Hoy nos han sacado este reseñita de la antología de cuentos escritos por rockeros en XL semanal, el semanario de mayor tirada en España. Un volumen brutal para nuestro libro. Os dejo con este cuento (mi banda sonora original cuando tenía treintaypocos) que he colgado en el blog de ‘Simpatía por el relato‘.
BSO
Lo recuerdo. Recuerdo aquel disco de Platero y Tú, sonando una y otra vez en la vieja furgoneta de Josema. Recuerdo las botellas en la cocina de Maider, allá en Beasain, de par de mañana. Recuerdo a Body Count en los bares de macarras. Las botellas de sidra en el gaztetxe de Ordizia. Los marianitos con Patxi. Y a Silvia, paseando el perro, de gau-pasa. Recuerdo el beso que nunca me atreví a darle, el olor a hierba de su pelo, la carta que le escribí, el dibujo que ella hizo en su respuesta. Recuerdo que nunca volvimos a saber el uno del otro. Recuerdo a María tirada en mitad de la carretera de Leitza. A Alphablondy en la playa de Carraspio. Recuerdo a Mikel tiritando la noche que llegamos, en taxi, después de que la furgo de Iñigo se quedara tirada bajando Lizarrusti. Cómo le dejé mi chupa, mientras miraba de reojo las cicatrices de su cara. Recuerdo que nunca condenaron al hijoputa que le disparó el bote de humo a un metro de distancia. Lo recuerdo dándole una y otra vez la vuelta a la cinta de Patagonia, el día de la madre de todas las borracheras, allá en Lekeitio. Recuerdo muy bien aquel verano loco y alcohólico.
Recuerdo «Esta es una noche de rocanrol», de Barricada, en casa de Alfredo, como paseábamos por Villava persiguiendo a dos chicas de las que, una vez que las encontrábamos, nos escondíamos, muertos de vergüenza.
Recuerdo aquel concierto de reaparición de La banda Trapera del Río en Arrasate. A Mintxo, bebiendo vasos de leche, y a todos los camellos que le entraban justo entonces, que había ingresado en Proyecto Hombre. Recuerdo a Josema meando por la ventanilla, mientras conducía a toda hostia y en el loro sonaba AC/DC. Recuerdo aquel concierto en Barcelona. Y aquel trompo volviendo de un concierto de La Polla en Aoiz después de que las novias nos dejaran a los tres a la vez. Recuerdo a Los Calis, y a Sabina, mientras Migueltxo conducía por carreteras oscuras e interminables de la Ribera, en silencio.
Recuerdo la voz rota y desesperada de Janis Joplin en los walkman, aquel día de reyes que me extirparon el tumor. Recuerdo a todos los amigos que vinieron a verme al hospital. Y el cuaderno en el que empecé a escribir «Cuestión de supervivencia», que entonces se titulaba «La virgen puta». Recuerdo las cintas de Metallica que me dejaba Mikel, el pelos, en aquel turno de noche de 12 horas en la fábrica, justo antes de que cayera enfermo.
Recuerdo los bares jevis del casco viejo de Iruña con Yoli. Y aquellos besos interminables en el Kayak. Recuerdo a los Red Hot Chili Peppers en el asiento de atrás del coche. Recuerdo «Solidaritiy » aquella canción lenta de los Angelic upstars, que yo sabía que era un presagio. Recuerdo que la oí el día que cumplí 19 y conocí a Maite. Recuerdo los caracoles azules de su pelo, su sonrisa, su culito respingón, sus celos enfermizos, las llamadas a casa. Recuerdo lo valiente y lo fuerte que era. Recuerdo cómo la esperaba a la puerta del supermercado, muerto de frío, oyendo a Sanchís y Jocano. Recuerdo «Críme nes perfectos», de Calamaro, y pienso en todas las otras chicas que nunca llegué besar, Cristina y la pupa de su nariz, Nerea y sus hermosas cartas…
Recuerdo a Baldin-Bada en el Bar Lacalle de Jarauta. Los empujones. El olor a cerveza y serrín. Los pelotazos de la policía contra la persiana. Las miradas cruzadas de punta a punta de la barra. Aquella rubita de primero, en Irubide, que apoyó su cabeza en mi hombro mientras Gari cantaba «Aitormena», lo bonita que era y lo joven que me parecía, a mi que ya estaba en tercero.
