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CASAS CLAVO

Ene 21, 2025   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

(Publicado en «Rubio de bote», colaboración en magazine ON (diarios Grupo Noticias, 17/01/25)

Así es como llaman en China a algunas pequeñas edificaciones que han permanecido como islas en medio de grandes estructuras −autopistas, avenidas, bloques de apartamentos− porque sus propietarios se han negado a venderlas o a ceder ante las presiones de inmobiliarias o constructoras, ante el avance de esa maquinaria aplastante que es el turbocapitalismo (el turbocapitalismo comunista, en este caso): casas clavo.

Durante los últimos días he visto distintas fotografías de ellas en las redes sociales. Una casita plantada en mitad de los carriles de una autopista, que los coches tienen que rodear; otra, hundida en un scalextric de rotondas, circunvalaciones, vías de servicio, construidas para evitarla y para engullirla al mismo tiempo; o −esta es la que más me ha llamado la atención− un inmueble de dos plantas en mitad de un solar en construcción, alrededor del cual las excavadoras han abierto un enorme hoyo, de modo que la casa permanece levantada sobre un bloque de tierra que coincide con su delimitación. Si los vecinos de ese inmueble quisieran salir del mismo por el portal caerían en el agujero excavado por las máquinas. No tengo ni idea de cómo se las apañan para ello, o para acceder a su vivienda, tal vez trepando por una escalera de cuerda, o escalando con piolets un terraplén de barro.

Leo además que en muchas ocasiones a esos propietarios rebeldes les cortan el agua, la electricidad, los suministros, para obligarlos a rendirse por agotamiento. Detrás de cada una de esas díscolas edificaciones se adivina, pues, una historia de lucha y resistencia, una desigual batalla entre esos monstruos descorazonados que son las grandes compañías o el Estado y algunos individuos, que deciden no someterse por orgullo, por el valor sentimental de sus propiedades, por lo que sea: cada casa clavo, supongo, atesorará una historia particular y heroica.

También en nuestras ciudades hemos conocido historias semejantes, edificaciones o pequeños barrios que han aguantado como vestigios del pasado entre el hormigón, los polígonos industriales o los centros comerciales; o en el cine, por ejemplo, la entrañable película de dibujos animados Up, que está basada en una historia real, con final feliz, por cierto: la propietaria de la casa no salió volando elevada por una bandada de globos, pero consiguió que su propiedad no fuera demolida y todavía hoy permanece encajonada, convertida casi en una casita de juguete −y en atracción turística−, entre grandes bloques de cemento.

Seguramente las casas clavo serán excepciones y en la mayoría de casos similares habrá habido desahucios por la fuerza o por la fuerza del dinero. Son piedras en el zapato, pero a veces una pequeña china −nunca mejor dicho−, un diminuto clavo en la rueda consigue parar la maquinaria, el avance imparable del “progreso”, el caminar arrollador y despiadado del monstruo.

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