• Subcribe to Our RSS Feed
Browsing "Blog"

RELIQUIAS & JOROBAS (O ‘Un día con Ángel González González’)

Sep 1, 2009   //   by admin   //   Blog  //  2 Comments
Aldeacentenera en plena siesta
He pasado casi una semana en lo que el diario Hoy de Extremadura llamaba la república platónica de las Villuercas, Aldeacentenera. A Platón no lo he visto por ningún lado, pero Epicuro andaba en cada rincón de ese pueblito cacereño transustanciado en trozos de melón, peladilla o cochinillo frito, aceitunas con hielo, jamón ibérico… Lo único, “la caló”, pero para eso ya estaba la siesta y las piscina y las jarras de cerveza de los bares en que sumergirse entero.

Un día, fuimos a Trujillo, a comer a La Troya, qué exageración, qué tortilla de patata (ahí, ¡pam!, encima de la mesa, nada más llegar, sin pedirla, ni tampoco el plato de chorizo, ni la ensalada), qué migas, qué caldereta de cordero, y presa de cerdo, prueba, secreto… Todo por quince euros. Yo tengo poco paladar pero buen saque y sobró la mitad de cada plato. No sé qué harán con el resto, tirarlo me parece algo impúdico (otro año vi que de uno de los bares del porche sacaban bocadillos para algún yonki que almapeneaba por ahí).

En la Troya hay fotos de decenas de famosos de toda condición que un día se pusieron las botas en el restaurante: desde, creo recordar, el rey, que ya se sabe que es muy campechano, pasando por jugadores de baloncesto de cuando el blanco y negro (o el blanco y azulgrana), –Iturriaga, Manuel Flores– a gente del mundo de la farándula como Antonio Resines, Belén Rueda cuando iba con hombreras, o Montxo Armedáriz, al que su Tasio se le ha hecho ya todo un mozo y cumple 25 años. Y muchos más. También, por cierto, se exhibe en la Troya una foto de la dueña –ya fallecida- con Barrionuevo, esperemos que el juez Garzón no cierre por ese motivo este templo del pantagruelismo.

Otro día, me acerqué a Almaraz a visitar al poeta y pintor Ángel González González, con el que tuve una jornada on the road memorable. No vamos a contar que nos bebimos hasta el agua de los floreros, ni que nos fuimos sin pagar de una gasolinera, o que expoliamos alguna que otra iglesia, no, porque no podemos –aunque eso fue lo que nos juramos el uno al otro que contaríamos, para forjarnos una leyenda de malditos y andregrauns-; y no, además, porque solo bebimos cocacolas, fumamos fortunas y nos recogimos pronto, cada uno a su nido con sus polluelos. Eso sí, echamos risas por un tubo, que eso sí que es pura revolución y contracultura.

pinchando podréis leer la historia de este extraño cementerio

Aunque la cosa empezó seria. Angel me llevó a ver un cementerio militar alemán, a tan solo un kilómetro del Monasterio de Yuste. En él hay enterrados unas decenas de aviadores alemanes de las dos guerras mundiales, cuyos aparatos cayeron sobre la península. Creo que no es un lugar muy conocido, ni muy visitado, pero las cruces alineadas, las lápidas de soldados desconocidos, las pintadas que han dejado otros visitantes en un banco de la entrada sobrecogen, porque hablan de la estupidez y la brutalidad de todas las guerras. Como curiosidad, encontramos a un soldado Paul Neumann y a un par al que le faltaban dos o tres sílabas para ser Bukowskis.

Paul Neumann se murió sin pena ni gloria ni Oscars ni nada

De ahí, a otro mausoleo, este el de Carlos V, donde para nuestra sorpresa, descubrimos un retablo con una serie de reliquias de alguna de las once mil vírgenes (pero ¿hubo alguna vez once mil vírgenes?, que decía Jardiel Poncela) y, sobre todo, de un caballero de la legión tebana de San Mauricio, que mostraba un busto cuya expresión Ángel definió como el primer caso documentado de abuso de opiáceos. ¡Qué torpes estuvimos! Cándidamente preguntamos al segurata si podíamos inmortalizarlo, en lugar de hacerlo y después pedir disculpas. Y claro, nos dijo que no, primero él y luego en la entrada, la encargada, con la que no colaron las explicaciones de Angel, presentándose como redactor de una revista literaria para la que íbamos a escribir un número especial sobre reliquias. A la revista la titulamos Reliquias&Jorobas, lo primero está claro, lo segundo no sé muy bien a qué viene, tal vez para anticiparnos al estado en que nos dejó esa negativa (en realidad nos dieron largas, dijeron que pidiéramos un permiso en Patrimonio Nacional, etc.). Quizás lo hagamos. Y es que el busto, señores y señoras, merece la pena, el tebano, el modelo al menos en el que el escultor se inspiró, había abusado inequívocamente de algunas sustancias o yerbas. Por internet tampoco se encuentra un retrato, así que si alguien puede remitírnoslo o hacerle un robado, será una gran alegría para este par de bizarros redactores.