Recuerdo a Belladona en un concierto de Aste Nagusia, en Donosti, mientras dormíamos en la playa y la gente nos tiraba botellas, nos llamaba «piesnegros». Recuerdo el sabor del colacao con agua, y el calor de las rejillas de los aparcamientos…
Me recuerdo a mi mismo tumbado en el cuarto, a oscuras, otra vez Calamaro «Otra vez a brindar con extraños». Recuerdo a toda la gente que ha pasado por mi vida, recuerdo las fábricas, la universidad, los euskaltegis, los fanzines… Gracias a la música, lo recuerdo todo.
Patxi Irurzun
Este cuento forma parte de «La polla más grande del mundo y otros 69 cuentos». Patxi Irurzun. Baile del sol(2007)
Hasta en las puertas de los bares los fumadores han dejado de hablar de que ahora tienen que fumar en las puertas de los bares y ahora hablan de ello, todo el mundo habla de ello, de la obsolescencia programada (bueno, igual exagero un poco, pero en los últimos días me he encontrado con varios blogs que la mencionan, un programa de radio, etc.*). Todo a cuenta del documental que el otro día echó La 2, Comprar-tirar-comprar, y en el que nos revelaban que ese hábito tiene este pinturero nombre: Obsolescencia programada.
El documental es altamente recomendable, aunque en el fondo, creo, como el Wikileaks, nos está revelando cosas que ya sospechábamos o sabíamos (en este caso que nos están dando gato por liebre, que nos venden productos para que se rompan o gasten y sigamos comprando, cuando podrían hacerlos durar mucho más -las bombillas, las baterías de móviles, los consumibles informáticos…). Lo realmente novedoso y que nos ha hecho pensar en ello, recapacitar, prestar atención, quizás empezar a tomar medidas, yo creo que es lo otro, lo de la obsolescencia, que es un término nada obsolescente. Es un triunfo de la fonética, de la etimología, del lenguaje en general, puestos todos al servicio de una buena causa.
*Ayer en Carne Cruda, Javier Gallego entrevistó a los autores del documental, el podcast estará disponible en breve. Y también he visto colgado el documental en el blog de mi amigo el dibujante Juan Kalvellido y del fotógrafo Joseba Zabalza, que durante estos días expone las fotos de su proyecto Welcome to the mountain garbage, sobre basureros de los cinco continentes -yo le acompañé en Payatas (Manila) y en Wewak ( Papúa Nueva Guinea)- en la Ciudadela de Pamplona y que os recomiendo, o mejor que lo haga él mismo con este video:
A mí lo que me llamó la atención del comunicado fueron los escudos en el jersey (y el jersey en sí, de punto inglés, de esos que solo los puedes encontrar en Ortega, en la Calle Mayor) me preguntaba quién compraría esos jerseys, cómo, ¿en lotes, haría cuentas mientras esperaba la cola? (a ver, dos para los nuevos del Nafarroa, cuatro para el Donosti, que nos lo desarticularon el otro día), eso y quién bordaría los escudos y en qué pensaría mientras lo hacía, quizás fuera la tía de alguno de ellos, como mi tía Angeles, que cuando íbamos a su casa siempre estaba o haciendo croquetas o cosiendo cocodrilos de esos de Lacoste en nikis, supongo que sería para los Lacoste de toda la vida porque por entonces no había chinos, (tiendas de chinos, quiero decir) pero no, la tía Angeles de los terroristas no podía ser, no podía ser tan malos sobrinos como para meterlas en ese marrón, el entorno y el entorno del entorno, quizás lo cosieran ellos mismos, tiene que ser muy curioso ver a un feroz terrorista cosiéndose el Bietan Jarrai, no sé, son las cosas bobas que se me ocurrieron en ese momento, porque para cuando ví el video en el youtube (¿Esos quiénes son?, me preguntó mi hijo, y yo no supe muy bien qué responderle, así a botepronto, ¿Tú que dirías que son?, le pasé la pelota a él, y Hugo contestó, mamuak -fantasmas-, monstruos feos…, los niños a veces tienen unos reflejos que no veas), para cuando vi el comunicado, decía, ya no había mucho más que decir, todas las reflexiones serias y trascendentales ya estaban escritas, todos