrutar-lectores-de-todas-las-edades sin citar brevemente dos por las que siento especial debilidad: El diario completamente verídico de un indio a tiempo parcial, de Sherman Alexie, un autor nativo norteamericano, con una obra tremendamente recomendable en la que los protagonistas de sus cuentos y novelas son, como él,  indios spokane, cuyas historias transcurren en reservas en las que tratan de evadirse del racismo y la marginación bebiendo, jugando al baloncesto o, como es el caso del protagonista de esta novela,  dibujando cómics —sin caer por ello en la resignación ni el victimismo— y en las que no falta un toque de humor. En el caso de El diario completamente verídico de un indio a tiempo parcial hay dos argumentos que hacen inevitable su lectura: que la revista Time la haya colocado en el puesto número uno de la lista de mejores libros juveniles de todos los tiempos; y, sobre todo, que la Asociación de bibliotecarios estadounidenses la haya incluido en otra lista: la de libros que han recibido más peticiones de censura.

El diario completamente verídico de un indio a tiempo parcial: 278 ...

Contra la censura precisamente, y contra la desaparición de algunos de algunos de sus vecinos, la agobiante presencia de policía secreta y la falta de libertad en la Siria de los años 60, escribe un periódico mural en las paredes del barrio antiguo de Damasco el protagonista de Un puñado de estrellas, de Rafik Schami, una obra emocionante y hermosa  (que, al igual que la de Sherman Alexie, se articula en forma de diario), y que es, en definitiva, como todas las anteriores, una novela para jóvenes rebeldes de todas las edades como ustedes y como yo.  

UN PUÑADO DE ESTRELLAS: Amazon.es: Rafik Schami, CIRCULO DE ...

¿EH, CARI?

Jul 27, 2020   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
Supergirl Sky Flight en Six Flags Mexico: Opiniones e Info ...

Publicado en «Rubio de bote», colaboración quincenal para magazine ON (25/07/20)

¿Y, cari, te acuerdas de aquellas otras vacaciones, en Navidad, que fuimos a Madrid, al parque de atracciones? ¿Cuando nos subimos a los columpios voladores? ¡Qué frío hacía! ¡Y a quién se le ocurre! Como no había nadie en la cola, para allí que os lanzasteis como becerros tú y los niños —yo no, porque ya sabes que a mí las alturas me dan yuyu—… De hecho, me monté renegando, como siempre. Y luego aquello comenzó a subir y a subir y a llenarse de niebla y parecía que nos estaban metiendo al fondo de un frigorífico. Pero aún fue peor cuando la atracción empezó a dar vueltas y a coger velocidad.

—El aire era un lanzador de cuchillos miope— dijo la niña, que ha salido medio poeta, como tú.

Bueno, en realidad lo dijo después; entonces, allí arriba, ella y el niño lloraban como condenados. No era para menos. Recuerdo que a mí me dolían tanto las orejas que me las tocaba todo el rato, para ver si todavía seguían enteras. Y que me aguantaba las ganas de vomitar solo para no descalabrar a nadie abajo, a donde las potas iban a llegar convertidas en barras de hielo. También recuerdo que tú empezaste a hacer gestos al operario. Y que los niños le gritaban “¡Bájanooooos!”, pero el atontado aquel nos hacía señales con el pulgar hacia arriba, porque se creía que le estábamos pidiendo más vueltas…

Así que allí estuvimos, olvidados al fondo de la nevera, casi un cuarto de hora, hipotérmicos perdidos.

Mira que fuimos canelos… Pero lo que nos hemos reído, después, recordándolo, ¿eh, cari?

Este verano habrá que hacer turismo así, recordando.

Me acuerdo ahora también, por ejemplo, del día que nos conocimos, tú y yo, en aquel concierto de Kiko Veneno, otro verano, y que después nos fuimos a las barracas porque tú querías subirte a la noria. De solo pensarlo, el bocata de txistorra que me había zampado en las txoznas me hizo el pino-puente dentro de la tripa. Pero no dije nada. Estabas tan guapa… En la noria aquella al menos no hacía frío, pero yo me mareé igual, cuando llegó a lo más alto del todo y el mundo se puso del revés y las nubes bajaron al suelo. A pesar de todo, a mí se me ocurrió que aquel era un buen momento para besarte y lo intenté —pálido como estaba debí de parecerte un vampiro—, pero la boca se me llenó de serpentinas y de fuegos artificiales y de kalimotxo de ese en polvo y tuve que apartarme para vomitarlo todo barandilla abajo.

