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NO SOY UN ASESINO.

Nov 8, 2009   //   by admin   //   Blog  //  1 Comment

Cada vez que escribo un poema -o mejor dicho, cuando lo muestro- siento que de alguna manera me expongo, que me quedo desnudo y algo desvalido, es algo que no me sucede con la narrativa, al contrario, los cuentos, las novelas, pueden servir para protegerme, me sirven como una armadura, o un arma directamente, y también puedo despojarme de todo con ellos, quedarme desnudo, pero no siento pudor; creo que en el fondo se trata de una cuestión técnica, no me considero un poeta, ni creo que tenga habilidades para serlo. Aún y todo, muy de vez en cuando me da la vena, a veces, como en este caso son ideas, historias, que me rondan y a las que no consigo dar escape a través de la narrativa.

Sobre «el tema vasco» quería escribir, llevaba mucho tiempo intentando escribir algo que me ayudara a comprender qué puede llevar a alguien a disparar fríamente a otra persona; cuáles son los mecanismos mentales para desprogramar algunos de nuestros códigos más humanos(el respeto por la vida; claro que la propia violencia también puede que sea uno de esos códigos). Enfin, no me apetecía escribir lo que está ya escrito mil veces y no aporta nada, no sirve para solucionar nada -muchas veces al contrario-, y un día leyendo en algún blog, lamentablemente no recuerdo bien cuál, sobre literatura y conflicto vasco, me pareció interesante algo que alguien planteaba: que a él lo que realmente le gustaría leer es qué hace un terrorista después de asesinar, seguir sus pasos, verlo escuchar la noticia en televisión, volver a su casa… Probablemente tampoco sirva ni aporte nada para acabar con esta desgracia, pero desde luego no es la perspectiva habitual y desde luego siempre ayuda a comprender mejor las cosas mirar desde otros ángulos, desde ángulos muertos. Con esa intención escribí este poema, que al final creo que puede aplicarse no solo al conflicto vasco, sino a la violencia en general. A ver qué os parece.

No soy un asesino

Intento no pensar en ello
pero la muerte permanece
agazapada
en todo lo que está vivo

En los pájaros posados en la carretera
que huyen del sudario de nieve sobre campos de trigo
que ya no se convertirán en pan
y en el hombre al que mataré hoy,
día de nochebuena.

Matar a un hombre,
no es tan diferente a matar un pájaro
golpeándolo con el coche
si uno deja que sea la rabia quien lo conduzca.

No soy un asesino,
me digo,
un disparo es solo un golpe al otro lado del cristal
que nos separa

Intento no pensar en ello,
en los ojos de la gente que me miran
cuando bajo del coche,
esos ojos que no me ven,
que solo ven
a otro hombre como ellos…

Hasta que saco la pistola
y me cubro con el pasamontañas.

Ahora todo cambia de repente
pero ni siquiera ahora
soy un asesino,
me digo,
y también
que no me importa lo que piensen los demás
ni lo que escriban mañana en los periódicos,
no soy un asesino,
me repito,
y entro decidido al bar.

El hombre que voy a matar
es el último que se vuelve hacia mí
Parece como si supiera que
algún día llegaría este día.

Lo veo apurar su vaso de vino
rojo como sangre espesa
y miro sus manos
esas manos con que retuerce los testículos
de los detenidos
las mismas manos con las que
algunas noches
acaricia
a su perro,
a su mujer,
a sus hijos…

Intento no pensar, tampoco, en ello,
solo en que alguien debe hacerlo,
alguien debe matarlos a ellos
para que nosotros
sigamos vivos

Después el hombre me mira a los ojos
y durante un segundo
me veo a mí mismo al otro lado del cristal

El hombre que voy a matar y yo
somos los únicos en este bar
que entendemos lo que va a suceder

Matar a un hombre no es tan complicado
sobre todo cuando ese hombre
sabe que merece morir.

Así que levanto el arma,
apunto a su cabeza
y disparo dos veces
¡BUM, BUM!