habían hecho la tarea con tiempo, claro, tanto especular, que si sale el comunicado, que si no, que al final prietas las filas, insuficiente, nada nuevo, más de lo mismo,… mentira, el que no ve nada nuevo será porque no quiere o no le interesa, otra cosa es la desconfianza, y el hastío, y el dolor y todo lo demás, pero que algo se mueve es evidente, los etólogos profesionales no debieron hacer muchos comentarios de textos en BUP, quizás es que en el fondo hay miedo a una ERE en las secciones de opinión y en la fontanería del ministerio del interior, y a tener que decir alguna vez contra ETA vivíamos mejor, o quizás a sacar la calculadora electoral si se legaliza a la «autodenominada» IA (eso del «auto» es otro de los términos que se pone mucho últimamente y que no entiendo muy bien, vale, los has ilegalizado, pero qué pasa, que también les vas a prohibir llamarse cómo le de la gana), y ya entonces ni los pactos contra natura valgan para nada, o quizás lo que de verdad da miedo son algunas palabras como autodeterminación -otra vez el «auto», qué manía tiene la gente de decidir cosas por sí mismos-, eso esta muy bien para el Sáhara, pero cuando lo miras de tan cerca ya no es tan bonito, de cerca todo somos feos, tenemos pelos en la nariz y granitos, será una cosa muy democrática, pero desagradable, incómoda, hasta ahora al menos se la podía espantar diciendo «cualquier idea se puede defender sin violencia», o haciendo filología, lamentáis pero no condenais, ¿queréis condena y apuestas inequívoca por la paz?, pues tranquilos que -me lo decía el otro día uno que era militante hasta hace dos telediarios- que los talibanes, los irreductibles, los duros que les llamaban de la izquierda abertzale, se van a convertir ahora en pacifistas recalcitrantes, y lo habrán sido siempre, y los que más, y al que lo niegue se le da dos hostias y punto, por la paz vamos a muerte, igual hasta llega el día que lo dicen con una camiseta con el bietan jarrai bordado, no por la tía Angeles o ellos mismos, sino por unos obreros chinos o unas maquiladoras salvadoreñas que un día cosen eso y otro camisetas de la CCCP o de zombis asesinos y al final el dichoso escudo es solo -ojalá- algo macabremente kitch, una puta gracia, algo que ya pasó, una de esas prendas demodés que te pones en casa para hacer croquetas, …
Estas son las portadas de las dos antologías que se publicarán este mes y en la cuales participo y además de forma muy entusiasta porque me parecen dos libros muy interesantes y porque para mí es un honor formar parte de sus nóminas. Los cuentos además guardan cierta relación entre ellos, son como primos-hermanos. Reliquias y jorobas, el que aparece en Viscerales, en principio lo empecé a escribir para Beatitud, pero se me cruzó en el camino Mi padre, los libros Reno, Ned Flanders y los beats, todo en la misma frase, que es el título del otro relato, y fue este el que envié a Vicente Muñoz y Nacho Escuín, los responsables de Beatitud. Visiones de la beat generation. Esta circunstancia la menciono además en el cuento de Viscerales (es decir -me estoy haciendo la picha un lío-que en un cuento -el de de Beatitud– hablo del otro cuento – el de Viscerales-).A propósito de esta antología, Mario Crespo, uno de los dos antólogos , ha hecho una pequeña sinopsis de cada texto que aparece en el libro, y la mía me gusta mucho. Dice:
El navarro Patxi Irurzun y su amigo Glez al cuadrado nos llevan hasta el Monasterio de Yuste en un road trip surrealista por la España más profunda. Paxti narra esta historia, como es habitual en él, en tono de humor. El lenguaje es directo y seco, del norte, sin eufemismos ni zarandajas, de cara, de verdad. Y el final… el final sí que es visceral…
El cuento empieza así:
