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Foto: Zentral
(Reportaje publicado en Gara, 6/01/15)
El pasado domingo Zentral Kafé Teatro de Iruñea celebró su primer market, un mercado alternativo y abierto a diseñadores, fotógrafos, creadores de moda, vintage, muebles, complementos… Zentral Market pretende convertirse en un escaparate que muestre su trabajo y que apoye el autoempleo y las propuestas innovadoras e independientes y nace con la intención de ser, un domingo al mes, punto de encuentro obligado entre jóvenes artistas y público en pleno centro de la ciudad.
Patxi Irurzun. Iruñea
Cuadros hechos con tus huellas dactilares, complementos punk-rockers, vinilos de segunda mano, baberos y cambiadores de diseño para bebés, fotografías de autor, bolsas de calor con fundas artísticas, ropa hecha a mano con material ecológico, pins, broches, muebles restaurados… Todo esto y mucho más se pudo ver y comprar en la primera edición del market organizado por el Zentral Café Teatro de Iruñea, por donde a lo largo de todo el pasado domingo pasaron cientos de personas a curiosear, comprar in extremis regalos para la noche de reyes o simplemente a conocer qué propuestas artísticas se cuecen en la ciudad. “Desde Zentral, queremos apoyar y potenciar la cultura y las iniciativas locales, y aportar nuestro granito de arena a los creadores y jóvenes artistas que llevan tiempo haciendo de su afición un trabajo (o un extra a su trabajo)” nos comenta Edu Ugarte, desde Zentral Café Teatro. “Hay otros mercadillos que pueden ser similares, pero el hacerlo con la continuidad de un domingo al mes, hace que puedan ir pasando diferentes artistas”.
El market nace, por tanto, con vocación de continuidad: se celebrará un domingo al mes, con horario de 12:00 a 20:00 y entrada gratuita. Por otra parte, la idea es también que esté abierto a diferentes artistas. “Al tener un espacio limitado dentro del Zentral, nos vemos obligados a tener que elegir en cada edición sus participantes, ya que hemos recibido en solo un mes, casi doscientas solicitudes, y siguen llegando nuevas cada día”, dice Edu Ugarte.
Ion Minde es uno de los que encontraron hueco en esta primera edición. Presentó su primera línea de mobiliario auxiliar (mesilla, banqueta y lámpara) que él mismo he diseñado, fabricado y editado bajo la marca de su estudio de diseño, ioku. Mobiliario sencillo y práctico, más allá de las tendencias estéticas generalistas. Muebles majos, como él los define. “La iniciativa me parece muy buena. Es un escaparate para que la gente de la ciudad y de primera mano conozca lo que tenemos que ofrecer y decir. Además da la posibilidad de una venta directa, sin intermediarios que encarezcan el producto y la posibilidad de ofrecer un producto único y diferente”.
El market se celebra en la sala de conciertos, la misma que solo unas horas antes El Drogas había puesto patas arriba. “Yo he venido a ver cómo es esto de día”, comentaba alguien entre quienes curioseaban entre los puestos. Lo cierto es que el ambiente de Zentral resultaba acogedor, con un público variado, en el que se mezclaban familias, jóvenes o quienes simplemente se acercaban a dejarse ver y tomar algo por el que se ha convertido en apenas un mes de vida en el local de moda de la ciudad. “Desde Zentral queremos promover la cultura y el ocio y este mercadillo es una actividad más de las muchas que hacemos. También queremos unirlo a la gastronomía y por ello contamos con un Gastro Club en la sobreplanta, en el que también haremos presentaciones de libros y discos, conciertos en formatos diferentes…”, nos cuenta Edu Ugarte.
Una iniciativa y un apoyo que los artistas agradecen y echan de menos desde organismos públicos: “Por suerte hay cada vez más iniciativas del estilo y en bastantes ciudades; que yo sepa en Donosti y en Bilbao existen iniciativas parecidas, aunque siempre parte de empresas o comercios puesto que las instituciones públicas parecen no haberse dado cuenta de que la promoción de creativos que apuestan por la autoedición puede ser una apuesta de futuro y una forma de poder ganarnos la vida haciendo lo que nos gusta y de forma completamente autónoma”, comenta Ion Minde.
Un mercado alternativo, en definitiva, en que ofrece a los creadores la ubicación privilegiada de Zentral (en la Plaza de los Burgos, junto al ayuntamiento) y que pretende convertirse en cita obligada una vez al mes.