Siempre he sido un romántico.

A ti, de todos modos, no te importó, no corriste de vuelta con tus amigas cuando bajamos de la noria.  Esa noche la pasamos juntos de bar en bar, bailando y derramando cubatas. Cada vez que me pongo gel hidroalcóholico en las manos —ahora lo hago a todas horas, te lo juro—me acuerdo de esa noche. Y me acuerdo también de que, al volver a casa, nos entretuvimos por el camino, enamorados de la vida. Al final fuiste tú la que me besó, porque a mí la boca aún me sabía a pólvora y me olía a baño químico y porque me daba miedo subir otra vez a las alturas. Pero lo hice, y en el cielo de tu paladar se me pasó el vértigo —ya ves, al final tú nos has hecho a todos un poco poetas—.

Y así hasta hoy, cari. Este verano habrá que aguantarse y quedarse en casa, bueno, aquí, en el hospital, qué le vamos a hacer. La vida es también una noria, y ahora nos toca estar abajo —o arriba, yo ya no sé muy bien—, pero luego todo esto pasará, la rueda volverá a girar y se acabará otra vez el yuyu, ya verás. Y entonces nos iremos de vacaciones, a algún parque de atracciones, con los niños. Y yo renegaré cuando me hagáis subir al Shambhala. Y luego en casa nos reiremos mucho recordándolo…

¿Te acuerdas de aquella vez, en la montaña suiza de Igeldo, que el niño se tragó un abejorro? ¿Y de aquel parque acuático, cuando me entró la cagalera bajando por el turbotobogán? ¿Eh, cari, te acuerdas?…

BIBLIOGRAFÍA MÍNIMA DEL ROCK RADIKAL VASCO (2)

Jul 25, 2020   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Club de lectura de verano

Pasión Y Muerte De Iosu Expósito (NARRATIVAS): Amazon.es: Beñat ...

Publicado en magazine On (diarios Grupo Noticias), 25/07/20

Primera parte

La semana pasada acabábamos la primera entrega de este repaso por los libros que se han ocupado del RRV (Rock Radikal Vasco) citando La mejor banda del mundo, de Anjel Landa y Crisóstomo Amezaga, una obra que está a caballo entre la biografía y la ficción. El libro, de hecho, comenzó siendo una novela. Sin embargo, se puede decir que el RRV no ha tenido apenas reflejo, o al menos el  reflejo que se merece, en la literatura de ficción. No son muchas las novelas en las que aparece, ni siquiera como música de fondo (esta es una de las carencias y debilidades que, por ejemplo, le achaca Iban Zaldua a un libro como Patria, una obra vendida a mansalva como el relato definitivo de una época y en la que sin embargo, extrañamente,  ningún protagonista escucha la música de esa época: Kortatu, Barricada, La Polla Records…). Sí aparece, sin embargo, en algunos otras novelas y cuentos, sobre todo en euskara, como Galdu arte, de Juan Luis Zabala, o en las obras de Xabier Montoia, que como decíamos la semana pasada fue el primer cantante de Herztainak, o estuvo al frente de M-ak… Pero en general da la impresión (aunque seguro que hay muchos más libros de ficción que se nos escapan) que hay un pequeño vacío en ese sentido y por eso nos gustaría citar otra novela sobre Eskorbuto, o, en concreto,  sobre uno de sus componentes: Pasión y muerte de Iosu Expósito, de Beñat Arginzoniz, en la que, en una narración impregnada de poesía,  se relata con una imágenes muy evocadoras los últimos días de la vida del guitarrista y cantante de la banda.

