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Archive from octubre, 2021

Entrevista a Arnaitz Fernández

Oct 25, 2021   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Publicado en magazine ON (diarios grupo Noticias) 23/10/21
PATXI IRURZUN

“Siento vértigo: mi sueño era presentar “El Tiempo” de RTVE, y ya lo he cumplido”

Desde hace unos meses el pamplonés Arnaitz Fernández es el chico del tiempo en los informativos de RTVE. Con solo 25 años ha cumplido su sueño y ahora trabaja duro para que no se desvanezca, para seguir trabajando en lo que le gusta. Le apasiona la meteorología desde que era un niño, casi desde que nació, un día de nieve.

Solo diez años antes de que Arnaitz Fernández naciera al hombre del tiempo lo podían ahorcar, y todo por haber informado granizo, rayos, truenos y viento huracanado. De acuerdo, era solo una canción (Revuelta en el frenopático, de Kortatu), pero lo que sí es cierto es que aquellos hombres del tiempo de antes contaban con muchos menos medios que los actuales y estaban sometidos al pimpampun de los espectadores. A pesar de lo cual su figura era la de alguien familiar, que entraba en casa cada día durante el telediario y al cual se le disculpaban o se tomaban a chanza los errores. Hoy, cuando la fiabilidad es mucho más alta, a los nuevos hombres y mujeres del tiempo todavía los siguen viendo cada día en directo un millón de personas. La suya continúa siendo una profesión de riesgo, en una época en la meteorología acapara titulares y en la que planificamos buena parte de nuestra vida de acuerdo con sus previsiones, a veces con una fe ciega, olvidándonos de la imprevisibilidad de la naturaleza (“¡Mañana hará el tiempo que a mí me dé la gana!”, decía también la canción de Kortatu). A pesar de todo ello, nuestro protagonista, Arnaitz Fernández, quiso desde que era solo un niño presentar el tiempo en el telediario de RTVE. Lo ha conseguido con solo 25 años. Desde hace unos meses el suyo es un rostro popular. Se le amontonan las entrevistas (“A ver si no me preguntas lo mismo que todos”, dice, con cierto ímpetu juvenil) y desde lo alto siente vértigo al ver cumplidos ya buena parte de sus sueños, lo cual no le impide disfrutar  de ellos y de la felicidad de haber convertido su pasión en su trabajo. De todo ello hablamos con él, un soleado día de septiembre. 

Está en un momento dulce, ¿cómo se siente?

Trabajar en RTVE presentando “El Tiempo”  era un sueño a largo plazo, para la gente que nos gusta mucho la meteo es el espacio de referencia, y yo a veces lo comentaba con mis padres: “¿Te imaginas estar ahí, con treinta o cuarenta años?”, pero de repente surgió la oportunidad y… todavía no me lo creo, la verdad.

¿Cuándo empezó usted a sentir atracción por la meteorología?  ¿Tuvo algo que ver esa nevada que cayó el día que nació?

La nieve creo que tuvo parte de la culpa, desde pequeño me quedaba embobado cuando sucedía algún fenómeno curioso, una nevada, tormentas, yo era muy curioso, me preguntaba por qué pasaban algunas cosas, no solo relacionadas con la meteorología, también con la astronomía, la naturaleza, la biología… Con catorce o quince años encontré un libro de divulgación en una librería, Introducción a la meteorología, de José Miguel Viñas, lo leí, y  la pasión fue yendo a más, hasta que luego a la hora de decidir la carrera elegí la que más tuviera que ver con eso, que fue Física.

Pero creo que junto con esa pasión por la meteorología usted compartía también la de la comunicación…

Sí, de niño me ponía al lado de la tele, presentaba los programas, luego en el instituto imitaba a los profesores, porque era muy observador y me llamaban la atención y me quedaba con las peculiaridades de cada persona, y además me gustaba hablar en público, aunque de pequeño era muy tímido… Ahora se han juntado esas dos partes, hacer previsiones meteorológicas y esa faceta de comunicador, y yo diría que últimamente una tercera, que es hacer grafismos, porque en RTVE  tienen un software muy potente para visualización de mapas y de diferentes variables…

Su trabajo entonces no tiene mucho que ver con el de los hombres del tiempo de hace años, como Mariano Medina o Paco Montesdeoca…

