TARARARÁ PUMPUM (¡Que se sienten, coño!)
A finales de febrero apareció en la televisión un guardia civi bigotudo que entraba en el parlamento y gritaba “¡Que se sienten, coño!”, y a un abuelo no le dio la gana y salió a hacerle una llave de judo, pero como era mucho más viejo lo tumbaron a él, y luego el picoleto, cabreado, dijo “¡Al suelo todo el mundo!” y empezó a disparar al techo, y entonces todos los políticos se escondieron debajo de sus asientos, todos menos Suarez, porque él era el más guapo…
Nosotros comprendimos que se trataba de algo gordo porque después de esas imágenes echaron una película cuando tocaba el telediario. La película era de un boxeador patoso que ganaba sus combates al compás de El Danubio azul. (Tarararará, pumpúm, pumpún, y con cada pumpúm soltaba un puñetazo)*. Eso, y el “coño” de Tejero haciendo eco en el Congreso de los Diputados, donde todos iban siempre tan bien vestidos y nadie soltaba jamás un taco, son los recuerdos que guardo de aquel día, el famoso 23-F.
A la mañana siguiente el guardia civil bigotudo y los que iban con él salieron del Congreso por una ventana y se cuadraban. Resultaban casi tan ridículos como aquel boxeador patoso lanzando sus golpes al compás de El Danubio azul.
(Fragmento de «Las pelusas de mi ombligo», un libro de recuerdos infantiles que guardo en un cajón).
*Después descubrí que al boxeador lo interpretaba Danny Kaye, y otra serie de rocambolescas casualidades de las que ya hablé antes en este post
UNA ESTRELLA -FUGAZ- DEL ROCK
Fue gracias a David Sancet, de Insolenzia, que nos invitó a pegar unos berridos, además, en «Animal caliente», de Barricada, uno de mis himnos generacionales. ¿Qué más se puede pedir? Desde abajo nadie nos tiró tomates y algunos hasta decían que sonaba bien. Yo intenté ser todo un profesional y me empollé la canción en el autobús, oyéndola una y otra vez.
La presentación, como siempre, estuvo genial, el efecto simpático se activó y lo pasamos estupendamente (a pesar de algún bajancillo propio de la edad y la falta de costumbre) , que es de lo que se trata. Ni siquiera sé si se vendieron muchos libros o no. Pude ver a Lilith en eléctrico por primera vez, sonó como una puta bomba, lo mismo que Insolenzia (y antes Octavio y sus Experimentos in da notte estuvieron paseándose por el lado salvaje sobre el escenario), estuve con algunos amigos a los que hacía mucho que no veía, como el susodicho Octavio Gómez Milián, Agnes y Enrique Cabezón, KB. Dani e Isabel nos trrataron como a reyes y la resaca fue dulce en su casa, que sentimos como nuestra. Muchas gracias a todos por todo. Este libro está siendo un auténtico regalo para dos viejos rockeros como Esteban y yo. Yeah!
SIMPATÍA POR EL RELATO EN ZARAGOZA
Y este cartel de abajo es el de la fiesta-concierto .
Antes, si no me equivoco, a las 18:30 presentaremos la antología en la FNAC.
Tengo muchas ganas de estar con todo este grupo tan majo de simpáticos, con los dos de arriba, con KB, con Agnes, con Monty… Y con Esteban, claro. Creo que lo pasaremos bien y -acabo de hablar con Dani- creo que hay también alguna sorpresa que a mí me hará muy feliz y a los demás quizás les destroce los tímpanos.
