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ARROTZ O LA BANDA DEL ABUELO EN GRUTA 77

Abr 9, 2009   //   by admin   //   Blog  //  No Comments
Arrotz

La banda del abuelo, grupo de rock forajido, entre cuyos miembros se encuentra mi amigo el escritor Josu Arteaga, acaba de subir a su myspace un nuevo video. Es el segundo single de su inminente nueva fechoría, MALPASO, y en el video aparecen imágenes de la fiesta por la segunda edición de Resaca / Hank over y algunas fotos que yo saqué aquella noche salvaje. También aparezco al final en los créditos (hay que tener una vista de águila para leerlos). Sobre la canción, Josu me escribe: «Hemos paseado un escarabajo pelotero por el careto de unos cuantos poloticastros y le hemos metido un zapping reflejo del mundo en el que vivimos. La cancion habla de eso, de sentirnos extraños siempre y en todo lugar. De cómo cojones sobrevivimos en medio de esta locura. En el estribillo decimos eso de: ETORTZEKE DAGOEN IRAULTZA ARROTZ EZ DEN BIZITZAN DATZA (LA REVOLUCION VENIDERA CONSISTE EN UNA VIDA NO EXTRAÑA).

ATRAPADOS EN EL PARAÍSO

Abr 9, 2009   //   by admin   //   Blog  //  No Comments


José Ángel Barrueco ha subido a su blog, además del fragmento de Ajuste de cuentos, otro de mi libro Atrapados en el paraíso, en el que cuento mi viaje al basurero de Payatas, en Manila. Este libro (finalista del Premio Desnivel 2004 y ganador del Premio a la creación del Gobierno de Navarra ese mismo año), además, está siendo traducido actualmente al francés (luego tocará buscarle un editor). Yo, por mi parte -y así me lo piden muchos lectores- no descarto intentar una reedición en castellano que le haga un poco de justicia. Ahí va el texto:

Junto al nuevo “check-point” había una pequeña “carindería”, en la cual unos cuantos militares, algunos de ellos evidentemente borrachos, mataban las horas bebiendo cerveza y espantando los miles de moscas que revoloteaban alrededor de las cazuelas. “Casa Mosca”, bautizamos aquel lugar, sin saber todavía que allá comeríamos más de un plato de arroz. Algunos de aquellos tipos se sumaron al grupo y todos juntos comenzamos a subir en dirección a la montaña. Resultaba dificultoso caminar, los pies se hundían en un barrizal impreciso, en el que afloraban bolsas de plástico destripadas, neumáticos rajados…; un barrizal que despedía un olor que era ya como una presencia física, casi como si uno de los tipos que nos saludaban te hundieran su gancho en la barriga y revolviera un poco. Por fin llegamos hasta la cima. Por un momento me quedé pasmado. Nunca había visto nada parecido. Entre pilas de inmundicia, que los camiones iban descargando sin tregua, cientos de personas desgarraban con sus ganchos las bolsas de basura, seleccionando el papel, el cartón, las latas…

AJUSTE DE CUENTOS EN LA FNAC DE DONOSTI

Abr 8, 2009   //   by admin   //   Blog  //  No Comments

Será el próximo día 7 de mayo a las 19:30. La última vez que estuve me caí por las escaleras mecánicas, espero que eso no sea una premonición. Seguiré informando.

Un cuento en la nueva revista AL OTRO LADO DEL ESPEJO.

Abr 8, 2009   //   by admin   //   Blog  //  No Comments

Bueno, más bien es una crónica de viajes, sobre uno que hice a Bangkok, cuando todavía viajaba, y por la cara (a Tailandia lo hice gracias a un concurso de una agencia de viajes que gané con un microrrelato sobre La Habana… bueno, es una historia larga, ya la contaré otro día).

Podéis leer el primer y estupendo primer número de esta revista dedicada al cuento que promete convertirse en una referencia del género aquí. Y este es su blog: http://alotroladodelespejorevista.blogspot.com

AJUSTE DE CUENTOS EN «ESCRITO EN EL VIENTO», DE JOSE ANGEL BARRUECO

Abr 2, 2009   //   by admin   //   Blog  //  No Comments

El escritor Jose Ángel Barrueco ha incluido un fragmento de uno de los cuentos de Ajuste de cuentos (Parpadeos) en su muy recomendable blog Escrito en el viento:

«Yo estaba por entonces lleno de odio a mí mismo y sobre todo al mundo, y las ganas de prender fuego a esta maldita ciudad y pegarme después un tiro en la boca se acrecentaban cada vez que me acercaba a la universidad. Iba andando. Hacía frío y nunca tenía un duro, pero eran ellos, los estudiantes que se cruzaban con mis orejas congeladas y mis bolsillos vacíos, quienes avivaban los deseos de hacer explotar todo. Sus conversaciones, vacías y seseantes, sus aires intelectualoides de importancia, sus zapatos, sus gabardinas, sus cerebros, me revolvían el estómago hasta la náusea. Pensaba: –Tío, estos son nuestro futuro– y sentía muchas más ganas de hacer estallar el mundo; o por lo menos de volarme los sesos. A ti, sin embargo, te quería.»

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