Fue nuestra penúltima parada en el camino antes de llegar al Monasterio de Yuste, en un bar de Cuacos, la camarera se agachó para prepararnos una tapa, y entonces vi sus dos pechos redondos y transparentes, comos dos bolas para adivinar el futuro, y dentro de una de ellas estaba Glez al cuadrado y en la otra yo, Glez al cuadrado era el hombre del tiempo del telediario y declamaba el parte meteorológico, diciendo mar arbolada, isobaras y vientos huracanados en el mismo verso, no lo recuerdo bien, no me pidáis que lo repita, en cuanto mí, también tenía el pecho de cristal, y detrás de ese escaparate de carne se veía en el lugar de mi corazón una cebolla púrpura con siete capas a medio pelar, como una bailarina de puticlub desnudándose y dejando al descubierto la cicatriz de su cesárea por encima del tanga de lentejuelas, pom, pom, pom pom, pom, pom, pom, mi corazón de cebolla se aceleraba y sangraba ácido sulfúrico por culpa de todas las pilulas con sabor a cuchillo que Glez al cuadrado y yo nos habíamos comido desde que salimos la noche anterior, en una ambulancia que tomamos prestada, del manicomio de Mondragón…Hasta ahí puedo contar. José Angel Barrueco, el otro antólogo de Viscerales(por cierto, en la mayoría de las últimas antologías en las que he participado, como autor o siendo yo el propio antólogo, los compiladores van/vamos siempre en pareja, no sé por qué, pero en mi caso, tanto con Vicente Muñoz (Hank over), como con Esteban Gutiérrez (Simpatía por el relato), la fórmula ha funcionado de maravilla), decía que JAB, además me ha mencionado en dos de sus colaboraciones para El Adelanto de Zamora/El Norte de Castilla, aquí y aquí , le estoy muy agradecido por eso y por otras muchas cosas. Por lo demás este de aquí soy yo haciéndome el interesante en la librería Shakespeare&Co de París, en la foto que envié para la bio que Vicente Muñoz ha colgado en el blog de Beatitud, y que reza tal como sigue abajo (no recuerdo mucho de Shakespeare & Co, porque todos los libros estaban en francés o en inglés, pero sí que justo después nos comimos en un jardín de al lado un kebab que quitaba el hipo). Y de este modo, amiguitos, finalizamos con la sesión de autobombo de hoy, no sin antes adelantar que este finde una mini -reseña de Simpatía por el relato aparecerá en XL semanal ( y ya de paso tampoco sin hacer un llamamiento: ¿Alguien vio Página2 esta semana? ¿De quién era la canción que cerraba el programa?):
Patxi Irurzun (Pamplona, 1969) habla poco y escribe mucho.
Ha publicado los libros de cuentos “Ajuste de cuentos” (Eclipsados, 2008), “La polla más grande del mundo” (Baile del sol, 2007), “Cuentos sanfermineros” (Altaffaylla Kultur Taldea, 2005), “El cangrejo valiente” (La olla express, 2004), “Cuentos de color gris” (Premio Ciudad de Palencia) (Ayuntamiento de Palencia, 1989) y las novelas “Odio enamorado” (Ediciones Idea, 2007), “Atrapados en el paraíso” (Premio Creación literaria del Gobierno de Navarra/ finalista del Premio Desnivel) (Gobierno de Navarra, 2004), “Ciudad Retrete” (Txalaparta, 2002) y “Cuestión de supervivencia/La virgen puta” (Alttafaylla Kultur taldea, 1998 / Tiempo de cerezas, 2010).
Además es autor de cinco biografías para niños (Franklin, Mozart, Beethoven, Pizarro y Hernán Cortés) en la colección “El rompecabezas” de Ediciones Nivola. Una de ellas (“Beethoven, el músico sordo”) ha sido utilizada como lectura en institutos. Escribió el guión de un comic de Juan Kalvellido (“A Chankete le olía el aliento”), varios textos del libro de fotografías “El bulevar del zope”, de Joseba Zabalza y de una guía turística sobre La Habana.
Ha participado en varias antologías entre las que destacan “Golpes. Ficciones de la crueldad social”, “El Quijote. Instrucciones de uso”, “Tripulantes” o “Cuentos de fútbol 2”. Y él mismo ha coordinado otras como “Resaca /Hank over. Un homenaje a Charles Bukowski”, (Caballo de Troya, 2008) con Vicente Muñoz o “Simpatía por el relato. Antología de cuentos escritos por rockeros” (Drakul, 2010), con Esteban Gutiérrez Baco.
Ha sido traducido al italiano y al euskara y ha ganado diversos premios como el “Francisco Yndurain” o “El Viajero” de El País-Aguilar.
