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CLUB DE LECTURA DE VERANO 2022

Jul 25, 2022   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

PANZA DE BURRO, DE ANDREA ABREU

PUBLICADO EN MAGAZINE ON (DIARIOS GRUPO NOTICIAS) 23/07/22



La primera edición de Panza de burro se acabó de imprimir a finales de marzo de 2020, en pleno confinamiento, jucujucu, y desde entonces he leído ya tres veces la historia de estas dos niñas canarias, Isora y shit, que, como un virus, como una pandemia, como una tos de perro persistente, jucujucuju, no puedo parar de intentar contagiar a otros lectores. 

Andrea Abreu, su autora, nació en 1995 y Panza de burro es su primera novela. Se trata del libro de la autora o autor más joven y más cercano en el tiempo que hemos recomendado desde este club de lectura (de hecho, creo que es el único libro escrito por alguien vivo que hayamos recomendado hasta el momento*), pero estoy convencido de que acabará convirtiéndose en una obra de referencia dentro de los manuales de literatura española (lo que no sé es bajo qué epígrafe: ¿literatura millennial?).

Literatura millennial canaria
Así es al menos como la califica la propia editora de la obra, Sabina Urraca, en el prólogo a la misma, aunque ella añade ese otro adjetivo, canaria, que es algo más que un sello de procedencia. El éxito de Panza de burro tiene doble mérito si a la juventud de su autora sumamos que es una obra escrita desde y sobre la periferia —Canarias, en este caso—  en un sistema literario que acostumbra a mirar por encima del hombro y despreciar como local —o de provincias, como se decía antes— todo cuanto no esté escrito o publicado desde o sobre o con la mirada de Madrid o Barcelona. Una novela que transcurra en Cuenca, en Abadiño (a no ser que sea una réplica de Patria), o en Pontevedra será una novela local, mientras que si la misma historia se ubica en aquellos ombligos literarios será una novela que se eleva desde lo local a lo universal. 

En el caso de Panza de burro, además,estamos hablando de la periferia de la periferia, o mejor dicho, de la periferia de la periferia de la periferia, puesto que el escenario de la obra son los barrios altos, que en este caso son los barrios bajos, de Canarias, aquellos desde donde quienes los habitan solo descienden a las islas soleadas y afortunadas para limpiar los hoteles y los pisos turísticos, y en donde la playa y el mar son paraísos inaccesibles a los que para llegar hay que superar varias pantallas de la “guenboi” en las que se emboscan perros callejeros y volcanes como gigantes dormidos, todo ello bajo un cielo que aplasta las cabezas y los corazones.

El título de la novela, Panza de burro, se refiere precisamente a ese cielo gris y plomizo que cada día pueden rascar con sus dedos las dos preadolescentes, Isora y shit, que protagonizan la novela y que viven allí, en lo alto de la isla, bajo la presencia dominante del “vulcán”, criadas por las abuelas, o por su propia cuenta, en calles asalvajadas y empinadas como la vida misma.

Novela de iniciación
 Panza de burro es una novela de iniciación, en la que ambas protagonistas olisquean con curiosidad la roña que deja entre las uñas de esos dedos los descubrimientos más tempranos de la amistad, el sexo o, en última instancia, la muerte. Las dos niñas viven una relación de dependencia, de dominación (shit, con minúsculas, es como Isora llama en todo momento a su amiga), en ese límite, ese agujero negro, esa transición entre la niñez y la vida adulta en donde ellas juegan con las muñecas barbies a criticar a las vecinas o a frotarse los “pepes” —así, pepe,  es como se nombra al órgano sexual— o se topan con fotopollas en el “mesenyer” durante las clases de informática.

“Estregarse” el pepe, la escatología, hurgar en los agujeros prohibidos… son referencias recurrentes en la novela, que se hacen sin pudor, de manera natural, porque eso, descubrir el propio cuerpo, sus olores, sus latidos, sus cambios, es lo normal cuando se tienen once años, algo que, sin embargo, parece desterrado a menudo de las novelas protagonizadas por personajes de esa edad, sobre todo femeninos, y no digamos ya de la literatura juvenil y ultrapolíticamente correcta.

Sin pudor también se utiliza el léxico propio de Canarias. Sin pudor y sin glosario, como la editora Sabina Urraca aclara en el prólogo. Decisión que, a la postre, resulta un acierto, pues del mismo modo que cuando conversamos con alguien que maneja otro acento, otro vocabulario, no lo interrumpimos para buscar en un diccionario todo aquello que desconocemos, sino que lo asimilamos y nos acostumbramos poco a poco a su habla (o como sucede en una novela como La naranja mecánica, de Anthony Burgess, en la que acabamos haciendo propia la jerga de los “drugos” que la protagonizan), del mismo modo acabamos aprendiendo en Panza de burro un “fisquito” del habla canaria, o en realidad del habla propia de los barrios bajos-altos de las islas o en realidad del habla o idiolecto de Isora y shit.