Viernes 12 de septiembre de 2008
Malen está más cansada, estos últimos días, camina despacio, jadea al hablar, y por las noches se levanta varias veces al baño. Cada vez que la oigo suspirar, moverse lentamente, me pregunto si irá a ponerse de parto, y, aunque sea egoísta e inconsciente, pues la habitación de June continúa llena de trastos, y ni siquiera le hemos comprado el cochecito (y además Malen no ha tenido tiempo para depilarse para el hospital), yo pienso que me gustaría que la niña naciera ya. Por una parte es la mejor forma de acabar con el nerviosismo y la incertidumbre (¿Estará June bien? ¿Cómo tendrá el piececito? ¿Aguantaré yo con dignidad en el paritorio?…), la mejor forma de echar a esos animalitos que han empezado a morderme por dentro y a devorar a los que llevan ahí desde que empezamos la mudanza. Pero sobre todo, quiero que nazca ya para poder acabar el libro, este libro, y así poder presentarlo al Nadal, y soñar al menos durante tres meses, hasta la fecha del fallo, que he escrito algo importante…
Creo además que June es lo que necesito para dar sentido a estas páginas. Como personaje yo he resultado un desastre, no ha habido en mí progresión alguna, he cambiado de ciudad, de casa, pero sigo dentro del mismo e incómodo traje, sin sucumbir a la crisis ni vencerla. ¿A quién le importa eso? ¿Le interesa a alguien que Urko se haya adaptado perfectamente a su nuevo colegio, que para mí ahora el momento más importante del día sea cuando voy a recogerle, que me emocione y reconozca al niño que yo, apocado y tímido, no fui en la resolución con que me guía por los pasillos de la ikastola, en la jovialidad con que se despide de los otros niños y de las cuidadoras del comedor y en cómo ellas le corresponden -los niños le prestan menos atención, alguno incluso le mira con el ceño fruncido, me temo que Urko les habrá pegado, pero incluso eso, que me molesta mucho, lo prefiero a que sea él quien reciba los golpes, es cuestión de que aprenda a elegir bien a sus enemigos-, todo eso le importa a alguien? ¿O que mi cuenta corriente vaya en picado? ¿O que los electrodómésticos de la casa se hayan sublevado, piten a todas horas?…
Tal vez lo que tendría que preguntarme es si me importa a mí mismo, si me sirve para algo, debería ser realista y reconocer que nunca ganaré el Nadal (ni mucho menos seré finalista con mi novela porno de la que hace ya tiempo que no subo nada al blog), que quizás como mucho conseguiré que alguien me publique el diario y que lo lean trescientas o cuatrocientas personas, que tal vez lo que debería hacer para sentirme mejor, para que mi vida fuera más digna y yo más feliz, es, por ejemplo, dejar el trabajo, conseguir que me despidan (o quizás lo esté haciendo ya con este diario, quizás mi jefe sea una de esas trescientas o cuatrocientas personas que lean el libro)…
Supongo que pienso en ello porque hoy han despedido a Aitziber. Y porque me pongo a hacer cuentas y ya hay más gente que he conocido en este trabajo que me importa fuera que dentro de él. Aiztiber, en realidad, lo ha dejado ella, pero mi jefe le ha hecho la vida imposible durante los últimos meses, contrató a otra persona para que hiciera su trabajo, la ha ido echando poco a poco… Supongo también que que la gente que me importa esté fuera quiere decir que mi sitio también está fuera. Pero tengo pánico a dar el paso, y un niño de tres años y otra a punto de nacer y casi 40 años. Y tengo todavía más pánico a que el miedo me venza, y a hacer lo que tengo que hacer para quedarme dentro, aceptar las normas, postrarme, convertirme en otra persona, un adulador, un lameculos, un peón, con la cabeza muy gorda pero sin brazos, al que son otros los que mueven; todo lo que Aitziber, y los demás, los que están fuera, no eran. Sí, tengo miedo, mucho miedo, pero me gusta pensar que será June la que vendrá a rescatarme.
Dios nunca reza, Alberdania 2011
Leer más, comprar, escuchar entrevistas: http://patxiirurzun.com/portfolio/dios-nunca-reza-alberdania-2011/
El t
ipo era un figura. Los munipas lo detuvieron por hacer de caganer en el belén de la Diputación:
—¡No pueden detenerme! ¡Soy un personaje! ¡Llévense entonces también al Jesusito, por exhibicionista!— gritaba, y en apenas unos segundos, atraídos por el olor a gintonic que oreaba su aliento, a su alrededor se arracimaron decenas de amigos invisibles que regresaban a casa de empalmada de sus cenas de empresa y de cursos del INEM.
—¡Déjenme! ¡Esta es una protesta metafórica, espontánea y pacífica!— gritaba el tipo, intentando subirse los pantalones y escurrirse de los forcejeos con los policías, que comenzaban a ponerse nerviosos, al ver cómo la curiosidad crecía también entre el grupo de trabajadores que llevaban acampados ante la Diputación un mes, desde que su fábrica los había ERErizado.
—¡Déjenle! —se elevó entre la creciente multitud un clamor.