Una novela impresionante, como lo es también Agua para los muertos, que el propio Arginzoniz  dedica a un componente de otro grupo que sigue la estela de Eskorbuto, Subversión X, y cuyo cantante, Jabi Arroyo, acompañó precisamente a Iosu Expósito en sus últimos días de vida  (y que, posteriormente, llevó una vida bastante similar, marcada por la toxicomanía, la delincuencia y la autodestrucción, aunque, en este caso,  con un final feliz; Arroyo, de hecho, es hoy en día uno de los más activos reivindicadores de la memoria histórica del grupo de Santurtzi, impulsando iniciativas como el gran mural que se pintó en honor de Eskorbuto recientemente).

Qué dura es la vida del artista

Con Eskorbuto tuvieron sus más y sus menos otro de los grupos referenciales del RRV, La Polla Records, a quienes, al parecer, Iosu Expósito robó una guitarra durante un concierto en el que compartieron cartel. Se cuenta que el rifirrafe dejó también un intercambio de temas con recado entre un  grupo y otro (Cuidado, por parte de Eskorbuto, y El avestruz, de La Polla). La cuestión es que, si bien el grupo de Agurain no tiene una biografía propiamente dicha, Evaristo Páramos, su icónico cantante, una de las mentes más lúcidas y rápidas del rock vasco, ha generado abundante bibliografía que podemos incluir en este repaso de la literatura del RRV. Páramos fue, de hecho, uno de los primeros en animarse con la pluma. Publicó  Por los hijos lo que sea  en 2001 , una colección de relatos con estética de cómic (el propio Evaristo ha renegado en más de una ocasión de este libro que originalmente fue concebido como tal, como un cómic; el libro, a pesar de todo,  tenía varios e interesantes hallazgos literarios),  a  los que siguieron, años más tarde, una serie de desconcertantes publicaciones , Cuatro estaciones hacia la locura y Cuatro estaciones en la locura, en las que Evaristo  relata en forma de diario, entre otras cosas, su aproximación al esotérico mundo de las runas o el tarot. 

Qué dura es la vida del artista: Amazon.es: Evaristo Paramos Perez ...

Aunque, sin duda, para esta bibliografía mínima del RRV la obra que más nos interesa es la titulada Qué dura es la vida del artista, un anecdotario del grupo en el que el cantante de La Polla Records repasa muchos de los momentos vividos con el grupo, sus orígenes, las giras, las subidas y bajadas, todo ello con la sorna y el desparpajo que caracteriza al que es, sin duda alguna, uno de los letristas más atinados del rock vasco (la universalidad y permanencia de sus mensajes así lo demuestran).

Barricada y RIP

Continuando con los grandes grupos del RRV, tenemos la biografía de Barricada, Electricaos, escrita por David Mariezkurrena y  por Fernando F. Garayoa, un exhaustivo trabajo que recorre treinta años de carrera del grupo de la Txantrea, y a la que solo le faltan los capítulos finales, con la separación de la banda, la carrera de El Drogas en solitario, la perdida de la voz de Boni…, pero únicamente porque sus autores no eran adivinos y el libro se escribió antes de todos esos acontecimientos… Un gran trabajo, en todo caso, editado a todo lujo y muy recomendable. A él, relacionado con el universo Barricada, cabe sumar los trabajos que El Drogas ha publicado en los últimos años: el libro de poemas Tres puntadas (con prólogo de un servidor) y el dirigido al público infantil Las zapatillas de volar .

BARRICADA. ELECTRICAOS. MARIEZKURRENA, DAVID ; F. GARAYOA ...

En cuanto a RIP, uno de los grupos a menudo injustamente en la segunda fila del RRV, hace poco ha sido editado un disco-libro o disco-fanzine titulado Larga vida a RIP, que, como reza su sinopsis, “reconstruye la trayectoria de la banda a partir de los testimonios de Txerra y de muchas de las personas que estuvieron al lado de RIP. Un relato crudo y feroz que narra las vivencias del cuarteto de Mondra, contextualizado en la Euskal Herria de los 80-90”, y que incluye un CD con versiones de diferentes bandas: Arkada sozial, Rat-zinger, Habeas Corpus e incluso dos temas inéditos grabados por Txerra, uno de los supervivientes de la banda.

Para ir acabando, aparte de libros como los ya citados dedicados a grupos concretos (y de otros, por ejemplo,  Flores en la basura, que escribió Roberto Moso, el cantante de Zarama), también es interesante resaltar otros que han abordado el RRV desde un punto de vista más general, más académico incluso, dentro del género del ensayo.