Yo no viví aquello…Durante los diez o veinte últimos años yo diría que ha mejorado mucho la previsión, el porcentaje de acierto, en gran parte por avances en tecnologías como la supercomputación (los modelos meteorológicos son al final muchos cálculos numéricos que los hacen supercomputadores) y por otra parte ha habido también un gran avance en los medios a la hora de explicar el tiempo, con una visualización más atractiva y amena que la de aquellos meteorólogos, que creo que salían con una pizarra…

El hombre del tiempo entonces estaba mucho más expuesto a fallos, casi era un deporte meterse con él, pero a la vez era alguien familiar, que entraba en todos los hogares. ¿Eso sigue pasando, se sigue sintiendo así?

Hombre, yo todavía no soy tan conocido, aunque ya empiezo a notarlo, RTVE tiene unas audiencias muy altas, y el espacio más visto de los informativos es el tiempo, te ve más de un millón de personas, y un poco de presión sí que tienes.

Además ahora casi les exigimos a ustedes infalibilidad, o un tiempo a medida, olvidándonos de la imprevisibilidad de la naturaleza

Yo creo que nosotros tenemos la obligación de explicar la incertidumbre que va asociada a los fenómenos atmosféricos, al final la atmosfera es un sistema caótico, y en el futuro la clave va a ser hablar de probabilidades, por ejemplo, decir que hay un 50% de lluvia, igual la gente lo que entiende entonces es que no te la quieres jugar, pero lo que hay que explicar es lo que hay detrás de ese 50%. Siempre hay probabilidades de fallos sobre todo en situaciones de tormentas, nevadas, donde hay que atinar mucho y todavía los modelos meteorológicos no son del todo fiables… Pero eso también está bien, no saber siempre qué tiempo va a hacer al día siguiente… Yo a veces hasta tengo nostalgia de cuando no mirabas las previsiones y te levantabas al día siguiente y  ¡sorpresa!  Llevo años sin sorprenderme, igual tengo que hacer alguna vez el experimento de pasarme dos semanas sin mirar mapas y a ver qué pasa…

Ahora ustedes cuentan con muchos más medios, pero ¿hasta dónde se puede llegar en el nivel de acierto de las previsiones?

Hace diez o veinte años las previsiones eran muy fiables a un día vista, durante los diez últimos diez años las previsiones a dos, tres días, son también casi infalibles,  a día de hoy estamos en que las previsiones a cuatro, cinco días son bastante fiables, y en un futuro llegaremos a poder hacer previsiones para seis días, una semana, que tengan una fiabilidad de un 80%. Se está tendiendo a que la fiabilidad a varios días sea bastante elevada, no me refiero a las aplicaciones de los móviles, donde sacan previsiones a catorce días que hoy por hoy no tienen ningún sentido, aparte de que son previsiones automáticas, sin ninguna persona detrás que la revise… Por eso hoy en día una previsión del tiempo que la haga y la comunique una persona tiene mucho valor y va a seguir teniéndolo.

Además con una aplicación del móvil uno no puede hablar del tiempo en el ascensor. ¿A usted le preguntan, le piden previsiones?

Sí, y a veces me dan ganas de hacerlas, pero me contengo y suelo decir que no estoy en horario laboral.

Durante el tiempo en que lleva haciendo pronósticos le ha tocado vivir unos cuantos fenómenos históricos, como las olas de calor, Filomena… ¿Es una edad de oro para los meteorólogos?

Sí, durante este último año está habiendo muchas situaciones históricas, últimamente casi cada semana en el algún punto del planeta hay una de esas situaciones. Destacó Filomena, en la que  las previsiones meteorológicas fueron muy acertadas para una situación tan complicada, o la ola de calor en agosto, con la que me estrené en RTVE, con temperaturas de récord… Sí, parece que esa es la tendencia, que este tipo de fenómenos vaya a más.

¿Y a veces el tiempo o los fenómenos naturales  no se convierten en un espectáculo informativo, como ahora con el volcán, olvidando su cara más trágica? Y al revés, ¿es normal que se convierta en noticia que haga calor en verano y frío en invierno?

