ENTREVISTA A ISABEL VILLANUEVA
“El arte es para mí un modo de vida que se basa en una dedicación total, despojada de cualquier interés materialista”
Isabel Villanueva (Violista)
Publicado en Gara (26/12/15)
Patxi Irurzun. Iruñea
La joven violista Isabel Villanueva (Iruñea, 1988) acaba de recibir el Premio Ojo Crítico, que reconoce su trayectoria musical. Una trayectoria jalonada de premios y conciertos como solista al frente de las más prestigiosas orquestas del mundo. Lleva ya cuatro años radicada en Ginebra, pero en realidad pasa más tiempo que en su casa en aviones y hoteles de todo el mundo. San Petesburgo, Beirut, Viena… Sufre cada vez que tiene que volar y su viola, un instrumento fabricado en 1670, viaja con ella. “Que quede claro que soy violista, no violinista, que lo ponen mal muchas veces”, aclara la primera vez que nos ponemos en contacto con ella. Su viola es su voz y su vida. Y viceversa. Mantiene con ella una relación de intimidad, una hermosa historia de amor. Charlamos con ella sobre eso, sobre todo el esfuerzo y la dedicación que hay debajo de esa punta del iceberg que son los premios y reconocimientos o sobre la importancia de la música como motor de desarrollo humano y educativo.
-¿La viola es una gran desconocida?
La viola es ciertamente una voz desconocida para el público general. La historia y sociedad han hecho que su evolución quedase en segundo plano respecto a otros instrumentos de la misma familia de cuerdas como el violín o el cello. Desde el siglo XX y gracias a la aparición de verdaderos violas solistas como Lionel Tertis o William Primrose la viola comenzó a resurgir como un instrumento con personalidad individual de expresión, los compositores se interesaron por él, y la viola comenzó a sonar más a menudo en las salas en recitales y conciertos con orquesta. Hasta entonces la viola era un instrumento que ocupaba un lugar básicamente en la escena orquestal y de cámara. Compositores como Bach, Mozart, Paganini, Beethoven, Mahler tocaban la viola y según escritos biográficos le tenían mucho cariño. Pero el siglo XXI es sin duda el momento de la viola. Ha habido un enorme salto en relación al nivel y desarrollo técnico y expresivo del instrumento, los principales compositores actuales escriben conciertos y obras para viola, y hay un mayor (aunque aún es escaso) número de solistas de viola. Todo esto es positivo pero aún falta una grandísima labor por parte de nosotros, los intérpretes, de divulgación y acercamiento al público de este mágico instrumento.
-En su caso, tiene una viola que es una pieza única, de 1670, ¿qué se siente tocándola y cuál es la relación que mantiene con ella?
Todos los instrumentos son únicos e irrepetibles, como las personas Es cierto que al ser tan antiguo y estar hecho de madera, está de alguna forma ‘vivo’, y reacciona muy sensiblemente a los cambios de temperatura, humedad, viajes, y por supuesto a la forma de tocarlo. También tiene un timbre específico y una personalidad que debes conocer muy bien, por eso es más difícil de tocar que un instrumento moderno, que lo puedes ‘moldear’ más a tu gusto.
-De hecho, la viola en ocasiones parece asemejarse a la voz humana, y en su caso particular es algo que técnicamente se destaca.
La voz humana es mi principal inspiración, y la voz de la viola es en mi opinión el paralelismo instrumental. Para poder expresar siempre pienso desde la perspectiva de un cantante, en su fraseo y proyección de voz. Además me he nutrido de clases de canto desde hace ya unos años, algo que encuentro fundamental para el desarrollo de un músico. Al fin y al cabo los instrumentistas trabajamos con una voz (que no pertenece a nuestro cuerpo) pero también tenemos nuestro cuerpo que debe ser el intermediario entre el instrumento (en mi caso la viola) y el mensaje musical que queremos expresar al público.
-Aunque tiene ya una trayectoria larga y reconocida, qué supone recibir premios como el del Ojo Crítico.
El premio ‘Ojo Crítico’ es quizá el mayor reconocimiento oficial que he obtenido hasta la fecha, después de años de inmensa dedicación a la viola y a la música en general. Estudio, mucha ilusión, constancia y amor son los factores que me están llevando al crecimiento artístico. Como todos sabemos, el arte no tiene límites. El arte en cualquiera de sus formas no es algo que se haga como sacrificio, si no no sería arte. El arte, en lo más profundo de su significado, es para mí un modo de vida que se basa en una dedicación total, despojada de cualquier interés materialista; esa es para mí la vía para poder llegar a comunicar un mensaje sincero y emocionar con el público. Dicho esto, la vida real de un artista implica hoy en día muchas otras cosas ajenas a la música en sí, como son los aspectos burocráticos, sociales, mediáticos; algo para lo que un artista del siglo XXI debe estar también preparado. Personalmente soy una apasionada de la vida, me rodeo de la gente que me quiere, me encanta descubrir nuevas cosas, viajar, los museos, la naturaleza, los deportes y todos los estilos de música (¡siempre que sea buena!).
-¿Se puede describir con palabras qué es lo que siente cuando está tocando?
Cuando me presento en un concierto, lo que se ve y se oye es el resultado de muchas horas de preparación y de maduración de la obra concreta que esté interpretando. Intento ahondar en la obra, meterme en la piel del compositor para poder llegar a expresar la música lo más honestamente. Los intérpretes de música somos como actores, debemos conocer muy bien el rol para hacerlo nuestro y poder expresarlo de la forma más convincente y sincera para acercarnos a lo que el compositor querría transmitir con ella.
-Y qué cree que puede trasladar la música, la viola en particular a quien la escucha, en qué puede ayudarle…
La música es el lenguaje más universal que existe, capaz de unir a cualquier grupo de personas sin importar cultura, creencias, edad… hasta llegar a emocionarles. La Música, cuando verdaderamente se expresa desde la máxima sinceridad interior del intérprete, algo realmente difícil de conseguir dado el mundo materialista en el que vivimos, transmite sensaciones indescriptibles con cualquier otro tipo de lenguaje, te lleva a otra dimensión, donde las cosas que realmente importan son al fin y al cabo las mismas para todos. Personalmente, intento en cada concierto transmitir un mensaje donde las máximas calidades humanas estén presentes. Pienso que ir a un concierto de música clásica, sin importar la preparación o conocimientos específicos que tengas, y dejar llevar tus sentidos por lo que escuchas, produce felicidad, te conmueve, inspira y te llena de energías positivas.
-En ese sentido ¿cree que a la música se le da la importancia que merece en la sociedad, en la escuela, en los medios…?
Para que la sociedad siga evolucionando, no sólo es importante el apoyo educacional y social en materias de tecnología, física, salud, sino que considero una responsabilidad de los organismos públicos y sociales una gran inversión en el desarrollo humanista de la sociedad. Esto incluye evidentemente la música; vaya uno a dedicarse o no a ella, hace desarrollar cualidades humanas extraordinarias que de otra forma no es posible, como la creatividad, la sensibilidad, la capacidad de expresión, trabajo en grupo… La música puede cambiar nuestras vidas, sea cual sea tu trabajo o dedicación diaria.