FECHAS DE PUBLICACIÓN
Y
«Dios nunca reza» (Alberdania), a principios de septiembre.Ahí van dos pildoritas de adelanto de cada uno de ellos
Domingo 10 de agosto
El de hoy ha sido un domingo tranquilo, un domingo con periódicos, como en la canción de Andrés Calamaro. Por la mañana, he bajado con Urko al parque, es lo que suelen hacer los padres los domingos por la mañana, pasar más tiempo con sus hijos -y con los padres de otros hijos-, dar un respiro a sus mujeres, dejarles un par de horas libres para que se depilen (y librarse, en realidad, de ese modo de pasar el aspirador o limpiar los baños). Yo me he sentado bajo un árbol, mientras Urko se llenaba de arena las uñas y la ropa limpia, y he ojeado la prensa. El viernes empezaron los Juegos Olímpicos de Pekín. En uno de los periódicos, he visto una foto de varios soldados chinos, agitando banderas de su país. Son medio centenar, y en sus rostros se les ve orgullosos a unos, a otros enardecidos, incluso desafiantes, dispuestos a morir o matar por su patria o su presidente, pero yo me he fijado en uno de ellos, en una esquina, con la banderita arriada, descansando en su regazo, y la mirada perdida, el rostro estupefacto (quizás solo estaba tomando un respiro para agitar su bandera con más fuerza, pero he preferido imaginar que el soldado también se sentía extranjero, entre todos los demás ), y me ha parecido el más valiente de todos esos militares, hay que ser muy valiente para enfrentarte a tus dudas, para tener miedo cuando otros deciden que se debe ser audaz, que tu vida vale menos que el uniforme que llevas puesto, para pensar en la última vez que hiciste el amor con tu novia (y en la próxima que lo harás) mientras todo el mundo libre señala con el dedo y acusa al país que tú tienes que defender.
En el mismo periódico he leído, con titulares más pequeños, que al mismo tiempo que atletas de todo el mundo desfilaban tras su abanderados en la inauguración de los Juegos Olímpicos, Georgia y Rusia se declaraban la guerra, y soldados de esos dos ejércitos ya no empuñaban banderitas, sino fusiles, conducían tanques, bombarderos, y que ya han muerto más de dos mil civiles. Y en otro más, en una noticia de apenas unas líneas, que España ha aumentado en un 10% la venta de armamento a otros países.
¡OH, JANIS, MI DULCE Y SUCIA JANIS!
27- Breve auge y caída del porno-rock radikal vasco
En nuestro debut, en el concierto de la Txantrea, no pudimos estar mejor acompañados, tratándose de un grupo de porno-rock, pues nos pusieron de teloneros de La Polla Records y de Cicatriz en la Matriz. Supongo que más por ellos que por nosotros, cuando empezamos a tocar las txoznas estaban abarrotadas, yo miraba entre bambalinas –a través de una enorme ikurriña con el anagrama de las Gestoras Pro-Amnistía, que tapaba, a modo de telón, el escenario— y veía una jungla de cuero y tachuelas, con katxis de cerveza que la sobrevolaban y señales de un humo espeso y con un olor que alimentaba elevándose hacia el cielo y llamando a la revolución o a un pedo colectivo, no lo sabía muy bien.
Desde esa perspectiva daba un poco de acojone, pero nosotros también teníamos un as en la manga, y arrancamos nuestra actuación con “Quiero matar a polvos a un concejal de UPN”, la polémica canción de Las Perras en Celo. En ella yo salía vestido, de cintura para arriba, con el traje de la corporación municipal, con su chistera y todo, y, de cintura para abajo únicamente con una bandera de Navarra en plan pareo, cuyo escudo golpeaba con mi maza, como si fuera el mismísimo Sancho el Fuerte rompiendo las cadenas en la batalla de las Navas de Tolosa.
Mamen, de vez en cuando se acercaba a mí, ponía el culo en pompa y sacaba lustre al cuero de sus pantalones perfectamente ajustados, frotándose contra la bandera, tal y como habíamos ensayado en la bajera, pero ahora además, y eso no entraba en el guión, de vez en cuando agarraba mi maza y la apretaba con fuerza, e incluso en una ocasión hasta se agachó y le pegó un pequeño mordisco, como una auténtica perra en celo.
La cosa prometía.
Cuando acabamos el tema apenas hubo algunos aplausos, se escuchó algún silbido a lo lejos, y después se impuso un murmullo de risas nerviosas y cuchicheos. El público estaba desconcertado, eso era bueno, pero por desgracia rápidamente un grupo de enterados interpretó nuestro mensaje de una manera algo retorcida y empezó a corear goras a ETA.
—En ETA no se folla —les corté yo, acercándome al micrófono.