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BUTRONEROS ELÉCTRICOS

Feb 22, 2021   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

Publicado en «Rubio de bote», colaboración quincenal para magazine ON (diarios Grupo Noticias) 20/02/2021

Puesto que hace unos días cayó una nevada en Madrid — no sé si ustedes se habrían enterado—  yo ahora tengo que mear a oscuras, como en aquel poema de Neruda:  Y por verte orinar, en la oscuridad, en el fondo de la casa, como vertiendo una miel delgada, trémula, argentina, obstinada.

Bueno, en mi caso no es tan poético:

—¡La luz, pesado! —me riñen si por culpa de un reflejo automático se me ocurre darle al interruptor mientras mi agüita amarilla baja por una tubería y pasa por debajo de tu casa, pasa por debajo de tu familia, etcétera (ahora que lo pienso, hay toda una literatura urinaria, desde la letra de esa canción de Toreros muertos, pasando por el “Entre heces y orines nacemos” de San Agustín, hasta el famoso verso de Gloria Fuertes: “Nos están meando y dicen que llueve”).

Pero volvamos a lo nuestro. Hace unos días circuló por las redes una viñeta de J.R. Mora en la que, junto a un texto en el que se leía “Los ladrones hicieron millones de pequeños butrones por los que entraban a robar cada mes”, aparecía el dibujo de los dos agujeritos de un enchufe.

La factura de la luz de enero, en efecto, fue un atraco. La más cara de la historia. A pesar de lo cual en nuestra casa cada día es una fiesta de cumpleaños, o sea, que cuando nos levantamos, después de mear a oscuras,  encendemos velas, y también cuando se hace de noche, y además estamos adelgazando un montón, porque si vamos al frigo tenemos que abrirlo y cerrarlo muy deprisa y coger lo que esté más a mano que  suele ser casi siempre un yogur desnatado o una hoja de lechuga chuchurría.

Lo de las compañías eléctricas es, por no abandonar del todo la escatología, para mear y no echar gota. Algo incomprensible, es decir, que las propias compañías se encargan de que al consumidor nos resulte un galimatías, algo que escape a nuestro raciocinio, con sus facturas como jeroglíficos y sus subastas diarias y caprichosas en las que, por ejemplo,  se decide que si en Madrid nieva —no sé si se habrían enterado ustedes—  y quienes tienen que capear el temporal son unos destalentados, la filómenica factura la debemos pagar también aquellos a los que los muñecos se nos deshicieron en solo unas horas.

“Pues eso será porque usted quiere y no tiene contratada una factura en el mercado libre”, se oye la voz de un ofendidito al fondo, pero es que hasta en eso el vocabulario de las eléctricas es confuso, y las tarifas reguladas son precisamente aquellas en las que el precio de la electricidad varía y depende del hombre del tiempo —menuda regularidad de los cojones; por no hablar de que la tarifa aplicada responde a las siglas PVPC, es decir Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor; voluntario, dicen… — y las libres aquellas en las que ese precio es una tarifa fija (y en la que de todos modos los que cortan el bacalao son los cinco grandes grupos de butroneros eléctricos, lo cual para el caso acaba siendo casi siempre lo mismo).

La factura de la luz en España es, en todo caso, una de las más caras de Europa, un auténtico pelotazo. Seguramente por eso las asesorías externas y los consejos de administración de las compañías están superpoblados de expolíticos que acceden a ellos a través de enchufes, nunca mejor dicho, puertas giratorias, retiros dorados  (en ocasiones con la desfachatez del repulsivo José María Aznar, que fichó por Endesa después de que esta compañía fuera privatizada durante su mandato; privatización que a su vez puso en marcha otro eXpresidente, Felipe González, quien también estuvo a sueldo de Gas Natural, hasta que lo dejó porque “se aburría”).

Y así todo, en este país en el que mientras unos se pasan todo el invierno sin poner la calefacción o sin dar la luz, el rey emérito toma el sol en Abu Dabi con chambelanes pagados por Patrimonio Nacional y la Audiencia Nacional  encarcela a raperos (o mientras  el mismo día que doscientos artistas se solidarizan con Pablo Hasel firmando un manifiesto bajo el encabezado “Sin libertad de expresión no hay democracia” el heredero del rey a la fuga se descojona de nosotros, con la misma altivez borbónica que su predecesor, repitiendo exactamente ese mismo encabezado en un encuentro con la Asociación de la Prensa de Madrid, donde, por cierto,  no sé si se lo han contado todavía, hace unas semanas cayó una nevada universal).