A veces hay un amarillismo en torno a eso, titulares como “Llega un huracán” venden mucho, impactan, y los meteorólogos siempre tenemos una lucha con los periodistas, porque hay que matizar muchas cosas. Es normal que haga calor en verano y frío en invierno, pero lo que no es normal es la frecuencia de estos episodios históricos, que según las simulaciones meteorológicas es algo que va a ir a más y con lo que tendremos que convivir. Respecto al volcán, en cierto modo es lógico, está esa parte de pérdidas materiales y económicas, y es una pena, claro, pero desde el ámbito científico, para vulcanólogos, geólogos, es una oportunidad para aprender y conocer en vivo situaciones que se dan muy de vez en cuando.

Ahora, por cierto,  hay un montón de vulcanólogos. ¿Hay mucho intrusismo en su profesión?

Sí, con la pandemia había muchos expertos en epidemiología que luego se convirtieron en vulcanólogos, pero en situaciones muy específicas hay que preguntar a los que saben de eso, yo, por ejemplo, tampoco soy vulcanólogo, y cuando me preguntan algunas cosas como, el otro día, las consecuencias en la biodiversidad  de la llegada de lava al mar no tengo ningún reparo en decir que no lo sé, porque no es mi ámbito… Por otra parte yo también hacía mis previsiones en Twiter, cuando todavía no había acabado la carrera… Pero siempre es importante que la referencia sean los medios oficiales, las agencias de meteorología, Aemet, Euskalmet…

¿Cuánto le debe usted a Twiter?

Buf, yo sin Twiter… Nunca he mandado curriculum a ningún sitio, a mí me ha ido llegando todo a través de esa red social, en la que he podido divulgar lo que me apasiona, y desde allí es desde donde he recibido todas las ofertas. Tiene su lado bueno, que te haces ver, y su lado malo que es también que te haces ver, la exposición.

A usted desde luego le ha ido bien, pero ¿cómo vive ser tan joven y ver cumplidos ya gran parte de sus sueños?

Me da un poco de vértigo porque mi sueño era presentar “El Tiempo” en RTVE y ya lo hecho realidad. Y, claro, te preguntas: ¿a partir de aquí qué? Pero bueno, lo que intento es tener los pies en el suelo, intentar que este se convierta en un trabajo más estable, más durarero, en definitiva, trabajar para poder trabajar de lo que me gusta.

¿Eso implicaría tener que trasladarse a Madrid?

Sí, de hecho ya estoy trasladado, tengo allí piso. Para mí trabajar en lo que me gusta es lo más importante. Siempre tira la tierra, yo soy muy de casa, pero bueno, hay días libres y te puedes escapar,  en tres horas estás en Pamplona.

¿Está abierto a otras cosas que no sean presentar el tiempo?

Sí, como he dicho me apasiona la comunicación y si surgen cosas,  estoy abierto, pero bueno ahora mismo estoy cumpliendo este sueño y quiero disfrutar de él.

O sea que nos estamos adelantando, estamos también haciendo previsiones.

Sí, y luego vete a saber, fallarán, o no. Pero bueno, hay casos como Mónica López, que empezó como meteoróloga y después estuvo presentando un  programa que no tenía nada que ver.

Todavía no hemos hablado de algo que es inevitable hablando del tiempo, que es el cambio climático. ¿En qué nos afecta en nuestro día a día?

Cuando sucede algún fenómeno brusco se tiende  a decir en la calle que se debe al cambio climático, pero no siempre tiene por qué, a veces la clave está en la frecuencia, cada vez se ve que esos fenómenos extremos se producen con más frecuencia y de manera más extrema. Para relacionarlos con el cambio climático hay que hacer un estudio de atribución, pero en los últimos años sí se está viendo que es así.

¿Y qué podemos hacer? Porque muchas veces nuestro compromiso contra ese cambio climático es solo de boquilla…

A nivel personal podemos hacer un cambio de estilo vida, que es complicado, pero lo importante son los cambios a nivel gubernamental, reducir emisiones de CO2, se han hecho varias simulaciones de que situaciones se esperan con diferentes niveles de emisión, y se ve que según las diferentes situaciones la temperatura media va a subir muchísimo, mucho o va a subir, es decir estamos en una situación en la que la situación va a ir o muy a peor o a peor, en la que ya no podemos neutralizar eso y en la que hay que hacer es intentar reducir al máximo las emisiones de gases de efecto invernadero.