No tengo miedo,
ni siento que he roto ningún principio sagrado
no me impresiona oír los gritos a mi alrededor
ni verlo a él desplomarse
todos los días mueren miles de personas
y a nadie le importa
ni los periódicos escriben sobre ellas

La muerte es ley de vida,
permanece
agazapada
en todo lo que está vivo

Y yo ahora solo siento alivio,
y satisfacción por haber cumplido
rápido y sin dudar
mi trabajo

Alguien debe hacerlo
alguien debe matarlos a ellos
para que nosotros sigamos vivos
me digo,
y salgo a la calle con el rostro cubierto
y la pistola humeante
-como el vaho de mi propia respiración-
todavía en la mano.

Lo hago por precaución
para que no me reconozcan
y a la vez para que lo hagan,
para que sepan
que estoy por encima de las leyes
impuestas por el enemigo.

Para que tengan miedo de mí
y se lo pierdan a ellos.

Fuera, el coche espera con el motor encendido
como un animal nervioso y salvaje
y arranca dando mordiscos a aceras y bocacalles
hasta que la víctima queda atrás
y el único rastro de sangre
es el sabor de dos corazones,
entre los dientes

Después,
poco a poco,
también quedan atrás
los gritos,
el eco de los disparos,

BUM

bum

y el leve estertor del hombre al que he matado
huyendo de su boca
como un pequeño pájaro,

como uno de los pájaros asustados
que vuelvo a atropellar con el coche
mientras conduzco,

mientras me alejo

mientras vuelvo a convertirme
en un hombre como los demás
y por un momento siento que esta noche
del día de nochebuena
lo que realmente me gustaría,
es estar en mi casa
(en lugar de encerrado y
solo
en un piso franco)
y acariciar
a mi perro,
a mi mujer,
a los hijos
que no tengo…

Pero intento no pensar demasiado en ello.

No soy un asesino,
me digo,
y por la ventanilla
veo extenderse
a mi alrededor
un sudario de nieve
y silencio.

CORAZÓN VIAJERO

Nov 4, 2009   //   by admin   //   Blog  //  No Comments
Unas primas lejanas de mi Dockers
Bien, bien, esto es como lo de los zapatistas, hay que taparse la cara para que alguien te mire a ella, desparecer para hacerse visible… En serio, muchas gracias a todos los que habéis dejado comentarios o me habéis escrito o invitado a participar en vuestra revistas durante estos días, es algo ciertamente nutritivo y reconfortante (y eso que solo me he ido unos días de turista). Hablando de turismo y viajes, a modo de coda a la anterior entrada va esta cortita solo para añadir que al volver de Nueva York decidí jubilar una maleta que me ha acompañado por medio mundo y de la que voy a hacer publicidad – era marca Dockers– porque, sencilla y sinceramente, lo ha aguantado todo, kilómetros de polvo por caminos de Papúa Nueva Guinea o Chiapas, vapuleos de agentes de aduanas y mozos de aeropuerto, vasos de mojito y ron cubano derramados sobre ella, la arena de las playas navarras (o sea, Zarauz, Lekeitio, Hondarribia…), el olor como una segunda piel de basureros y más de una vez –quizás eso haya sido la peor- el peso de mi cabeza sobre ella, mientras echaba alguna cabezadita o dormía la mona.
Y eso que la cosa empezó mal, la maleta o mochila con ruedas, más bien, tenía una especie de clon de la mitad de tamaño que se unía a ella por una cremallera, y el día de su estreno las siamesas se desgajaron nada más echármelas al hombro. Pero luego cada una siguió su propio camino, la más pequeña hoy la utiliza mi hijo Hugo para guardar sus Clics de Famobil, que ahora son de Playmobil, y la mayor aguantó como una campeona hasta el otro día en que, de regreso de la gran manzana, viéndola hecha una piltrafilla, decidí, no sin pensármelo una y dos veces, bajarla a la basura.
Como la maleta no entraba en ningún contenedor la dejé apoyada en uno de ellos, y subí a por una segunda tanda de basura –hay que ver la cantidad de mierda que generamos- y cuando volví, me puse tontorrón y quise echarle un último vistazo, pero ¡había desaparecido! Miré a mi alrededor y vi entonces un camión de “Remar”, en cuya parte trasera estaba mi Dockers, de pie, mirándome orgullosa, dispuesta a continuar recorriendo mundo. Eso es lo que se llama tener corazón viajero. Y yo me alegré por ella. ¡Buen viaje, compañera, y larga vida!