¿Somos o no somos bizarros?

Por lo demás, el tema de las reliquias, en realidad ya se ha tratado y magistralmente, como en este número de Mondo Brutto, en el que se habla de los quince prepucios del niño Jesús desperdigados por el mundo o el aliento de San José embotellado.
Creo que me he perdido un poco, y también que ya no voy a saber encontrarme.
La caló es lo que tiene.
Así que, discúlpenme. El año que viene, nos prometimos Ángel y yo, más.

Un texto para el catálogo solidario de Artsalud / ALCER

Sep 1, 2009   //   by admin   //   Blog  //  No Comments

Este relato, que también apareció publicado en el diario ADN, antes de que me echaran de muy malos modos, forma parte del libro-catálogo de la asociación Artsalud, que recopila textos, fotos y cuadros de artistas en un proyecto en favor de ALCER, la asociación de lucha contra enfermedades del riñón. Me lo entregó en mano la pasada semana el pintor y poeta Ángel González González, coordinador del proyecto, y con el que pasé un día desopilante en el Monasterio de Yuste y Plasencia, como enviados especiales de la revista Reliquias&Jorobas, del que ya daré cuenta en otra anotación de este cuaderno de bitácora.
OXÍGENO

Hay un cuento de Pío Baroja en el que el mismísimo dios desciende a la tierra durante una procesión y desdeñando a todos los poderosos, se aparta para besar la frente de una vieja prostituta. Me acordé de él hace unos días, poco después de haber cogido la villavesa (o esa subcontrata que el ayuntamiento tiene con una empresa de transporte animal para mi barrio). Por increíble que parezca, en la lata de sardinas en la que yo me monté, había una burbuja de aire, hacia la que me abrí paso desesperado. Necesito ese burbuja, respirar dentro de ella para sobrevivir el resto del día. Un hueco en el que desplegar mi botella de oxígeno: un libro. Pero esa mañana no leí una sola línea. El aire en la burbuja estaba viciado, olía a sudor, vino, orina… Pronto descubrí, sentado en el suelo, al mendigo. Era ya un anciano, y llevaba varios días deambulando por el barrio. Hice todo el trayecto, como el resto del pasaje, a una distancia de seguridad, tratando de repeler aquel hedor. Y después, apenas bajé del autobús, me olvidé del hombre, engullido por la marea de peatones apresurados, a los que, poco más adelante, detuvo un semáforo. Fue entonces cuando cruzó ante mis ojos otro autobús, y vi pegado al cristal, el rostro de un niño con síndrome de Down, que saludaba a todos los que esperábamos. En una mañana como aquella era lo más parecido a un ángel. Y, sin embargo, nadie se fijo en él, todos tenían la mirada clavada en el muñequito rojo del semáforo. El niño, de todos modos, de repente sonrió. Vi sus ojos entornarse, elevarse sobre toda la masa de peatones y posarse a nuestras espaldas. Entonces me giré, y allá estaba el mendigo, agitando su mano, devolviéndole al pequeño el saludo, sonriendo él también.

50 años de rocanrol

Ago 31, 2009   //   by admin   //   Blog  //  1 Comment

¡Zorionak! Hoy es el cumpleaños de Enrique Villareal, El Drogas, y para celebrarlo su socia y sus amigos, que son muchos porque él se lo ha ganado, celebran una fiesta en el Akelarre de la Txantrea, a la que un servidor estaba invitado y hará un feo, no presentándose, espero que me sirvan de disculpa los setecientos kilómetros que hoy me he metido entre pecho y espalda y esta foto de mi compañero de trabajo, el foógrafo Jesús Caso. ¡Larga vida al rocanrol!