Sabina Urraca, editora de «Panza de burro»

Editora por un libro
El proceso de edición de esta obra, al que Urraca alude en el susodicho prólogo, es también reseñable y determinante en el éxito de esta novela. Panza de burro se publicó en la editorial Barrett dentro del proyecto “Editor/a por un libro”, en el que los editores ceden a escritores a los que admiran (hasta ahora han sido Patricio Pron, Sara Mesa y Sabina Urraca) la facultad de elegir una obra original e inédita y de ejercer ellos mismos como editores de la misma. No es la única editorial que ha llevado a cabo una iniciativa de este tipo, Caballo de Troya ha tenido también editores invitados (Mercedes Cebrián, Elvira Navarro, Alberto Olmos, Luna Miguel, Lara Moreno…), en su caso durante todo un año, cuya misión ha sido descubrir nuevos valores literarios. Un proceso de ese tipo implica necesariamente —sobre todo en el caso de Sabina Urraca, que no tenía que dirigir un catálogo de varios autores, sino una sola novela—  un mimo y una dedicación especiales con la obra elegida, una mirada diferente, que no se enturbie con las necesidades comerciales, las modas literarias o la falta de perspectiva de editores que ni en un acceso de locura transitoria publicarían historias “locales” en las que los personajes hablan raro o guardan su propia mierda en tápers. Urraca, por el contrario, pudo dejarse enloquecer libremente por Panza de burro. Lo afirma, de hecho, en esas páginas introductorias a la novela, en las que confiesa que se enamoró del manuscrito hasta el enloquecimiento y que no lograba hablar del mismo sin emocionarse; o que no podría definir esta obra sin echarse a llorar y que si tuviera que hacerlo diría que es una novela febril, que contamina, algo con lo que, jucujucu, en este club de lectura estamos totalmente de acuerdo.

*No lo es, la semana pasada comentamos «Una cuestión personal», de Kenzaburo Oé, y el autor japonés sigue felizmente vivo

AGOSTAZOS

Jul 25, 2022   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
Ligres y tigones

Publicado en Rubio de bote, colaboración quincenal para magazine ON (diarios Grupo Noticias). 23/07/22

Iba a comenzar este artículo diciendo que el agostazo de este año (ya saben, los agostazos, esas decisiones políticas que se toman cuando todo el personal está anestesiado por el tinto de verano) se vaticina de campeonato, pero me doy cuenta de que en realidad el cambio climático y la era de la sobreinformación han propiciado que tengamos agostazos en junio, octubre, abril, de tal modo que nuestras tragaderas sean ya enormes bocas de alcantarilla por las que entra cualquier cosa.

Durante estas últimas semanas, sin ir más lejos, hemos oído al ministro de la guerra decir que doblar el gasto militar es una inversión social; a un banquero que en esta crisis vamos a empobrecernos todos, incluidos ellos (¡pobrecicos!, ¡apadrina un banquero!); a la Comisión Europea calificar la energía nuclear como energía verde; o al presidente del país afirmar que los infames sucesos en la frontera de Melilla en los que murieron decenas de personas estuvieron “bien resueltos” por los cuerpos de seguridad.

Todo nos lo tragamos y lo digerimos, al tiempo, además, que los surtidores de las gasolineras despachan oro líquido o las sandías se han convertido en  artículos de lujo. Cuando a uno lo atracan todos los días se acostumbra, ya ni reacciona, levanta las manos en un acto reflejo y deja que le vacíen la cartera mientras habla del tiempo o del fútbol con su asaltante.

Hace algunos años existía un recurso periodístico estival llamado serpiente de verano: avistamientos de ligres, reses cimarronas fugadas de algún festejo taurino, posados en bikini de folklóricas recauchutadas… Noticias chuscas o insustanciales que se estiraban durante días e incluso semanas para llenar páginas de periódicos en época de sequía informativa y que a menudo servían también como cortinas de humo entre las que deslizar subidas del pan. Hoy no hace falta porque ese tipo de reptiles culebrean a sus anchas por las redes sociales y se engordan a menudo con una credulidad pavorosa.

En un vistazo rápido a Twiter me encuentro, por ejemplo, con alguien que afirma con rotundidad científica que a partir de los cuarenta años los testículos se descuelgan a un ritmo de un centímetro por año (y aunque hay quien razona diciendo que de ser así los jubilados irían dejando surco en las playas, muchos otros dan por bueno el dato). Es, claro, una enormidad, seleccionada para abrir paréntesis y echarnos unas risas, pero, del mismo modo, durante los incendios que asolaron Navarra a finales de junio pudimos encontrarnos con tuits que aseguraban que en el parque Senda Viva habían muerto abrasados todos los animales y con otros bulos que corrieron como el fuego en la rastrojera. Me pregunto quién inventa ese tipo de mentiras. Y por qué lo hace. Claro que tampoco es de extrañar si tenemos en cuenta que hay periodistas profesionales que se dedican a poner todo al rojo vivo difundiendo igualmente noticias falsas. Cloacas informativas, campañas de difamación y acoso, fábricas de mentiras democráticas… Nada nuevo que no supiéramos o no hubiéramos visto antes, aunque algunos parezcan ahora haberse caído de un guindo. Lo de Ferreras (que informó en su programa sobre una cuenta bancaria de Pablo Iglesias, sabiendo que esta no existía, tal y como han desvelado los audios del siniestro comisario Villarejo) es grave, pero es también otro agostazo, otro culebrón estival que, fuera de la burbuja de las redes sociales y mientras quede tinto de verano en la nevera, me temo que a muy poca gente le importa y que no tendrá mayor recorrido. Como mucho, diría yo, hasta agosto.

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