Tras colaborar en todo tipo de fanzines y publicaciones sospechosas y de mala nota (El Canto de la Tripulación, El Europeo, Rolling Stone, La Jornada de México, Gara, ADN, Dominical, Mono Gráfico, Vinalia Trippers, Al otro lado del Espejo…), actualmente tiene una página de humor mensual en la revista “Guía del niño”, donde cuenta sus peripecias con sus dos hijos pequeños. Por si todo esto fuera poco, en 2011 verán la luz dos libros más con su firma: “Oh Janis, mi dulce y sucia Janis” (Eutelequia) y “Dios nunca reza” (Alberdania).
Tal vez alguien debiera decirle que hable más y escriba menos. O no.
Esta mañana he estado en el INEM. Había mucha gente. Nunca había visto tanta gente, en realidad. Hasta me he asustado. Y yo soy un veterano, ya estaba ahí antes, en el 92, cuando los grandes fastos y el despiporre, mientras nosotros empezábamos a hacer cola con un título bajo el brazo que no valía una mierda; en el 2000, después de recorrerme todas las ETT, de chuparme todos los trabajos basura; ahora en el 2010 cuando comprobamos que los contratos indefinidos y los trabajos chachis eran una puta bola, que aún cobrabas menos que con la basura,y encima tenías que estar agradecido y sentirte un privilegiado; y antes del 92, también estaba ahí, cuando teníamos que trabajar para poder estudiar, durante las vacaciones, mientras otros se follaban a las chicas pijas y se bebían las botellas de vino bueno. Igualdad de oportunidades, otra puta bola. Algunos no dejamos nunca de hacer cola, una cola que no lleva a ningún sitio, algunos estamos siempre encadenados a la precariedad, a vivir en los barrios de bloques de las afueras, a montarnos en autobuses urbanos que parecen camiones de ganado…
Sigue habiendo, sí, clases, lo que ya no hay es lucha de clases, en la oficina del INEM todos nos comportábamos ya como veteranos, sabíamos qué cola hay que guardar, a que ventanilla dirigirnos, qué botón pulsar… No ha aparecido nadie con una botella de gasolina, ni mucho menos con un cigarrillo, tampoco nadie con octavillas llamando a la huelga revolucionaria… ¿Qué vamos a hacer ahora, cómo vamos a salir de esta?
Os dejo este fragmento de mi primera novela, Cuestión de supervivencia/La virgen puta, en el que hablo de todo esto. El de arriba es un video de los Rage Againts the machine versionando a los Rolling Stones y su Street fighting man: Londres no es un buen sitio para la lucha callejera, tío. Y parece que ya ningún otro.
Me gustaba andar. Sobre todo cuando estaba borracho. Era como hacer el muerto sobre el mar, permitir que las olas me acunaran, me arrastraran hasta dejarme varado en la playa. La única diferencia era que en lugar de alzar la mirada y encontrame con el azul luminoso del cielo veía los bloques de vivendas de los barrios trabajadores -en los que ya casi nadie trabajaba- inclinándose hacia mí, hablándome al oido, recordándome los viejos tiempos, pero a la vez ensuciándome la oreja con su saliva maloliente.
Yo había crecido en uno de esos barrios, no importaba cual, porque aunque entonces nos parecía a cada uno que el nuestro era singular -el barrio sin ley, el barrio conflictivo, EL BARRIO- en realidad eran todos iguales. Los edificios gemelos, cuarteados en bloques de cemento, sus fachadas descascarilladas, sudando sangre gris, los chandals limpios colgando en las ventanas, el ruido de los tubos de escape trucados de las motocicletas robadas, los gritos de los chavales en los portales, sin otra cosa que hacer y sin ganas de hacer otra cosa, las mierdas de perros en las aceras (últimamente, por cierto, todas las familias tenían un perro, y era el padre quien lo sacaba a pasear)…
Aquello era lo que me diferenciaba de Lorea. Raices que crecían en las tripas y te las revolvían.
Me pregunté cuanto tardaría en regresar al barrio. Todo aquel que no hacía de tripas, de aquellas tripas de madera, corazón, terminaba regresando. Las fronteras también existían, quizás eran las únicas que existían de verdad, en cada ciudad, en cada pais, y la única manera de atravesarlas era la traición, el olvido, la delación… Eso o la guerra. La guerra en los barrios se llamaba revolución, pero ya nadie lo recordaba. Sólo recordaban el nombre de sus perros.