En ese sentido, ¿la labor de las mujeres y hombres del tiempo, además de la puramente informativa, tiene también que concienciar, ser pedagógica?

Totalmente, somos la cara visible y tenemos que trabajar en comunicar todo esto,  mis compañeros de RTVE, por ejemplo, han publicado hace poco un libro, El desafío del clima, en el que dan pistas sobre qué podemos hacer para intentar mitigar el cambio climático. Los comunicadores de la ciencia y la meteorología, en concreto,  somos una referencia de información rigurosa a la que la gente va a tener en cuenta, por eso nuestro papel es clave, y creo que el futuro de los espacios informativos del tiempo va a ir también por ahí, un espacio para hablar de medio ambiente y cambio climático.

¿Entre los jóvenes como usted nota mayor preocupación o concienciación?

Hay preocupación, sí, y movimientos que reclaman a los gobiernos cambios, pero la duda es si existe la fuerza de voluntad en cada uno de nosotros  de cambiar estilos de vidas, es difícil, yo mismo no me veo capaz de renunciar a ciertas cosas, a coger un avión, por ejemplo, o el coche para hacer un viaje, pero hay ciertas cosas que efectivamente deberíamos empezar a plantearnos.

¿Usted llega a desconectar de su trabajo, se quita el traje de meteorólogo y lleva una vida de un chico de su edad?

La verdad es que ahora mismo es algo que me apasiona, que estoy descubriendo todavía, cada vez más, y no consigo desconectar del todo. Hombre, yo salgo de fiesta con mis amigos, soy socio de Osasuna y voy a El Sadar, tengo mis aficiones, veo películas, pero sí, me levanto y lo primero que hago es subir la persiana, mirar los mapas… Sí hay compañeros que en sus días de fiesta desconectan, y me recomiendan hacerlo, pero yo no puedo, aunque no es algo que haga por obligación, lo hago porque me gusta, me apasiona, lo hago de manera automática.

¿Se ha preguntado que habría sido usted si aquel día que nació no hubiera nevado?

En los próximos años creo que tengo claro que acabaré trabajando de esto, RTVE es un altavoz muy grande, te ve mucha gente (de hecho, he recibido ofertas de otras cadenas), pero me gusta mucho la docencia, también me gustaría aprender teatro, he dado charlas, actos, este tipo de cosas me atraen…

No está mal para haber sido un niño tímido…

Es una cosa curiosa, no sé en qué momento cambió. Soy una persona con bastante ansiedad, que le da vueltas a todo y saber esta frente a una cámara, controlar la situación, te ayuda a relativizar las cosas, cuando estoy ante la cámara no pienso en que estoy ante un millón de personas, sí que tienes cierta presión, porque hay un equipo detrás del que eres la cara visible y quieres hacerlo bien, pero una vez que empiezo ya me tranquilizo y todo sale de manera natural. A fin de cuentas estoy haciendo lo que me gusta.

PERSONAL

Nombre: Arnaitz Fernandez Elías.
Lugar y fecha de nacimiento: Pamplona 16 de diciembre de 1995.
Trayectoria: Estudio en la ikastola Axular y el Instituto Eunate de la Txantrea (Pamplona) y posteriormente Física en la UPV. Ha colaborado haciendo previsiones metereológicas en Navarra TV, en los programas “Atera kontuak” y “Eztabaidan” de EITB1, en “Boulevard” de Radio Euskadi y “En Jake” de EITB2. Actualmente presenta “El Tiempo” de RTVE, cubriendo una baja por paternidad 

SE BUSCA CANTANTE

Oct 18, 2021   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
No hay ninguna descripción de la foto disponible.
Publicado en «Rubio de bote», colaboración quincenal para magazine ON (diarios Grupo Noticias)

Estaba pegado con celo en una marquesina. “Abeslari bila”, decía el cartel. Se busca cantante. Me froté lo ojos. ¿Qué era aquello? ¿Una alucinación, un viaje en el tiempo? Desde hacía unos días mi ordenador me daba un error al teclear la dirección de algunas páginas web, decía que tenía el reloj atrasado. Había intentado cambiar la fecha una y otra vez, pero el error persistía, así que comencé a preguntarme si no estaría entrando y saliendo de una brecha temporal. Y ahora ese cartel. ¿Quién pegaba, en plena era digital, carteles como aquel en las marquesinas, en los bares, las farolas? ¿Estábamos en 1985? No, en 1985 no habría también en la parada del autobús varias personas comentando la reciente caída de WhatsApp, Facebook e Instagram y cómo habían sobrevivido a tan terrible catástrofe. 

