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LOS CULPABLES. PAMPLONA 1936

Ago 12, 2009   //   by admin   //   Blog  //  4 Comments

Yo estudié la EGB en los Escolapios de Pamplona, y solo ahora, treinta años después me entero, gracias al estremecedor libro Los culpables de Galo Vierge, que mi colegio fue durante el golpe de estado de 1936 cuartel general y centro de detención de los requetés, quienes junto con las milicias falangistas asesinaron por cunetas y paredones de toda Navarra (donde, durante la guerra civil, no llegó a haber frente de guerra) a 3000 personas desarmadas, cuyo único delito fue pertenecer a partidos y sindicatos anarquistas, socialistas o nacionalistas. El mismo patio contra el que más de una vez, durante los recreos, estampé mi nariz en los partidos a cara de perro de una clase contra otra, se tiñó de otra sangre cuarenta años atrás, cuando los detenidos se arrojaban desde los ventanales de nuestras aulas, incapaces de soportar la idea de que les aguardaba una muerte segura, sin juicio, sin motivo, por dios, por España y por la puta cara. Las clases en las que los curas nos enseñaban a ser como Dios mandaba, fueron hacía no tanto tiempo calabozos siniestros en los que se torturaba salvajemente en el nombre de un hombre clavado en una cruz, es decir, también torturado.

Galo Vierge, obrero metalúrgico afiliado a la CNT, detenido tras el alzamiento militar y superviviente al mismo, escribió Los culpables en 1942, (jugándose para ello el pellejo; solo lo pudo publicar muchos años después, por primera vez en una edición semiclandestina de autor de 1988 y después -sus herederos- en la edición de Pamiela de 2006 que yo he leído). El libro es uno de los pocos testimonios directos de la represión fascista en la capital navarra, un grito aislado capaz de atravesar el manto de silencio que durante décadas cubrió una ciudad en la que no pasaba, no había pasado nada, en la que muchos de nosotros crecimos ignorando que un glacis de la Vuelta del Castillo, donde jugábamos al escondite después de clase de religión, pasaron por la piedra a cientos de hombres inocentes. A un vendedor de periódicos lo fusilaron por vender prensa socialista en el propio patio de la prisión. Era deficiente mental y probablemente no sabía leer, ni mucho menos distinguir los periódicos revolucionarios del Diario de Navarra.

Galo Vierge lo cuenta en Los culpables, anota los nombres de las víctimas y de los verdugos, habla (con el corazón ensangrentado en la mano, pero sin rencor) de los detenidos a los que dejaban en libertad para volver a detenerlos por la noche y darles el paseillo; de los fusilados reclamados meses después a sus viudas o padres en leva para la cruzada fascista; de los asesinos que cuneteaban a presos y volvían después a Pamplona para postrarse de rodillas ante lSanta María la Real, en procesión por el centro de la ciudad; de la caza humana -ni heridos ni supervivientes, era la consigna- tras la espectacular fuga (la mayor en la historia penal de España), del fuerte de San Cristobal, en la que fueron abatidos como perros por la laderas del monte Ezkaba cientos de prisioneros.

Nadie nos habló nunca a nosotros de eso. Mi propio abuelo militó en el bando nacional, nunca he sabido si reclutado a la fuerza o alistado voluntario, nunca le oí contar nada, nunca sabré si estuvo entre los que -como también cuenta Galo Vierge- cerraban los ojos y disparaban al cielo en el pelotón de fusilamiento, o la turba fanática que gritaba en la plaza del Castillo ¡a matar más rojos que Dios!

Aquí nunca pasó nada, el marchamo mojigato, cazurro, clasista y derechón de la ciudad venía impreso en su ADN, era la marca de fábrica de una capital de provincia tranquila y apacible, chiquita y apañada, en la que los trapos sucios se lavaban en casa.