De concierto en concierto y de mani en mani

Y así, tenemos en primer lugar el más antiguo de todos, Negación punk en Euskal herria, firmado en los 90 por Huan Porrah, un autor andaluz —Huan Porrah es una transcripción fonética de Juan Porras— y que es un primer intento por analizar el RRV como manifestación o expresión de un movimiento de negación, o de rebelión más amplio; el libro era o partía en realidad de una tesis doctoral, al igual que otro más reciente, de Jakue Pascual, Movimiento de resistencia: años 80 en Euskal Herria, Contexto, crisis y punk, del cual también vamos a reproducir parte de la sinopsis porque resume muy bien no solo lo que es el libro en sí sino además, efectivamente, todo este contexto en el que brotó el RRV:  “Huelgas, conflictos obreros, agitación, guerra sucia, crisis, represión, paro, desilusión, heroína y bombas. La de los ochenta es una década llena de emociones, de cruda realidad y de sueños. Entre pelotazos, controles, botes de humo y porrazos, el no future desesperanzador y la utopía movilizadora, se abre paso en Euskal Herria una nueva generación, un potente y heterogéneo movimiento de resistencia compuesto por jóvenes de distintas adscripciones ideológicas. Abertzales, antimilitaristas, libertarios, ecologistas, feministas… se unirán en torno a una tupida red de medios contrainformativos y gaztetxes; rularán de concierto en concierto y de mani en mani”.

Party & Borroka - Ion Andoni del Amo Castro - txalaparta.eus

Jakue Pascual completa el trabajo con una segunda parte titulada Radios libres, fanzines y okupaciones en la Euskal Herria de los años 80. Movimiento de resistencia II.

Tanto Movimiento de resistencia de Jakue Pascual, como Negación punk en Euskal Herria, de Huan Porrah están publicados por Txalaparta, al igual que Party & Borroka,de Ion Andoni del Amo, que viene a analizar cuál ha sido el rastro que la cultura del rock radikal ha dejado en nuestra música, o cómo quizás llegó incluso a convertirse en algo hegemónico, eclipsando la aparición de otras tendencias o corrientes, otras nuevas formas en las que también la música funcionaba como aglutinador de la rebeldía y la radicalidad.

Viviendo a toda velocidad

Para finalizar, esta vez sí, podemos concluir que al intentar abarcar todo lo que, desde la literatura, se ha aproximado de alguna manera a este fenómeno o a este movimiento de lo que se dio en llamar Rock Radikal Vasco, seguramente nos hemos dejado más de una y de dos referencias (por citar, aunque solo sea rápidamente alguna otra: Lluvia, hierro y Rock’n’Roll : Historia del rock en el gran Bilbao (1958-2008), de Álvaro Heras-Gröh). Seguramente también todavía queda mucho por escribir. No existe, por ejemplo, una gran enciclopedia o guía que recoja toda esa gran eclosión de grupos que se dio en los ochenta, por una parte porque sería casi imposible, pues cada barrio y cada pueblo, casi cada cuadrilla, prácticamente, tenía su propio grupo, y, por otra, porque también eran años de confusión, en los que se vivía sumidos en una especie de niebla y en los que nadie se preocupaba o pensaba en dejar constancia de aquello que estaba sucediendo, sino en -como cantaban Barricada- vivir a toda velocidad, como un ciclón.

Tal vez sea, en fin, la literatura de ficción —esta es una opinión personal—, las novelas, los cuentos —y en esas estamos algunos (Tratado de hortografía — Patxi Irurzun—) quienes tengan que reparar todo ello y quienes hagan nuevas aportaciones para reconstruir aquella época y aquellas vivencias que, de todos modos, el RRV expresó sin parangón a través de la música.