Volví a mirar el cartel. Me emocioné (soy un sensiblero y un nostálgico, lo reconozco; a veces siento deseos de abrazar a la gente que vuelve del quiosco con los periódicos bajo el brazo; o a quienes leen novelas en los transportes públicos). Me imaginé a dos o tres chavales pegando más carteles como aquel, cortando con los dientes pequeñas tiras de celo, manteniendo a pesar del sabor amargo de este en la boca una sonrisa soñadora, fantaseando, en fin, con la idea de que alguien respondía al anuncio y era su Freddy Mercury, el astro que faltaba en su constelación y les dirigía irremediablemente al estrellato.

Yo mismo tuve deseos de llamar al número de contacto, tal era el entusiasmo, la fe, la pasión que me pareció que transmitía aquel anuncio, el hecho de que alguien se hubiera tomado el trabajo de patearse la ciudad colocándolo aquí y allá…

Pero, como comparado conmigo un perro afónico es la reencarnación de Julián Gayarre, me conformé con colgar en mis redes sociales la foto del cartel, por si podía echar una mano. Aproveché de paso para hacer una pequeña encuesta y pedir a mis diez o doce seguidores que me dijeran si conocían grupos que hubieran reclutado a sus cantantes o músicos de esa manera, es decir, a través de anuncios. Ozzy Osbourne (Black Sabbath), James Hetfield (Metallica), Mike Mars (Motley Crue), la mayoría de los Dead Kennedis, Alan Wilder (Depeche Mode)… fueron las respuestas. Pero entre todas ellas, ¡oh, sorpresa!, también llegó la de… ¡uno de esos chavales que habían pegado el cartel en la marquesina!

Creo que a eso le llaman la magia de twiter (¡haz tu magia, twiter!), pero lo cierto es que los componentes de este grupo, según me explicaron, también habían intentado recurrir a ella y no habían obtenido respuesta alguna. Por eso habían utilizado, tras intentarlo en internet,  los métodos tradicionales: el cartel, el celo y las marquesinas. Y gracias a ellos habían conseguido ya contactar con varias cantantes.

“Pues ya me iréis contando”, les dije. Porque de repente me sentía muy unido a aquel grupo y a su destino y me parecía una idea genial hacer una especie de reportaje en construcción, ir siguiendo sus evoluciones… Quién sabe, tal vez lleguen lejos, o tal vez no, qué más da, lo importante es el camino y a mí un cartel en una marquesina de la parada de un autobús me había unido al suyo para ir dando cuenta de los pasos. Así que, con el permiso de todos ustedes, amables lectores, de vez en cuando iré informándoles en este  “Rubio de bote” (que, dicho sea de paso y si los cálculos no me fallan, hoy cumple doscientas colaboraciones). 

Entrevista a Robe Iniesta

Oct 17, 2021   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

“Las canciones viven por sí mismas, yo no mando en ellas»

Robe Iniesta dice 'Ahora es el momento' en el Bahía Sound de San Fernando


Robe Iniesta presentará en los próximos días en Iruña y Bilbao su último trabajo, Mayéutica, una sinfonía de 43 minutos que interpretará en directo “del tirón” y que remite a un trabajo anterior: La ley innata (2008) de Extremoduro.

Patxi Irurzun / GARA

Mayéutica es un disco optimista, lleno de luz, de momentos que te llevan —y te llevan y te llevan— , de canciones de amor y agradecimiento (“Todo lo que te hace sonreír me vale la pena”, dice en una de ellas), que pueden interpretarse también como canciones de amor a la música, a la plenitud y el misterio de la creación, a las propias canciones (“De vez en cuando encuentro una canción que me eleva y me lleva y me lleva”, añade más adelante).  Un trabajo compuesto por un interludio (que lo hila con La ley innata), cuatro movimientos y una coda y que presentará el 23 de octubre en Iruña (Navarra Arena)) y el 5 de noviembre  en Bilbao (Bilbao Arena-Miribilla).

¿En qué ha afectado la pandemia a este nuevo trabajo?