Y sin embargo, Los culpables es un libro que debería ser aireado, de lectura obligatoria en todos los colegios de Pamplona, incluidos los Escolapios. Sobre todo ahora que -hace solo unos días- la alcaldesa de la ciudad, Yolanda Barcina (UPN), cuestionó una sentencia del Tribunal Administrativo de Navarra que obligaba a cambiar los nombres de 20 calles del barrio pamplonés de la Txantrea, en los que figuraban nombres de militares o políticos franquistas. El portavoz de la Plataforma que impulsa la iniciativa para renombrar esas calles se llama, por cierto, Gorka Vierge, y es nieto de Galo Vierge, autor de Los Culpables.

Patxi Irurzun, abril de 2008.

Los culpables, Galo Vierge. Editorial Pamiela (2006)

MARÍA LUISA ELÍO O REGRESAR ES IRSE

Ago 10, 2009   //   by admin   //   Blog  //  1 Comment

Hoy he sabido, por un artículo de prensa, que el pasado 17 de julio falleció en México María Luisa Elío. Igual el nombre no os suena, pero seguro que – al menos si habéis leído alguna vez Cien años de soledad- no es la primera vez que lo veis escrito, porque a esta autora pamplonesa dedicó su famoso libro García Márquez, y así consta en todas las ediciones del mismo. Ella, y su marido, el cineasta catalán Jomí García Ascot, fueron unos de los primeros que supieron de las andanzas de los Buendía y que al oírlas de boca del colombiano, le animaron a seguir con el proyecto. Cualquier escritor sabe que enseñar o hablar de una obra cuando está se encuentra en período de gestación es peligroso, una opinión a favor o en contra puede ser determinante, hacer que la misma se abandone o se tuerza, o -por el contrario- también que se retome con ímpetu, se aborde con renovado brío… Recordemos, además, que, según cuenta García Márquez, cuando empezó a escribir esta obra que lo ha hecho universalmente conocido y supongo que millonario todo su patrimonio era una resma de quinientos folios en blanco.

El caso es que María Luisa Elío, además de todo eso, escribió un libro titulado Tiempo de llorar, en el que cuenta su vuelta con Diego, uno de sus hijos, a Pamplona, la ciudad en la que nació y de la que partió al exilio -a México- siendo una niña. ‘Regresar es irse,’ menciona en el mismo, al encontrarse con una ciudad triste y gris y opresiva, como la Pamplona de los 60… Sobre todo cuando como en su caso, los recuerdos no pueden ser sino deprimentes. El padre de Maria Luisa, el juez Luis Elío -uno de los primeros en las listas negras de falangistas y requetés, por rojo y por ser consecuente con sus ideas: repartió algunas de sus tierras entre quienes la trabajaban- permaneció tres años encerrado en un cuchitril, una pequeña habitación en la capital navarra durante la guerra civil -desde la que cada mañana oía los disparos de los pelotones de fusilamiento- hasta poder huir a Francia, donde, tras pasar por un campo de prisioneros, se reunió con su familia y emigró a México. Luis Elío, por cierto, da también cuenta de su experiencia en un libro titulado Soledad de ausencia (un libro que, como algunos otros –Los culpables, de Galo Vierge, del que colgaré en breve una reseña-, Navarra, de la esperanza al terror, 1936, o el que editó y reedito Pamiela sobre la fuga del fuerte de San Cristóbal, deberían de ser de lectura obligatorio en los centros educativos navarros).

Tristemente nadie o casi nadie sabe en Pamplona quién fue María Luisa Elío (a pesar de que la hayan recordado a menudo escritores de la talla de Miguel Sánchez-Ostiz, a través del cual llegué yo a esta autora), no hay una calle con su nombre (al contrario, se usan triquiñuelas para que permanezcan las de otros, como el Conde de Rodezno, por culpa de quienes el padre de la escritora hubo de enterrarse vivo y exiliarse, y tuvo suerte) ni se han hecho actos conmemorativos (quizás, probablemente, gracias a dios). Aunque no deja de ser triste en una ciudad que aspira a ser capital cultural (ja, ja, ja…).