¿QUÉ HA SIDO DE TI , JOCELYNE?

Ago 23, 2009   //   by admin   //   Blog  //  1 Comment
foto: nana buxcani

ESCRIBO este artículo por obligación. Por compromiso. Por moroso. Lo escribo aunque cada vez me cuesta más creer que escribir sirva para cambiar el mundo, al contrario que las personas con las que estoy en deuda (como el padre Julio Cuesta, que dirige el cotolengo de Montalbán, en Manila), personas que saben mucho mejor que yo cuánto hace falta que el mundo cambie y las recetas para ello.
Hace algunos meses un reportero del programa Callejeros (Cuatro ) me envió un e-mail. Había leído Atrapados en el paraíso , el libro que escribí sobre mi experiencia en el vertedero de Payatas (60.000 personas viviendo y trabajando en una auténtica ciudad basura, levantada alrededor de dos humeantes montañas de desperdicios de más de 25 metros de altura) y quería que le proporcionara algún contacto que le permitiera entrar a ese basurero, u otros como el de Tondo, en la capital filipina. Así lo hice y de paso sirvió para recordarme a mí mismo que desde que volví de Manila, en 2002, no había vuelto a saber nada de las personas que conocí en Payatas.
Como Jocelyne, la niña más lista del mundo, que debe de ser ya una jovencita. Hace siete años, Jocelyne atendía una pequeña tienda junto a uno de los puestos de control de entrada al vertedero. Vendía biscotes y bolsas de pop-cola a los soldados del check-point y también a los scavengers o trabajadores de la basura que rebuscaban entre esta cartón, plástico e incluso oro. Jocelyne era sólo una mocosa pero sumaba y restaba a una velocidad de vértigo y nos corregía a Joseba, el fotógrafo que me acompañó en el viaje, y a mí, cada vez que le dábamos una patada a nuestro escurrido diccionario de inglés. A Jocelyne le gustaba estar con nosotros, los extranjeros blancuchos y ricos, casi tanto como ver Betty, la fea en su pequeño televisor o ir a la escuela algunas horas a la semana. Yo creo que soñaba con trabajar, como Betty, en una oficina, una de las que se veían desde Payatas, en grandes rascacielos desde los que, por el contrario, nadie veía Payatas; pero Jocelyne debía pasar la mayor parte del tiempo en su tiendita: su padre trabaja de sol a sol conduciendo una de las bulldozer que compactaban las toneladas de basura de la montaña; y su madre murió sepultada por éstas en el año 2000, en el alud que enterró a más de doscientas personas.
No sé qué ha sido tampoco de Asunción, nuestra guía en el basurero, que siempre nos dejaba atrás cuando teníamos que ascender por las lomas y terrazas de basura, no importaba que tuviera 60 años, a ella todavía le quedaba energía, cuando nos despedíamos cada tarde, para echar una mano en el sindicato de scavengers , o en la guardería, el rudimentario hospital (en el que cada día morían dos o tres niños, por causa de la tuberculosis, o una simple diarrea…). No sé tampoco qué ha sido del Padre Joel Bernardo, un doble filipino de John Lennon, que nos consiguió los permisos para entrar a Payatas, en un pulso con el Capitán Jaymalin, la autoridad militar…
El e-mail del reportero de Callejeros era, por eso, una manera de recuperar el contacto con la gente de Payatas, con la que también me sentía en deuda (tenía cierta inquietud por saber qué les había deparado la vida, pero tampoco había hecho demasiado por averiguarlo).
Por supuesto, el reportero no habló con Jocelyne o Asunción…, ellos sólo estuvieron una semana en Manila, pero me proporcionó la dirección de dos personas que aparecieron en el programa y a las que escribí. Una de ellas era la madrileña Alicia Gimeno, quien me respondió algo sorprendida por la repercusión que había tenido su intervención en el reportaje: al parecer, lo que más había llamado la atención a muchos de quienes la vieron no fueron las condiciones de vida de los scavengers , o ver a los niños trabajando (una de esas niñas, por cierto, podía ser la propia Jocelyne: cuando le preguntaban en el programa qué quería ser de mayor, contestaba que profesora, y después se giraba y se perdía entre el humo de la montaña de basura); no, lo que a mucha gente le preocupó fue que Alicia caminara calzada sólo con unas chanclas por el vertedero.
La otra persona a la que escribí fue al sacerdote burgalés Julio Cuesta (a quien, por cierto, unen lazos con Navarra, pues vivió durante 17 años en Dicastillo, en el seminario menor que su congregación tenía en el Palacio de la Condesa de la Vega del Pozo) y quien tras tres años de trabajo en Payatas ahora dirige un cotolengo u orfanato a diez kilómetros del basurero. Tardó algo en responder, pero esto fue lo que, entre otras cosas, me contó: «Llevo dos semanas pendiente de uno de nuestros niños, ingresado en un hospital público; es un niño tetrapléjico, con problemas de epilepsia… Llegó a nuestro centro hace ocho años, le pusieron el nombre de K. Plaza porque apareció abandonado en esa plaza de la ciudad de Cebú… En el hospital le han tenido que someter a una doble operación (traqueotomía y gastrostomía)… Todo ha ido bien y hoy le darán de alta (mañana organizaremos una pequeña fiesta para celebrar su vuelta al cotolengo). Es tremendo el espectáculo de un hospital de niños donde muchas familias se ven en la imposibilidad de hacer algo por sus hijos enfermos porque no tienen dinero… Tienes que estar pendiente de las enfermeras que en cada momento te dicen la pastilla o medicina que necesitan para el enfermo… Antes de una operación te pasan la lista, con su precio correspondiente… y la operación no se hace si no has comprado las sondas, válvulas… y pagado hasta los últimos detalles (alcohol, guantes, cuchillas, agujas, uso del ventilador, esparadrapo, algodón, mascarillas, anestesia…)».
A ello añadía Julio, y también lo decía Alicia, que si yo realmente quería hacer algo por esos niños, y por Payatas, por Jocelyne, por Asunción… podía contar todo esto en algún periódico. Así que eso es lo que hago. Es sólo una ínfima parte de la deuda, y sigo sin creer que en realidad sirva para mucho, pero debo hacer caso a quien sabe realmente qué es necesario para que las niñas más listas del mundo no se extravíen entre el humo de una montaña de basura.
Patxi Irurzun. Diario de Noticias, 22-8-09