En realidad en lo único que le ha afectado es en que se ha ido retrasando su salida: el disco está compuesto en el 2018, se grabó en el 2019 y después se quedó en un cajón esperando a que pasara la gira de Extremoduro. Luego ocurrió todo esto, así que Mayeútica ahí siguió, guardadito. Hasta que se ha escapado él solo del cajón.

¿Y usted cómo ha llevado personal y creativamente este año y medio?

Me imagino que como a todo el mundo, esto nos ha jodido a todos, a unos más que otros, y como todos he sentido estrés, incertidumbre, pero por otra parte lo he llevado bien porque yo puedo trabajar en casa y he currado mucho, tengo prácticamente otro disco preparado, en ese sentido bien, no hacía otra cosa que tocar la guitarrita, así que… Yo creo que en general este ha sido un tiempo que los creadores hemos aprovechado y que cuando pase todo se verá ese fruto, en todas las artes, la cultura. Intuyo que va a haber una explosión, porque han pasado cosas gordas, que te remueven la cabeza, y sobre las que hemos podido reflexionar, porque la mayoría de los artistas trabajamos en casa y hemos tenido tiempo para ello. Sí, creo que, dentro de lo malo, creativamente este habrá sido un tiempo fructífero…

Curiosamente, después de esa época oscura y de incertidumbre, Mayéutica es un disco muy optimista, muy vitalista

Bueno, en realidad no se le puede buscar a eso una explicación, o una relación con lo que está pasando, porque el disco está hecho antes de la pandemia. Pero sí, es un disco vitalista, con buen rollito, aunque yo en esas cosas no mando, no tengo mano, me sale lo que me sale, no puedo plantearme hacer una canción alegre, triste, marchosa… ahí soy un poco espectador, me pongo a trabajar y veo qué me va saliendo… Luego igual lo analizo e igual entiendo lo que he hecho, si puedo, porque hay veces que yo mismo tampoco lo sé.

Pero supongo que le influyen las circunstancias personales, este es por ejemplo un disco de canciones de amor

Sí, claro que me influye, pero no sé cómo, no es que tú estés triste y por cojones tiene que salir una canción triste, no tiene que ver, sí que influye, pero no hay una lógica…

De hecho usted canta en uno de los temas que no es el dueño de sus emociones. ¿Qué siente cuándo se desprende de esas canciones y otros las hacen suyas?

Las canciones siempre pienso que la gente las hace suyas y las interpreta como quiere y que yo no tengo por qué tener más razón que tú, si la canción te sugiere ciertas imágenes o emociones o sensaciones, las canciones viven por sí mismas, en eso tampoco mando yo.

A mí, por ejemplo, me parece que el disco además de un disco de amor es un disco de amor a la música

Bueno, sí, claro, es que en la poesía todo son metáforas, no es un periódico.

¿Cómo establece esa conexión con La ley innata, era aquel un trabajo sin cerrar, algo en estado latente?

Yo tampoco lo entiendo mucho, nunca me imaginé que después de hacer una canción de cuarenta minutos iba a hacer una segunda parte. Hay creadores que son parecidos a un alfarero, que dicen, voy a hacer un botijo, y hacen un botijo, mejor o peor, yo no hago botijos, yo escarbo y busco a ver qué sale y nunca sé qué estoy buscando, a mí con que lo que salga me emocione me vale. En el caso de Mayeútica a medida que iba saliendo lo fui interpretando y viendo esas conexiones con La ley innata.

Supongo que creativamente es satisfactorio encontrar esos hilos…

Es satisfactorio hacer cosas que emocionen y que hagan pensar un poco, eso son las dos claves, lo demás es secundario, ahora, por ejemplo, las canciones nuevas que tengo han salido de otro modo, son independientes, tampoco busco con ellas un estilo o una forma, lo principal es que sientas cosas.

En ese sentido, en su carrera en solitario, como Robe, las canciones están revestidas con esa instrumentación sinfónica, ¿seguirá por ese camino?

Ahora estoy muy a gusto con esta banda y esta instrumentación, en los dos discos primeros sí había un cambio muy radical en la forma, respecto a lo anterior, en este la diferencia con ellos es que la guitarra tiene otro sonido, me gusta mucho como suena junto con el violín, me parece que tiene un rollazo, en los otros discos era más clarinete y violín, o saxo y violín, ahora creo que tenemos un sonido muy bonito y mucha facilidad en la banda para poder jugar e ir buscando en cada canción su sonido, experimentar…

¿Hace planes de cara al futuro?