Maria Luisa Elío, y lo suyos, de todos modos, intuyo que tampoco serían partidarios de ese tipo de actos, de hecho la muerte de la escritora (quien conoció y fue amiga de artistas como Luis Buñuel, Octavio Paz, Álvaro Mutis,Eliseo Diego -que también le dedicó un libro, Cuatro de oros...), su muerte, decía, fue anunciada discretamente en una pequeña esquela de un periódico mexicano, firmada por su hijo Diego, quien, por lo demás, dirige la editorial mexicana DGE / Equilibrista y sigue en la brecha, trabajando para que las resmas de folios en blanco se conviertan en patrimonio de todos.

EL BLUES DEL ODIO ENAMORADO

Ago 7, 2009   //   by admin   //   Blog  //  2 Comments

En general todos mis libros han corrido bastante mala suerte, pero la palma se la lleva Odio enamorado, y no voy a fustigarme entrando en detalles. Sin embargo, a mí me parece una de mis obras más serias, en todos los sentidos. ‘Odio enamorado’ es un blues, y así lo entendieron los pocos que hablaron de ella: «Hombres malos haciendo cosas buenas», escribieron en Diario de Noticias; y en Diario de Navarra «Un blues literario sobre extremos humanos». Claro, que tratándose de un blues, quien mejor podía hablar de ‘Odio enamorado’ era Alfonso Xen Rabanal, que escribió lo que sigue abajo sobre la novela (por cierto, a propósito de blues, para blues literarios en estado puro, el libro de Alfonso, La Cámara de Niebla, en Eclipsados; y dos, en septiembre presentaré en Pamplona Blues y otros cuentos (Baile del sol) de Iñaki Echarte Vidarte, un libro lleno de silencios que hablan a gritos). Ah, los dibujos -como el de arriba-y portada de ‘Odio enamorado’, una vez más corrieron a cargo del gran Kalvellido

odio enamorado / patxi irurzun
Alfonso Xen Rabanal, en Crónicas para decorar un vacío

hace algún tiempo, un amigo músico me dijo que a él le gustaba tocar blues…pero que tocarlo no significaba vivirlo… que podía tener su trabajo, su vida social, su familia… y tocar blues…yo, me quedé callado… le entendía, sabía de su pasión por el blues; pero algo dentro de mí sabía, y me voy a citar, que el blues muere cuando las notas se ordenan…cuando una ex me echó de su casa, de su vida ordenada, supe por qué no había escrito en unos años: por no haber aprendido a tocar el blues, por no haberme mentido, por no haberme «concedido una bula vitalicia para el desengaño», como define Patxi a los restos de esa revolución que mató todas las revoluciones porque se vendieron…… por no haberme vendido: -«Vete a vivir tu blues» -me dijo. Y algún día se lo dedicaré.pero quien vive el blues, quien tiene el blues, no se percata de ello… quizá porque su camino son las notas que otros han de ordenar, interpretar… y hasta que algo se desgarra en su alma y estallan todas esa pequeñas cosas que obviamos, las mismas que amontonamos en ese «rincón donde huele a orines», y coge la desviación de la garganta, de la pluma… o de los sinuosos caminos del descenso…… no tienes la oportunidad de ser consciente de tu camino, de tu vida, una vez quitadas todas las máscaras que la vida en esta sociedad individualista nos va imponiendo…eso es un cruce de caminos…