CONSERVA LA CHISPA

Nov 2, 2009   //   by admin   //   Blog  //  13 Comments

Las diez o doce personas que, con suerte, siguen este blog, habrán observado que lleva varios días sin actualizarse. Bueno, tengo una excusa, una boda –la mía- y un viaje en el que a pesar de llevarme el portátil no tuve ganas ni tiempo de contar mis andanzas por Nueva York, que por lo demás fueron de los más comunes, no voy a decir que descubrí tal o cual garito superenrollado, ni que encontré en alguna librería auténticas rarezas ni nada por el estilo, esta vez no fui un viajero sino un turista, una diferencia que a veces se marca para separar al que es guay y al que no, al borrego, al miembro de la masa… no, para mí lo guay esta vez fue provocarme una tortículis por Times Square, ir a una misa góspel (donde, de todos modos, una parroquiana, la más barullas de la iglesia metodista, se empeñó en convertirme a su fe, agarrándome de la mano, invitándome a vocear con ella aleluyas y amenes, etc… qué mal lo pasé, qué calores, y qué ataques de risa contenidos, que son los peores), hacer un picnic en Central Park, etc. Lo más alternativo y canalla en que incurrí fue sacarme una foto en el Hotel Chelsea, ir a un concierto de Leonard Cohen, que era un señor de un tamaño de un click de Famobil allá abajo en el escenario, sacarme otra foto debajo de los pantalones de Janis Joplin en el Hard Rock Café (para cerrar el círculo, por eso de que Janis Joplin se la chupó a Leonard Cohen en el Hotel Chelsea)… y visitar Coney Island y su museo friki (y acordarme de mi broder Vicente Muñoz, que la habría gozado allá), además de alojarme en Queens, que es un barrio multirracial, que se dice… Bueno, también estuve en una librería llamada Revolution Books, en la que tenían libros en español (muchos de ellos de una editorial en la que he publicado, Txalaparta) y de la que salí escopeteado cuando la dueña intentó, también, convertirme a su fe, venderme con una insistencia algo molesta el nuevo manifiesto del partido comunista americano, lo cual –darme a la fuga- no me sirvió de mucho porque a la vuelta en el aeropuerto me hicieron una inspección de aduanas “special”, tuve que descalzarme, ver cómo frotaban un algodón en mis botas y mi mochila, en plan CSI, vaciar mis bolsillos, ser manoseado, todo ello mientras el resto de pasajeros pasaban sin problemas y me miraban, dentro de una cabina, como si fuera un mujaidín sin demasiado apego a la vida, o una mula humana, o la reencarnación de Trostki. Por lo demás, como digo, fui a un musical (El fantasma de la ópera, y confieso que eché una lagrimita con el atormentado y enamoradizo hombre de la cara quemada, aunque no entendí un pijo de lo que decía), a un partido de la NBA (en el que había animadoras normales, bueno, con curvas y melena rubia y eso, y otros saltarines infantiles y de la tercera edad), a comerme un sándwich Woody Allen en el Carnegie Deli y a la estatua de la libertad, y al Empire, qué hostias, han sido unos días maravillosos, una burbuja, un paréntesis, en el trabajo, con los niños, y también para la cosa literaria… Después, al volver, además de encontrarme a una niña que era un bebé cuando me fui y que ahora anda, va a donde quiere, se ha convertido en una personita, me he dado cuenta de que no pasa nada si uno deja el blog unos días en pause, a nadie le importa demasiado, lo cual me parece normal, pero es un poco desesperante, como lo es comprobar que tampoco pasa nada sin uno se desengancha de los blogs que suele visitar, el mundo sigue girando y además la distancia a la que te lleva te hace plantearte ciertas cosas, la endogamia de los blogs de la que hablé hace unos días, el valorar si merece la pena dedicarles un tiempo que podrías emplear en algo de más provecho, escribir una esas novelas que tienes paradas, por ejemplo, aunque bien mirado, tampoco esto compensa demasiado, ahí están los datos de las ventas de tus libros, con todo eso uno hasta se plantea tirar la toalla, pero se pasa pronto, sabes que nunca lo harás, porque no puedes, porque lo necesitas (y de hecho aquí estoy, escribiendo de nuevo en el blog), y porque ahí está el viejo Bukowski, en un documental, diciendo cómo, cuando todo le iba mal y también pensaba en abandonar, guardaba una chispa, que no permitía que le arrebataran, para avivar el fuego cuando fuera necesario, cuando volvieran las ganas de calentarse, o de tener un poco de luz, o de quemar todo; Bukowski, al que por cierto, redescubro en Fragmentos de un cuaderno manchado de vino; creo que si leyera ese libro con quince años, no me hubiera enganchado a Buk, como lo hice, hay otro Bukowski, un Bukowski que me viene bien a mis cuarenta tacos, un escritor que se aleja del estereotipo de tipo duro que él mismo forjó para sobrevivir, Bukowski, cabronazo, tenías más ases en la mangas, gracias por las trampas, siempre estás ahí cuando te necesito…En fin, la rentré me ha salido algo aturullada y caótica, disculpadme, mis diez o doce, con suerte, amigos, solo era una señal de humo, una llamada perdida, un s.o.s doméstico… para comunicaros que el fuego sigue vivo, y que habrá que volver a atizarlo, ya veremos cómo.