Por lo demás, está claro que la amante de Neruda aquel día que meaba a oscuras no había comido espárragos. 

ENTREVISTA A VIRGINIA SENOSIAIN Y JUAN LUIS NAPAL, AUTORES DEL DOCUMENTAL «LACALLE»

Feb 22, 2021   //   by Patxi Irurzun Ilundain   //   Blog  //  No Comments

“Si Joxe Lacalle no retrataba una situación concreta no quedaba reflejada”

Virginia Senosiain y Juan Luis Napal han recogido en “Lacalle” la trayectoria del popular tabernero y fotógrafo de prensa Joxe Lacalle, en un merecido reconocimiento a quien fue el dueño de uno de los primeros bares en colocar la ikurriña en Iruña (lo cual le costó una bomba de la ultraderecha) o dejó testimonio de diferentes luchas con sus fotos para EGIN y Euskadunon Egunkaria.

Patxi Irurzun/GARA

“Lacalle” viene a sumarse a los libros de fotografías “Si te mandan una carta” o “Memorias de Lacalle”, publicados ambos por Txalaparta. Una jubilación bien ganada para este fotógrafo autodidacta, que lo aprendió todo en la calle, cuya figura menuda y nerviosa, era inevitable durante los años 80 y 90 en manifestaciones, enfrentamientos con la policía, desalojos… Joxe siempre en primera línea del frente. Recibió muchos porrazos y le velaron el carrete en numerosas ocasiones. Sus fotos dejaban testimonio de todo lo que otros muchos callaban. Senosiain y Napal, como ya hicieron antes con Josefina Lamberto, hacen un ejercicio de memoria histórica reivindicando con su documental a quien a su vez retrató con sus fotos imprescindibles aquellos conflictivos años.

¿Por qué decidís hacer un documental sobre Lacalle?

Al igual que Josefina Lamberto consideramos que tanto las vivencias, las experiencias, las situaciones y la trayectoria tanto personal como laboral de Joxe Lacalle son de alguna manera una referencia que forma parte de nuestra memoria histórica. La época de Joxe Lacalle fue también parte de la nuestra, y por eso queríamos reflejar todas esas situaciones de una manera cercana, íntima, explícita, arriesgada…Pensamos que toda esa época vivida no queda tan lejana porque muchas de esas situaciones siguen existiendo. Tanto con el documental sobre Josefina Lamberto como en este se refleja de una forma explícita la represión que hoy en día sigue latente. En nuestro caso, Joxe ha sido un referente de lucha, al igual que para otras muchas generaciones. El trabajo de Joxe hizo de alguna manera la labor que hoy hacen las redes sociales. Si Joxe no retrataba una situación concreta no quedaba reflejada.

Al igual que en Florecica en el documental optáis por apartaros y darle voz al protagonista…

Efectivamente cuando realizamos este tipo de documental, personal, cercano… damos voz a la persona. Queremos ser los transmisores de todas esas historias para que no queden en el olvido. Lo importante en estos trabajos son los protagonistas de la historia, sus relatos y sus formas de expresarse y transmitir. Creemos que siendo así hace el documental más cercano al espectador, empatizando así con la persona entrevistada sin ningún tipo de manipulación en ella.

¿Por qué elegís el blanco y negro?

Teníamos muy claro que este documental tenía que ser en blanco y negro porque la mayor parte del trabajo de Joxe también ha sido así. Aunque también ha hecho fotografías en color, predomina el blanco y negro. Es un guiño a la época vivida y al trabajo de Joxe.

En la trayectoria de Joxe hay como dos momentos muy marcados, su etapa como tabernero y su etapa de fotógrafo, ¿qué se puede destacar de cada una de ellas?