Intento hacerlos pero a veces salen y a veces no, ahora es la idea hacer esta gira, están también los temas nuevos, y cuando haces temas nuevos siempre tienes la impaciencia de que la gente los escuche, yo creo que antes de retomar la gira en primavera sacaremos un par de ellos, como hacen ahora los chavales, canciones sueltas, y luego, cuando acabe la gira, quiero meterme en el local a enredar con los temas, después grabarlos, y ver si valen, y si valen volver a tocar, otra gira…

En todo ese proceso, tan largo, desde que escribe la canción hasta que la toca en directo, llegar a despegarse de las canciones, a perder ese “enamoramiento” o subidón del momento inicial

No, porque una canción hasta que no la tocas en directo no acaba de ser ella misma,  hasta entonces no las ves realmente como es, luego igual puede cansarte un poco o puedes dejar de sentirla del mismo modo que cuándo la hiciste, pero no, no, más bien es la impaciencia de ver cómo funciona en directo, por ejemplo con Mayéutica no tenía la experiencia de hacer una canción así, tan larga, en directo, y nos está encantando tocarla…

¿Cómo la tocan, entera?

Sí, del tirón. Y mola mucho. De hecho me pasa que me pongo a tocarla en casa y también me sale del tirón, no me paro a pensar “puedo cambiar o mejorar esto”, en ese aspecto rueda mejor que La ley innata. Y la gente también la está disfrutando mucho.

¿Cómo está siendo presentar el disco en estas condiciones, con gente sentada en algunos lugares, en otros no, con las mascarillas? ¿Influye eso en los músicos?

La mascarilla es lo de menos, lo de estar sentado o de pie sí que influye, pero la verdad es que me ha sorprendido, pensaban que iba a ser más raro, porque sí ves que la gente disfruta, y entonces tú también lo haces… Pero ver a la gente en las primeras filas saltando, bailando, cantando, no tiene comparación… En ese sentido creo que es importante aceptar lo que toca en cada momento y disfrutar de lo que hay. Y por eso me ha parecido un acierto la manera en que estamos vendiendo las entradas, con quince días de antelación, incluso solo una semana, para que la gente sepa realmente cómo van a ser los conciertos, que cambian mucho según los sitios, en unos piden pruebas de antígenos, en otros el público está sentado, de pie, con barra, sin barra…Las cosas van cambiando día a día y creo que es importante que el público sepa exactamente a qué va a ir y aceptar en qué condiciones va a estar.

Dejando por un momento la música a un lado, usted publicó hace años, con gran éxito, una novela, ¿se plantea volver a escribir?

No sé, la verdad es que disfruté mucho y no estoy cerrado a hacer otra o escribir otra cosa, pero para escribir hace falta, o al menos a mí, tener esa chispa de ponerte con algo que tengas muchas ganas, que te apetezca mucho,  porque el montón de horas que le echas… Si algún día encuentro esa motivación… Disfruté mucho de aquel libro. La prosa es muy agradecida, el tiempo de creación es muy largo, no es como un poema, que lo haces lo puedes retocar, arreglar, pero que es un momento muy corto de creación, con la prosa te vas a la cama, piensas “Jo, qué bonito lo que he hecho hoy”, sigues al día siguiente… Además es más fácil, no tienes que juntarte con nadie, preparar nada, estás en casa viendo una película, ¿que no te gusta?, enciendes el ordenador, escribes…

Una novela, casi una veintena de discos, su etapa en un grupo referencial como Extremoduro… ¿Son muchos años ya en el camino, echa usted de vez en cuando la vista atrás, hace balances?

Echo poco la vista atrás, me gusta más vivir el momento, si acaso la echo adelante, planifico, porque cuando haces una gira comprometes a mucha gente, pero, bueno,  tampoco es planificar, tengo canciones y es de cajón, quiero sacarlas, es decir, es algo natural, que sigue su curso, pero atrás no echo la vista, tampoco para ver errores, lo hecho, hecho está, y creo que me ha valido para algo…

¿Y se ha preguntado alguna vez qué habría sido de Robe si en su vida no se hubieran cruzado el rock y la poesía?