«Para nosotros, que no creíamos en nada, el punk-rock fue una religión» (Patxi Irurzun)

Jul 19, 2020   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Entrevista en Gara/Naiz (19/07/20)

En su último trabajo, «Tratado de hortografía» (sí, con hache), recién publicada por la editorial Pamiela, el escritor y colaborador de GARA Patxi Irurzun (Iruñea, 1969) firma a través de una historia pequeña, cotidiana y actual una novela que rememora, sin caer en la nostalgia, el Rock Radikal Vasco. Hacen cameos Evaristo, Eskroto y Mahoma, pero esta obra es, por encima de todo, literatura

Miren Lacalle/Iruña

¿Quién no recuerda a Las Tampones, aquel grupo punk de los 80, y su canción “Estamos contra las reglas”? Aquella que interpretaron en horario infantil en un conocido programa de televisión, con el consiguiente y monumental escándalo… Un momento, ¿pero esas no fueron Las Vulpes y su tema “Me gusta ser una zorra”? En “Tratado de hortografía” (Pamiela), la última novela de Patxi Irurzun, el escritor txantreano recuerda, en un refrescante kalimotxo literario en el que se confunden realidad y ficción, los años del Rock Radikal Vasco.

Por sus páginas hacen cameos Evaristo, Josu y Jualma de Eskorbuto, Eskroto, Mahoma… Pero que nadie se confunda, “Tratado de hortografía” es, por encima de todo, una novela. Literatura. Que nadie busque en ella una enciclopedia del RRV ni un “Cuéntame” punk. La novela, de hecho, se ancla con fiereza en la actualidad. El protagonista es una antigua estrella del rock vasco –el cantante de Los tampones– que, a través de un diario, nos cuenta cómo sobrevive décadas después de perder su fulgor a las dentelladas de la vida (la complicada adolescencia de sus hijos, la precariedad laboral o el inevitable balance, al llegar al medio siglo de vida, entre lo soñado y lo obtenido). Todo ello, es cierto, entre inevitables recuerdos de aquellos días de ruido y furia de los ochenta.

¿Cuál fue el chispazo inicial de Tratado de hortografía?

Siempre había querido escribir una novela sobre el rock radikal, que viví con mucha intensidad de chaval: los casettes, los conciertos los fines de semana, que eran como un ritual, como ir a misa, el “Bat, bi, hiru!” de “Egin”, nuestra hoja parroquial… En muchas de mis novelas y cuentos aparece todo eso de un modo secundario, y me apetecía darle más protagonismo. Tenía todo en la cabeza y una frase con la que arrancar: ‘Para nosotros, que no creíamos en nada, el punk-rock fue una religión’, pero cada vez que lo intentaba no funcionaba, quizás porque intentaba hacer la gran novela que, a mi juicio, estaba por escribir del Rock Radikal Vasco, o quizás porque yo no soy músico y todo lo había vivido desde fuera, como espectador. Aunque también es cierto que, hablando con músicos que sí estuvieron en el ajo, me decían que tampoco recordaban gran cosa de esos años, que los vivieron como en una nebulosa, lo cual me hizo sentirme menos intruso.

Y encontró la manera de contar esa historia con un formato de diario, escrito desde la actualidad por una vieja gloria de un imaginario grupo de rock, ¿Los Tampones…?

Sí, empecé a escribir el diario de una forma casi casual, sin premeditación, y pronto me di cuenta de que la cosa fluía –de hecho el diario está escrito en tres meses–, seguramente porque los diarios son un cajón de sastre y me resultaba fácil alternar en él recuerdos de la juventud del protagonista, con la rutina de su vida actual, los conflictos con sus hijos adolescentes, la precariedad en la que vive, el duelo por una muerte muy próxima… En la novela está ese trasfondo de los ochenta, la historia de Los Tampones, su escándalo televisivo (que evidentemente recuerda aquel episodio de Las Vulpes) y todo ello determina la vida del protagonista, pero su historia está contada desde el presente.

Por otra parte, yo ya había escrito un diario, este real, anteriormente, “Dios nunca reza”, y encontré pronto el mismo tono, que me dio entonces muy buenos resultados.

En ese sentido, «Tratado de hortografía» es una novela generacional, porque retrotrae a los 80 pero también nos habla de quienes ahora rondan el medio siglo.