Lacalle es un recorrido por la vida de Joxe. Desde su nacimiento en Etxauri, su niñez, sus recuerdos en el pueblo que le vio crecer, los recuerdos de sus aitas, su juventud en Iruña, su madurez… Y los recuerdos como propietario del bar Lacalle junto con su compañera Marisa, el nacimiento de sus hijos…El día que le pusieron la bomba en el bar, el trabajo y apoyo posterior de todo un barrio volcado en Joxe y su familia… Las entrevistas al protagonista están realizadas en tres lugares muy especiales para él. En Etxauri donde nació y vivió su niñez; en Aitzina Taberna, lo que fue su bar Lacalle de la calle Jarauta de Iruña; y en el Paseo Sarasate, donde tantas fotos ha realizado. En el Aitzina nos cuenta los primeros conciertos que se realizaron, el momento de colocar junto con el bar Monterrojo las primeras ikurriñas dentro de los bares, los ataques sufridos por los “Guerrilleros de Cristo Rey”, el momento de la bomba colocada en los baños del bar Lacalle, la solidaridad de un barrio entero, el primer brindis por los presos políticos vascos, la primera noche vieja con disfraces… En la entrevista del Paseo Sarasate nos cuenta su trayectoria como fotógrafo tanto en EGIN o en Euskadi información como en Euskaldunon Egunkaria. Nos cuenta diferentes momentos claves, de represión, de palizas, de rotura de cámaras, de carretes secuestrados, de insumisión, de kale borroka, de reivindicación… Lacalle es una gran parte de nuestra memoria, debemos homenajear, volcarnos y dedicar tiempo a personas que como Joxe lucharon y luchan incansablemente por una sociedad, un pueblo y un futuro más digno, más fuerte y más solidario.

¿Andáis metidos en nuevos proyectos, se pueden contar?

Actualmente nos encontramos inmersos en varios proyectos. Continuamos con trabajos de memoria histórica, realizando entrevistas por diferentes localidades de Euskal Herria, integrando en esta ocasión también escenas de ficción. Por otro lado también estamos trabajando en diferentes documentales. Uno sobre un conocido y gamberro músico de Iruña y otro sobre un reconocido, controvertido, polémico, disidente, y arriesgado artista también de Iruña. Otro documental sobre fotógrafos de Euskal Herria y Catalunya. Y además de estos proyectos documentales estamos inmersos en un ambicioso proyecto de largometraje de ficción: “La sima”. Nos encontramos ya, con la ayuda de Jose Mari Esparza, perfilando el guion escrito por nuestro compañero guionista y director Xavi Berraondo.

EL FOTÓGRAFO DE EGIN

Estaba en todos las salsas. La insumisión, Itoiz, el Euskal Jai, las manifestaciones por los presos, las redadas policiales… Entre la bruma de los botes de humo y el sonido hueco de los pelotazos aparecía él, pequeñico, coletudo y echado para delante. El fotógrafo de EGIN. Nadie diría que siendo un chaval, cuando comenzó a ponerse tras la barra tartamudeaba, por pura timidez, cuando le tocaba coger el teléfono del bar. El bar Lacalle de la calle Jarauta, que olía a gasolina y pachulí. Si sus paredes hablaran… En él se apiñaron durante los años ochenta cientos de jóvenes alegres y combativos, mientras por los altavoces sonaban Motorhead y Baldin Bada. Antes, Joxe Lacalle, fue uno de los primeros taberneros de Iruña en colocar la ikurriña en su local. Le costó varias palizas y una bomba de la ultraderecha, que nunca nadie ha esclarecido. En el Lacalle se gestó también la costumbre de disfrazarse durante las nocheviejas de Iruña, o los brindis sanfermineros por los presos. Más tarde, comenzó su etapa como fotógrafo. Aprendió por correspondencia y haciendo honor a su apellido, es decir, curtiéndose en la calle. Era otra época. “Había que revelar las fotos a toda hostia y mandarlas a Donosti en el autobús de la Roncalesa”, recuerda Joxe, quien no sabe ni cuántas fotos guardará en sus archivos. “Miles. Por suerte yo he sido siempre bastante ordenado. Ahora he aprendido a escanear y las estoy recuperando, poco a poco”. Los libros y el documental dan fe de ellos. Pero esto no ha hecho más que empezar. A Joxe aún le queda carrete para rato.

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