—¡Eso, déjenlo que defeque a gusto! —se solidarizó el mendigo que no tenía aspecto de serlo y que cada mañana se apostaba en aquel lugar con un cartel en el que se leía “Hoy soy yo, mañana puedes ser tú”.
—¡Fuera, fuera! —comenzó a corear la multitud, coincidiendo con la llegada de un coche oficial, del que bajó la portavoz del gobierno y consejera de cultura, turismo, culturismo, propaganda y best-sellers, quien además ejercía de presidenta en la comisión de transparencia, buenas prácticas y conciliación familiar cuando le quedaba tiempo.
—¡Detengan también a los reyes magos, por tráfico de divisas! ¡Y por hipsters! —gritaba el caganer viviente, al menos hasta que cayó el primer porrazo, en toda la boca.
—¡Mucha policía, poca diversión! —comenzaron a canturrear entonces, uniendo en cadeneta sus brazos, los cientos de personas que ya se agolpaban al otro lado de la valla, mientras a los lejos se oían ulular, como aullidos de lobos hambrientos, las sirenas azules y parpadeantes de los antidisturbios, que llegaron conduciendo en dirección contraria en apenas unos segundos, casi a la vez que los forales, la guardia civil, los secretas, una docena guardia jurados de centros comerciales y bancos de los alrededores y algún que otro militar de paisano, al que todo aquel jaleo le había pillado comprando un videojuego de de matar terroristas para regalar a sus hijos.
Llovieron hostias como panes. Y después vinieron las multas. Por ofensas a la religión. Por grabar con los móviles a la policía repartiendo pan. Por mirar con aire desafiante y con una txapela Elosegui puesta a la consejera y al jefe de la oposición, que pasaba por ahí (en este caso se inició también una reclamación a la empresa por incluir un escudo de Navarra bajo la leyenda Euskal Herria)… Además, se llevaron al caganer y a varias decenas de sus amigos invisibles a comisaría, acusados de desórdenes públicos. Y también al mendigo con su cartel “Hoy soy yo, mañana puedes ser tú”. Estuvieron detenidos 72 horas. Pasaron la Nochebuena entre rejas. Para cenar les pusieron de postre turrón del duro.
—¡Feliz Navidad! —les deseó un poli bueno, mientras se lo servía.
—Tu puta madre—se oyó murmurar a alguno, al que todavía le quedaban ánimos para levantarse la mordaza.
Y el caganer, bajándose los pantalones, preguntó, por quinta o sexta vez esa noche:
—¿Puedo ir al baño?
Publicado en Rubio de bote, magazine ON
http://www.presst.net/subscribers/view_iframe/7722

En HORA 25 (CADENA SER)
http://cadenaser.com/programa/2014/12/23/hora_25/1419346585_187051.html
En ZAZPIKA (GARA)

EN EL DIARIO.ES
http://www.eldiario.es/cultura/Cuentos-conciencia_0_334216784.html

“La tristeza es nuestra, y yo me atrevo a vivir esa tristeza con optimismo”
Alberto Piedrafita rememora en La plaza de la Txantrea, desde el epicentro del carismático barrio pamplonés, su infancia y adolescencia durante la década de los 70, una época en la que el rock y la protesta se convirtieron en nuevas y necesarias formas de estar en el mundo.
PATXI IRURZUN. IRUÑEA
Los que como él tenían quince años en los setenta, pasaron, sin transición, de “Desde Santurce a Bilbao” a Slade. Alberto Piedrafita Gómez recuerda con una tristeza inevitable pero a la vez plena de optimismo, su niñez y juventud en la Txantrea. Hace ya muchos años que este psicólogo y antropólogo, hermano del guitarrista de Barricada, no vive en la plaza, ni siquiera en Iruñea, pero recuerda como si hubiera sucedido ayer, todo: el rastro, el cine de barrio, el muro del manicomio, el barranco y los descampados, los sobres sorpresa del Vitorino… En La Plaza de la Txantrea, editado por Txantrean Auzolan, ha recopilado los textos que durante año y medio aparecieron publicados en la revista del barrio. Charlamos con él una tarde en la que vuelve a casa por Navidad desde Zaragoza, mientras de fondo, en el bar, se escuchan en una feliz casualidad los acordes de “Smoke on the water”.
– ¿Cómo fue aquella época de ruptura y cambio?
No sabría situar una frontera, pero está claro que hay un antes y un después, pasamos de aprender a tocar en la guitarra “Desde Santurce a Bilbao” a Slade. Fue la aparición de una contracultura, que en el caso de la Txantrea se cocía en Irubide. Irubide era el sitio, y la banda sonora de Irubide era Bob Dylan. Allí pasamos de ese descubrimiento del rock a un capítulo de compromiso, de romper con la cultura establecida y crear nuevas formas de estar en el mundo. Claro, para un chaval de 16 años, todo aquello era tan rico, tan lleno de matices, tan explosivo, que provoca una sensación inmensa que es imposible no recordar.