Sí, el libro habla, por ejemplo, sobre la gente que llega a los cincuenta y no ha tenido nunca un empleo estable o un sueldo que supere los mil euros; o de esa violencia oculta que es entrar a los supermercados y comparar los precios de las bandejas de carne y tener que llevarte la más barata y seguramente la menos saludable. Es decir, habla sobre precariedad e invisibilidad. Y se reflexiona también sobre en qué ha quedado todo aquello por lo que peleó esa generación en su juventud, si ha servido para algo, qué errores cometieron…

En el grupo de guerrilla ortográfica en el que participa el protagonista, de hecho, hay un intento un poco patético de encontrar respuestas a todo ello, de ahí también el título, ese error u horror ortográfico que señala todas esas contradicciones.

También parece evidente que hay muchas referencias autobiográficas en ese protagonista: escritor, colaborador en un periódico, bibliotecario…

Sí, bueno, podría hacerme el guay y decir que es un libro de autoficción, que es lo que se lleva ahora, pero yo prefiero decir que es una novela, en las que de toda la vida los autores han nutrido sus historias con sus propias vivencias, con lo que han vivido y con lo que les habría gustado vivir… A mí me habría gustado ser músico, pero tengo menos oído que un orinal, así que me lo invento, y así, por ejemplo, puedo compartir escenario con Evaristo. En el libro hay un momento en el que menciono algo que siempre dice mi madre cuando lee mis cosas: “¡Pero si este eres tú!”, da igual que el protagonista sea una mujer, o mayor o más joven que yo. Y es verdad y a la vez no lo es, es así como funciona la literatura.

Antes ha mencionado «Dios nunca reza», pero esta novela se puede ligar con varias de sus obras anteriores, por ejemplo, las primeras en las que aparece la ciudad imaginaria de Jamerdana.

Así es, recupero Jamerdana, ese compendio de todas las ciudades vascas, y recupero en cierto modo también el tono juvenil y desenfadado de “Ciudad retrete” o “Cuestión de supervivencia”, pero también se puede ligar el libro, por lo que hemos hablado antes, con mis libros más autobiográficos, “Dios nunca reza” o “Atrapados en el paraíso”. Pero es que, además, en él también podemos encontrar mi faceta como escritor de periódicos, porque he insertado, a modo de samplers, fragmentos de algunas de mis columnas…

O está Zarraluki, otro territorio mítico que aparecía en algunos de mis cuentos o en “Pan duro”. El propio grupo de Los tampones ya tenía un precedente en otro relato, “Ultrachef”, o en una radionovela punk que escribí para “Radio Euskadi”. No sé, tengo la impresión de que “Tratado de hortografía” es un libro que da sentido o encauza mucho de lo que he escrito anteriormente, yo creía que de un modo deslavazado. Eso es muy bonito y emocionante descubrir: cómo en realidad lo que has estado haciendo durante todos estos es años era, sin saberlo, una especie de corpus, de organismo literario mayor.

Sorprende esta vuelta a los orígenes, tras sus últimas novelas de género histórico, con las que ha tenido cierto éxito.

Pero incluso con ellas tiene algo que ver, porque el protagonista acaba de escribir una novela de ese tipo, con cierta desgana, y porque esas novelas, “Los dueños del viento” y “Diez mil heridas”, también tienen su componente de novela social, como esta. Por otra parte, también podriamos decir de “Tratado de hortografía”, que es una novela histórica y pretende reivindicar algo como el Rock Radikal Vasco que ha dejado muy poca huella en la literatura si lo comparamos con lo que significó para muchos de nosotros.

¿Recuperará a los personajes en nuevas entregas?

Esa es la idea, porque con este tipo de historias es con las que yo disfruto y me siento cómodo escribiendo, y porque tengo la sensación de que en realidad solo he empezado a rascar en algo que tiene mucho más por debajo, sobre lo que hay mucho que contar y rescatar, en esa nebulosa de los 80. Me gustaría y tengo pendiente hablar con muchos de sus protagonistas, El Drogas, Jimmi de Tijuana, Marino Goñi… Pero también es cierto que este es un libro de kilómetro cero, con una historia local, una editorial de casa, y un libro, por tanto, que va a tener que pelear duro en ese gran circo de la literatura. Habrá que ver qué pasa, si la gente prefiere una lechuga de la huerta o una iceberg del Mercadona. Yo confío, de todos modos, primero, en lo que he escrito, de lo que estoy muy satisfecho, y después en el boca-oreja y en el espíritu fanzinero y maquetero de “Tratado de hortografía”.

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