«odio enamorado», la última novela del autor navarro Patxi Irurzun es un blues al que no hay que poner ningún adjetivo, porque sólo quien tiene el blues está capacitado para describir un cruce de caminos; el mismo que ahora, poco a poco, esta generación en la que malvivo, roto el espejo de su narcisismo sin raíces, va intuyendo en su desorientación entre la niebla, el humo de las derrotas maquilladas de consumismo… el vacío que decora esta sociedad decadente que mira hacia el integrismo de sus mentiras…toda generación tiene su oportunidad para cambiar algo, al menos en su interior, antes de venderse al «imperativo» social… Y Patxi nos describe, fino él, a esa generación que tuvo la oportunidad, la fuerza de mil gargantas, el duende, el son, el feeling cedido generosamente por millones de voces oprimidas para cambiar algo… pero que, en su cruce de caminos, se vendió y la sociedad descubrió que la mercadotecnia acallaría todas las revoluciones posteriores…Y, en ese cruce, las salidas eran: verderse o matarse… Y la gran mayoría eligió la mentira que, cuando su vida se distrae hacia el declive, pesa y remuerde las conciencias capadas…es esa la generación que me legó un vacío, un puto desierto donde agonizo buscando un algo de luz… de donde parte mi blues…la música es una sucesión de notas y silencios, con variaciones que retoman un tema principal, con melodías que siempre han de alcanzar una resolución en las que se justifican a sí mismas… Pero, ¿qué pasaría si una melodía se clonase hasta el infinito? ¿Cómo se resolvería esa aporía?Patxi Irurzun, en odio enamorado nos da las pautas para intentar responder a esa pregunta mientras nos adentra en los más profundos recovecos humanos, allí, como la clave alquímica, donde lo que se ve se ve a través de espejo… donde, a través de las sombras, sepultado por la maraña de la locura, el ser humano todavía es capaz de crear algo bello en su interior…aunque su raciocinio acabe convirtiendo lo bello en una obsesión…lo que distingue al hombre de la máquina, al blues de todo lo demás, es la improvisación…y algo así quise decirle a ese amigo músico que interpretaba el blues… que un blues en el que no se filtraba tu mundo interior, toda la mierda que almacenas en ti… y en tus dedos o en tu voz o en tu papel no surgían esas notas que te guiasen por los mundos oscuros, tus propios mundos oscuros… no era un blues…puedes tocar una partitura, puedes bordarla, pero cada vez que lo haces estarás matando lo bello que nace del alma y tan sólo pulirás el brillo de la máquina de tu cerebro que lo interpreta…en las intensas páginas de odio enamorado, el autor va quitando máscaras a esta sociedad de miraombligospropios en la que nos vemos inmersos… pero quizá sea eso la vida…un blues… una gran novela que me gustaría que leyeseis, que escuchaseis…las ilustraciones de Kalvellido se convierten, con gran maestría, en una melodía, que no eco, dentro de la melodía…desde esta niebla se felicita a ambos… pues es uno de esos libros que sabes que has de volver a leer, a escuchar, porque algo de ti se engarzará entre sus palabras e imágenes que lo harán fluir y tendrás el blues…

Odio enamorado, Ediciones Idea

‘CIUDAD RETRETE’ EN GOOGLE BOOKS (o el autor es el último mono)

Ago 4, 2009   //   by admin   //   Blog  //  No Comments

No está el libro completo, le han arrancado -o como se diga eso en versión digital- varias páginas, pero buena parte de esta mi segunda novela, de 2002 (Txalaparta) se puede leer aquí. Y yo sin enterarme. Bueno, varias veces me han enviado desde CEDRO una solicitud para recibir los derechos de los libros escaneados por Google, pero a mí no se me ocurría que con la de libros que hay en el mundo, llegara el día en que le tocara a uno de los míos. Pero ¿esto qué es, esto qué es?, que decía Sara Montiel. ¿El Gran Hermano? ¿Cuánta gente trabaja para Google? ¿Hasta dónde llegan sus tentáculos? Lo que realmente me sorprende es que el autor sea el último en saber cosas como esta, y que se entere por casualidad. Es como si fueras un cornudo feliz del que todos se ríen a sus espaldas. ¿No debería alguien haberme dicho algo, o pedirme un permiso? Que no sé, digo yo ¿eh? Hace algún tiempo, también de casualidad, me enteré de que una editorial a la que vengo reclamando derechos de autor desde hace tiempo -sin que me hagan ni puto caso, claro; además, con las cuentas que suelen hacer las editoriales igual hasta les debo dinero- había cedido una de mis obras para traducirla al euskera. No sé en qué ha quedado la cosa, porque como digo la noticia me llegó de un modo rocambolesco; a lo que voy es que puesto que las editoriales disponen de los derechos de los autores como les viene en gana igual los autores tenemos que empezar a disponer de nuestros libros del mismo modo, saltándonos a la torera compromisos, contratos, etc. (por ejemplo para reproducirlos en blogs). No sé, yo ahora voy a rellenar el papelico ese de CEDRO, a ver si aún se puede rascar algo.
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