Todo el mundo tiene un blog…

Ago 21, 2009   //   by admin   //   Blog  //  3 Comments

…o dos. O más. Yo tengo cinco (y alguna más en la recámara). Pero me estoy quitando. Hay dos que doy por muertos, no han funcionado, no como yo esperaba.Uno de ellos se titula(ba) ¿Cuánto quieres que le duela? Y era una agencia de venganzas literarias. El otro, La caja atonta, pretendía ser un blog sobre televisión, que es un medio que da mucho juego (todo eso de una ventana al mundo) y sobre el que no se escribe demasiado desde un punto de vista de televidente crítico, será verdad eso a lo que alude el título del blog. Los dos me parecían buenos intentos, pero creo que no tengo la motivación ni, sobre todo, el tiempo necesarios que dedicarles.

Tengo contradicciones con los blogs. Me gusta que se hayan convertido en un espacio a través del que respirar, cuando otros te tapan la boca, y también que pueden ser herramientas para el juego literario, por ejemplo creando blogs de personajes o entidades ficticias (algo que no está muy explotado y que creo que puede ser interesante). Y me asusta lo dicho, que todo el mundo tiene un blog, o dos, o cinco; hay una superpoblación que aturde, y que al final nos hace refugiarnos en una docena de blogs amigos, con lo cual, en cierto modo volvemos al principio. Aparte de que –intuyo- el globo (o el blogo –me encantan los chistes malos-) se irá desinflando.

Yo, por ejemplo, de momento he decidido matar de inanición a esos dos blogs y dejar en estado latente otro, La polla más grande del mundo, con un caudal de entradas que no me puedo permitir desperdiciar.

Por lo demás, tampoco es cierto que todo el mundo tenga un blog, no lo tiene, por ejemplo, el subsahariano que aguarda en el monte en Ceuta para cruzar el estrecho, ni una mujer afgana, ni un squater filipino, ni una trabajadora de una maquila en Tijuana, ni un jubilado con la pensión mínima… Y quizás son ellos los que, de verdad, tendrían algo que contar.

Páginas:«1...251252253254255256257...274»
ga('create', 'UA-55942951-1', 'auto'); ga('send', 'pageview');