KIRMEN URIBE Y LOS POETAS PIRATAS

Oct 15, 2009   //   by admin   //   Blog  //  2 Comments


Tengo una novela de aventuras, una novela de piratas, varada en una playa salvaje, a la que solo se llega después de abordar la nave enemiga y robarles el tesoro del tiempo. Algún día me echaré al monte o al mar y la escribiré, como se merece. Mientras tanto la imagino, y oigo a mi protagonista, un músico bucanero, cantar las canciones que les prestan otros poetas piratas. Kirmen Uribe, ahora en pleno abordaje, fue el primero de ellos (y en la tripulación espero enrolar a otros, como mi camarada Vicente Muñoz y sus Canciones de la gran deriva), Kirmen, decía, me cedió en su día, hace ya dos o tres años, uno de sus poemas, para poner la música a esa novela agazapada. Ahí va:
Ez eman hautatzeko
Itsasoa eta Lehorraren artean.
Gustura bizi naiz itsaslabarrean,
Haizeak mugitzen duen zinta beltz honetan,
Gizandi errata bati eroritako ile luze honetan

Itsasoarena maite dut batez ere bihotza.
Inozoa, haur handi batena bezain
Orain temoso, orain ezinezko pisaiak
marrazten.
Lehorrarena berriz
Esku handi horiek ditut gogokoen

Ez eman hautatzeko
Itsasoa eta Lehorraren artean
Badakit hari fin bat dela nire bizilekua,
Baina Itsasoarekin bakarrik galduko nintzateke,
Lehorrarekin ito.

Ez eman hautatzeko. Hemen geratuko naiz.
Olatu berde eta mendi urdinaren artean.[1]

[1] No puedo elegir/entre el Mar y la Tierra/Vivo feliz en la línea que las une/En esa cinta negra que mueve el viento/En este largo cabello de un gigante desorientado/ Del Mar me gusta sobre todo su corazón de niño grande/A veces rabioso, a veces capaz de dibujar/paisajes imposibles/De la tierra, sus manos/ No puedo elegir/entre el Mar y la Tierra/Sé que mi lugar es un hilo fino/pero en el mar me perdería/y en la Tierra me ahogo/No puedo elegir/Me quedo aquí/Entre olas verdes y montañas azules

A CHANKETE LE OLÍA EL ALIENTO

Oct 15, 2009   //   by admin   //   Blog  //  1 Comment

Aquí va la crítica que hace Kebran, comedor compulsivo de libros, activista poético, Kebran, el del corazón icombustible, al comic que mi amigo del alma Kalvellido y yo publicamos hace unos años.
Tremendo. Espectacular. Rompedor. Este cómic es la caña. Historias de Patxi Irurzun dibujadas por Kalvellido. Ironía fina, mucha mala ostia. Y un trabajo muy duro detrás de todo esto. Lo pillé directamente en la web de Kalvellido. Y no pude leerlo hasta ahora. Pero te aseguro que es de lo mejor que he hecho. Es muy divertido, cómo antes puse, un proyecto con alma, corazón y muchos huevos. Así que ya te está moviendo y te haces con él.
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