Buf, no quiero ni pensarlo.

PELAZO

Oct 5, 2021   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments
POR QUÉ EL CINE QUINQUI FUE TAN IMPORTANTE? - EL PALOMITRÓN

PUBLICADO EN RUBIO DE BOTE, COLABORACIÓN QUINCENAL PARA MAGAZINE ON (DIARIOS GRUPO NOTICIAS) 02/10/21

¿Te acuerdas? Cuando íbamos al instituto el curso comenzaba por estas fechas, en octubre, así que durante casi todo septiembre, cuando las vacaciones ya habían terminado para los demás, la ciudad, sus calles vacías y tristes, sus parques amarillos, sus estanques que comenzaban a cubrirse de hojas, nos pertenecían. Era una sensación extraña. Como si nadie se ocupara de nosotros. Nos sentíamos libres y melancólicos, disfrutando de aquellos días con extrañeza, pues nos parecían tan irreales y fugaces que ya entonces comenzábamos a añorarlos. Era como una metáfora de nuestra propia adolescencia, aunque entonces no nos diésemos cuenta.

Un año, sería en segundo o tercero de BUP, nos compramos unas chupas vaqueras para campar a nuestras anchas por la ciudad desierta, como un ejército invencible y despiadado, humillando con nuestra insolencia juvenil a los derrotados, a los sometidos por sus trabajos, sus rutinas, sus costumbres, que aceptaban con resignación, con sus trajes grises y sus rostros pálidos, en los que ya habían comenzado a borrarse la huella del verano sobre la piel…

Nosotros, a diferencia de ellos, todavía éramos inmortales, todavía conservábamos el calor del sol en el pecho, por eso atormentábamos con nuestras burlas a los calvos, creyendo que nuestras cabezas nunca clarearían o se cubrirían con la ceniza del tiempo, que en ellas resplandecería eternamente la llama y el pelazo de la juventud.

 ¿Te acuerdas? Aquellas chupas vaqueras nos quedaban grandes. Nuestros cuerpos todavía estaban sin acabar de hacer, cambiaban cada día, se llenaban de granos y vello, de olores y secreciones… Dentro de ellos arrastrábamos el cadáver todavía caliente de un niño, que se corrompía lenta y trágicamente. De aquello tampoco nos dábamos cuenta entonces, pero eso era la adolescencia, el duelo por la infancia perdida, el luto por todo los que nos era arrebatado: el juego, la inocencia, el sueño… Por eso nos comportábamos así, de esa manera tan errática. A veces jugábamos al hinque en los descampados y a otras nos fumábamos en ellos chinas de hachís. A veces robábamos en las tiendas de chuches caramelos y otras botellas de cerveza de los camiones de reparto. Queríamos ser mayores pero solo jugábamos a ser mayores. Y a veces el juego era peligroso. Tú no tardarías mucho en darte cuenta.

Yo, por el contrario,  nunca me encontré cómodo dentro de aquella chupa de navajero, siempre sentí que me quedaba grande, y sabía que en el fondo solo era un disfraz, que yo sólo era un impostor, un buen chico, responsable, temeroso, callado, obediente, incapaz de sacarle la faca al destino.  Era además un chico pensativo y con la cabeza llena de tormentas, de modo que creo que ya entonces comprendía que nosotros nos poníamos aquellas cazadoras vaqueras para aterrorizar a los demás, pero que en realidad solo era una manera de ahuyentar, de disimular nuestro miedo. 

Después pasó el tiempo y nos perdimos la pista. Tú continuaste jugando al hinque en los descampados, pero esta vez eran jeringuillas lo que clavabas en el barro de tus venas.

Una vez nos encontramos en la vieja estación de autobuses. ¿Te acuerdas?  Te acercaste a pedirme una moneda y no me reconociste, o simulaste no hacerlo. Fue apenas unos meses antes de tu muerte, de que tú mismo te matarás para no quedarte calvo, es decir, para continuar siendo inmortal. Yo también simulé no conocerte. Fui un mierda, lo sé. Pero te juro, que cada año, al llegar el otoño me acuerdo de ti, querido amigo, y de aquellas semanas de septiembre en las que éramos los reyes de la ciudad. Te lo juro por nuestras chupas vaqueras.

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