-Y además en muchos casos Irubide suponía un paso de colegios de curas o monjas, solo para chicas o chicos, a aulas mixtas…
Para mí, fue un impacto tan grande que yo creo que el primer años suspendí todas… Y era un buen estudiante, siempre lo he sido, pero aquel cambio, aquella nueva manera de estar en el mundo, me abrió la cabeza en todos los sentidos y tuve que repetir COU.
-Era otra forma de aprendizaje…
-Aprendimos muchas cosas. Yo tengo un recuerdo de solidaridad, sobre todo, tanto en lo social como entre nosotros, de fidelidad, muy hermoso.
-La música está muy presente a lo largo del libro, ¿qué ha significado para usted, qué importancia tiene en su vida?
La música era el hilo conductor, vivíamos por y para la música. Recuerdo los vinilos de 300 pesetas en Orbaiceta, abrirlos en Navidad, porque solo nos podíamos comprar uno al año, era poner el tocadiscos, sentir cómo se clavaba la aguja en el vinilo… Queríamos ser músicos por encima de todo. En realidad, no queríamos tanto aprender a tocar eso no, era difícil, nos interesaba más salir en las fotos, como salía Slade o Bob Dylan
-Y de fondo de toda esa banda sonora, la Txantrea, un barrio que imprime carácter.
La Txantrea tiene algo mágico que nos llevaba a esa solidaridad y fidelidad de grupo y a estar siempre culturalmente muy activos. Y es algo que sigo viendo, cuando vengo aquí, veo las paredes llenas de carteles, aunque yo ahora tengo una sensación de tristeza, posiblemente porque no conozco mucho el barrio, y ahora no llego a saber con profundidad que hay detrás de esos carteles…
-La tristeza y la melancolía, cierto tono poético y muy cuidado, es también la voz que transmite el libro…
Pero yo creo que es un libro optimista. Yo creo que tal y como están las cosas y la época que nos ha tocado vivir la tristeza es nuestra, es inherente, cambiarla por otra emoción me parece una estupidez, y yo me atrevo a vivir esa tristeza, a recordar aquello, pero a hacerlo a la vez con cierto optimismo…Es cierto que en la escuela nos han pegado, que en la Txantrea nos han perseguido, pero no tengo un recuerdo negativo de todo aquello, tengo un recuerdo compasivo, incluso de la gente que pudo hacernos daño. Es lo que siento ahora…
-Y es también un recuerdo muy nítido, sorprende como recuerda cosas, pequeños detalles.
Todo lo que hay es literatura, por encima de todo, el narrador es escritor, y aunque la base está en lo que viví, efectivamente, no estoy muy seguro de si de lo que viví fue realmente así… El recuerdo está muy maleado, pero al final casi no importa lo que fue, importa lo que recuerdo… Hay cosas por ejemplo que recuerdo de una manera que luego he comprobado que no eran así, a mi madre, por ejemplo, una tarde recogiendo moras en el muro del manicomio, apareció un señor y le quitó las moras, y eso es algo que yo siempre le he cuestionado, “Eso es imposible”, le decía yo, pero el otro día en la presentación, apareció un señor que describía con pelos y señales a aquel carabinero, su correaje, la escopeta con la que disparaba sal…
-El japi…
-No, no era el japi, aquellos guardas municipales, aunque en la Txantrea estaba el japi, sí, Ardanaz, que aparecía continuamente en nuestras vidas… Aunque a quien recuerdo con más cariño es al Vitorino, y su tienda de golosinas, que era una especie de Olentzero protector, que nos acogía, que escuchaba nuestras preocupaciones infantiles… Y luego estaba el mesié, que era una especie de Vitorino burgués, era otra cosa, diferente a nuestro barrio obrero, el mesié, de los escolapios, que también tenía una tiendita, una caverna, en el frontón del colegio, y que hablaba francés, bueno, no, se inventaba el francés, “Una peseté, una peseté”… Son recuerdos que seguro que tiene otra gente, en otras ciudades y barrios, en los que habría algo parecido, pero a la vez este es un libro sobre la Txantrea y no creo que esto sea gratuito, es difícil encontrar un lugar tan especial, tan lleno de matices, he vivido en muchos sitios y me ha resultado difícil encontrar un lugar con ese espíritu. Y eso es, en definitiva, el libro: un homenaje a mi barrio.
Versión extendida de la entrevista publicada en Gara:
http://www.naiz.eus/eu/hemeroteca/gara/editions/gara_2014-12-27-06-00/hemeroteca_articles/la-tristeza-es-nuestra-y-yo-me-atrevo-a-vivir-esa-tristeza-con-optimismo